Desempleo: hay motivos para festejar, pero también para ponerle la lupa
El 2023 ha mostrado un positivo balance en materia de desempleo, así como en otros componentes del mercado laboral. Sin embargo, algunos indicadores sugieren que 2024 podría ser un año complejo.
Diego Ojeda
En noviembre, más de 66.000 personas salieron del desempleo, mientras que unas 700.000 encontraron trabajo. Esa es la última fotografía que tendremos del mercado laboral antes de que se grite el ¡Feliz año nuevo! El panorama completo lo sabremos en enero, cuando el DANE publique las cifras de diciembre.
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En noviembre, más de 66.000 personas salieron del desempleo, mientras que unas 700.000 encontraron trabajo. Esa es la última fotografía que tendremos del mercado laboral antes de que se grite el ¡Feliz año nuevo! El panorama completo lo sabremos en enero, cuando el DANE publique las cifras de diciembre.
De momento, no es desproporcionado asegurar que 2023 ha sido un buen año en materia de empleo, no solo porque las cifras muestran una clara tendencia a la baja (en enero la tasa de desempleo estaba en el 13,7 % y en noviembre esta alcanzó el 9 %), sino porque generar trabajo en un escenario macroeconómico tan complejo (con una disparada inflación, altas tasas de interés y un débil crecimiento de la economía) es, para muchos expertos, un verdadero desafío.
Aunque históricamente noviembre ha sido un mes de “bajas” tasas de desempleo, y a decir verdad la variación consolidada en la más reciente medición no es estadísticamente significativa frente a la del mismo período del año pasado, se considera positivo el comportamiento que han tenido otras variables del mercado laboral colombiano.
En primer lugar, está la brecha de género en desempleo, que se consolidó en 3,7 puntos porcentuales, siendo más alto para las mujeres, quienes en noviembre registraron una desocupación del 11,1 %. Si se compara con la cifra registrada en el mismo mes del año pasado, se evidencia una reducción de dos puntos porcentuales.
Esto es importante, pues uno de los principales desafíos que dejó la pandemia fue la falta de oportunidades para que las mujeres permanezcan en el mundo laboral, ya que por las nuevas dinámicas muchas se dedicaron a trabajos del cuidado del hogar no remunerados.
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Otro de los elementos que (aunque sigue siendo alto) muestra una clara tendencia hacia la mejora es la informalidad, que en el mes de referencia registró un 55,2 %, lo que se traduce en una contracción de 2,6 puntos porcentuales frente al mismo período del año anterior, una variación que el DANE califica como estadísticamente significativa, pues son casi 200.000 las personas que salieron de esa situación.
Según lo explicado por Andrés García, investigador del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario, gran parte de esto se explica por el incremento que se ha registrado en el empleo de asalariados, que solo en agosto llegó a repuntar en más de un millón.
Sin embargo, advierte que en los últimos meses se ha visto una desaceleración en la caída de la informalidad, lo que sugeriría un fenómeno de migración hacia el trabajo por cuenta propia, lo que podría volver a elevar la informalidad.
En el último mes, el sector de la economía que más brilló por sus aportes en el empleo fue transporte y almacenamiento, que logró aportar 297.000 nuevas plazas laborales a esos casi 700.000 que se generaron en noviembre. A este lo siguió construcción, con la creación de 121.000 puestos de trabajo, y alojamiento y servicios de comida con otros 110.000.
Una mirada crítica es la que tiene Stefano Farné, director del Observatorio Laboral de la Universidad Externado, para quien este importante repunte en la creación de nuevas plazas de trabajo responde a que más personas, por el crecimiento de la población en el país, están ingresando al mercado laboral.
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Si se desagrega este fenómeno, asegura Farné, se tiene que el mercado laboral colombiano está registrando una situación similar a la que mostrada en 2019. Es decir, se refuerza la premisa de que en esta materia Colombia está superando cada vez más los estragos que generó la pandemia, mientras que le apunta (si llega a concretar una acertada política pública de empleo) a un 2024 donde el continuismo de mejoras sea una tendencia.
Es decir, aunque las cifras sugieren que la reducción del desempleo ya tocó o está próximo a tocar fondo, aún hay un importante margen de oportunidades en donde el país podría llevar su mercado laboral a un mejor punto.
Los desafíos para 2024
Es allí cuando hay que abordar lo que depara para el próximo año, pues lo que indican las principales previsiones macroeconómicas es que los retos seguirán siendo latentes.
Para empezar, hay que decir que la lucha contra la inflación seguirá siendo latente, pues lo que apuntan los vaticinios de los principales expertos es que la carestía cerrará 2024 en cerca del 5 %, es decir, la meta del 3 % será algo que se alcance solo hasta 2025.
Mientras la inflación no alcance ese número deseado, las tasas de interés seguirán siendo altas, porque la premisa que maneja el Banco de la República es que las cosas están caras porque hay un exceso de la demanda, y para controlarla se debe reducir el acceso al crédito.
Empresarialmente esto se traduce en barreras para que las compañías y los emprendedores adelanten nuevas inversiones, es decir, para que se genere más empleo.
Si a esto se le suma, como advierte Farné, el alza en los costos de contratación por cuenta del incremento del salario mínimo y lo que se apruebe de la reforma laboral (con los cambios en la jornada nocturna y los recargos en días de descanso), pareciera que los astros se estuvieran alineando para que en 2024 la meta de reducir el desempleo se torne distante.
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No obstante, para la directora del Observatorio Laboral de la Universidad Javeriana, Juliana Morad, tal escenario no es más que un estímulo para que el gobierno de Gustavo Petro le apueste de forma seria a los planes de transición productiva que ha venido anunciando.
Para esto sería necesaria la tan sonada reindustrialización, en donde sectores como el agro y las manufacturas cobrarían protagonismo, amén del turismo y las industrias asociadas a la generación de energías limpias.
Otra oportunidad que se tiene para 2024 es la reactivación de las actividades económicas que se vieron afectadas por el complejo panorama registrado en 2023. Ejemplo de esto es el comercio, que no logró registrar un solo mes de repunte en sus ventas este año, así como la venta y reparación de vehículos y las industrias manufactureras, que en noviembre registraron la pérdida de casi 170.000 plazas laborales.
También la formación en habilidades y conocimientos de la nueva ola de tecnologías, que están permeando a las industrias, como la automatización, inteligencia artificial, programación, análisis de datos, entre otros.
En suma, lo que le depara al mercado laboral en 2024 es un año marcado de desafíos, los cuales se pueden convertir en oportunidades para atacar los problemas de raíz relacionados al empleo en Colombia, como la alta informalidad, las persistentes brechas de género, las dificultades para encontrar primeros trabajos y, por más obvio que parezca, las condiciones para encontrar trabajos dignos y bien remunerados.
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