Con tierra, pero sin ventas: los retos productivos en la reforma agraria
Firmantes del Acuerdo de Paz recibieron, en La Guajira, la primera adjudicación de tierra por cuenta de la reforma y, aunque llevan más de cinco años trabajándola, sus proyectos productivos no han terminado de despegar.
A finales del mes pasado, la Agencia Nacional de Tierras anunció la entrega del primer título de propiedad a firmantes del Acuerdo de Paz en el marco de la reforma agraria, una de las principales iniciativas del Gobierno del presidente Gustavo Petro.
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A finales del mes pasado, la Agencia Nacional de Tierras anunció la entrega del primer título de propiedad a firmantes del Acuerdo de Paz en el marco de la reforma agraria, una de las principales iniciativas del Gobierno del presidente Gustavo Petro.
La reforma busca cumplir con, al menos, la mitad de la meta que se trazó como parte del Acuerdo: entregar 1,5 millones de hectáreas para revivir el campo y convertirlo en uno de los motores de una transformación productiva que busca llevar el país lejos de las exportaciones de petróleo y minerales hacia todo lo asociado con los alimentos, la industria y los servicios.
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El acto de entrega se dio en La Guajira, uno de los puntos en los que se concentrará la reforma por la necesidad de producir alimentos en el departamento en donde más hay inseguridad alimentaria en Colombia, según el DANE.
La titulación del predio (llamado San Luis) benefició a 152 asociados de la Cooperativa Multiactiva para la Paz (Coompazcol), que nació el 10 de octubre de 2017 como resultado de la firma del Acuerdo con las extintas Farc. La cooperativa está integrada por excombatientes del ETCR (Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación) Pondores, en La Guajira.
La historia de Coompazcol ayuda a entender los enormes retos que tiene la reforma para cumplir su promesa final de reactivar el campo. Al final, la tenencia de la tierra es una parte importante, pero solo es el inicio. De la tierra a la productividad hay un camino en el que se cruzan múltiples variables, que se relacionan con otras deficiencias del Estado e, incluso, con deudas históricas del país (como el acceso a buenas vías).
🚜 El reto no es solo tener tierra
En el tiempo que los miembros de la cooperativa han estado en el predio, los reincorporados han tenido varios proyectos productivos en estos años que no han sido sostenibles ni rentables, según cuenta Heiner Arrieta, presidente de Coompazcol y estudiante de Trabajo Social.
“Al inicio se identificó la vocación que tenía cada uno y sus habilidades adquiridas, ya sea antes de llegar a las filas o durante ese tiempo. Se encontró énfasis en lo agropecuario, manufactura y el turismo”, dice Arrieta. Y cuenta que así se creó la granja integral que buscaba, precisamente, realizar iniciativas productivas piloto.
En principio, sembraron tomate, plátano y otros productos. “Los cosechamos, pero a la hora de comercializar no había nada asegurado. Entonces no daba los resultados esperados”, reconoce Luz Marina Velásquez, asociada de la cooperativa y coordinadora del proyecto ganadero.
Otra iniciativa que probaron es Dama Verde, que compone abonos orgánicos, vivero y plantas aromáticas. El abono no lo pudieron comercializar por no tener la certificación del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), así que buscaron contrataciones para el vivero, pero sembraron las plantas y nadie las compró y tampoco dieron resultado las hierbas aromáticas.
“Es un proyecto que no ha llenado las expectativas. Es liderado por mujeres, pero han desistido de este porque no se han visto beneficiadas con él, por la falta de comercialización exitosa. Fue financiado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y lo hemos tratado de mantenerlo”, cuenta Velásquez. Están a la espera de nuevos recursos y quieren convertir el espacio en una especie de escuela agroecológica, para probar si así es rentable.
Ahora están trabajando con la ganadería de doble propósito. Producen queso y sueros, mientras se capacitan para realizar otros productos lácteos como yogures. Arrancaron en febrero de 2022, cuando la iniciativa fue aprobada por el Consejo Nacional de Reincorporación (CNR).
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Pero el problema de fondo persiste: los productos no tienen comprador y se demoran en venderlos. “Sí funciona, pero tenemos que abrir unos canales de comercialización. También le compramos leche a campesinos de la región, pero no a todos porque nada nos asegura que nos van a comprar el queso que produzcamos”, añade la firmante Luz Marina Velásquez.
La solución es asegurar el mercado para tener rentabilidad y sostenibilidad. Así podrán seguir incrementando la producción y contarán con una línea productiva estable, según el presidente de Coompazcol.
Por otra parte, desde febrero están empezando con la apicultura en el espacio de reserva forestal que tiene el predio, aunque el proyecto no hace parte de la cooperativa sino de la Junta de Acción Comunal. Velásquez todavía no sabe si dejará ganancias, pues no han sacado la primera cosecha de miel.
La única iniciativa que ha permanecido es la de gallinas ponedoras, con la que llevan cuatro años. A estas se les hace un proceso de pastoreo que les ayuda a que el huevo sea de mejor calidad. El proyecto genera lo necesario para garantizar un ingreso a las dos personas que se dedican a ello.
Pero esto no es suficiente, considera Arrieta. “La producción se le vende a las tiendas aledañas y a la comunidad. Toca mirar cómo se incrementa esa sostenibilidad y que impacte a una mayor cantidad de personas, que haya un impacto real en las personas para lograr su reincorporación económica y social”, concluye.
Por último, están las confecciones que realizan por encargo, por lo que no siempre están produciendo. Con esta iniciativa participarán este año en Colombiamoda (la feria de moda más importante del país) y están buscando alianzas comerciales que generen trabajo en cadena para mantener esa línea productiva, de acuerdo con el presidente de la cooperativa.
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🌱 Tierra en firme
Los seis emprendimientos productivos arrancaron en el predio de San Luis, que no les pertenecía hasta hace unos días. La entrega de la tierra para ellos ha sido un reconocimiento al trabajo que han realizado en estos años, así como una garantía para fortalecer las iniciativas que ya tienen. “Lo recibimos con gran beneplácito porque sabemos que ya hay podemos disponer de la tierra con mayor autonomía y fortalecer la económica social”, expresa Arrieta.
Entre tanto, Velásquez dice que están contentos de saber que ya les pertenece la tierra y resalta la importancia de la experiencia que han adquirido. “La cooperativa se mantiene y ha tenido una experiencia en la ejecución de proyectos. Para nosotros ha sido importante salir del monte y enfrentarse a esas dinámicas”. Aunque, desde su perspectiva, es un predio muy pequeño para la cantidad de proyectos que hay allí y afirma que seguirán con el trabajo colectivo.
Y es que la formalización de la tierra les brinda otras posibilidades como poderse postular a convocatorias, adquirir créditos y beneficiarse de programas que ofrece el Ministerio de Agricultura y sus entidades para el desarrollo del campo. “A las comunidades que se asentaron y le apuestan a la paz, como en este caso”, señaló la ministra de la cartera, Jhenifer Mojica, en el momento de la entrega.
Respecto al hecho, Mojica le contó a El Espectador que “fue muy emocionante. Pudimos entregar las tierras del espacio del ETCR Pondores después de 4 años en los que la dilataban y no había respuesta. Logramos darla en estos pocos meses de trabajo del Gobierno”.
Con corte al 30 de junio, han adquirido 13.800 hectáreas de tierra para redistribuirlas en la población campesina, indígena y afrocolombiana. Y la ministra ha sido enfática en que la reforma debe ir más allá porque se necesita un desarrollo integral para lograr la meta es que se incremente la producción de alimentos. Y solo así los beneficiarios de las tierras entregadas podrán sacarle provecho productivo.
La entidad encargada de garantizar esta producción sostenible económica y ambientalmente es la Agencia de Desarrollo Rural (ADR). Sin embargo, su presidente, Luis Alberto Higuera, reconoce que la institución va uno o dos pasos atrás en comparación con la compra de tierras.
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🍃 Alimentos que perduren ante la adversidad
Justamente una muestra de la importancia del componente de productividad es lo que les sucede a las personas en proceso de reincorporación de Coompazcol. Ellos no han logrado beneficiarse de su producción y no tienen quién les compre ni cómo llevarlos a otros lugares, pues a veces el transporte les vale más que el producto.
Pese a esto, para Luz Marina Velásquez ha sido muy importante la experiencia. “Si bien no me genera una cantidad de ganancias, sí un bienestar y a lo mejor me da rentabilidad más adelante. Estar en cooperativa da la ventaja de no sentir el golpe de las pérdidas porque estamos todos unidos”.
A las dificultades de comercialización se le suma la estigmatización que han recibido los reincorporados por parte de organizaciones ilegales. Eso ha hecho que sus proyectos avancen más despacio.
“Nos preocupa y genera incertidumbre porque uno le pone el alma y el corazón al proyecto y al trabajo, pero queda el sin sabor de esas amenazas y la estigmatización que no se acaba”, puntualiza Velásquez.
A pesar de los obstáculos, Arrieta espera seguir trabajando para lograr la sostenibilidad de los proyectos para que las personas que trabajen allí tengan un ingreso permanente. Y que, con la voluntad de este Gobierno, se puedan establecer rutas eficaces en la aplicación del primer punto del Acuerdo de paz: la Reforma Rural Integral.
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