EE le explica qué sucede con el precio de la gasolina y de la energía en Colombia
La inflación está disparada, el salario alcanza cada vez para menos y el combustible estará por encima de los $10.000 a fin de año.
Edwin Bohórquez Aya
Es miércoles, día de El Espectador le explica. El inminente aumento en el precio de la gasolina y las elevadas facturas que venimos pagando generaron un necesario debate nacional sobre las razones de fondo que expliquen el por qué está sucediendo esta situación. Y es preciso pues el escenario actual no está fácil: la inflación va creciendo sin techo, hacer mercado se está volviendo una tarea difícil de cumplir por falta de plata porque los alimentos están muy caros; el dinero que se recibe en la quincena o la mensualidad ya no alcanza para pagar las mismas facturas y son cada vez más los colombianos que hablan de pedir prestado para poder llegar a fin de mes. Incluso registramos la posibilidad de un racionamiento de energía, como aquel que vivimos millones de habitantes en los 90 cuando era necesario hacer tareas y trabajar a la luz de una vela por cuenta del llamado “apagón” en el gobierno de César Gaviria. ¿Y por qué nos debería importar a todos esta discusión? Porque, usando ejemplos concretos, la cosa se va a poner más dura de lo que ya está: si el transporte público que usted usa necesita gasolina para movilizarse, pero la gasolina está más cara, existe la probabilidad de que le cobren más por ese servicio. Si allí se transporta comida, pasará algo similar en el restaurante cuando le pasen la cuenta. Piense en el arroz, los huevos, la carne.
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Es miércoles, día de El Espectador le explica. El inminente aumento en el precio de la gasolina y las elevadas facturas que venimos pagando generaron un necesario debate nacional sobre las razones de fondo que expliquen el por qué está sucediendo esta situación. Y es preciso pues el escenario actual no está fácil: la inflación va creciendo sin techo, hacer mercado se está volviendo una tarea difícil de cumplir por falta de plata porque los alimentos están muy caros; el dinero que se recibe en la quincena o la mensualidad ya no alcanza para pagar las mismas facturas y son cada vez más los colombianos que hablan de pedir prestado para poder llegar a fin de mes. Incluso registramos la posibilidad de un racionamiento de energía, como aquel que vivimos millones de habitantes en los 90 cuando era necesario hacer tareas y trabajar a la luz de una vela por cuenta del llamado “apagón” en el gobierno de César Gaviria. ¿Y por qué nos debería importar a todos esta discusión? Porque, usando ejemplos concretos, la cosa se va a poner más dura de lo que ya está: si el transporte público que usted usa necesita gasolina para movilizarse, pero la gasolina está más cara, existe la probabilidad de que le cobren más por ese servicio. Si allí se transporta comida, pasará algo similar en el restaurante cuando le pasen la cuenta. Piense en el arroz, los huevos, la carne.
Si la energía está más cara y la señora que arregla la ropa en la esquina debe pagar más, pues cobrará más por ajustarle el pantalón, que seguro ya le queda más grande que hace unos meses. O el pequeño emprendimiento que nació en pandemia, que ahora ya paga arriendo en un local porque empezó a crecer y para poder asegurar el pago de todos sus gastos, se ve obligado a subir el precio de lo que vende. Y así podríamos escribir muchos impactos directos en los ciudadanos de a pie. Como usted y como yo. Incluso los camioneros han hablado de paro si se toca el precio del Acpm (diésel), combustible que se usa para los vehículos de carga, porque si les sube ese, que es el costo más alto de todos los que tienen, buscarán que se les ajusten los fletes al alza, obligando a un aumento de precios en todos los productos que movilicen. El gobierno ha dicho que no tocará el Acpm, pero los analistas coinciden en que no hay de otra que subirle al precio del galón, tarde o temprano. Entonces le pedimos ayuda a los colegas de la sección de Negocios para entender qué es lo que está sucediendo y nos recomendaron los siguientes contenidos que dejaremos a lo largo del texto. Recuerden entrar a cada uno de ellos para leer, en detalle, todas las variables relacionadas con esta información. Comencemos.
Como siempre en EE le explica, vayamos atrás y busquemos contexto para poder entender. El 1 de enero de este 2022, mientras muchos trataban de pasar el guayabo, el ministerio de Minas y Energía anunciaba que “en las 13 principales ciudades del país el precio promedio de la gasolina subirá $177 y se situará en los $9.048 el galón. En ciudades como Bogotá la tarifa será de $9.372. Por su parte, el precio del galón de la Acpm sube $166 hasta los $8.884 en las 13 principales ciudades del país. En Bogotá, la tarifa se sitúa en $9.152″. Esta, para los que hemos sido periodistas económicos, era una noticia acostumbrada para final de mes. El 31 de enero, cuando llegamos precisamente a registrar la tradicional noticia, se nos informaba que para febrero se mantenía estable el precio.
¿Qué es el Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles FEPC?
“Es el fondo que se encarga de estabilizar los precios de los combustibles para los consumidores colombianos, es decir, matiza la diferencia entre los precios internacionales y los precios nacionales, pagando a los productores e importadores dicha diferencia”:
Ministerio de Hacienda.
El país registraba una tendencia de recuperación económica tras los estragos que dejó la pandemia, pero la temporada climática seca en el país hizo que las condiciones de navegación no fueran las óptimas para llevar el combustible al Amazonas, como tradicionalmente se hace, razón por la cual el Gobierno Nacional, por medio del Ministerio de Minas, decidió importar desde Perú 9.000 barriles para esa parte del país: 3.000 de gasolina y 6.000 diésel. Dejaron claro que esa transacción no tendría impacto en los precios al consumidor porque se había echado mano a recursos del Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles (FEPC).
Comenzando marzo, ya con la realidad de una invasión Rusa a Ucrania, Jorge Sáenz, de la redacción de Negocios, se hizo una pregunta: ¿La guerra en Ucrania va a poner más cara la gasolina en Colombia? La respuesta a su análisis aparece muy bien resumida aquí: “La disparada del precio del petróleo tiene un sabor agridulce para el país: por un lado, llegan más recursos por dividendos y, por el otro, comienza a sentir una fuerte presión por el mayor costo de los subsidios a los combustibles, lo que al final podría terminar en un incremento en los costos que pagan los consumidores. ¿Cómo está el panorama energético?” Felipe Bayón, presidente de Ecopetrol, dijo en ese momento: “Ojalá los precios (del crudo) bajaran un poco, pero es algo que hoy nadie puede controlar y están sujetos a las fuerzas del mercado y a las tensiones geopolíticas”.
“Aunque pueda sonar técnico, el funcionamiento del Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles es sencillo. Los precios de los combustibles cambian constantemente, principalmente por las variaciones que registran en oferta y demanda. Esto sucede tanto en el plano nacional (porque Colombia extrae su propio crudo y gas) como en el internacional. Cuando ese vaivén de precios registra grandes alzas, el fondo las absorbe pagándole a los productores e importadores dichas diferencias, evitando así que los colombianos las asuman directamente”:
redacción de Negocios.
¿Qué estaba pasando en Estados Unidos en materia de combustibles y qué impacto nos generaba? Mientras tanto en Colombia, para el mes de marzo, el Gobierno mantenía el precio del galón tanto de gasolina como del Acpm. Para mayo, cuando el precio se mantenía estable, el debate ya empezaba a tomar forma: tanto el presidente de Ecopetrol, como el ministro de Hacienda y el ministro de Minas de ese momento se refirieron a una realidad y esa era que el precio del galón de gasolina podría llegar a los $20.000. ¿La razón? Que “el fondo que permite que la gasolina y el Acpm no estén por los aires en el país acumula un peligroso déficit que este año podría cerrar en más de $30 billones”. Hablamos, por supuesto, del Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles (FEPC). Un dato: Si no existiera el FEPC, el costo del galón de gasolina sería mayor en $11.000 aproximadamente sobre el precio actual, remarcó Felipe Bayón, presidente del Grupo Ecopetrol:
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¿Qué hacer con el precio de los combustibles en Colombia?
Para junio, justo cuando el mismo Gobierno presentó el Marco Fiscal de Mediano Plazo (MFMP) 2022, evidenció la necesidad de subir los precios de la gasolina y el Acpm. ¿Qué datos entregaron? Que el Ejecutivo ha tenido que realizar transferencias por más de $14,2 billones para cubrir el déficit en 2022 y que el hueco podría superar los $19 billones para 2023. Así las cosas, se venía una papa caliente para la administración entrante. La situación no era solo de Colombia, la de los altos precios de los combustibles, sino global. Aquí, en Latinoamérica, se analizó la situación y el por qué los transportadores de pasajeros y de carga, taxistas y demás usuarios de vehículos de combustión, exigían a sus respectivos gobiernos precios competitivos para poder seguir trabajando. ¿De qué precios se hablaba? Según Bloomberg: en Perú se pagan hasta 6,2 dólares por galón, seguido de Brasil (5,8 dólares), Chile (5,4 dólares), Paraguay (5,3 dólares), México (4,6 dólares), Argentina (3,7 dólares), Ecuador (2,6 dólares), Colombia (2,3 dólares) y Bolivia (2,1 dólares).
El 2 de julio la noticia en Colombia estaba cantada: “El Ministerio de Minas autorizó el primer aumento en los precios de los combustibles después de unos seis meses de estabilidad en estos costos. El alza autorizada comenzó a regir a partir de este 2 de julio”. ¿Cuánto? “En promedio, de $150 por galón para la gasolina y el diésel para las 13 principales ciudades en Colombia”. Entonces se ubicaba en $9.180, mientras que para el diésel quedaba en $9.018. Según las cuentas del Gobierno, si no hubiera existido el colchón del FEPC, la gasolina habría subido, en promedio, $6.500 más del precio definido ese mes.
Entonces asumió el nuevo gobierno y el nombrado ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo. ¿Qué decía al respecto? “La alternativa que propone Ocampo es aumentar “fuertemente” el precio de los combustibles. Esto, evidentemente, aliviaría la presión deficitaria que actualmente presenta el fondo, pero también incrementaría el costo de vida de los hogares en el país (más inflación), además de aumentar los costos de producción de las empresas (lo que obstaculizara la meta de mitigar el desempleo)”, explicaron los colegas de Negocios. “Este es un tema complejo”, reconoció Ocampo.
Y cuando el país estaba entrando de manera más concreta a la discusión del precio de la gasolina y el Acpm, se hicieron evidentes las preocupaciones por el aumento también en las tarifas de energía. Tal vez usted no revisa el recibo, pero estos datos le pueden dar un poco de información: La electricidad “ha subido en un 3,32 % entre julio y agosto, y un 25,9 % entre agosto 2021 y 2022″. Y las ciudades más afectadas: Santa Marta, Riohacha y Barranquilla. “Es responsabilidad de este Gobierno velar por una justicia tarifaria, en la que los usuarios pueden acceder a la energía a costos razonables”, dijo la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez Torres. Pero ¿por qué estaba pasando esto?
La energía había subido un 25% en promedio en todo el país, el Gobierno Petro anunciaba de manera formal el aumento en la gasolina, pero no en el Acpm; apareció el senador Gustavo Bolívar quien agitó el avispero cuando dijo que el precio del galón de gasolina debería estar por los $18.000 y hasta se propuso desde la academia un aumento en el uso de biodiesel para reducir masivamente el costo final del Acpm y, con ello, los costos del aparato productivo.
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¿Por qué subirá el precio de la gasolina?
El asunto de la energía, al que además se sumó una manifestación en el municipio de Ubalá (Cundinamarca), y que duró más de 24 días, hizo que Enel Colombia (Codensa), declarara como indisponibles dos unidades de generación eléctrica, ejerciendo mayor presión en todo el sistema. La situación, como un todo, generó incluso que el Gobierno hablara de intervenir a la Creg, que es la Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG), para poder tomar cartas en el asunto, en las tarifas.
La temperatura se elevó, muchos salieron a ofrecer su opinión, pero al final el 16 se septiembre se supo de un acuerdo para bajar los precios de la energía en Colombia. Se logró entre el Gobierno, precisamente la CREG y empresas del sector. “Puntualmente, prometieron que las tarifas empezarán a bajar desde el próximo mes de noviembre. El hito representa varias reformas regulatorias de corto y mediano plazo, como cambiar el indexador con el que se actualizan las tarifas, para aliviar la carga en toda la cadena. En especial para los consumidores, que han visto que los recibos (de energía) se han encarecido más de 25 % en el último año. Expertos destacan avances, pero alertan sobre problemas que no soluciona el acuerdo. Entre ellos, el que más presiona los precios en el Caribe”, nos contaba Juan Camilo Vega, de la redacción de Negocios, y quien en un completo análisis, habla de los pro y los contra en este texto.
Entonces, si se nos pregunta que si hemos visto acciones en los dos caminos, tanto en el de la gasolina como en el de la energía, pues la respuesta es sí. Y debía ser así porque el asunto es urgente. Pero, porque siempre hay peros, “las medidas anunciadas para tratar de bajar las tarifas de electricidad no serán de efecto inmediato, ni de resultados significativos. Bajarán a partir de la facturación de noviembre por temas procedimentales, pero no hay soluciones de fondo ni permanentes. Como si no fuera suficiente, también hay un billonario “chicharrón” con el precio de la gasolina que el Gobierno debe resolver con urgencia”, escribió el colega Jorge Sáenz, también de la sección de Negocios, en la edición dominical de El Espectador.
¿Qué va a suceder para lo que resta del año entonces? ¿Será suficiente subir $200 cada mes para un total de $600 este año? ¿Con estos aumentos se frenará el crecimiento de la economía? El país está en plena reactivación, ¿pero el bolsillo da para tanto y para facturas y cobros tan caros?
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La realidad es que vamos a terminar este 2022 pagando un galón de gasolina por encima de los $10.000, que hay un problema de fondo precisamente con el Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles que merece un debate más sólido porque todavía es muy difícil entender que siendo productores de petróleo y con refinerías en nuestro territorio, estemos pasando por esta situación; que tiene sentido también hablar de la transición energética porque eso no va a suceder ni en uno, dos, cinco o 10 años; que la necesidad de movilizarnos ya está de regreso porque la mayoría volvió al modelo del trancón diario de la casa al trabajo y del trabajo a la casa y que con el costo de vida creciendo, la inflación disparada, el ciudadano de a pie espera que los tomadores de decisiones logren guiar al país por el camino correcto, entendiendo también que muchas de esas variables dependen de las decisiones internacionales que se van tomando. Aquí seguiremos atentos a cada uno de los anuncios, sí, pero también aportando en el debate a la hora de revisar lo que tenemos, porque está claro que muchos de esos modelos están para revisión y ajuste a una realidad que ya no es la de hace 20 años, empezando porque no estamos viviendo un cambio climático sino una crisis climática.
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