Clima y alimentos: lo que viene para los próximos meses con las sequías y lluvias
El Ideam espera que la llegada del fenómeno de La Niña le pegue con fuerza a las regiones Pacífica, Caribe y Andina; mientras que habrá tiempo seco en la Orinoquía y Amazonía. ¿Qué consecuencias traen los cambios en el clima para los alimentos? ¿Qué se debe hacer al respecto?
El clima es, de entrada, una variable volátil. Y más allá de sus impactos en la vida diaria (desde la ropa que usa la gente hasta las actividades que se pueden hacer al aire libre), su peso se vuelve algo vital para quienes su sustento depende de las variables climáticas, como los productores de alimentos.
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El clima es, de entrada, una variable volátil. Y más allá de sus impactos en la vida diaria (desde la ropa que usa la gente hasta las actividades que se pueden hacer al aire libre), su peso se vuelve algo vital para quienes su sustento depende de las variables climáticas, como los productores de alimentos.
No solo se trata de una actividad económica, sino también de la disponibilidad de uno de los bienes indispensables para la vida.
Al ser el agro un renglón tan sensible respecto a las lluvias y sequías, estos cambios pueden generar encarecimiento o desabastecimiento de algunos productos. Y de ahí se desprenden efectos que van desde los ingresos de productores (especialmente los pequeños) hasta los impactos en la inflación del país.
“Cuando la producción agrícola disminuye debido a factores como la sequía, la oferta de productos en el mercado se reduce. Con menos alimentos disponibles, los precios tienden a aumentar. La historia nos muestra que los cambios climáticos bruscos tienen un impacto directo y significativo en los precios de los alimentos, por lo que se necesita tomar medidas para mitigar los efectos del cambio climático”, dice Carlos Duarte, miembro del Instituto de Estudios Interculturales de la Universidad Javeriana de Cali.
Que Colombia se encuentre en una región tropical permite que se dé la agricultura durante todo el año debido a la ausencia de estaciones. Aunque también hace que la predicción del clima sea más compleja.
Camilo Prieto Valderrama, docente de cambio climático y salud ambiental de la U. Javeriana explica que tenemos unos patrones de lluvia que varían considerablemente entre la región Andina, Caribe y Orinoquía “por la geografía, topografía, las influencias oceánicas y los vientos alisios. La interacción de todos los factores crea un mosaico climático extremadamente variado”.
Si bien se esperaba que las lluvias del fenómeno de La Niña llegaran en septiembre, en los últimos días, el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) ha actualizado sus pronósticos, con datos que no son homogéneos para todo el país.
Ghisliane Echeverry Prieto, directora de la entidad, sostiene las estimaciones de la ocurrencia de dicho fenómeno es que se consolide para los próximos meses y que afecte principalmente a la región Pacífica, Caribe y Andina. En la costa norte del país, actualmente, se dan precipitaciones y vendavales debido a la temporada de ciclones tropicales que generan un aumento de las lluvias y velocidad de los vientos, de acuerdo con Echeverry.
De acuerdo con la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria (UPRA), los cinco departamentos, con mayor frontera agrícola, que posiblemente tendrían más riesgos de exceso hídrico son: Magdalena, Cesar, Antioquia, Valle del Cauca y Cundinamarca. El 14,4 % y 1,6 % de las áreas de Agricultura Campesina, Familiar y Comunitaria del país presentan un riesgo bajo y medio, respectivamente.
En contraste, “la región Orinoquía y Amazonía viene con un déficit de precipitaciones acumulado y aumento de temperatura que dispara las alertas de incendio de la cobertura. El pronóstico es que estas condiciones se mantendrán hasta abril de 2025″, agregó la directora del Ideam.
El efecto del clima en los alimentos
La llegada de La Niña se daba por descontada hace un mes, pero no llegó. Esta puede ser una buena noticia para algunos y mala para otros en términos de salida de alimentos. Las afectaciones climáticas se dan de manera diversa y dispar, pues cada producto tiene ciclos y necesidades específicas. En este escenario, una talla no le queda a todos.
En el caso de las frutas y hortalizas, hay zonas afectadas principalmente por incendios provocados por altas temperaturas en el departamento del Huila. La Asociación Hortifrutícola de Colombia (Asohofrucol) reporta que existen lugares que llevan más de cuatro meses sin lluvias y tienen alertas de incendios, lo que ha afectado principalmente a cultivos de plátano, mango y lima ácida Tahití. Con la intensificación de las lluvias, se espera que esas mismas líneas productivas se vean más afectadas, además del aguacate Hass.
La sequía también puede impactar otros cultivos que requieren grandes cantidades de agua para su desarrollo, como: maíz, arroz, tomate, cebolla, pimentón, papa y yuca, de acuerdo con Duarte.
De hecho, la Federación Nacional de Cultivadores de Cereales (Fenalce) asegura que en parte del Caribe y la zona Andina el inicio de las siembras del segundo semestre se ha visto afectado por la falta de lluvias, lo que afectará negativamente a la siembra de maíz y fríjol. Mientras que en la Orinoquía las siembras actuales están siendo severamente afectadas por la reducción en el área sembrada y los rendimientos.
El caso de la papa es especial porque ha venido arrastrando las consecuencias de los fenómenos climáticos, lo que ha hecho que sea el producto que más se ha encarecido en el último año (entre agosto de 2023 y de 2024), pues subió casi 70 %, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).
“Las pocas lluvias en diciembre y enero hicieron que se corrieran las siembras para las cosechas de mayo y junio, que representan la producción de 40 % de la papa en el país”, detalla Germán Palacio, gerente general de la Federación de Papa (Fedepapa). Ahora recién empezó a salir la cosecha y los precios comenzaron a bajar.
Pero aparece otra vez la misma dificultad por cuenta de la sequía: se siguen corriendo las siembras. Si aumenta la frecuencia de las lluvias para finales de mes, las cosechas que suelen estar para finales de año llegarían entre febrero y marzo. Por eso, Palacio afirma que es posible que al finalizar el año los precios vuelvan a subir.
Además, los productores del altiplano cundiboyacense “son muy temerosos de sembrar en los meses de octubre, noviembre y diciembre por las heladas de enero y febrero. Pero ya con estos cambios en el clima no se sabe qué puede ocurrir”, agrega el gerente de Fedepapa.
Prepararse para la incertidumbre
Con el cambio climático, se han intensificado los fenómenos extremos de sequías y lluvias. Por lo que “es necesario que el país piense en adaptarse para garantizar la seguridad alimentaria porque todos esos factores hacen que la calidad de los alimentos y la disponibilidad varíe”, destaca el profesor Prieto.
Desde Asohofrucol se preparan para los estragos del clima implementado un modelo productivo agroecológico denominado “Somos Agricultura Tropical”, que se enfoca en la gestión del suelo, de fauna y flora, la nutrición natural y del recurso hídrico.
De manera preventiva, buscan estrategias para retener en mayor proporción la humedad en el suelo y promover la eliminación de los herbicidas. “Con estas prácticas se espera que los productores logren sostener sus cultivos ante las condiciones generadas por la variabilidad climática”, rescata la Asociación.
Por su parte, Jorge Bedoya, director de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), asegura que los productores se suelen preparar para mitigar los impactos. Pero de todos modos “está probado que el clima está muy loco”.
Para hacerle frente al cambio climático, considera que se debe hacer una alianza entre el Gobierno y los privados para fortalecer los siguientes frentes:
- Innovación en el desarrollo de semillas resistentes al cambio climático.
- Sistemas de riegos.
- Probar variedades de cultivos que requieran menos agua.
- Pozos profundos.
- Optimizar el consumo de agua.
- Tanques de almacenamiento.
Todo ello “requiere inversiones con créditos” y no está claro cuáles son las apuestas de la banca pública y los esfuerzos en esa dirección. “El Gobierno debe mirar cómo redistribuir presupuestos para priorizar estos temas, por los riesgos que enfrenta el sector. Se deben priorizar los proyectos de infraestructura y tecnología. Esto con una visión a largo plazo, que vaya más allá del Gobierno de turno: hay que pensar en la seguridad alimentaria”, concluye Bedoya.
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