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La organización aumentó este martes su previsión de crecimiento global hasta el 2,1 %, cuatro décimas más que sus anteriores estimaciones, pero también redujo en tres décimas sus perspectivas de crecimiento para 2024, hasta el 2,4 %.
El organismo advirtió sobre la vulnerabilidad de las economías en desarrollo por los efectos de las subidas de tipos para combatir la inflación. La economía mundial, señala el banco, permanece en “un estado precario” en medio de los efectos prolongados de la pandemia, la guerra de Ucrania y el fuerte endurecimiento de la política monetaria.
En su nuevo informe de perspectivas globales, el banco de desarrollo dejó claro que la resiliencia que mostraron la mayoría de países a lo largo de 2022, cuando la economía global creció un 3,1 % pese a la crisis energética y la guerra en Ucrania, se desvanecerá.
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“Me temo que este es otro informe sombrío, ya que esperamos que la desaceleración aguda y sincronizada del año pasado continúe durante este año”, dijo el economista jefe del banco, Indermit Gill, quien destacó que el pobre crecimiento será sincronizado porque dos de cada tres economías tendrán este año una tasa de crecimiento menor que la del año pasado.
Aunque el banco ha mejorado sus perspectivas con respecto a enero, deja claro en su informe que la mejora se debe solo a que el crecimiento de algunas de las economías más importantes fue más fuerte de lo previsto gracias a la rápida reapertura económica de China y a un consumo resistente en Estados Unidos.
Sin embargo, "las recientes tensiones en el sector bancario endurecerán aún más las condiciones crediticias y esto resultará en una desaceleración sustancial del crecimiento en la segunda mitad de este año", afirma el Banco Mundial.
Así, para 2023 en su conjunto se prevé que la actividad mundial se frene, con una desaceleración pronunciada en las economías avanzadas, que registrarán un crecimiento de solo el 0,7 % (dos décimas más que lo anteriormente estimado) este año y del 1,2 % el año que viene (cuatro décimas menos de lo previsto en enero).
Estados Unidos crecerá solo el 1,1 % en 2023 y el 0,8 % en 2024, mientras que la zona euro crecerá un leve 0,4 % en 2023 y un 1,3 % en 2024.
Mientras, la economía de los países emergentes crecerá el 4 % (seis décimas más de lo proyectado en enero), gracias al fuerte empuje de China, que crecerá este año el 5,6 % (1,3 puntos más).
América Latina y el Caribe
Las proyecciones del Banco Mundial señalan que la región crecerá apenas un 1,5 % durante este año, dos décimas más que lo antes estimado, aunque el grupo destaca que en lo que va de 2023 la confianza de los consumidores se ha ido despejando y los precios de las materias primas se han recuperado en parte.
México crecerá un 2,5 % este año (aunque se desacelerará hasta el 1,9 % en 2024); Brasil mantendrá unas cifras muy modestas los dos años (1,2 % en 2023 y 1,4 % en 2024). Colombia crecerá un 1,7 % y luego un 2 % en 2024.
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Sufrirán una contracción, sin embargo, Argentina (del 2 %), lastrada por la grave sequía que ha afectado su producción agrícola, y Chile, que se contraerá un 0,4 %. Ambas economías se recuperarán en 2024 y registrarán un crecimiento del 2,3 % y del 1,8 %, respectivamente.
¿Y la inflación?
Puesto que las presiones inflacionarias persisten, se espera que el lastre para el crecimiento del ajuste monetario alcance su punto máximo en 2023 en muchas economías importantes.
El banco prevé que la inflación mundial disminuya gradualmente a medida que se desacelera el crecimiento, se debilita la demanda laboral en muchas economías y los precios de las materias primas se mantienen estables.
El informe pone especial énfasis en la situación extremadamente vulnerable de los países de rentas bajas, donde las condiciones fiscales han empeorado durante la última década.
Entre los principales problemas de estas economías está el aumento de la deuda pública, el riesgo cada vez más elevado de una suspensión de pagos y los efectos devastadores de la crisis climática.
El Banco Mundial hace además un análisis sobre los mercados financieros que siguen siendo "muy sensibles" a las subidas de tipos de interés llevadas a cabo por los bancos centrales y advirtió que la inestabilidad bancaria también podría tener consecuencias para los sistemas bancarios de los países emergentes.
Hasta ahora, señaló este martes Franziska Ohnsorge, mánager del departamento de proyecciones, el estrés bancario se ha logrado contener en las economías avanzadas gracias a “respuestas políticas realmente agresivas”.
Sin embargo, añadió: “si el actual método de estrés bancario se convierte en una turbulencia financiera generalizada que afecta a los mercados emergentes, entonces, por supuesto, verá un crecimiento mucho más débil y la economía global experimentará una recesión el próximo año”.
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