¿Cómo impacta el COVID-19 a los países emergentes latinoamericanos?
Canastas exportadoras poco diversificadas y altas tasas de informalidad laboral han hecho que la región sufra de manera diferente la crisis económica desatada tras la pandemia.
Juana García*, Estefanny Güiza** y María Camila Vélez***
Si bien los países emergentes siempre han estado expuestos al riesgo y la volatilidad, han demostrado resiliencia, recuperación y un sector empresarial que es activo y que está acostumbrado a momentos de incertidumbre. A pesar de esto, el efecto de la pandemia no será igual entre los países emergentes y los desarrollados, ya que se pronostica que las consecuencias económicas y sociales serán mayores, especialmente para los latinoamericanos.
La historia económica de los países emergentes es diferente a la de los países desarrollados, puesto que lo que parece afectar a los desarrollados no refleja la realidad de los emergentes y viceversa. Por ejemplo, mientras que el auge en el precio de los commodities (materias primas) ayudó a los países emergentes a sobrellevar la crisis de 2008, las economías desarrolladas no se vieron afectadas por la caída de sus precios a mediados de 2014. Fue de tal magnitud el impacto de la caída del precio de las materias primas en los emergentes latinoamericanos, que incluso estos vieron en peligro su crecimiento económico sostenido superior a sus pares.
Aunque no hay claridad del efecto de la pandemia, se estima que será el peor registrado desde la Segunda Guerra Mundial. Mientras la caída del producto interno bruto mundial en 1945-1946 fue del 15,4 % y la caída de 2009, fruto de la crisis financiera de 2008, fue del 2,9 %, el Banco Mundial proyecta para el año 2020 una caída del PIB alrededor del 6,2 %. Sin embargo, nunca tantas economías se habían visto afectadas por la recesión. Mientras que en la Segunda Guerra Mundial el 59,5 % de los mercados se vieron afectados y con la crisis de 2008 se alcanzó el 61,2 %, en 2020 alrededor del 92,9 % de las finanzas internacionales se verán disminuidas.
A pesar de que casi todos los países sufrirán este fenómeno, las implicaciones de la pandemia serán diferentes para cada una de ellas. Las economías emergentes latinoamericanas, como Brasil, México, Argentina, Chile, Perú y Colombia, tienen características intrínsecas como lo son la alta dependencia a la exportación de commodities, un comercio exterior no muy diversificado, alto grado de informalidad en los empleos, lucha contra la reducción de la pobreza, entre otras. La dependencia de las materias primas permitió que estos países no sufrieran de la misma manera la crisis económica de 2008. Mientras que, en el año 2009, las economías avanzadas contrajeron su PIB en un 3,2 %, los emergentes latinoamericanos se contrajeron en un 2 %. A pesar de que México y Brasil fueron los más afectados por la crisis de 2008, su recuperación fue mucho más rápida que la de países desarrollados llegando a un crecimiento del 5,1 y 7,5 % respectivamente en 2010.
En 2019, según datos de la Cepal, América Latina y el Caribe crecieron tan solo 1,7 %. Unos pocos países en la región tuvieron un aumento superior a la media, entre los emergentes solo Colombia y Perú. Mientras que Chile y Brasil se desarrollaron a una tasa menor que el 1,7 %, Argentina y México tuvieron un decrecimiento superior al 2 %.
Ante este panorama, la pandemia causada por el coronavirus agravó la situación de los países emergentes latinoamericanos. Desde enero, el precio de las materias primas ha disminuido por la falta de demanda, el requerimiento mundial de petróleo ha bajado en un 8,6 % y se han registrado caídas en su precio de hasta un 50,7 %. De esta forma, las consecuencias de la desaceleración mundial y sus impactos en los precios de materias primas afectarán de manera importante a la región.
Frente al COVID-19, la región ha aplicado las medidas recomendadas de distanciamiento social y manejo sanitario, y en varios de los casos las medidas empezaron antes de tiempo y se han prolongado más de lo esperado, lo que ha evidenciado un impacto económico y social de mayores dimensiones. Una vez se supere el confinamiento en la región, los desafíos económicos y sociales serán enormes, sumados a los retos estructurales que venían enfrentando.
De acuerdo con un estudio de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes, otras características importantes de los países emergentes latinoamericanos son el alto índice de informalidad, empleo en pequeñas empresas, tendencia a ocupaciones no aptas para el teletrabajo y la reducción de la población en pobreza en los últimos años. Las implicaciones de estas características son que un gran número de trabajos se encuentran en riesgo y gran parte de la población está vulnerable de volver a reincidir en la pobreza. No obstante, se espera que la informalidad tenga una tasa de recuperación más rápida. Aunque se estima que los empleos en riesgo podrán ser de un 50 %, si se descuentan los informales (de rápida recuperación), las ocupaciones en riesgo son el 20 %.
Ante la problemática de que muchos hogares vuelvan a la pobreza, se le suma que los países latinoamericanos en desarrollo no cuentan con un músculo financiero para dar “prestaciones de desempleo”. Según el Banco Mundial, mientras que economías como Estados Unidos, la Zona Euro y el Reino Unido han dado auxilios económicos del 27, 26,6 % y 20,8 % del PIB respectivamente, en los emergentes latinoamericanos las ayudas han sido del 9,6 % en Colombia, 8,6 % en Brasil, 7 % en Perú, 6,8 % en Chile y 0,6 % en México.
En una crisis de esta magnitud, la respuesta a la pandemia no puede quedar enmarcada por un único actor, ni un solo país, es una respuesta en la que diferentes sectores deben sumar. Los gobiernos de América Latina no podrán solos, mientras tratan de sobrellevar la crisis, la polarización y las necesidades acumuladas hacen que sea insuficiente su actuación. En muchos casos, la falta de liderazgo de los gobernantes empuja a la sociedad a demandar y liderar las propuestas y los cambios que se necesitan.
A pesar de que la situación que les espera a los emergentes latinoamericanos no parece fácil, según un estudio realizado por la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes (en el que se les preguntó a 280 empresarios colombianos su percepción y reacción frente al COVID 19), se evidencia un gran compromiso de las compañías con sus colaboradores que se ha enfocado en conservar los puestos y salarios en esta época tan dura, además de llevar bienestar a los trabajadores, familias y comunidad. Esto evidencia el liderazgo que puede tener la sociedad y el sector empresarial de los países latinoamericanos emergentes que, habiendo estado expuestos al riesgo y la volatilidad, han demostrado resiliencia, recuperación y, en otras crisis, han sabido lidiar con momentos de incertidumbre y serán quienes incentiven la recuperación económica y social de los países, a pesar del poco apoyo por parte de los gobiernos.
* Profesora de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes.
**Asistente de investigación de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes.
***Asistente de investigación de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes.
Si bien los países emergentes siempre han estado expuestos al riesgo y la volatilidad, han demostrado resiliencia, recuperación y un sector empresarial que es activo y que está acostumbrado a momentos de incertidumbre. A pesar de esto, el efecto de la pandemia no será igual entre los países emergentes y los desarrollados, ya que se pronostica que las consecuencias económicas y sociales serán mayores, especialmente para los latinoamericanos.
La historia económica de los países emergentes es diferente a la de los países desarrollados, puesto que lo que parece afectar a los desarrollados no refleja la realidad de los emergentes y viceversa. Por ejemplo, mientras que el auge en el precio de los commodities (materias primas) ayudó a los países emergentes a sobrellevar la crisis de 2008, las economías desarrolladas no se vieron afectadas por la caída de sus precios a mediados de 2014. Fue de tal magnitud el impacto de la caída del precio de las materias primas en los emergentes latinoamericanos, que incluso estos vieron en peligro su crecimiento económico sostenido superior a sus pares.
Aunque no hay claridad del efecto de la pandemia, se estima que será el peor registrado desde la Segunda Guerra Mundial. Mientras la caída del producto interno bruto mundial en 1945-1946 fue del 15,4 % y la caída de 2009, fruto de la crisis financiera de 2008, fue del 2,9 %, el Banco Mundial proyecta para el año 2020 una caída del PIB alrededor del 6,2 %. Sin embargo, nunca tantas economías se habían visto afectadas por la recesión. Mientras que en la Segunda Guerra Mundial el 59,5 % de los mercados se vieron afectados y con la crisis de 2008 se alcanzó el 61,2 %, en 2020 alrededor del 92,9 % de las finanzas internacionales se verán disminuidas.
A pesar de que casi todos los países sufrirán este fenómeno, las implicaciones de la pandemia serán diferentes para cada una de ellas. Las economías emergentes latinoamericanas, como Brasil, México, Argentina, Chile, Perú y Colombia, tienen características intrínsecas como lo son la alta dependencia a la exportación de commodities, un comercio exterior no muy diversificado, alto grado de informalidad en los empleos, lucha contra la reducción de la pobreza, entre otras. La dependencia de las materias primas permitió que estos países no sufrieran de la misma manera la crisis económica de 2008. Mientras que, en el año 2009, las economías avanzadas contrajeron su PIB en un 3,2 %, los emergentes latinoamericanos se contrajeron en un 2 %. A pesar de que México y Brasil fueron los más afectados por la crisis de 2008, su recuperación fue mucho más rápida que la de países desarrollados llegando a un crecimiento del 5,1 y 7,5 % respectivamente en 2010.
En 2019, según datos de la Cepal, América Latina y el Caribe crecieron tan solo 1,7 %. Unos pocos países en la región tuvieron un aumento superior a la media, entre los emergentes solo Colombia y Perú. Mientras que Chile y Brasil se desarrollaron a una tasa menor que el 1,7 %, Argentina y México tuvieron un decrecimiento superior al 2 %.
Ante este panorama, la pandemia causada por el coronavirus agravó la situación de los países emergentes latinoamericanos. Desde enero, el precio de las materias primas ha disminuido por la falta de demanda, el requerimiento mundial de petróleo ha bajado en un 8,6 % y se han registrado caídas en su precio de hasta un 50,7 %. De esta forma, las consecuencias de la desaceleración mundial y sus impactos en los precios de materias primas afectarán de manera importante a la región.
Frente al COVID-19, la región ha aplicado las medidas recomendadas de distanciamiento social y manejo sanitario, y en varios de los casos las medidas empezaron antes de tiempo y se han prolongado más de lo esperado, lo que ha evidenciado un impacto económico y social de mayores dimensiones. Una vez se supere el confinamiento en la región, los desafíos económicos y sociales serán enormes, sumados a los retos estructurales que venían enfrentando.
De acuerdo con un estudio de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes, otras características importantes de los países emergentes latinoamericanos son el alto índice de informalidad, empleo en pequeñas empresas, tendencia a ocupaciones no aptas para el teletrabajo y la reducción de la población en pobreza en los últimos años. Las implicaciones de estas características son que un gran número de trabajos se encuentran en riesgo y gran parte de la población está vulnerable de volver a reincidir en la pobreza. No obstante, se espera que la informalidad tenga una tasa de recuperación más rápida. Aunque se estima que los empleos en riesgo podrán ser de un 50 %, si se descuentan los informales (de rápida recuperación), las ocupaciones en riesgo son el 20 %.
Ante la problemática de que muchos hogares vuelvan a la pobreza, se le suma que los países latinoamericanos en desarrollo no cuentan con un músculo financiero para dar “prestaciones de desempleo”. Según el Banco Mundial, mientras que economías como Estados Unidos, la Zona Euro y el Reino Unido han dado auxilios económicos del 27, 26,6 % y 20,8 % del PIB respectivamente, en los emergentes latinoamericanos las ayudas han sido del 9,6 % en Colombia, 8,6 % en Brasil, 7 % en Perú, 6,8 % en Chile y 0,6 % en México.
En una crisis de esta magnitud, la respuesta a la pandemia no puede quedar enmarcada por un único actor, ni un solo país, es una respuesta en la que diferentes sectores deben sumar. Los gobiernos de América Latina no podrán solos, mientras tratan de sobrellevar la crisis, la polarización y las necesidades acumuladas hacen que sea insuficiente su actuación. En muchos casos, la falta de liderazgo de los gobernantes empuja a la sociedad a demandar y liderar las propuestas y los cambios que se necesitan.
A pesar de que la situación que les espera a los emergentes latinoamericanos no parece fácil, según un estudio realizado por la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes (en el que se les preguntó a 280 empresarios colombianos su percepción y reacción frente al COVID 19), se evidencia un gran compromiso de las compañías con sus colaboradores que se ha enfocado en conservar los puestos y salarios en esta época tan dura, además de llevar bienestar a los trabajadores, familias y comunidad. Esto evidencia el liderazgo que puede tener la sociedad y el sector empresarial de los países latinoamericanos emergentes que, habiendo estado expuestos al riesgo y la volatilidad, han demostrado resiliencia, recuperación y, en otras crisis, han sabido lidiar con momentos de incertidumbre y serán quienes incentiven la recuperación económica y social de los países, a pesar del poco apoyo por parte de los gobiernos.
* Profesora de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes.
**Asistente de investigación de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes.
***Asistente de investigación de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes.