¿Cómo mejorar la democracia a través de la tecnología?
Audrey Tang fue la primera ministra de Asuntos Digitales de Taiwán, y su experiencia al frente de esta oficina se ha convertido en uno de los ejemplos más relucientes de cómo herramientas tecnológicas pueden ayudar a redefinir y mejorar la relación entre ciudadanos y gobiernos.
Santiago La Rotta
¿Cómo codificar un sistema político? ¿Puede un sistema político ser tratado, o asumido, como una pieza tecnológica?
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¿Cómo codificar un sistema político? ¿Puede un sistema político ser tratado, o asumido, como una pieza tecnológica?
Estas preguntas, entre otras varias, van al corazón de la labor que desempeño Audrey Tang como la primera ministra de Asuntos Digitales en Taiwán, un país que, a pesar de su alta digitalización (con una economía que, en 50 %, se fundamenta en exportaciones de tecnología) mostraba algunos de los mismos problemas políticos que se pueden encontrar en prácticamente todas las democracias del mundo: baja confianza en las instituciones, poca participación de los ciudadanos en asuntos del Estado y, de fondo, una jerarquía casi que paralizante en un sistema que se llama representativo.
La exministra estuvo en Colombia esta semana y, además de reunirse con políticos y funcionarios, tuvo una sesión de preguntas y respuestas con una veintena de personas en la Fundación Karisma.
Lejos del tecnosolucionismo, lo que la experiencia de Taiwán y Tang ofrecen son ejemplos de cómo aplicar tecnología para producir innovaciones alrededor de los sistemas políticos, en terrenos en los que la burocracia y el business as usual son, más que la norma, casi que un ethos.
Tecnología, innovación y política son palabras que, regularmente, se suelen combinar cuando el ministro de las TIC de turno habla de cosas como 5G o recibe la visita del nuevo gurú de Silicon Valley, que a su vez ofrece fórmulas para “hacer el mundo mejor” por un precio.
Tang dista mucho de ser lo uno o lo otro. A pesar de ser una de las figuras más prominentes en el campo de la política digital actualmente, sus palabras son suaves y acaso sencillas. Su discurso es claro y está desprovisto de los visos mesiánicos que plagan el mundo de la tecnología.
Y en buena parte esto tiene que ver con que Tang no proviene del mundo político o del corporativo, sino de la sociedad civil y, en particular, del movimiento que en 2014 organizó una toma del poder legislativo en Taiwán (de forma pacífica) para impulsar nuevas ideas políticas.
Entonces, ¿cómo codificar la política?
Tang pone como ejemplo la forma como se construyó la regulación para Uber y Airbnb en el país y que, de fondo, incluyó preguntarle a la gente qué pensaba sobre estos servicios y empresas. No poner al público a votar por una, dos, cinco o 10 opciones, sino recibir las opiniones y los sentimientos del público en general.
Esto se hizo a través de una plataforma (cuya base es software libre, un punto importante) en la que los usuarios pueden ver los demás comentarios, pero que está ausente de botones de “me gusta” o “retweet”. “Se trataba de ver los sentimientos de los demás, de sus pares”, dice Tang durante una charla en la Fundación Karisma, en Bogotá, en donde la exministra respondió cómodamente preguntas de un público pequeño durante hora y media.
“Piensen esto como una selfie de un grupo muy grande. Y eso nos permitía ver cuáles eran los temas comunes, los puentes que se podían tender entre usuarios de todo tipo, de todo el país. Encontramos, por ejemplo, que había una preocupación común sobre el transporte en los entornos rurales y Uber cómo funcionaría ahí”. Con los resultados sobre Uber se construyó legislación para regular la presencia de esta plataforma en el país.
“En Facebook y otras plataformas la idea más polarizante es la que adquiere más atención. Aquí son las ideas más consensuadas las que llevan a actuar al Gobierno. No se trata de ganar atención, ni publicidad, sino de construir consensos”.
Hay dos palabras que se repiten con cierta frecuencia en el discurso de Tang, y que resultan llamativas, cuando menos: puentes y consenso. Parte de la idea detrás del tipo de tecnología que puso en marcha la oficina de la exministra busca, justamente, encontrar cuáles son las líneas que dividen a diferentes públicos y ver cómo se pueden cerrar o cruzar, así como identificar puntos comunes entre poblaciones que se pueden percibir como opuestas en un asunto determinado.
De fondo, se trata de traer más puntos de vista a la discusión para encontrar puntos comunes y sobre estos construir legislación o reglas de juego para todos. Es decir, democracia, pero sin los problemas asociados a la representatividad parlamentaria, si se quiere.
No es una fórmula que funciona perfecto. La exfuncionaria admite en varios momentos de la charla que no se trata de un grial para las democracias, pero sus fines y métodos buscan, cuando menos, mejorar la conversación. Y eso, de entrada, es tan interesante como esperanzador.
Lo que se hace a través de estas plataformas debe ser tenido en cuenta por los legisladores. Incluso, las preocupaciones expresadas a través de estos ejercicios guían la redacción de regulaciones y leyes.
¿Qué tan escalable es esta idea? “Esta construida, técnicamente, para ser escalable. Incluso hay otros lugares que la han ido adoptando, como Finlandia”, cuenta Tang. En este país, en algunas circunscripciones electorales, es obligación de los concejos municipales (por llamarlos de una forma) leer las conversaciones y las preocupaciones de sus públicos antes de cada sesión. Y aunque el ritual podría parecer desprovisto de sentido o utilidad, indica que hay una práctica ya establecida de participación y escucha ciudadana, explica Tang.
“No se trata de medir cuántas personas votan por algo, sino de medir la pluralidad y mostrar los puntos en común que salen a flote: los puentes, no las grietas. O, en otros casos, de exponer las divisiones comunes para poder actuar sobre ellas”, cuenta la exministra.
Y finaliza diciendo: “El ancho de banda de la democracia es muy bajo. Piensen que un voto se da por un candidato y a eso lo podríamos llamar un bit, eso es muy poco. Pero cuando preguntas por los sentimientos, las impresiones y las opiniones, tienes un panorama mucho más completo, que cuenta más partes de toda la historia”.
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