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La caficultura otra vez está en crisis. A finales de 2018, la relativa tranquilidad de una libra de café a US$1,20 en la Bolsa de Nueva York permitió no echar mano de $96.000 millones en apoyo que había aprobado el Gobierno, y ahorrarlos para un futuro fondo de estabilización de precios. Pero la calma fue pasajera. Hoy, la cotización ha vuelto a caer del dólar por libra.
En entrevista con El Espectador, Roberto Vélez, gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, explica que han sido tres factores principalmente los que han llevado de nuevo a este punto: la devaluación de la moneda de Brasil, el mayor productor del mundo, que ha permitido obtener más reales por carga de café; una cosecha en volumen más grande de lo esperado en ese país, y la venta de contratos de futuros por parte de los fondos de inversión.
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La carga del grano en Colombia hoy se está pagando por menos de $700.000. Según Vélez, sumando los aumentos en los costos que se dieron a principios de año, el precio que daría equilibrio a los productores es de $782.000. Hoy habrá reunión del Comité Nacional de Cafeteros, en donde tiene asiento el Gobierno, para buscar solución al problema.
Vélez, no obstante, es enfático en que la situación no mejorará mientras no haya un compromiso por parte de la industria para pagar precios justos. Cuenta que se ha reunido en países como Suiza, Estados Unidos y Reino Unido con los representantes de, por lo menos, el 70 % de la industria, pero afirma que el “cambio de la mentalidad”, de tomar conciencia de que a estos precios la caficultura, la materia prima, se echa a perder, no es asunto fácil.
Encuentros como el de la Organización Internacional del Café (OIC) en marzo, el segundo Foro de Países Productores, en Brasil, a mediados de año, y una posible cumbre de presidentes de países productores, convocada por Colombia en el marco de las Naciones Unidas, están entre los escenarios que la Federación ve como claves para llamar la atención sobre la problemática.
¿Qué pasó con los $100.000 millones que aprobó el Ministerio de Agricultura el año pasado para apoyar al sector?
De los $100.000 millones se usaron $4.000 millones. De eso, se pagaron unos $1.500 millones y los otros se devolvieron. Los $96.000 millones restantes se pasaron a una cuenta para que sean el capital semilla del Fondo de Estabilización de Precios, cuya ley está cursando en el Congreso, para que, una vez salga de allí, el fondo tenga la ley y los recursos.
Es decir, ese dinero no se podría tocar ahorita.
Tenemos Comité Nacional este martes y ese es uno de los temas que vamos a discutir: si eso es jurídicamente posible y si los recursos están para poder tomar ese dinero y volver a montar un esquema de IGEC (Incentivo Gubernamental para la Equidad Cafetera), como el que tuvimos a finales del año pasado.
Pero si deciden usar esos recursos para la coyuntura, el Fondo de Estabilización se quedaría sin buena parte del capital semilla.
Sí, es cierto.
¿En qué etapa está el proyecto de ley?
Está haciendo su curso en el Congreso. Somos optimistas. Creemos que el proyecto se va a aprobar, pero después sigue el tema de la reglamentación y, nuevamente, el proyecto no deja de ser un saludo a la bandera si no tiene recursos.
¿Y esos recursos de dónde podrían salir?
Lo tiene que ver el Gobierno. Hemos escuchado que pueden venir platas de regalías para el fondo. Hay otras voces que llaman a que los cafeteros contribuyan, lo que veo muy complejo, o el Fondo Nacional del Café. Ambas cosas las veo casi imposibles. Y hay que ver si se logran recursos internacionales.
En esta situación me imagino que los más afectados son los pequeños productores.
Aquí no hay grandes ni medianos ni pequeños afectados. Todo el mundo está afectado, y esto no es un tema solo de Colombia; tal vez con excepción de Brasil. Leía un comunicado de Anacafé, en Guatemala, igual de dramático a lo que nosotros ponemos. Es un drama de 25 millones de familias en el mundo. A estos niveles de precio, la caficultura no es viable en buena parte de los países productores. Y ojalá hagamos un paquete que incluya no solamente el retorno de los $96.000 millones, sino también algo de apoyo en fertilización. Hemos tenido unas florescencias muy lindas en todo el país, producto de este fenómeno de El Niño moderado, que para la caficultura es casi una bendición. Pero hay que apoyar el árbol con fertilización. Por eso le hemos dicho al ministro sobre la posibilidad de hacer un programa de apoyo a la renovación con fertilización. Otro tema que tendremos que empezar a hablar es el crediticio, porque a estos niveles de precio el cafetero no tiene un ingreso para cumplir con sus obligaciones. Hay que ver cómo llegamos a un entendimiento con la banca pública y privada, para que haya un refinanciamiento de la deuda.
El comité directivo ha insistido en que este es un asunto de toda la cadena. Como gremio, ¿qué acciones están tomando o qué espacios están intentando abrir con los demás eslabones, sobre todo con la industria?
Venimos desde hace ya un par de años tocando las puertas de la industria, diciendo que queremos vernos no como un comprador y un vendedor en orillas distintas, sino parte de una cadena que tiene que atravesar un mismo río. Tenemos que llegar a un grado de corresponsabilidad los unos con los otros, porque, al final, en un mundo cuyo consumo de café es creciente, todas estas señales desestimulan el crecimiento. Lo veo aquí en Colombia, con muchos cafeteros que dicen que van a dejar el cultivo, y mucha gente lo hará. Le hemos dicho a la industria que quedar dependiendo de Brasil y Vietnam es correr un riesgo muy grande. Más temprano que tarde, como se ha movido la variabilidad climática en el mundo, a Brasil le va a pegar algún día un gran fenómeno climático, y si toda la industria está pegada del café de Brasil, ese día van a tener una sorpresa muy desagradable. Fuera de eso, sería perder la diversidad. Una de las cosas lindas que tienen los cafés es que son distintos, saben distinto y tienen particularidades. ¿Perder eso por no pagar un precio justo?
¿La OIC es el escenario para discutir el tema y lograr un cambio?
Sí, porque nos da la oportunidad de juntar a los africanos, los asiáticos, los suramericanos, centroamericanos y norteamericanos. Los más valioso es que es el escenario en donde nos podemos sentar antes de las reuniones los países productores y la industria a conversar estos temas.
A lo que me refiero es si no es necesario llevar esto a una mayor instancia. Usted habla, por ejemplo, de las Naciones Unidas.
El tema en la OIC es de voluntades de países, y ese es otro tema. Lo que uno quisiera es que la industria se comprometa. Al fin y al cabo es la industria la que siempre estará. La voluntad de los países a veces está y a veces no.