Crisis en Ucrania: así podría impactar a la economía
El empeoramiento de la crisis alrededor de Ucrania llegó al punto de hablar de sanciones en contra de Rusia. Alemania suspendió el proceso de certificación de un gasoducto entre este país y territorio ruso. Se prevén nuevas decisiones en contra del sistema financiero ruso. ¿Cómo golpearán estas medidas a la economía global?
Este martes, los mercados internacionales comenzaron a mostrar más señales de las afectaciones por la crisis ucraniana. Los productos energéticos lideran las jornadas de volatilidad que, posiblemente, se volverán la norma en la medida en la que Rusia continúa amenazando la seguridad y soberanía de Ucrania.
El precio del petróleo Brent (referencia para Colombia) se acercaba a los US$100 en las primeras negociaciones en los mercados internacionales. Así mismo, también subían la electricidad y el carbón.
Vale la pena recordar que buena parte de las exportaciones rusas están profundamente vinculadas con productos energéticos, como el petróleo y el gas. Este último es un punto importante en la crisis alrededor de Ucrania, pues Rusia es el principal proveedor de este combustible en Europa.
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El futuro del suministro de gas para Europa, en medio de un invierno que ha traído tormentas severas para lugares como el Reino Unido, es la preocupación que ha empujado los precios al alza. Y a esto habría que sumarle el anuncio de Alemania de suspender la certificación del gasoducto Nord Stream 2, acción que fue anunciada este martes por el gobierno alemán y que ha sido aplaudida por el gobierno ucraniano (y EE.UU.) y condenada por el ruso.
En Europa, la cotización del gas natural subía 13 % en la mañana de este martes. Una buena parte del combustible que llega al resto de Europa desde Rusia lo hace a través de gasoductos que cruzan Ucrania, por lo que las perspectivas de un conflicto armado a gran escala hacen prever, cuando menos, problemas de suministro.
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En paralelo a estas decisiones y reacciones, los mayores productores de gas del mundo le enviaron un mensaje de calma a los mercados reafirmando su compromiso de garantizar el suministro de este combustible.
“Reiteramos nuestra insistencia en fortalecer la seguridad energética global como proveedores confiables para cumplir con los requerimientos energéticos cada vez mayores”, según el comunicado final de la VI Cumbre del Foro de Países Exportadores del Gas (FPEG), celebrada en Doha.
El FPEG agrupa a 11 países que poseen el 70 % de las reservas de gas del mundo y son responsables de un 50 % de las exportaciones de gas licuado, además del 52 % de los gasoductos.
El anuncio de Rusia de enviar tropas a las regiones separatistas del Este de Ucrania ha impactado no sólo la cotización de varios combustibles y productos energéticos, sino que está teniendo una especie de efecto dominó en mercados globales.
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La bolsa de Nueva York, por ejemplo, abrió en números rojos este martes y registró descensos en sus principales indicadores, como el Dow Jones y el Nasdaq, ante el prospecto de que la crisis ucraniana se agrave.
“La situación entre Rusia y Ucrania sigue siendo muy fluida y las tensiones siguen siendo altas, por lo que en el corto plazo seguirá constituyendo un obstáculo para las acciones”, explicó la firma Sevens Report en una nota reportada por la agencia EFE.
Un empeoramiento del escenario económico asociado a la crisis ucraniana podría incluir otros sectores globales, más allá del panorama energético (el cual ya es bastante volátil).
El impacto de las sanciones
La Unión Europea (UE) propuso este martes bloquear a las autoridades rusas el acceso a mercados y servicios financieros del bloque y sancionar a bancos que financian las operaciones militares en zonas separatistas de Ucrania, según un comunicado de la Comisión y el Consejo Europeo.
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En una nota conjunta, las dos instituciones se pronunciaron a favor de sanciones contra “aquellos que estén implicados” en el reconocimiento de la independencia de las dos regiones separatistas de Ucrania, gesto que consideraron “ilegal e inaceptable”, según reportó la agencia AFP.
Los movimientos contra los bancos son una de las porciones cruciales, y más peligrosas, del abanico de sanciones en contra de Rusia por sus acciones en Ucrania. Esto tiene que ver, en esencia, con las dinámicas de operaciones cruzadas y tránsito de capitales e inversiones entre Europa y Rusia. En otras palabras, pegarle a los bancos rusos es, hasta un punto, impactar los sistemas financieros de los países detrás de esas sanciones.
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Por ejemplo, se estima que bancos en Alemania, Francia e Italia le han prestado miles de millones de dólares a clientes rusos (principalmente institucionales). Un escenario de sanciones contra Rusia podría poner en peligro la posición financiera de los bancos europeos, según advirtió el propio Banco Central Europeo.
Si bien los bancos rusos han tomado acciones desde 2014 (la anexión de Crimea) para depender menos de los préstamos internacionales, las sanciones contra bancos e instituciones financieras todavía tienen el potencial de devaluar el rublo (la moneda nacional rusa) y ralentizar el mercado de venta de bonos soberados.
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De acuerdo con una estimación del Atlantic Council, un centro de pensamiento que analizó las sanciones impuestas en 2014, la ronda actual de medidas podría llegar a costarle a Rusia unos US$100.000 millones en créditos negados.
Un informe de este instituto asegura, por ejemplo, que las sanciones impuestas en 2014 recortaron el crecimiento de la economía rusa: mientras el PIB global se ha incrementado en 2,3 % anualmente, el de Rusia lo ha hecho en 0,3 % cada año.
Además del riesgo financiero intrínseco, golpear la economía rusa también podría terminar por impactar algunas cadenas globales de suministros, que arrastran problemas desde 2020 que aún no han podido terminar de ser solucionados.
Rusia es un jugador clave en el comercio internacional de petróleo, como ya se dijo, pero también de una serie de metales y trigo, entre otros productos clave. Por ejemplo, 43 % del paladio que se consume en el mundo viene de territorio ruso; este es un metal fundamental en la fabricación de los motores para carros a nivel global.
Desde febrero, la crisis ucraniana (entre otros factores) ha impulsado hacia arriba los precios de productos como el níquel, aluminio, paladio, cobre, gas, trigo y petróleo. En el caso del paladio, las alzas sobrepasan en 70 % los precios registrados hace un año.
Los cruces de caminos económicos entre Rusia y Europa van más allá de sus sistemas financieros. Petroleras como Shell y Total tienen operaciones en conjunto con compañías rusas en su territorio y BP ha dicho públicamente que es uno de los principales inversionistas en Rusia, según reseñó el diario The New York Times. Airbus, el fabricante europeo de aviones, compra parte del titanio de sus aeronaves en Rusia, por ejemplo.
Los impactos inmediatos de una serie de sanciones contra Rusia se sentirán en la volatilidad de los mercados de capitales a niv
Lel global (en donde, de entrada, la especulación es casi una norma). Pero los efectos de fondo se sentirán en el largo plazo, impactos que podrían descarrilar la recuperación de cadenas logísticas y de algunas economías (particularmente en países vulnerables de regiones como África o Medio Oriente), empezando por la rusa, claramente.
Y estas son pésimas noticias, no sólo por los costos humanos de una acción militar que nadie parece entender (excepto Putin), sino porque llegan en un momento en el que la inflación y los problemas logísticos ya le están costando a todo el mundo, especialmente a los más pobres vía las alzas en los alimentos.
Este martes, los mercados internacionales comenzaron a mostrar más señales de las afectaciones por la crisis ucraniana. Los productos energéticos lideran las jornadas de volatilidad que, posiblemente, se volverán la norma en la medida en la que Rusia continúa amenazando la seguridad y soberanía de Ucrania.
El precio del petróleo Brent (referencia para Colombia) se acercaba a los US$100 en las primeras negociaciones en los mercados internacionales. Así mismo, también subían la electricidad y el carbón.
Vale la pena recordar que buena parte de las exportaciones rusas están profundamente vinculadas con productos energéticos, como el petróleo y el gas. Este último es un punto importante en la crisis alrededor de Ucrania, pues Rusia es el principal proveedor de este combustible en Europa.
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El futuro del suministro de gas para Europa, en medio de un invierno que ha traído tormentas severas para lugares como el Reino Unido, es la preocupación que ha empujado los precios al alza. Y a esto habría que sumarle el anuncio de Alemania de suspender la certificación del gasoducto Nord Stream 2, acción que fue anunciada este martes por el gobierno alemán y que ha sido aplaudida por el gobierno ucraniano (y EE.UU.) y condenada por el ruso.
En Europa, la cotización del gas natural subía 13 % en la mañana de este martes. Una buena parte del combustible que llega al resto de Europa desde Rusia lo hace a través de gasoductos que cruzan Ucrania, por lo que las perspectivas de un conflicto armado a gran escala hacen prever, cuando menos, problemas de suministro.
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En paralelo a estas decisiones y reacciones, los mayores productores de gas del mundo le enviaron un mensaje de calma a los mercados reafirmando su compromiso de garantizar el suministro de este combustible.
“Reiteramos nuestra insistencia en fortalecer la seguridad energética global como proveedores confiables para cumplir con los requerimientos energéticos cada vez mayores”, según el comunicado final de la VI Cumbre del Foro de Países Exportadores del Gas (FPEG), celebrada en Doha.
El FPEG agrupa a 11 países que poseen el 70 % de las reservas de gas del mundo y son responsables de un 50 % de las exportaciones de gas licuado, además del 52 % de los gasoductos.
El anuncio de Rusia de enviar tropas a las regiones separatistas del Este de Ucrania ha impactado no sólo la cotización de varios combustibles y productos energéticos, sino que está teniendo una especie de efecto dominó en mercados globales.
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La bolsa de Nueva York, por ejemplo, abrió en números rojos este martes y registró descensos en sus principales indicadores, como el Dow Jones y el Nasdaq, ante el prospecto de que la crisis ucraniana se agrave.
“La situación entre Rusia y Ucrania sigue siendo muy fluida y las tensiones siguen siendo altas, por lo que en el corto plazo seguirá constituyendo un obstáculo para las acciones”, explicó la firma Sevens Report en una nota reportada por la agencia EFE.
Un empeoramiento del escenario económico asociado a la crisis ucraniana podría incluir otros sectores globales, más allá del panorama energético (el cual ya es bastante volátil).
El impacto de las sanciones
La Unión Europea (UE) propuso este martes bloquear a las autoridades rusas el acceso a mercados y servicios financieros del bloque y sancionar a bancos que financian las operaciones militares en zonas separatistas de Ucrania, según un comunicado de la Comisión y el Consejo Europeo.
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En una nota conjunta, las dos instituciones se pronunciaron a favor de sanciones contra “aquellos que estén implicados” en el reconocimiento de la independencia de las dos regiones separatistas de Ucrania, gesto que consideraron “ilegal e inaceptable”, según reportó la agencia AFP.
Los movimientos contra los bancos son una de las porciones cruciales, y más peligrosas, del abanico de sanciones en contra de Rusia por sus acciones en Ucrania. Esto tiene que ver, en esencia, con las dinámicas de operaciones cruzadas y tránsito de capitales e inversiones entre Europa y Rusia. En otras palabras, pegarle a los bancos rusos es, hasta un punto, impactar los sistemas financieros de los países detrás de esas sanciones.
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Por ejemplo, se estima que bancos en Alemania, Francia e Italia le han prestado miles de millones de dólares a clientes rusos (principalmente institucionales). Un escenario de sanciones contra Rusia podría poner en peligro la posición financiera de los bancos europeos, según advirtió el propio Banco Central Europeo.
Si bien los bancos rusos han tomado acciones desde 2014 (la anexión de Crimea) para depender menos de los préstamos internacionales, las sanciones contra bancos e instituciones financieras todavía tienen el potencial de devaluar el rublo (la moneda nacional rusa) y ralentizar el mercado de venta de bonos soberados.
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De acuerdo con una estimación del Atlantic Council, un centro de pensamiento que analizó las sanciones impuestas en 2014, la ronda actual de medidas podría llegar a costarle a Rusia unos US$100.000 millones en créditos negados.
Un informe de este instituto asegura, por ejemplo, que las sanciones impuestas en 2014 recortaron el crecimiento de la economía rusa: mientras el PIB global se ha incrementado en 2,3 % anualmente, el de Rusia lo ha hecho en 0,3 % cada año.
Además del riesgo financiero intrínseco, golpear la economía rusa también podría terminar por impactar algunas cadenas globales de suministros, que arrastran problemas desde 2020 que aún no han podido terminar de ser solucionados.
Rusia es un jugador clave en el comercio internacional de petróleo, como ya se dijo, pero también de una serie de metales y trigo, entre otros productos clave. Por ejemplo, 43 % del paladio que se consume en el mundo viene de territorio ruso; este es un metal fundamental en la fabricación de los motores para carros a nivel global.
Desde febrero, la crisis ucraniana (entre otros factores) ha impulsado hacia arriba los precios de productos como el níquel, aluminio, paladio, cobre, gas, trigo y petróleo. En el caso del paladio, las alzas sobrepasan en 70 % los precios registrados hace un año.
Los cruces de caminos económicos entre Rusia y Europa van más allá de sus sistemas financieros. Petroleras como Shell y Total tienen operaciones en conjunto con compañías rusas en su territorio y BP ha dicho públicamente que es uno de los principales inversionistas en Rusia, según reseñó el diario The New York Times. Airbus, el fabricante europeo de aviones, compra parte del titanio de sus aeronaves en Rusia, por ejemplo.
Los impactos inmediatos de una serie de sanciones contra Rusia se sentirán en la volatilidad de los mercados de capitales a niv
Lel global (en donde, de entrada, la especulación es casi una norma). Pero los efectos de fondo se sentirán en el largo plazo, impactos que podrían descarrilar la recuperación de cadenas logísticas y de algunas economías (particularmente en países vulnerables de regiones como África o Medio Oriente), empezando por la rusa, claramente.
Y estas son pésimas noticias, no sólo por los costos humanos de una acción militar que nadie parece entender (excepto Putin), sino porque llegan en un momento en el que la inflación y los problemas logísticos ya le están costando a todo el mundo, especialmente a los más pobres vía las alzas en los alimentos.