¿Cómo aparecen la industria y productividad en la agenda de los candidatos presidenciales?
Avanzar más allá de los límites del sector minero-energético implica reactivar la productividad y la competitividad en varios renglones de la producción industrial. Esta parece ser una preocupación relegada en la agenda de los aspirantes a la Presidencia.
Diego Guevara*
La industria manufacturera es uno de los temas determinantes en la discusión de la agenda económica en Colombia, pues, hoy más que nunca, es obligatorio superar la dependencia de las materias primas en el país (lea: Tan cerca y tan lejos de la OCDE: ¿para qué sirve entrar al "club de los países ricos"?).
Sin embargo, este sector fue uno de los más deteriorados con la apertura de los años 90 y la revaluación de la moneda durante la década del boom minero-energético terminó por profundizar su crisis. Durante muchos años se pensó que la mejor política industrial es la que no se hace, un paradigma errado que asumía que las dinámicas del mercado, de forma autónoma, impulsarían los sectores industriales más competitivos.
El PIB de 2017 muestra que la industria tuvo una variación negativa de -1 % y, en general, en los últimos años el dato no ha sido alentador, con la excepción de los períodos en los que entró en funcionamiento la refinería de Cartagena, que impactó significativamente el aporte al PIB de la industria manufacturera. Ante este escenario consideramos clave revisar la agenda de los candidatos en materia de industria y productividad, pues Colombia debe fortalecer sectores olvidados y crear nuevos renglones de producción si algún día queremos soñar más allá de los límites del petróleo y la minería.
La industria
En lo relativo a la industria, el programa de Iván Duque no tiene una sección detallada y lo más cercano a las preocupaciones por el tema se encuentra en una de sus propuestas sobre transformación productiva, en la que insiste en la diversificación de productos con agregación de valor tecnológico y eficiencia logística. En este punto el candidato que lidera las encuestas insiste en las industrias de las TIC para una transformación digital empresarial. Claramente no es un programa con una preocupación importante por el sector de la industria manufacturera y, más allá de una retórica amplia sobre el uso de las TIC y el valor añadido de la tecnología, no hay elementos específicos.
Para el caso del Germán Vargas Lleras, este presenta dentro de sus propuestas un documento específico sobre industria y comercio. Este apartado tiene un buen diagnóstico sobre la baja productividad del país y las dificultades que emergen ante el hecho de que las balanzas de los productos industriales sean negativas. También se reconocen las dificultades que van apareciendo ante mayores niveles de sofisticación de la industria. Con este diagnóstico insiste en proponer estrategias de apoyo al desarrollo empresarial, que mejoren la productividad y competitividad en las industrias nacionales y que les den la posibilidad de ser jugadores importantes en los mercados internacionales.
La realidad es que este discurso ha sido el que se ha planteado para el sector industrial desde hace dos décadas y simplemente el hecho de apoyar estrategias para ser “competitivos” en un mundo globalizado no ha funcionado para muchas de las industrias de los países emergentes, donde muchos industriales han preferido convertirse en comerciantes. El programa del candidato ve el salto tecnológico de la cuarta revolución industrial como un posible motor de la productividad y reconoce la importancia de diversificar la estructura productiva hacia bienes y servicios de mayor sofisticación. Sin embargo, no es específico e insiste en recetas tradicionales de formación para el trabajo sin contextualizar en qué bienes exactamente se podría ser más especializado.
Por los lados de Humberto de la Calle, al igual que Vargas Lleras, insiste en la competitividad como el elemento clave para el desarrollo industrial y argumenta que la falta de inversión en tecnología es la principal razón para los bajos niveles de productividad. Para esto sugiere elevar a Colciencias a la categoría de Ministerio, para que asuma un rol más claro de rector de la política en ciencia y tecnología y genere un mayor vínculo con el sector industrial del país. En su programa, De la Calle insiste en la importancia de mejorar las bases de información entre las entidades públicas, pues la baja productividad se puede deber, en alguna medida, a la escasa interoperabilidad de los bancos de datos de las entidades públicas. A pesar de este grupo de interesantes propuestas no se evidencia una preocupación detallada hacia la industria manufacturera más allá de propuestas generales, sin temas específicos.
Para Sergio Fajardo, el diagnóstico sobre estancamiento de la productividad es similar al de los candidatos antes mencionados y en esta línea propone una política enfocada a hacer eficiente, sofisticar y diversificar el aparato productivo. Vale la pena destacar de este programa que no sólo se queda en la idea de mejoras de productividad y competitividad, sino que analiza algunas dimensiones del comercio justo, un impulso de la “puerta hacia adentro en muchas empresas” y la evaluación de los efectos de los tratados de libre comercio (TLC) que ha firmado Colombia. Es claro que sin evaluar la política comercial las mejoras de productividad no llevan a dar un salto mágico en el desarrollo.
Haciendo énfasis en la lucha contra la corrupción (una de las banderas del candidato), Fajardo argumenta que el fortalecimiento y la organización del Estado tendrán un impacto positivo en el aparato productivo de la mano de regímenes tributarios más justos y equitativos. Al igual que los programas mencionados, no hay alusión a sectores específicos de la industria en sus propuestas.
Finalmente, en el programa de Petro, denominado “Hacia una economía productiva”, el candidato presenta algunas propuestas como la reindustrialización de sectores claves como el metalmecánico, textil, informático, de cambio tecnológico en transporte, de producción de materiales para la construcción y de gestión integral de residuos sólidos y líquidos, entre otros.
Al igual que otros aspirantes a la Presidencia, subraya la importancia de diversificar las exportaciones de la mano de la educación. Como el programa de Fajardo, en este también se sugiere evaluar los impactos de los TLC y para Petro es clave la búsqueda de medidas que protejan el mercado interno y equilibren la balanza comercial. El candidato es el único que no enfatiza fuertemente en un tema clave, como lo es la mejora de la productividad y competitividad, pero, por otro lado, también es el único que habla de sectores puntuales de la industria.
La industria es un sector muy importante para el desarrollo de un país y, desafortunadamente, parece ser un tema secundario en los programas económicos de los candidatos: más allá de discursos generales sobre mejoras de productividad y competitividad pocos hacen un énfasis en el estado crítico del sector industrial. Un avance en la escalera del desarrollo requiere un mayor énfasis en un sector industrial sostenible y en las estrategias para impulsar un renglón de la economía que, a diferencia del de la locomotora minero-energética, es más intensivo en mano de obra y ofrece posibilidades de generar valor agregado a los productos nacionales.
*Profesor Escuela de Economía Universidad Nacional de Colombia.
La industria manufacturera es uno de los temas determinantes en la discusión de la agenda económica en Colombia, pues, hoy más que nunca, es obligatorio superar la dependencia de las materias primas en el país (lea: Tan cerca y tan lejos de la OCDE: ¿para qué sirve entrar al "club de los países ricos"?).
Sin embargo, este sector fue uno de los más deteriorados con la apertura de los años 90 y la revaluación de la moneda durante la década del boom minero-energético terminó por profundizar su crisis. Durante muchos años se pensó que la mejor política industrial es la que no se hace, un paradigma errado que asumía que las dinámicas del mercado, de forma autónoma, impulsarían los sectores industriales más competitivos.
El PIB de 2017 muestra que la industria tuvo una variación negativa de -1 % y, en general, en los últimos años el dato no ha sido alentador, con la excepción de los períodos en los que entró en funcionamiento la refinería de Cartagena, que impactó significativamente el aporte al PIB de la industria manufacturera. Ante este escenario consideramos clave revisar la agenda de los candidatos en materia de industria y productividad, pues Colombia debe fortalecer sectores olvidados y crear nuevos renglones de producción si algún día queremos soñar más allá de los límites del petróleo y la minería.
La industria
En lo relativo a la industria, el programa de Iván Duque no tiene una sección detallada y lo más cercano a las preocupaciones por el tema se encuentra en una de sus propuestas sobre transformación productiva, en la que insiste en la diversificación de productos con agregación de valor tecnológico y eficiencia logística. En este punto el candidato que lidera las encuestas insiste en las industrias de las TIC para una transformación digital empresarial. Claramente no es un programa con una preocupación importante por el sector de la industria manufacturera y, más allá de una retórica amplia sobre el uso de las TIC y el valor añadido de la tecnología, no hay elementos específicos.
Para el caso del Germán Vargas Lleras, este presenta dentro de sus propuestas un documento específico sobre industria y comercio. Este apartado tiene un buen diagnóstico sobre la baja productividad del país y las dificultades que emergen ante el hecho de que las balanzas de los productos industriales sean negativas. También se reconocen las dificultades que van apareciendo ante mayores niveles de sofisticación de la industria. Con este diagnóstico insiste en proponer estrategias de apoyo al desarrollo empresarial, que mejoren la productividad y competitividad en las industrias nacionales y que les den la posibilidad de ser jugadores importantes en los mercados internacionales.
La realidad es que este discurso ha sido el que se ha planteado para el sector industrial desde hace dos décadas y simplemente el hecho de apoyar estrategias para ser “competitivos” en un mundo globalizado no ha funcionado para muchas de las industrias de los países emergentes, donde muchos industriales han preferido convertirse en comerciantes. El programa del candidato ve el salto tecnológico de la cuarta revolución industrial como un posible motor de la productividad y reconoce la importancia de diversificar la estructura productiva hacia bienes y servicios de mayor sofisticación. Sin embargo, no es específico e insiste en recetas tradicionales de formación para el trabajo sin contextualizar en qué bienes exactamente se podría ser más especializado.
Por los lados de Humberto de la Calle, al igual que Vargas Lleras, insiste en la competitividad como el elemento clave para el desarrollo industrial y argumenta que la falta de inversión en tecnología es la principal razón para los bajos niveles de productividad. Para esto sugiere elevar a Colciencias a la categoría de Ministerio, para que asuma un rol más claro de rector de la política en ciencia y tecnología y genere un mayor vínculo con el sector industrial del país. En su programa, De la Calle insiste en la importancia de mejorar las bases de información entre las entidades públicas, pues la baja productividad se puede deber, en alguna medida, a la escasa interoperabilidad de los bancos de datos de las entidades públicas. A pesar de este grupo de interesantes propuestas no se evidencia una preocupación detallada hacia la industria manufacturera más allá de propuestas generales, sin temas específicos.
Para Sergio Fajardo, el diagnóstico sobre estancamiento de la productividad es similar al de los candidatos antes mencionados y en esta línea propone una política enfocada a hacer eficiente, sofisticar y diversificar el aparato productivo. Vale la pena destacar de este programa que no sólo se queda en la idea de mejoras de productividad y competitividad, sino que analiza algunas dimensiones del comercio justo, un impulso de la “puerta hacia adentro en muchas empresas” y la evaluación de los efectos de los tratados de libre comercio (TLC) que ha firmado Colombia. Es claro que sin evaluar la política comercial las mejoras de productividad no llevan a dar un salto mágico en el desarrollo.
Haciendo énfasis en la lucha contra la corrupción (una de las banderas del candidato), Fajardo argumenta que el fortalecimiento y la organización del Estado tendrán un impacto positivo en el aparato productivo de la mano de regímenes tributarios más justos y equitativos. Al igual que los programas mencionados, no hay alusión a sectores específicos de la industria en sus propuestas.
Finalmente, en el programa de Petro, denominado “Hacia una economía productiva”, el candidato presenta algunas propuestas como la reindustrialización de sectores claves como el metalmecánico, textil, informático, de cambio tecnológico en transporte, de producción de materiales para la construcción y de gestión integral de residuos sólidos y líquidos, entre otros.
Al igual que otros aspirantes a la Presidencia, subraya la importancia de diversificar las exportaciones de la mano de la educación. Como el programa de Fajardo, en este también se sugiere evaluar los impactos de los TLC y para Petro es clave la búsqueda de medidas que protejan el mercado interno y equilibren la balanza comercial. El candidato es el único que no enfatiza fuertemente en un tema clave, como lo es la mejora de la productividad y competitividad, pero, por otro lado, también es el único que habla de sectores puntuales de la industria.
La industria es un sector muy importante para el desarrollo de un país y, desafortunadamente, parece ser un tema secundario en los programas económicos de los candidatos: más allá de discursos generales sobre mejoras de productividad y competitividad pocos hacen un énfasis en el estado crítico del sector industrial. Un avance en la escalera del desarrollo requiere un mayor énfasis en un sector industrial sostenible y en las estrategias para impulsar un renglón de la economía que, a diferencia del de la locomotora minero-energética, es más intensivo en mano de obra y ofrece posibilidades de generar valor agregado a los productos nacionales.
*Profesor Escuela de Economía Universidad Nacional de Colombia.