¿Cómo serán los trabajadores del futuro?
Robots dinosaurios que reciben a los huéspedes de un hotel son un ejemplo de cómo las máquinas están reemplazando en ciertas labores a los humanos. ¿Qué habilidades hay que reforzar para no quedar obsoletos?
Diego Ojeda
Año 2027. José es uno de los primeros en experimentar un significativo cambio al momento de hacer compras, la tienda de barrio a la que acostumbraba acudir había sido transformada. Lo que más extrañó aquella mañana fue a la cajera que por años lo había atendido, en su lugar, ahora un robot era quien le decía: “Gracias por su compra”.
Lea también: El 95 % de los millennials prefiere tener trabajos NextGen
Año 2030. Raúl es un hombre de negocios, parte de su trabajo es viajar por diferentes lugares del mundo. Conoce muchos aeropuertos, sabe casi de memoria los mensajes de seguridad del avión, sus millas acumuladas son envidiables. Pero tanta experiencia no impediría que una noticia lo tomara por sorpresa, una mañana se convirtió en parte de la primera tripulación en volar en una aeronave pilotada, en su totalidad, por una máquina.
Estos ejemplos son suposiciones de lo que podría pasar en unos años según lo dicho por Lucas Canevaro, CEO del grupo DNA, organización especializada en reclutar talento humano de mediana y alta gerencia, quien se suma a la premisa de que la cuarta revolución industrial viene acompañada por un significativo impacto en el empleo.
Sin embargo, esta realidad no es exclusiva del futuro; de hecho, ya está presente en la actualidad con ejemplos como el hotel Henn-na (Extraño), ubicado en Japón, donde los huéspedes son atendidos por máquinas que imitan en su figura a los humanos, e incluso a dinosaurios. En la práctica, factores técnicos como registrarse, recibir la llave y pagar la estadía son labores que pueden hacer sin problema.
La constante penetración de la automatización, la Inteligencia Artificial (IA) y otras tecnologías presentes en la también denominada revolución 4.0, hacen que estudios, como el adelantado por el Foro Económico Mundial (FEM), anticipen una desaparición de 75 millones de empleos en los próximos cuatro años. ¿Cómo no quedar obsoleto ante este panorama? ¿Qué estudiar para ejercer un trabajo que a la larga no termine realizando un robot? ¿Cómo serán los profesionales del futuro?
Las anteriores son algunas de las preguntas que respondieron expertos en transformación digital empresarial, reclutadores de talento humano y compañías tecnológicas.
Según Martín Migoya, CEO y fundador de Globant, compañía tecnológica dedicada a acompañar a las empresas en su transformación digital, es equivocado ver de manera apocalíptica la llegada de la cuarta revolución industrial, pues herramientas como la IA más que destruir trabajos terminan por dignificarlos.
“Por ejemplo, seleccionar naranjas a la larga es un trabajo poco digno para las personas; en su lugar, las empresas podrían entrenar a estos trabajadores para que hagan que los árboles den más y mejores frutos y dejar que un robot, con IA, se dedique a la selección”, explica Migoya.
No solo la dignificación del trabajo hace parte de las bondades que podrían llegar con la cuarta revolución industrial. En su estudio el FEM también proyectó que para el año 2025 se podrían generar cerca de 133 millones de empleos.
Ante ese cambio en la forma de hacer las cosas, Canevaro, desde su experiencia como seleccionador de talento humano, define el que sería el perfil del trabajador del futuro. Este profesional recopiló estas habilidades en las que considera como las tres más importantes.
1. Capacidad de adaptarse al cambio
El ritmo cambiante, y en ocasiones disruptivo, que ha caracterizado el desarrollo tecnológico en los últimos años, permite ver un futuro donde la forma de hacer las cosas, a diferencia del pasado, no será siempre la misma; es por eso que los trabajadores del mañana deberán caracterizarse por adaptarse con facilidad a los eventuales cambios.
“Será obsoleto educarse veinte años para desarrollar un trabajo durante cincuenta años, pues los cambios serán tan abruptos que casi que no existirá una profesión que se haga de la misma forma durante tanto tiempo”, explicó Canevaro.
2. Autonomía y compromiso
Las dinámicas del mundo actual, y las diferentes herramientas de comunicación existentes, cada día hacen que la tarea de trabajar exclusivamente desde la oficina, y no desde la casa o un café, sea una idea “mandada a recoger”. Para este profesional, estas nuevas dinámicas de trabajo demandarán que las personas sean más autónomas y comprometidas con sus labores. No se calificarán las horas que permanezcan sentados en una silla, sino los resultados que generen.
“Hoy la tecnología nos permite medir los logros de cada individuo, entonces el día de mañana las empresas contratarán a las personas y las medirán por el resultado que aportan”, precisó.
3. Flexibilidad cultural
Un mundo donde la conectividad y las relaciones laborales traspasan, casi que cotidianamente, cualquier frontera hace que los trabajadores sean flexibles en sus relaciones interculturales.
“La interacción con otras culturas va a requerir una inteligencia emocional. Trabajar en un ambiente multicultural demanda que las personas se liberen de prejuicios y se tornen más flexibles al momento de adaptarse en su relación con otros colegas”, concluyó.
Sumado a lo anterior, Migoya asegura que es importante que los profesionales del futuro aprendan a laborar con los robots, ya que estos comenzarán a hacer parte de los equipos de trabajo. A esto lo denomina Inteligencia Aumentada que, en palabras simples, son las tecnologías que comenzarán a llenar los vacíos que las limitaciones humanas no alcanzan.
Ejemplo de lo anterior es el uso del big data y la analítica, tecnologías que permiten recopilar grandes cantidades de datos y traducirlas en información para, en este caso, entender mejor al cliente de la compañía y diseñar un producto que se acople mejor a sus necesidades.
La educación de los profesionales del futuro
Una encuesta realizada por la tecnológica Dell reveló que, para el año 2020, el 20 % de la fuerza laboral estará conformada por la generación Z, es decir, aquellos que nacieron después del año 1996. Sin embargo, bajo la premisa de una millonaria extinción de empleos, es probable que los trabajos para los que actualmente se preparan hagan parte del listado de los que desaparecerán en los próximos cuatro años.
Aunque a Canevaro le gustaría tener una bola de cristal para ver este futuro laboral, porque es incierto hacer una lista de los empleos que se van a generar y los que van a desaparecer, sus proyecciones en esta materia se concentran en los estudios que se han adelantado. Principalmente aquellos trabajos manuales y repetitivos son los que más enfrentan una amenaza de desaparecer.
A los ejemplos de la desaparición de pilotos, recolectores de frutas, cajeros y recepcionistas podrían sumarse otros como agentes de tránsito, constructores y hasta comandantes de ejército. Este último caso, para Canevaro resulta ser especial, ya que en el futuro no es tan descabellado pensar que las guerras las libren robots, e incluso que puedan llegar a ser lideradas por un niño experto en videojuegos de combate.
Estos cambios en la forma de trabajar marcados por la tecnología, para Canevaro, deben significar un cambio en el modelo de educación. Al tener la persona que tener que actualizarse constantemente para no quedar obsoleto en el mundo laboral, modelos como NextU, que permiten a los alumnos acceder a clases online ajustadas a su disponibilidad de tiempo, tienen un alto potencial para popularizarse.
Por otra parte, entidades de educación profesional, como universidades, deberán dejar de formar a sus estudiantes para que no se equivoquen, sino que, al contrario, utilicen el error como parte del proceso de aprendizaje; de esta forma será más fácil innovar y agarrar el ritmo disruptivo que demanda la implementación de las nuevas tecnologías.
“El sistema educacional actual se olvida de que históricamente hemos llegado al conocimiento por medio de la prueba y el error”, criticó Canevaro.
“La buena noticia es que no hemos educado a una generación de robots. Estos jóvenes profesionales son brillantes y curiosos, y están ansiosos por interactuar y aprender de los demás”, dijo Maribel López, asesora estratégica y analista del sector tecnológico en López Research al analizar el estudio de Dell.
Lea también: El primer robot espacial con inteligencia artificial completa con éxito su primer día de trabajo
En concreto, esta encuesta aplicada a 12.000 estudiantes universitarios y de secundaria también dejó ver que la relación humano-robot no significa un deterioro en las interacciones humanas. El 75 % de los consultados espera aprender de otras personas en su trabajo, mientras un 53 % afirmó preferir trabajar en una oficina antes que hacerlo desde su casa.
Año 2027. José es uno de los primeros en experimentar un significativo cambio al momento de hacer compras, la tienda de barrio a la que acostumbraba acudir había sido transformada. Lo que más extrañó aquella mañana fue a la cajera que por años lo había atendido, en su lugar, ahora un robot era quien le decía: “Gracias por su compra”.
Lea también: El 95 % de los millennials prefiere tener trabajos NextGen
Año 2030. Raúl es un hombre de negocios, parte de su trabajo es viajar por diferentes lugares del mundo. Conoce muchos aeropuertos, sabe casi de memoria los mensajes de seguridad del avión, sus millas acumuladas son envidiables. Pero tanta experiencia no impediría que una noticia lo tomara por sorpresa, una mañana se convirtió en parte de la primera tripulación en volar en una aeronave pilotada, en su totalidad, por una máquina.
Estos ejemplos son suposiciones de lo que podría pasar en unos años según lo dicho por Lucas Canevaro, CEO del grupo DNA, organización especializada en reclutar talento humano de mediana y alta gerencia, quien se suma a la premisa de que la cuarta revolución industrial viene acompañada por un significativo impacto en el empleo.
Sin embargo, esta realidad no es exclusiva del futuro; de hecho, ya está presente en la actualidad con ejemplos como el hotel Henn-na (Extraño), ubicado en Japón, donde los huéspedes son atendidos por máquinas que imitan en su figura a los humanos, e incluso a dinosaurios. En la práctica, factores técnicos como registrarse, recibir la llave y pagar la estadía son labores que pueden hacer sin problema.
La constante penetración de la automatización, la Inteligencia Artificial (IA) y otras tecnologías presentes en la también denominada revolución 4.0, hacen que estudios, como el adelantado por el Foro Económico Mundial (FEM), anticipen una desaparición de 75 millones de empleos en los próximos cuatro años. ¿Cómo no quedar obsoleto ante este panorama? ¿Qué estudiar para ejercer un trabajo que a la larga no termine realizando un robot? ¿Cómo serán los profesionales del futuro?
Las anteriores son algunas de las preguntas que respondieron expertos en transformación digital empresarial, reclutadores de talento humano y compañías tecnológicas.
Según Martín Migoya, CEO y fundador de Globant, compañía tecnológica dedicada a acompañar a las empresas en su transformación digital, es equivocado ver de manera apocalíptica la llegada de la cuarta revolución industrial, pues herramientas como la IA más que destruir trabajos terminan por dignificarlos.
“Por ejemplo, seleccionar naranjas a la larga es un trabajo poco digno para las personas; en su lugar, las empresas podrían entrenar a estos trabajadores para que hagan que los árboles den más y mejores frutos y dejar que un robot, con IA, se dedique a la selección”, explica Migoya.
No solo la dignificación del trabajo hace parte de las bondades que podrían llegar con la cuarta revolución industrial. En su estudio el FEM también proyectó que para el año 2025 se podrían generar cerca de 133 millones de empleos.
Ante ese cambio en la forma de hacer las cosas, Canevaro, desde su experiencia como seleccionador de talento humano, define el que sería el perfil del trabajador del futuro. Este profesional recopiló estas habilidades en las que considera como las tres más importantes.
1. Capacidad de adaptarse al cambio
El ritmo cambiante, y en ocasiones disruptivo, que ha caracterizado el desarrollo tecnológico en los últimos años, permite ver un futuro donde la forma de hacer las cosas, a diferencia del pasado, no será siempre la misma; es por eso que los trabajadores del mañana deberán caracterizarse por adaptarse con facilidad a los eventuales cambios.
“Será obsoleto educarse veinte años para desarrollar un trabajo durante cincuenta años, pues los cambios serán tan abruptos que casi que no existirá una profesión que se haga de la misma forma durante tanto tiempo”, explicó Canevaro.
2. Autonomía y compromiso
Las dinámicas del mundo actual, y las diferentes herramientas de comunicación existentes, cada día hacen que la tarea de trabajar exclusivamente desde la oficina, y no desde la casa o un café, sea una idea “mandada a recoger”. Para este profesional, estas nuevas dinámicas de trabajo demandarán que las personas sean más autónomas y comprometidas con sus labores. No se calificarán las horas que permanezcan sentados en una silla, sino los resultados que generen.
“Hoy la tecnología nos permite medir los logros de cada individuo, entonces el día de mañana las empresas contratarán a las personas y las medirán por el resultado que aportan”, precisó.
3. Flexibilidad cultural
Un mundo donde la conectividad y las relaciones laborales traspasan, casi que cotidianamente, cualquier frontera hace que los trabajadores sean flexibles en sus relaciones interculturales.
“La interacción con otras culturas va a requerir una inteligencia emocional. Trabajar en un ambiente multicultural demanda que las personas se liberen de prejuicios y se tornen más flexibles al momento de adaptarse en su relación con otros colegas”, concluyó.
Sumado a lo anterior, Migoya asegura que es importante que los profesionales del futuro aprendan a laborar con los robots, ya que estos comenzarán a hacer parte de los equipos de trabajo. A esto lo denomina Inteligencia Aumentada que, en palabras simples, son las tecnologías que comenzarán a llenar los vacíos que las limitaciones humanas no alcanzan.
Ejemplo de lo anterior es el uso del big data y la analítica, tecnologías que permiten recopilar grandes cantidades de datos y traducirlas en información para, en este caso, entender mejor al cliente de la compañía y diseñar un producto que se acople mejor a sus necesidades.
La educación de los profesionales del futuro
Una encuesta realizada por la tecnológica Dell reveló que, para el año 2020, el 20 % de la fuerza laboral estará conformada por la generación Z, es decir, aquellos que nacieron después del año 1996. Sin embargo, bajo la premisa de una millonaria extinción de empleos, es probable que los trabajos para los que actualmente se preparan hagan parte del listado de los que desaparecerán en los próximos cuatro años.
Aunque a Canevaro le gustaría tener una bola de cristal para ver este futuro laboral, porque es incierto hacer una lista de los empleos que se van a generar y los que van a desaparecer, sus proyecciones en esta materia se concentran en los estudios que se han adelantado. Principalmente aquellos trabajos manuales y repetitivos son los que más enfrentan una amenaza de desaparecer.
A los ejemplos de la desaparición de pilotos, recolectores de frutas, cajeros y recepcionistas podrían sumarse otros como agentes de tránsito, constructores y hasta comandantes de ejército. Este último caso, para Canevaro resulta ser especial, ya que en el futuro no es tan descabellado pensar que las guerras las libren robots, e incluso que puedan llegar a ser lideradas por un niño experto en videojuegos de combate.
Estos cambios en la forma de trabajar marcados por la tecnología, para Canevaro, deben significar un cambio en el modelo de educación. Al tener la persona que tener que actualizarse constantemente para no quedar obsoleto en el mundo laboral, modelos como NextU, que permiten a los alumnos acceder a clases online ajustadas a su disponibilidad de tiempo, tienen un alto potencial para popularizarse.
Por otra parte, entidades de educación profesional, como universidades, deberán dejar de formar a sus estudiantes para que no se equivoquen, sino que, al contrario, utilicen el error como parte del proceso de aprendizaje; de esta forma será más fácil innovar y agarrar el ritmo disruptivo que demanda la implementación de las nuevas tecnologías.
“El sistema educacional actual se olvida de que históricamente hemos llegado al conocimiento por medio de la prueba y el error”, criticó Canevaro.
“La buena noticia es que no hemos educado a una generación de robots. Estos jóvenes profesionales son brillantes y curiosos, y están ansiosos por interactuar y aprender de los demás”, dijo Maribel López, asesora estratégica y analista del sector tecnológico en López Research al analizar el estudio de Dell.
Lea también: El primer robot espacial con inteligencia artificial completa con éxito su primer día de trabajo
En concreto, esta encuesta aplicada a 12.000 estudiantes universitarios y de secundaria también dejó ver que la relación humano-robot no significa un deterioro en las interacciones humanas. El 75 % de los consultados espera aprender de otras personas en su trabajo, mientras un 53 % afirmó preferir trabajar en una oficina antes que hacerlo desde su casa.