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Uno de los desafíos más silenciosos, pero a la vez más relevantes que enfrenta la sociedad colombiana es el cuidado de la población mayor, que viene incrementándose de forma sostenida sin que haya un incremento similar en las capacidades para atenderla.
Esta es una de las conclusiones de un nuevo estudio realizado por el Grupo de Género y Economía de la Universidad Javeriana y Quanta – Cuidado y Género, una iniciativa realizada entre las universidad Javeriana de Los Andes y el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).
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Según las cifras del documento, en 30 años, la cantidad de personas con más de 65 años se duplicó, pasando de 5 % del total en 1991 a 10 % en 2021 y se estima que para 2040 este porcentaje llegue a 20 %.
El incremento en el grupo poblacional va acompañado de un crecimiento en la expectativa de vida. En otras palabras: más personas mayores viviendo más, lo que implica un evidente incremento en las necesidades de cuidado para estos ciudadanos a futuro.
La investigación, titulada “Los cuidados en la vejez: revisión y retos para Colombia”, establece que, actualmente, sólo 471 municipios tiene al menos un centro de protección y atención al adulto mayor (con alojamiento), mientras que 773 municipios (65 % del total) no reporta ninguno. El documento fue elaborado por Helena María Hernández Bonilla, Paula Herrera-Idárraga y Tatiana Gélvez Rubio.
El estudio también señala que, para 2020, en Colombia había cerca de 20.000 cuidadores remunerados de personas mayores y/o con alguna discapacidad; de éstos, 18.000 son mujeres.
A su vez, se estima que en Colombia hay unos tres millones de personas que experimentan dificultades permanentes para realizar actividades diarias como comer o vestirse. En los adultos por encima de los 60 años esta proporción es de 22 % (1,3 millones)
Lo que estas cifras llevan a concluir es que, por cada trabajador remunerado que se dedica a la asistencia de esta población, hay 163 personas con necesidades de cuidado.
“En las próximas décadas, Colombia vivirá un aumento en la demanda de cuidados por el envejecimiento de la población. La mayor inserción de las mujeres en el mercado laboral y la disminución del tamaño de las familias limitan la oferta de cuidados no remunerados. El incremento de las necesidades de cuidados supone un reto para el sistema de salud y hace necesarias políticas públicas para enfrentarlo”, indican las autoras del estudio.
¿Qué hacer?
Ante este panorama, la investigación propone una serie de acciones para orientar las políticas públicas en el camino de solucionar un potencial problema crítico.
En primer lugar, hay que entender quiénes necesitan cuidados de largo plazo, y cuáles. O sea, esta es una necesidad de información para caracterizar y entender a esta población, pero también para comprender los “factores que se asocian a necesitar cuidados en la vejez”.
Lo anterior lleva a tener políticas para promover un envejecimiento saludable, que engloba una serie de acciones para reducir las necesidades de cuidado de largo plazo, así como enfocar a los servicios de salud para prevenir enfermedades crónicas y factores de riesgo. Esto es vital porque, al final, “el envejecimiento saludable puede disminuir las necesidades de cuidado de larga duración y contraer la demanda de estos cuidados en el mercado”.
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Para satisfacer las necesidades de cuidado, el documento refiere acciones enfocadas en los cuidadores como “el diseño de los servicios de cuidado de larga duración debe considerar al cuidador, con programas de capacitación para cuidadores y medidas que consideren la carga y el estado de salud de los cuidadores”.
En todo este tema hay un reto financiero de gran envergadura porque, como cita el estudio, “hasta ahora el cuidado formal no ha podido sustituir ni complementar el apoyo familiar porque es inaccesible para la mayoría. En América Latina, con la excepción de Uruguay, no hay políticas integrales de sistemas de cuidado de larga duración”.
La investigación concluye diciendo que “la construcción de un sistema nacional de cuidados que enfrente el envejecimiento poblacional y la creciente demanda de cuidados de larga duración es una oportunidad y una condición necesaria para superar las desigualdades sociales, económicas, laborales y de género causadas por la organización social del cuidado en Colombia”.