Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
La reactivación de las negociaciones comerciales entre Estados Unidos y China después de meses de estancamiento ha provocado nuevas esperanzas en los mercados financieros en cuanto a que se podría evitar una guerra comercial total entre las dos economías más grandes del mundo.
Sin embargo, las reuniones que se celebrarán esta semana en Washington también parecen estar listas para resaltar la continua división dentro de la administración Trump sobre la mejor forma de tratar con Pekín y cómo los funcionarios de línea dura hacia China están ganando esa batalla.
El subsecretario del Tesoro para Asuntos Internacionales de EE.UU., David Malpass, y el viceministro de Comercio chino, Wang Shouwen, se reunirán a partir del miércoles para sostener las primeras conversaciones en persona entre las dos partes desde junio. Sobre las reuniones pende la próxima ronda de aranceles sobre los US$16.000 millones en exportaciones de cada nación a la otra, que entrarán en vigencia este jueves.
No se espera que las conversaciones entre los funcionarios de nivel medio atraigan a los principales responsables de la toma de decisiones y se prevé que soólo tengan como resultado una declaración conjunta sobre un diálogo productivo, según una persona familiarizada con la agenda. Las conversaciones se referirán a los principales puntos de fricción, que van desde protecciones a la propiedad intelectual a reequilibrar el comercio, señaló la persona.
El propio presidente Donald Trump ha minimizado las expectativas en los últimos días a la vez que revivió un punto de fricción al acusar a Pekín de manipular su moneda para compensar el impacto de sus aranceles.
Eso, dicen los analistas, se debe en parte a que Trump y los funcionarios de línea dura hacia China en su administración se sienten cada vez más envalentonados desde que las dos partes sostuvieron conversaciones en mayo y junio. En el país, Trump ha observado la tenue reacción de los mercados financieros a sus maniobras comerciales y elogió las recientes sólidas noticias económicas y las encuestas que mostraron su índice de aprobación se mantuvo entre los republicanos.
Mientras tanto, en China, la economía ha mostrado signos de debilidad en los últimos meses, una circunstancia que Trump ha dicho le da una ventaja a EE.UU.
"Aquí estamos tres meses más tarde y durante ese tiempo la posición de los de línea dura se ha consolidado porque nos tiramos al acantilado y descubrimos que nuestro automóvil puede volar, con la economía de EE.UU. que aún se comporta bastante bien y el presidente Trump que sigue siendo popular entre los republicanos", dijo Scott Kennedy, experto en relaciones entre EE.UU. y China del Centro de Estudios Internacionales en Washington.
La administración aún sigue dividida sobre la mejor manera de abordar a China. Mientras el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, está ansioso por encontrar una solución negociada, otros miembros del gabinete como el Representante de Comercio, Robert Lighthizer, desean continuar aumentando la presión sobre Pekín, dicen los analistas.
El Departamento del Tesoro no respondió a una solicitud de comentarios enviada por correo electrónico.
Lighthizer ha estado detrás de la creciente ola de aranceles que se han aplicado a las importaciones provenientes de China. Con los US$16.000 millones adicionales en productos que se verán afectados a partir del jueves, unos US$50.000 millones en importaciones anuales estarán sujetas a derechos de importación adicionales. Pero la oficina del Representante de Comercio de EE.UU. (USTR, por sus siglas en inglés) también ha estado celebrando audiencias esta semana sobre otra serie de productos importados por un valor de US$200.000 millones que se verían afectados ya el próximo mes.
"El USTR no va a involucrar ahora a los chinos de forma seria, a menos que el presidente se los ordene", dijo Derek Scissors, experto en China del American Enterprise Institute en Washington. "Si eres China y quieres tener conversaciones, entonces es el Tesoro con el que tendrás que hablar".
Dada la obsesión de Trump con el reciente debilitamiento del yuan, que ha ayudado a mitigar el impacto de los aranceles estadounidenses, la delegación china podría ofrecer esta semana una promesa privada de nodejar que la moneda se siga debilitando mientras continúen las negociaciones, dijo Scissors. Ese compromiso podría conducir a nuevas conversaciones.
Pero la decisión de Trump de romper un acuerdo negociado por Mnuchin a principios de este año dejó perplejos a los funcionarios chinos sobre en quién confiar en Washington y debilitó la posición de Mnuchin.
"Sentimos que el Departamento de Comercio es más duro que el Tesoro, y el USTR es más duro que el Departamento de Comercio", dijo Mei Xinyu, nvestigador de la Academia China de Comercio Internacional y Cooperación Económica afiliada al Ministerio de Comercio. "Las dos partes tienen en común que ninguna quiere una ruptura completa a pesar de la pelea".