Colombia está envejeciendo: ¿cómo enfrentar los nuevos retos?
El grueso de la población en Colombia está en edades productivas, pero cada vez habrá más personas mayores y menos jóvenes. La transición demográfica implica retos en empleo, salud, pensiones y cuidado, entre otros.
Lucety Carreño Rojas
En 1950 Colombia tenía 13,5 millones de habitantes y una pirámide demográfica en la que la mayoría de las personas tenían entre 10 y 35 años. Se conocía como pirámide porque la representación tenía forma de triángulo: el grueso de la población estaba compuesto por niños y adultos jóvenes, y terminaba en punta porque las personas envejecían y morían a temprana edad.
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En 1950 Colombia tenía 13,5 millones de habitantes y una pirámide demográfica en la que la mayoría de las personas tenían entre 10 y 35 años. Se conocía como pirámide porque la representación tenía forma de triángulo: el grueso de la población estaba compuesto por niños y adultos jóvenes, y terminaba en punta porque las personas envejecían y morían a temprana edad.
Hoy, las cosas son un poco diferentes y la tendencia es hacia un cambio definitivo, que tendrá profundas consecuencias económicas y sociales.
Desde el censo de 2005 se evidenció que el gráfico poblacional dejó la forma de triángulo y la base comenzó a acostarse, tomando la estructura de un diamante. Hoy en día, el país cuenta con una estructura demográfica en la que predomina la población en edades adultas jóvenes, entre los 20 y 65 años, como explica Piedad Urdinola, directora del DANE, “seguimos siendo un país joven, pero estamos en una transición demográfica”.
Cuando Urdinola habla de transición demográfica se refiere a un fenómeno que se da cuando se presentan alteraciones en la natalidad y la mortalidad. Vale la pena mencionar que esto no solo está pasando en Colombia, sino también en toda América Latina y el Caribe. Sin embargo, el cambio no es homogéneo y varía en cada país.
Especial decrecimiento poblacional
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La reducción en los nacimientos es una de las consecuencias de la transición demográfica. Según el informe preliminar presentado por el DANE, en 2023 se contrajo la natalidad -11,7 % frente a 2022. “Lo que estamos viendo es una reducción permanente año tras año de los nacimientos en el país. La transición demográfica no sucede en un día o en un año, son procesos que vienen de décadas y comienzan con la mejora en la mortalidad, pues las personas se dan cuenta de que no necesitan tener tantos bebés para que sobrevivan a edades adultas y se evidencia una contracción”, mencionó la directora.
Además de los cambios sociales, la transición demográfica tiene implicaciones en aspectos económicos y culturales, y representa oportunidades y retos. Aunque en este momento el gráfico poblacional de Colombia tiene forma de diamante, el país está envejeciendo y con los años la pirámide quedará invertida, como ya sucede en países como Japón y Alemania, donde la mayor parte de sus habitantes está en edades avanzadas.
El bono demográfico
Según las proyecciones de población, en 2024 el porcentaje de personas menores de 15 años es del 21,9 %, la de 65 años o más representa el 10,3 %, y el 67,8 % restante corresponde a personas de 15 a 64 años.
Con la transición demográfica el país está en una fase conocida como bono demográfico, en el que el grueso de la pirámide está en las edades más jóvenes, lo que hace que se tenga mayor capacidad laboral y productiva. En cuanto a las mujeres, la educación y otros cambios sociales, políticos y culturales han permitido que se dediquen a labores productivas y no solo al cuidado del hogar y a los hijos.
En este punto comienzan los retos. Para aprovechar ese bono demográfico, el Gobierno y las instituciones deben generar condiciones favorables en el mercado laboral para que los adultos en edades productivas puedan ahorrar, invertir y seguir aportando.
De acuerdo con el Banco Mundial, el descenso en las tasas de fertilidad y el envejecimiento de la población serán una carga socioeconómica creciente sobre la población en edad de trabajar.
También se deben incrementar las edades del capital humano en las empresas para favorecer la productividad, porque en unos años ese bono se terminará. “La cantidad de trabajadores disminuirá y, por tanto, la capacidad de crecimiento económico. Entonces, si los países van a tener una menor cantidad de fuerza de trabajo, el único recurso para seguir creciendo es el aumento de la productividad”, explicó Ignacio Apella, economista experto en protección social del Banco Mundial, en una publicación de la organización.
El informe “Competencia: ¿el ingrediente que falta para crecer?”, del Banco Mundial, asegura que, si no se hacen esos cambios, “es inminente” una reducción de la mano de obra disponible, lo que generará una presión significativa sobre las perspectivas de crecimiento de la región, “dado que los aumentos en la productividad no responderán al factor trabajo”.
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En una década seremos un país viejo
El índice de envejecimiento demográfico (IED), que representa el número de personas mayores de 65 años por cada 100 menores de 15 años en Colombia, ha venido creciendo, para 2024 el IED es de 47,1 personas de 65 años y más por cada 100 menores de 15 años y se espera que este indicador llegue a 79,5 en 2035.
Es decir, que en una década el indicador nos mostraría a un país envejecido. Urdinola no lo ve como algo malo, sino como un “premio” que ganan las sociedades. “Para que caiga la mortalidad tenemos que hacer esfuerzos muy grandes, campañas de salud pública, tener carreteras, acueductos, alcantarillados, luz, innovaciones tecnológicas, medidas médicas, científicos pensando en vacunas, en fin. Una vez que hacemos todas esas inversiones, cae la mortalidad y ahí la sociedad puede tomar otro tipo de decisiones”.
Las consecuencias económicas de un país envejecido
El mayor reto para el país es cuando pase ese bono demográfico, pues las personas que están en edades laborales productivas empezarán a encanecer. Y ahí está el problema, pues la estructura de Colombia en cuanto a seguridad social (salud y pensiones), sistemas de cuidado, educación y tecnología está diseñada para la pirámide poblacional en forma de triángulo y no para la actual.
Según el Banco Mundial, el alza del gasto ejercerá más tensión en los recursos fiscales. El país tendrá que proveer de salud a más personas que, además, vivirán más años, por lo que se necesitarán más presupuestos del Estado para financiar los sistemas de salud (en el que se deberán incluir los cuidados a largo plazo). Lo que también implicará mayores costos para las familias.
También habrá más personas en el sistema de pensiones y menos aportantes. El sistema actual no cumple con su objetivo, porque solo una de cada cuatro personas mayores logra pensionarse, y el reto será todavía mayor. El país se debe preparar y aumentar la cobertura del sistema para garantizar protección económica en la vejez.
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Por eso es que las reformas son necesarias no solo en el país, sino en el mundo entero, afirma Urdinola. En Colombia se está discutiendo una reforma pensional, en medio de ese debate los expertos han resaltado la importancia de aumentar la cobertura y considerar la transición demográfica para que la iniciativa sea sostenible.
“Todos los países que ya han pasado por este proceso de envejecimiento no han hecho una ni dos, sino muchas reformas, porque se vuelven insostenibles los sistemas que fueron diseñados cuando las pirámides poblacionales tenían forma de triángulo. No sabíamos que se venía esta etapa de envejecimiento. Este es un reto global”, dijo Urdinola.
Otra consecuencia es que el aumento en la expectativa de vida implica que las demandas de cuidado serán cada vez mayores. El informe del Banco Mundial resalta que la transición demográfica significa que, en 2047, en el hogar promedio de los países de América Latina habrá más dependientes de la tercera edad que niños.
Las familias tendrán nuevos desafíos, pues pasarán de cuidar a niños y jóvenes a atender a ancianos. De acuerdo con encuestas sobre el uso del tiempo, las mujeres de la región dedican de dos a cuatro veces más tiempo que los hombres a tareas domésticas y cuidados no remunerados. Será necesario entonces crear políticas para redistribuir esas labores y que la carga no sea asumida solo por las mujeres. También será preciso capacitar a la población en cuidados a personas mayores.
Pese a los retos, Urdinola destaca una ventaja: la población migrante ayuda a frenar el envejecimiento de la población colombiana. La mayoría, especialmente provenientes de Venezuela, son jóvenes, algunos llegan con sus hijos pequeños y se suman a la pirámide nacional; lo que contrarresta la salida de colombianos en edades productivas hacia otros países.
Los factores que suman —como los nacimientos y los inmigrantes— y los que restan —como las defunciones y los migrantes— permiten tener el balance total y leer los cambios demográficos del país.
En 2024, Colombia tendría 52,6 millones de habitantes y una esperanza de vida al nacer de 77,5 años, cifra que es inferior en hombres (74,7 años) y superior en mujeres (80,3 años). Según las proyecciones de los componentes demográficos, en 2035 la esperanza de vida se incrementará para hombres y mujeres en 3,5 % y 2,5 %.
Así las cosas, se hace urgente que el país se prepare para los desafíos del envejecimiento de la población con políticas públicas, reformas, inversión en salud, tecnología y educación, y en la inclusión de personas mayores en el mercado laboral y en la sociedad en general.
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