¿Cómo se piensa el campo en el gobierno de Petro?
La transformación del campo es parte esencial del país que tiene en la cabeza el presidente electo. Y parte de esta agenda pasa por hacer una reforma agraria, así como incrementar la productividad del agro. ¿Cómo se lograrán estos objetivos? Habla Cecilia López, designada ministra de Agricultura.
El Ministerio de Agricultura será el encargado de materializar muchas de las promesas del entrante gobierno con el campo. Una de las más importantes es quizá la de aumentar la productividad, al punto que Colombia sea una potencia mundial de alimentos.
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El Ministerio de Agricultura será el encargado de materializar muchas de las promesas del entrante gobierno con el campo. Una de las más importantes es quizá la de aumentar la productividad, al punto que Colombia sea una potencia mundial de alimentos.
Para lograrlo se habla de una reforma agraria y una política de desarrollo rural integral que pasa por modificar el sistema de crédito agropecuario y facilitar el acceso a la tierra para las mujeres.
Cecilia López fue designada como la próxima ministra de Agricultura. Ella habla de los retos y las apuestas que tendrá el gobierno de Gustavo Petro y se queja del bajo presupuesto con el que recibe el Ministerio.
¿Cuál será la prioridad en la que trabajará el gobierno para el campo colombiano?
El mandato del presidente electo ha sido muy claro: Colombia tiene que ser una potencia mundial en la producción de alimentos. Para esto se necesita una serie de elementos enmarcados dentro del punto uno de La Habana, que claramente habla de la gran reforma rural. Y esto en términos de contribuir a la transformación productiva del país, a la paz, a la seguridad alimentaria y al desarrollo sostenible. Es una meta absolutamente ambiciosa que se resume en poner el campo otra vez en la agenda.
Dentro de todos esos elementos que plantea el primer punto del Acuerdo de Paz, ¿cuál sería el eje central de esta reforma?
El presidente ha dicho claramente que no debe haber tierras productivas subutilizadas en el país. Ese es el punto central de la reforma agraria. No solamente se busca que Colombia produzca en los niveles en que puede hacerlo porque tiene el agua, la tierra y una población campesina. Tiene todas las características para ser una potencia en la producción de alimentos, y entre las consecuencias estará cerrar esa brecha rural urbana.
En la historia del país ha habido muchos intentos de reforma que también han buscado redistribuir la tierra, pero no ha sido eficiente. ¿Cuál sería esa estrategia clave para lograrlo esta vez?
Lo primero que se enmarca en el Acuerdo de La Habana es que es un mandato constitucional y eso le da un poder político muy fuerte. En segundo lugar está el compromiso del gobierno en hacerlo. Además, la población que permitió que ganara este proyecto político fue la rural, indígena y afrodescendiente, que votó en las costas Caribe y Pacífica, y en el sur del país, ahora tienen poder político y la tierra es un elemento fundamental.
El costo de no haber implementado el punto uno de la paz fue asumido por el sector rural porque no ha sido una prioridad y por el Ministerio de Agricultura en términos de poca asignación de recursos y capacidad ejecutiva durante estos cuatro años. Hoy tenemos una mayor posibilidad de tener un país menos injusto y más productivo. Estamos frente a un nuevo país.
Como la reforma parte del Acuerdo, ¿se espera que esta trate de recoger todos los elementos que allí se plantean o hay elementos adicionales que tendrán en cuenta?
Hay muchos elementos novedosos. Lo primero es que tenemos el diagnóstico de lo que hay que hacer con el sector rural. También se van a establecer las reglas para el diálogo y la paz desde diferentes actores, los sectores agropecuario, industrial, político tradicional, y las poblaciones que le apuestan al nuevo gobierno.
¿Tienen ustedes proyectado, más o menos, cuánto tiempo se van a demorar en esta reforma?
Colombia tiene instrumentos que permiten empezar a desarrollar esa reforma agraria, pero faltan elementos. Esos son los que se van a trabajar con el Congreso para que se dé la política de Desarrollo Rural integral, con enfoque territorial y sostenible. Incluye mucho más que la distribución de la tierra a través de mecanismos del capitalismo como el mercado de tierras, asistencia técnica, crédito, todo lo que conforma la productividad.
De los instrumentos legales que hoy tenemos hay que ver cuáles nos permiten arrancar y qué nos hace falta. Queremos tener resultados rápidos. Todavía no nos hemo posicionado y falta que nos reunamos como Gobierno y tomemos decisiones en el conjunto. Lograrlo es un proceso largo, hay que empezarlo y apenas lleguemos tener unas luces de que vamos por el camino correcto, con resultados que podamos ir mostrando. La realidad del campo no va a cambiar en ocho días.
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¿Continuarán también con el mercado de tierras?
Claro, el presidente electo dijo dos cosas. La primera es que se trata de capitalismo y acabar con el feudalismo que todavía existe en el sector rural. Ello tiene que ver con el tipo de distribución de tierras que se quiere hacer. Primero se deben distribuir las tierras productivas, no solamente baldíos.
Lo segundo es que eso se haga a través del mercado de tierras. Se va a desarrollar y acelerar el catastro multipropósito, sobre todo en las zonas rurales para acercar el valor de la tierra rural a su precio comercial, porque en Colombia la tierra está subvalorada y al acercarla a su valor comercial real los impuestos van a subir. Eso estimula la productividad, porque quienes tiene grandes extensiones tendrán que pagar impuestos más altos o volverla productiva o ponerla en el mercado de tierras, y allí el sector privado o el Estado la compran. Si el Estado la compra es para distribuirla entre las familias que tienen menos de una hectárea, es decir, que tienen microfundios que no garantizan unos ingresos mínimos.
En este sentido, ¿la identificación de las tierras improductivas sería mediante ese catastro?
Sí. El catastro permite saber esto y determinar si se está siendo productiva la tierra. Eso depende de la extensión del terreno y la región. Tenemos todos los criterios para hacerlo de una manera rigurosa y científica.
¿Qué es lo primero que hará cuando sea ministra de Agricultura?
Lo primero es armar el equipo y compartir los lineamientos generales del proceso de empalme, para establecer prioridades y ver qué podemos hacer con lo que tenemos. También debemos articularnos con otros ministros, porque la reforma tiene que ver con otras áreas. Tenemos brechas en conectividad, educación rural, acceso a la salud y calidad de los servicios.
Una buena noticia es que vamos a revivir los caminos vecinales. Una de las tragedias del sector rural es que no tienen forma de sacar sus productos porque no hay caminos. Ese es un compromiso que no le corresponde a este Ministerio, pero en el que debemos insistir.
¿Qué han hablado con Gustavo Petro sobre los recursos que habrá para el campo?
Aquí hay dos retos. Primero, el Ministerio físicamente tiene problemas serios de infraestructura. Por otro lado, creo que jamás al Ministerio lo habían golpeado fiscalmente tan duro como está haciendo este Gobierno. Es que es inconcebible, le bajaron a la mitad los recursos, es como si hubiera la intención de que el pobre Ministerio siga en crisis y no haya forma de recuperarlo.
El esfuerzo fiscal que se va a hacer va a ser muy grande. Todo depende de cómo nos vaya con la reforma tributaria. Todo esto que queremos hacer se tiene que expresar en una asignación de recursos del Estado colombiano.
¿Cómo van a lograr que el campo sea más productivo?
Lo primero es un buen manejo de la tierra. Segundo, que la asistencia técnica le llegue al campesinado, a la población indígena que vive en el campo y a los afrodescendientes. Es un paquete muy completo y va más allá de la agricultura moderna, es la ganadería, la pesca. No podemos seguir dependiendo solo del sector minero-energético, el país tiene un potencial agropecuario. La FAO dijo que somos uno de los siete países que más rápido puede responder a la demanda de alimentos. Y también tenemos potencial en la agroindustria. Esto no solamente va a ayudarnos a sustituir importaciones, sobre todo de alimentos y materias primas, a la vez podremos generar divisas y exportar productos.
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¿Cuál será la postura que tendrán frente a los aranceles? ¿Dejarán algunos productos que son insumos agropecuarios sin aranceles?
No le puedo decir en este momento qué va a pasar con los aranceles, que hay que determinarlo con comercio exterior. Pero lo que sí es evidente es que hay una política muy negativa en cuanto a la seguridad alimentaria.
Por ejemplo, en el caso del maíz ha faltado un estímulo para que el país pueda producirlo de manera que compitan con las importaciones. Tiene que haber una política mucho más eficiente y hay que entender por qué se estancó la producción, dónde está el freno. Lo mismo ocurre con la soja. Importamos esos dos alimentos y podemos sustituirlos, pero es un proceso y tenemos que saber en cuánto tiempo se hará.
¿Se va a buscar desde los aranceles mitigar un poco los sobrecostos y precios elevados de los insumos agropecuarios?
Hay que hacer un esfuerzo para reactivar la producción de insumos y compensar un poco la disparada de precios de los insumos en la que no podemos hacer nada. Como con la invasión de Rusia a Ucrania, la inflación, el dólar por las nubes y precios internacionales subiendo. Es un panorama muy complejo, pero eso no quiere decir que nos sentemos a esperar que se bajen los precios. Por eso hay que apostarle a la seguridad alimentaria y recuperar el sector agropecuario que implica decisiones políticas y recursos.
¿Cómo reciben el Ministerio de Agricultura por parte del saliente gobierno?
No se imagina los recursos tan pobres que tiene el sector rural. Nos entregan un presupuesto absolutamente mínimo para el sector agropecuario y la producción rural. Ha caído desde hace mucho porque no había sido prioridad.
¿Cuáles son los productos colombianos que van a impulsar su producción y exportación?
No se trata de olvidarse de las actividades que han logrado posicionarse, como las flores. No se puede olvidar la ganadería y exportación de carne, necesitamos es que sea más eficiente y que no ocupe tierras que pueden dedicarse a la agricultura.
El cultivo del aguacate es muy interesante al igual que el cacao. Hay potencial en frutas y muchos otros sectores. Pero lo importante es que en este proceso no dejemos por fura a la gente pobre ni abandonar las actividades que ya tienen una dinámica.
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¿Qué políticas diferenciales se harán para cerrar la brecha de género en el campo, especialmente en lo relacionado con la economía del cuidado? Tema en el que se ha especializado.
La brecha de género en Colombia es inmensa, pero en el campo es dramática. Solamente el 25 % de los predios que tienen títulos pertenecen a mujeres. La mujer rural está en el último piso de la pirámide social. Tenemos una deuda inmensa. Sigo con el tema de la economía del cuidado.
Mientras a las mujeres no se les reconozca el tiempo que dedica a las labores del cuidado, no hay posibilidad de que tenga autonomía económica y que pueda liberarse de la violencia sexual, la pobreza ni vincularse a actividades que le generen autonomía económica, que es mucho más grave en el campo. El hecho de que no haya jornadas educativas completas les quita la mitad del día porque tienen que estar pendientes de sus hijos, ¿cómo hacen para trabajar? Nadie ha asumido eso.
El cuidado del hogar tiene que reconocerse como una actividad productiva porque aporta el 20 % del Producto Interno Bruto y nadie se los valora. Entonces es el momento de construir lo que llamo los pilares del cuidado, donde el Estado y el mercado asuman parte de ese cuidado para que las mujeres liberen tiempo y puedan ser autónomas.
La idea de que la mujer rural puede ser un motor no puede postergarse. A mí me impresiona el esfuerzo de las mujeres rurales por educarse.
¿Qué apuestas tendrán para mejorar el impacto ambiental que tienen las actividades económicas de la agricultura y ganadería? Son estas las que más gases de efecto invernadero producen en Colombia.
Hay que ligar la agricultura como una parte fundamental de la sostenibilidad ambiental. No podemos ignorar que tenemos un tema de cambio climático en el que debemos trabajar. Ya están inventados los sistemas que son más sostenibles y menos contaminantes, simplemente tiene que haber políticas públicas y estímulos para pasar a ellos. También hay que frenar la deforestación, que se asocia muchas veces a la ganadería extensiva.
¿Qué modificaciones le harán al sistema de crédito agropecuario? ¿A qué le apuntarán?
Este es uno de los temas críticos en el que habrá cambios importantes. El Banco Agrario y Finagro, durante este Gobierno, pasaron del sector agropecuario al Ministerio de Hacienda y allí se perdió la vocación que tenían. La primera decisión es que las dos entidades salen de Hacienda y vuelven al Ministerio.
Además, vamos a buscar los mecanismos para que el crédito les llegue a los pequeños productores y facilitar la financiación de los sectores productores modernos que también necesitan crédito. En la parte de financiación y crédito hay un gran cambio que se está discutiendo y en su momento el presidente electo lo va a decir. No solo será para la pequeña agricultura, sino también para la pequeña industria y otros sectores que no han tenido ese acceso.
¿Cómo resumiría lo que busca hacer el nuevo gobierno en el campo?
Son dos: le llegó la hora al campo colombiano y este es otro país, los sectores que han sido marginados tienen poder político y la posibilidad de construir una Colombia distinta.
Dígame en una frase a lo que le va a apuntar la reforma agraria.
Yo creo que la dice Gustavo Petro: volver a Colombia una potencia mundial de alimentos. Pero la otra frase es que no habrá tierras improductivas en Colombia y estarán en manos de quienes las exploten verdaderamente.
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