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La segunda edición del Premio de Liderazgo de El Espectador, que se efectuó ayer en el hotel JW Marriott, destacó esos liderazgos que cada día trabajan por un propósito superior, que va más allá de generar utilidades y se enfocan genuinamente en construir una mejor sociedad.
Este reconocimiento hace parte de la estrategia Profesión Líder, respaldada por la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC), con el apoyo de La Equidad Seguros, el Banco BBVA y la dirección técnica del CESA.
Las categorías que se habilitaron este año son: Líder revelación, Líder consciente desde la estrategia y la cultura, Líder sostenible en acción y Ética y gobierno corporativo. Participaron más de cien empresas de los sectores público, privado y ONG.
Origen, Red de Liderazgo, fue la empresa encargada de analizar las postulaciones, calificarlas y comunicar los finalistas para que el jurado tomara la decisión. La única categoría que quedó desierta fue Ética y gobierno corporativo. Ninguna empresa alcanzó el valor mínimo para ser galardonada.
“Esta difícil decisión indica que en asuntos de ética no hay ni puede haber niveles. Que un galardón como este solamente puede entregarse a la excelencia plena”, resalta Fidel Cano, director de este diario.
Los ganadores son: Carlos Enrique Cavelier, coordinador de Sueños de Alquería, en la categoría Líder sostenible; Juan José Piedrahíta, presidente de Equitel, Líder consciente desde la estrategia y la cultura; David Hernández, el inventor del ludófono, como Líder revelación, y Luis Fernando Rico, presidente de Isagén, quien recibió la Mención de Honor del Premio de liderazgo de El Espectador.
La felicidad sí es rentable
“Hoy, todo el mundo habla de felicidad. Pero en 1995, hablar de felicidad nos hacía ver como locos”, estas son las palabras con las que Juan José Piedrahíta, presidente de Equitel, rememora los días en los que asumió el liderato de la empresa que se dedica al desarrollo de soluciones de productividad, y se refiere a la cultura que decidió vivir desde el primer día y que hoy es la responsable de importantes resultados.
VIDA se basa en las personas. A diferencia de otras culturas que buscan productividad y resultados, esta se enfoca en desarrollar las habilidades de los integrantes de la organización y acompañarlos a construir un propósito superior. Contando con integrantes empoderados y trabajando desde sus fortalezas se comprometen con la productividad de los clientes y el bienestar de todos los grupos de interés.
Este concepto tuvo en sus días un fuerte impacto y los desconfiados no le auguraban buen término. Otros, en broma, lo llamaban la Nueva Equitel. Lo cierto es que después de 22 años de vivirla, los resultados son contundentes: pasaron de 45 integrantes a 722, la compañía se ha multiplicado por 40 y ya no es una sino siete empresas. “Para mí es claro que si se trabaja desde los talentos de las personas y se les da confianza es el motor para sacar una empresa adelante”, puntualiza.
“Uno no es profeta en su tierra”
David Hernández es diseñador industrial, músico, viajero, un creador incansable, bromista y soñador. “Toda la vida se ha dedicado a descubrir cosas y a hacer las cosas de las formas menos convencionales”, destaca Carlos Hernández, su padre, mientras recuerda que un día su hijo devoraba libros de caballería, se perdía en las páginas y se extasiaba con la música.
Ese deleite entre notas, letras, juegos y diseños fue el responsable de que una tarde, en el 2012, se sentara a dibujar en una servilleta el prototipo del ludófono, un instrumento musical que tiene las cuerdas de una guitarra, una flauta y sirve para percusión.
“Siempre he amado la música y tuve facilidad con los instrumentos, pero sabía que muchas personas habían fracasado en el intento, por eso diseñé el ludófono, para que todos se puedan acercar a la música”, señala David Hernández mientras interpreta el “Himno de la alegría”.
Este invento ya está patentado. Recorrió Latinoamérica, España y Japón. En Colombia, quien le abrió las puertas a este particular instrumento fue Colsubsidio y así, más de 10.000 niños experimentaron el poder de la música. “Pero, como dicen, nadie es profeta en su tierra, y los colegios le tienen miedo al cambio”.
El ludófono va más allá de ser un instrumento, es toda una estrategia de innovación. Con su insatisfacción constante, Hernández también creó un libro de emprendimiento, da talleres, enseña diseño industrial para niños y, como explica, este “es un movimiento que tiene un objetivo claro: transformar desde el arte”.
Leche y paz
“Por aquí pocos trabajábamos con leche, porque era muy difícil que nos la compraran. Por eso, muchos nos dedicábamos a recoger coca. Pero no es por hablar de Alquería, sino que ellos sí vinieron a capacitarnos”. Con estas palabras, Jorge Eliécer Rodríguez, un campesino del municipio de San Juan de Arama, en el Meta, recuerda cuando asistió a una reunión de Alquería y del Sena, que llegaron con propuestas para capacitarlos y con un objetivo claro: mejorar la calidad de vida de las personas y alejarlos de los cultivos ilícitos. El proyecto de Formación Campesina (FOCA) completa diez años. Los productores pasaron de 400 litros de leche a 4.000 en este tiempo. “Es maravilloso todo lo que se ha logrado”, señala Carlos Enrique Cavelier, coordinador de Sueños de Alquería.
“Él ha sido el líder de esta iniciativa. Tiene el don de transmitir esa pasión y aportarle a la sociedad. Nos enseña que siempre podemos soñar”, destaca Carlos Fuentes, quien ha implementado la estrategia.
FOCA es un ejemplo de confianza y desarrollo. Este proyecto siempre ha estado en la mente de Cavelier. Hace 20 años trabajó con el Plan Nacional de Rehabilitación (PNR), entendió la realidad del campo y vio en la leche una oportunidad de paz. “Creí que si producíamos leche podíamos sacar la coca del país. La vida lo va llevando a uno por caminos que cuando está listo se dan las cosas. Y eso es lo que me pasó a mí”, dice.
“Lo importante son las personas”
El presidente de Isagén, Luis Fernando Rico, recibió la mención de honor del Premio de Liderazgo de El Espectador, por el trabajo que realiza a diario en la empresa. Su filosofía es clara: tratar a los seres humanos como seres humanos. Es algo que parece obvio, pero en el camino de la vida se olvida y existen el irrespeto, la intolerancia o incluso la violencia, que empiezan cuando se usa el lenguaje para destruir sueños o expectativas sin reparo alguno. En sus propias palabras: “Siempre le he pedido a Dios que en lo que haga sea una influencia positiva. Que pueda edificar y que el modelo de liderazgo que ejerza sea para servir. No lo concibo de otra forma. Este reconocimiento es muy generoso, estoy conmovido. Ha sido un proceso donde lo importante han sido las personas”.