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Uno de los pulsos más importantes en el plazo inmediato de la administración del presidente estadounidense Joe Biden es lograr la aprobación de su plan de rescate de la economía de Estados Unidos, que está armado con recursos por US$1,9 billones para asistir a las poblaciones y negocios más vulnerables en el país que lidera a nivel global en actividad económica y en contagios de COVID-19.
Como en casi todo en EE.UU. hay divisiones entre republicanos y demócratas; los primeros han interpuesto preocupaciones al plan de Biden en términos de austeridad fiscal: demasiado gasto del gobierno federal es un aumento de deuda pública en momentos de extraordinario endeudamiento.
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Ahora, si bien el temor no está desprovisto de lógica, lo que políticos demócratas e instituciones multilaterales le han pedido a los gobiernos es que, justamente, gasten para intentar acomodar el choque sobre las poblaciones más vulnerables de todo el mundo. Echar reversa en pobreza y desigualdad, a la larga, es mucho peor negocio (si se quiere reducir el debate a un asunto de dinero, sin mencionar las consecuencias humanas de esto).
Un grupo de republicanos le hizo una contrapropuesta al gobierno Biden para intentar llegar a un acuerdo sobre cómo seguir sobreaguando la economía estadounidense.
Un esbozo de esa propuesta muestra que excluye ayudas a gobiernos estatales y locales que los demócratas consideran fundamentales en cualquier paquete de ayuda. También reduce a US$1.000 los cheques de auxilio a ciudadanos, que el gobierno de Biden había situado en US$1.400, y también torna más restrictivas las condiciones para obtenerlos.
Tal como fue escrita, difícilmente la iniciativa republicana obtendrá apoyo de su contraparte demócrata en el Congreso.
“Enfrentamos una crisis económica causada por una crisis de salud pública y necesitamos ayuda urgente para enfrentar a ambas”, tuiteó Biden. Mi American Rescue Plan [Plan de Rescate de Estados Unidos] llega a lo más hondo de esas crisis y pondrá a nuestro país en camino a reconstruirse mejor”, añadió.
Para los republicanos, el programa de Biden es demasiado costoso en momentos en que la deuda alcanza niveles históricos y cuando el Congreso ya aseguró cuatro billones de dólares contra la pandemia, incluyendo 900 millones aprobados en diciembre. Ahora quieren que las ayudas se enfoquen directamente en los mas necesitados.
La propuesta de los republicanos asigna US$160.000 millones contra la pandemia, incluyendo US$20.000 millones para el programa nacional de vacunas y US$50.000 millones para aumentar los testeos.
También proponen US$132.000 millones para extender los subsidios suplementarios por desempleo hasta junio. Sin embargo la iniciativa de Biden destina US$350.000 millones a los gobiernos estatales y locales, algo que los republicanos pasan por alto.
Estas diferencias suponen un reto de negociación y diplomacia política para un presidente que cuenta ahora con mayorías en ambas cámaras, pero que tambuén se ha presentado como un líder que busca unir y sanar luego de los cuatro años de enfrentamientos constantes de la caótica presidencia de Donald Trump.
Biden no ha tomado una decisión sobre qué camino tomar en este aspecto, cualquier paso que dé en este asunto podría definir su relación con el Congreso durante los próximos cuatro años.
Lo primero que hizo Biden fue reunirse este lunes en la Casa Blanca con los 10 senadores republicanos que presentaron la propuesta alterna de reactivación económica.
Hasta ahora, la Casa Blanca no ha dado ningún signo de estar dispuesta a rebajar la cifra de su plan de ayuda y, de hecho, hoy su portavoz, Jen Psaki, explicó que a Biden le preocupa que el paquete de estímulo sea demasiado pequeño y no demasiado grande, como alegan los republicanos.
Entre los republicanos que asistieron a la reunión figuran senadores de centro que, en ocasiones, han roto con la disciplina de su partido, como Susan Collins de Maine, Lisa Murkowski de Alaska y Mitt Romney de Utah, este último excandidato presidencial republicano en 2012 y muy crítico con el ya expresidente Donald Trump (2009-2017).
En declaraciones a la prensa tras la reunión, que duró dos horas, Collins aseguró que fue “productiva, cordial, franca y útil”. “Creo que fue un encuentro excelente y valoramos que su primera reunión oficial en el Despacho Oval haya sido con nosotros”, manifestó Collins, quien aseguró que las negociaciones continuarán.
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La economía estadounidense sufrió el año pasado su peor contracción desde 1946 al registrar una caída del PIB de 3,5 %. No obstante el rebote podría llegar antes de lo esperado.
El producto interno bruto (PIB) de Estados Unidos volverá a su nivel previo a la pandemia a mediados de este año, más rápido que lo proyectado anteriormente, según previsiones actualizadas de la oficina de presupuesto del Congreso (CBO) publicadas el lunes.
Sin embargo, la recuperación del empleo se espera recién en 2024, después de los cierres forzados por la pandemia que causaron despidos masivos desde marzo.
La CBO estima que la economía será “más fuerte de lo estimado en julio de 2020, en gran parte porque la recesión no fue tan severa como se esperaba y porque la primera etapa de la recuperación tuvo lugar antes y fue más fuerte de lo esperado”, señaló la oficina no partidista.
“En las proyecciones de CBO, la tasa de desempleo disminuye gradualmente hasta 2026, y el número de personas empleadas vuelve a su nivel anterior a la pandemia en 2024”, mientras que la fuerza de trabajo (suma de empleados y desempleados) se recupera para 2022.