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Este miércoles se adelanta en la Comisión IV del Senado un debate cafetero, en el que diversos congresistas han intervenido, así como representantes de los productores de café, ministros de Hacienda, Comercio e Industria, además del presidente de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC).
La gran interrogante es cómo ayudar a que los caficultores mejoren sus ganancias, evitando un recrudecimiento de la crisis generada por los precios bajos que ha hecho que para muchos hoy no sea negocio el cultivo de este grano.
Según lo expuesto por la senadora Aida Abella, gran parte de este panorama es responsabilidad del FNC. Las cifras que mostró indican que hoy una carga de café (250 libras) se compra en $1.530.000, dejando el valor por libra en $6.120.
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La disparidad, señala la parlamentaria, radica en que mientras al campesino le cuesta $3.000 producir una libra de café, al inversionista la misma libra le genera una ganancia de $7.605, registrándose así una utilidad dos veces y media por encima del que produce y arriesga su capital y esfuerzo de trabajo.
De una libra de café, añade Abella, se pueden sacar 70 tasas, cuyo precio para el caficultor representa $100, mientras que una empresa como Juan Valdez vende un tinto en $4.500. “La ganancia es 36 veces mayor a la que recibe el caficultor”, asegura la senadora, al precisar que por cada tasa que se vende en Juan Valdez, el pequeño caficultor solo gana el 2,5 %, comparado con el 97,5 % que se queda la compañía.
“Sin embargo esta marca se vende como el café de los caficultores, sin un beneficio repartido entre los caficultores”, señala, al concluir que hoy muchos campesinos pobres trabajan a pérdidas en Colombia (sus cuentas indican que el 92 % de las familias de caficultores minifundistas, que son unas 497.000, pierden por cada libra de café producida y vendida, para el mantenimiento de la FNC, beneficiando al 8 % de caficultores grandes y terratenientes”).
Entre las declaraciones que aportaron los representantes de los cafeteros presentes en el debate, se explicó que el precio del grano no depende de los cafeteros ni de los colombianos, sino de cómo se cotice el commodity en la bolsa de Nueva York (en los últimos días su cotización apenas ha estado por encima de los US$2 por libra).
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Le recordaron al gobierno que estas crisis de precios bajos se suelen sobrellevar con inyecciones de recursos de la nación encaminados en respaldar la actividad de los caficultores en Colombia. En el gobierno de Juan Manuel Santos se destinaron más de $1 billón en esta materia, después de más de 13 días de paro cafetero en las carreteras.
“Viene la cosecha del primer semestre y, la que esperamos que sea la más grande, la del segundo semestre. No sabemos cómo van a reaccionar los precios, pero le digo al Gobierno que tiene que alistar un billete, porque si el precio sigue cayendo no hay nada que hacer”; dijo uno de los representantes.
Las cifras que presentó este vocero muestran que, en Colombia, hay 296.000 productores que tienen entre 1 y 3 hectáreas de cultivo, con un promedio de producción de 16 cargas al año, que representan ganancias por $3,2 millones, es decir, $266.000 mensuales. “Es evidente que aquí hay un problema de ingreso, porque muchos no alcanzan ni a devengar la mitad de un salario mínimo”, dijo.
Para él, una de las soluciones debería estar encaminada en diálogos que lidere el Gobierno para hacer entender a las multinacionales esta realidad, en aras de conseguir una mejor cotización del grano que permita su venta por libra entre US$4 y US$4,5.
Sobre la alternativa de que Colombia debería producir mayores cantidades de café procesado, el representante recordó que precisamente ese es el negocio que tienen las multinacionales, comprar el café sin procesar para darle valor agregado y sacar de allí sus ganancias, por lo que será muy díficil que este tipo de exportaciones prosperen.
Sin embargo, el Gobierno de Gustavo Petro considera que esta sería una apuesta acertada para el desarrollo de la industria cafetera en el país. La apuesta de reindustrialización del mandato nacional busca que se le dé un valor agregado al grano, para que así los caficultores puedan obtener mayores ingresos producto de su actividad.
Otras apuestas también le apuntan a revisar el manejo financiero que la FNC le da a los recursos, en busca de una mejor redistribución de las utilidades entre los productores que presentan mayores necesidades.
En su intervención, el ministro de Hacienda Ricardo Bonilla, explicó que sobre esto el Gobierno no puede intervenir en los estados financieros del FNC, pues la misma goza de independencia en esta materia. Sin embargo, al ver los reportes se evidencian $1,13 billones en activos, con un patrimonio de $791.812 millones y unos pasivos de $338.000 millones.
“En 2023, la Federación tuvo ingresos por $720.663 millones, más del doble de lo del fondo - refiriéndose al fondo de estabilización-. Nunca el Gobierno le ha preguntado de dónde salen sus ingresos, y esa es una buena pregunta para el país, de dónde salen esos ingresos. Gastos operacionales $547.983 millones, así como unas pérdidas operacionales de $3.104 millones”, dijo.
También señaló que en los últimos siete años el Fondo para la Estabilización de los precios del Café (FoNC) se han registrado cuatro años de pérdidas que suman US$88,6 millones, mientras que la suma de las ganancias representa US$42,5.
“Por esta razón la ministra dice que el Gobierno debe entrar a revisar el fondo. Algo pasa con la administración de este fondo que administra los recursos de los cafeteros”, manifestó el ministro.
Sobre este fondo recordó que está disponible para los cafeteros en el escenario en que el precio del café baje a mínimos críticos (que sería $1.280.000 por carga). También recordó los acuerdos que se alcanzaron en el Consejo Nacional de Cafeteros, que básiccamente se resumen en la metodología para medir los costos de producción, la necesidad de establecer el monto de activación del fondo y la distribución de esos recursos (que debe ser proporcional y progresiva, es decir, beneficiando a quienes tengan mayor necesidad).
“Colombia llegó a tener 1,2 millones de hectáreas sembradas de café, hoy solo tiene 800.000 ¿Qué pasó con el resto?”, concluyó Bonilla.
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