Covid-19, desigualdad y racismo estructural en Colombia
El virus es una amenaza común para la humanidad, pero debido a la jerarquía social preestablecida no todos recibimos la misma atención médica, ni vivimos de la misma forma las consecuencias de la pandemia.
Andrés Felipe Caicedo *
El Covid-19 ha generado incertidumbre y pánico, paralizando al mundo entero, y se ha hecho común la siguiente narrativa: el virus no distingue genero, raza, etnia, afiliación política o edad; por lo tanto, se debe estar unidos para luchar contra esta amenaza común.
El discurso de Biden, precandidato presidencial demócrata en USA, da cuenta de esta narrativa: “El coronavirus no tiene afiliación política, infectará a republicanos, independientes y demócratas por igual. Y no discriminará con base en origen nacional, raza, genero, o código postal. Tocará personas en posiciones de poder, así como los más vulnerables de nuestra sociedad”. De igual forma, en Colombia ya se han alzado voces para pedir la unidad alrededor del Presidente para enfrentar esta amenaza común. El mismo presidente Duque afirmó: “Aquí no hay colores políticos ni de partido, aquí prima el interés colombiano, el interés nacional. Aquí prima nuestra unidad…”.
Lea también: Así funcionará el retiro de cesantías durante crisis del coronavirus
Si bien es cierto que el Covid-19 es una amenaza común para la humanidad, debemos tener absolutamente claro que, debido a la jerarquía social preestablecida, no todos recibimos la misma atención médica, ni vivimos de la misma forma las consecuencias socio-económicas que esta pandemia genera. El Foro de Política Afro Americana, en cabeza de su directora, Kimberlé Crenshaw, al respecto afirmó: “Si bien este virus no conoce género, raza, edad o clase, son las estructuras anteriores a su llegada las que canalizan la distribución desproporcionada de la miseria y la devastación a aquellos más vulnerables debido a la organización social. Muchos ya pueden ver cómo las circunstancias estructurales e históricas han impactado a los trabajadores de la salud, los ciudadanos de bajos ingresos las personas sin hogar, los desempleados, los encarcelados, los indocumentados y muchos otros ciudadanos cuyas vidas han sido consideradas una y otra vez menos valiosas”.
Es por esto, que estas líneas buscan advertir de la importancia de un enfoque diferencial y utilizar un marco interseccional para el diseño e implementación de la leyes y políticas públicas con las que se harán efectivas las que parecen ser los dos tipos de medidas más relevantes en esta coyuntura, las sanitarias y las socio-económicas.
La interseccionalidad es un concepto acuñado por Crenshaw en 1989, que permite reconocer la presencia e intersección de las diferentes estructuras de dominación en la sociedad, como el racismo, el sexismo, el clasismo, la homofobia, la xenofobia y otras, que crean formas de discriminación y exclusión, acumuladas y complejas, en la vida de individuos o grupos marginados.
Así, resulta importante comprender el papel preponderante que juega el racismo estructural presente en Colombia, en la forma en que los Negros e Indígenas, viven las consecuencias generadas por el Covid-19 en materia de salud y socio-económicas. Tricia Rose, directora del Centro para el Estudio de la Raza y la Etnia en América de la Universidad de Brown, define el racismo estructural como: "La normalización y legitimación de una serie de dinámicas -históricas, culturales, institucionales e interpersonales- que rutinariamente aventajan a los blancos mientras producen resultados adversos acumulativos y crónicos para las personas de color”. Con base en esta definición, podemos afirmar que la situación que viven los Negros e Indígenas en materia de salud y socio-económica es una clara manifestación del racismo estructural presente en nuestro país. La creación de categorías raciales ha sido fundamental para determinar la asignación de recursos en la sociedad (Omi and Winant, 1986), y resulta claro que a lo largo de la historia colombiana ha existido una distribución racializada de derechos, capital, bienes y servicios.
En materia de salud, no es una casualidad que los lugares donde hay mayor concentración de Negros e Indígenas sean los lugares con peor infraestructura de salud del país y menor posibilidad de acceso al servicio. Es significativo que el alcalde de Quibdó, que estuvo sentado junto al alcalde de Popayán que dio positivo en la prueba del Covid-19, luego de la reunión de alcaldes y gobernadores realizada en el palacio presidencial para atender esta crisis, haya tenido que realizarse la prueba en Cali.
Vale la pena preguntarse entonces si el motivo por el que no se ha confirmado ningún caso de Covid-19 en el Chocó (hasta el momento de publicación de este texto) es porque probablemente no se esté realizando la prueba -puede haber personas asintomáticas o con síntomas leves-, situación que podría estar repitiéndose en otros lugares. Al igual, quedan otras preguntas en el aire: ¿qué medidas se tomarán a nivel nacional y local para fortalecer la infraestructura de salud de las regiones donde hay mayor asentamiento Negro e Indígena? ¿Qué medidas se tomarán para garantizar una adecuada prestación del servicio tanto a pacientes, como profesionales de la salud en estas regiones? ¿Se priorizarán los lugares más marginados o se continuará haciendo una distribución racializada de bienes y servicios?
En el aspecto socio-económico, el racismo estructural presente en Colombia se manifiesta claramente. A pesar de la carencia de cifras oficiales, para nadie es un secreto que los Negros e Indígenas, no solamente los que habitan lugares de tradicional asentamiento sino también los que habitan grandes ciudades, experimentan desigualdades prominentes respecto al resto de la población, en acceso a salud, educación, trabajo, vivienda y tierras. En informe de 2011, el PNUD afirma que el 60% de los Afrocolombianos vive en pobreza y el 24,1 % en pobreza extrema. Adicionalmente, Negros e Indígenas sufren un impacto desproporcionado del conflicto armado, en desplazamiento forzado y asesinatos de lideres sociales.
Es imperativo en esta coyuntura que no se deje aún más atrás a los grupos más marginados y vulnerables de nuestra sociedad. Medidas homogéneas y universales sólo terminarían ampliando brechas y desigualdades raciales. Hoy más que nunca es necesario demandar igualdad real y efectiva: se necesita un enfoque interseccional que permita identificar y remediar las diferentes formas de exclusión, discriminación y subordinación que experimentan los más marginados. La unidad de Colombia debe ser alrededor de los más vulnerables.
* Candidato a Doctor en Derecho, Universidad de California, Los Ángeles – UCLA. Master en Derecho especializado en Estudios Críticos Raciales, UCLA. Master en Derecho Público, UC3M y Abogado, Universidad del Rosario.
* “Estamos cubriendo de manera responsable esta pandemia, parte de eso es dejar sin restricción todos los contenidos sobre el tema que puedes consultar en el especial sobre Coronavirus".
El Covid-19 ha generado incertidumbre y pánico, paralizando al mundo entero, y se ha hecho común la siguiente narrativa: el virus no distingue genero, raza, etnia, afiliación política o edad; por lo tanto, se debe estar unidos para luchar contra esta amenaza común.
El discurso de Biden, precandidato presidencial demócrata en USA, da cuenta de esta narrativa: “El coronavirus no tiene afiliación política, infectará a republicanos, independientes y demócratas por igual. Y no discriminará con base en origen nacional, raza, genero, o código postal. Tocará personas en posiciones de poder, así como los más vulnerables de nuestra sociedad”. De igual forma, en Colombia ya se han alzado voces para pedir la unidad alrededor del Presidente para enfrentar esta amenaza común. El mismo presidente Duque afirmó: “Aquí no hay colores políticos ni de partido, aquí prima el interés colombiano, el interés nacional. Aquí prima nuestra unidad…”.
Lea también: Así funcionará el retiro de cesantías durante crisis del coronavirus
Si bien es cierto que el Covid-19 es una amenaza común para la humanidad, debemos tener absolutamente claro que, debido a la jerarquía social preestablecida, no todos recibimos la misma atención médica, ni vivimos de la misma forma las consecuencias socio-económicas que esta pandemia genera. El Foro de Política Afro Americana, en cabeza de su directora, Kimberlé Crenshaw, al respecto afirmó: “Si bien este virus no conoce género, raza, edad o clase, son las estructuras anteriores a su llegada las que canalizan la distribución desproporcionada de la miseria y la devastación a aquellos más vulnerables debido a la organización social. Muchos ya pueden ver cómo las circunstancias estructurales e históricas han impactado a los trabajadores de la salud, los ciudadanos de bajos ingresos las personas sin hogar, los desempleados, los encarcelados, los indocumentados y muchos otros ciudadanos cuyas vidas han sido consideradas una y otra vez menos valiosas”.
Es por esto, que estas líneas buscan advertir de la importancia de un enfoque diferencial y utilizar un marco interseccional para el diseño e implementación de la leyes y políticas públicas con las que se harán efectivas las que parecen ser los dos tipos de medidas más relevantes en esta coyuntura, las sanitarias y las socio-económicas.
La interseccionalidad es un concepto acuñado por Crenshaw en 1989, que permite reconocer la presencia e intersección de las diferentes estructuras de dominación en la sociedad, como el racismo, el sexismo, el clasismo, la homofobia, la xenofobia y otras, que crean formas de discriminación y exclusión, acumuladas y complejas, en la vida de individuos o grupos marginados.
Así, resulta importante comprender el papel preponderante que juega el racismo estructural presente en Colombia, en la forma en que los Negros e Indígenas, viven las consecuencias generadas por el Covid-19 en materia de salud y socio-económicas. Tricia Rose, directora del Centro para el Estudio de la Raza y la Etnia en América de la Universidad de Brown, define el racismo estructural como: "La normalización y legitimación de una serie de dinámicas -históricas, culturales, institucionales e interpersonales- que rutinariamente aventajan a los blancos mientras producen resultados adversos acumulativos y crónicos para las personas de color”. Con base en esta definición, podemos afirmar que la situación que viven los Negros e Indígenas en materia de salud y socio-económica es una clara manifestación del racismo estructural presente en nuestro país. La creación de categorías raciales ha sido fundamental para determinar la asignación de recursos en la sociedad (Omi and Winant, 1986), y resulta claro que a lo largo de la historia colombiana ha existido una distribución racializada de derechos, capital, bienes y servicios.
En materia de salud, no es una casualidad que los lugares donde hay mayor concentración de Negros e Indígenas sean los lugares con peor infraestructura de salud del país y menor posibilidad de acceso al servicio. Es significativo que el alcalde de Quibdó, que estuvo sentado junto al alcalde de Popayán que dio positivo en la prueba del Covid-19, luego de la reunión de alcaldes y gobernadores realizada en el palacio presidencial para atender esta crisis, haya tenido que realizarse la prueba en Cali.
Vale la pena preguntarse entonces si el motivo por el que no se ha confirmado ningún caso de Covid-19 en el Chocó (hasta el momento de publicación de este texto) es porque probablemente no se esté realizando la prueba -puede haber personas asintomáticas o con síntomas leves-, situación que podría estar repitiéndose en otros lugares. Al igual, quedan otras preguntas en el aire: ¿qué medidas se tomarán a nivel nacional y local para fortalecer la infraestructura de salud de las regiones donde hay mayor asentamiento Negro e Indígena? ¿Qué medidas se tomarán para garantizar una adecuada prestación del servicio tanto a pacientes, como profesionales de la salud en estas regiones? ¿Se priorizarán los lugares más marginados o se continuará haciendo una distribución racializada de bienes y servicios?
En el aspecto socio-económico, el racismo estructural presente en Colombia se manifiesta claramente. A pesar de la carencia de cifras oficiales, para nadie es un secreto que los Negros e Indígenas, no solamente los que habitan lugares de tradicional asentamiento sino también los que habitan grandes ciudades, experimentan desigualdades prominentes respecto al resto de la población, en acceso a salud, educación, trabajo, vivienda y tierras. En informe de 2011, el PNUD afirma que el 60% de los Afrocolombianos vive en pobreza y el 24,1 % en pobreza extrema. Adicionalmente, Negros e Indígenas sufren un impacto desproporcionado del conflicto armado, en desplazamiento forzado y asesinatos de lideres sociales.
Es imperativo en esta coyuntura que no se deje aún más atrás a los grupos más marginados y vulnerables de nuestra sociedad. Medidas homogéneas y universales sólo terminarían ampliando brechas y desigualdades raciales. Hoy más que nunca es necesario demandar igualdad real y efectiva: se necesita un enfoque interseccional que permita identificar y remediar las diferentes formas de exclusión, discriminación y subordinación que experimentan los más marginados. La unidad de Colombia debe ser alrededor de los más vulnerables.
* Candidato a Doctor en Derecho, Universidad de California, Los Ángeles – UCLA. Master en Derecho especializado en Estudios Críticos Raciales, UCLA. Master en Derecho Público, UC3M y Abogado, Universidad del Rosario.
* “Estamos cubriendo de manera responsable esta pandemia, parte de eso es dejar sin restricción todos los contenidos sobre el tema que puedes consultar en el especial sobre Coronavirus".