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Dos para bailar un tango, o la conciliación de lo público con lo privado

Un modelo económico que construya capacidad de entregar bienes y servicios públicos no solamente es compatible con la prosperidad, sino que puede impulsarla a través de la cohesión social.

Marcela Eslava *
19 de julio de 2024 - 09:00 p. m.
Marcela Eslava, profesora titular de la U. de los Andes.
Marcela Eslava, profesora titular de la U. de los Andes.
Foto: El Espectador
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Me ha llamado la atención el hecho de que blandimos las banderas de lo público o lo privado como que la lucha entre los dos interpretara un factor insuperable de división. Que antes de los 90 ya intentamos el tema de lo público y falló estruendosamente, dicen unos. Que desde los 90 nos volcamos a lo privado, y miren lo mal que nos tiene, responden los otros. ¿Son, realmente, irreconciliables? ¿No podremos construir un diálogo que los una?

Ni la teoría ni la historia parecen sugerir que realmente haya que escoger bando y enseñar los dientes a los que escogieron el opuesto. Un bien o servicio tiene el carácter de público cuando cualquier persona puede acceder a él sin mayor restricción. El transporte es público cuando el costo permite que el público en general tenga acceso a él, como sucede cuando el parque, la salud, o la seguridad son públicos. Difícil que alguien se oponga a la construcción de lo público entendido de esa manera.

La mostrada de dientes se ha circunscrito más bien a otra discusión: la de quién provee lo público. ¿Tiene que ser el Gobierno, o tal vez la colaboración con los privados puede ser virtuosa para alcanzar ese fin de acceso con pocas restricciones que todos deberíamos aplaudir?

Nada en la definición de bien público implica que su provisión tiene que venir exclusivamente del Gobierno. Por supuesto, tampoco implica el extremo contrario. Y la historia está llena de ejemplos en que la colaboración público-privada ha permitido ampliar y mejorar el acceso público a bienes y servicios. La cobertura en educación superior ha crecido a pasos agigantados en Colombia en las últimas décadas, con instituciones públicas y privadas contribuyendo por igual a los cupos que hoy tiene el país. En salud, Gobierno y oposición coinciden en lo fundamental de aprovechar las capacidades construidas por los privados para mantener las ganancias de los últimos 30 años y profundizarlas de forma que lleguen a donde aún no lo hacen.

Raro, entonces, que insistamos en pararnos en aceras opuestas de la calle para gritarnos insultos que nos etiquetan, a unos, de destructores de lo privado, y a los otros de neoliberales desalmados. Un modelo económico que construya capacidad de entregar bienes y servicios públicos no solamente es compatible con la prosperidad, sino que puede impulsarla a través de la cohesión social. Para ello requiere no poner a pelear la provisión pública con la privada. Lo decía el reporte del BID sobre colaboración público-privada: se requieren dos para bailar un tango. O una salsa bien bailada, en este caso.

* Profesora titular U. de los Andes. Presidente Asociación Latinoamericana de Economistas

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Por Marcela Eslava *

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