El agro como motor de la economía: ¿qué hay detrás de las cifras?
El sector agropecuario ha sido el segundo que más ha impulsado el crecimiento económico en lo corrido de 2024; sin embargo, no ha sido un efecto generalizado, pues algunos renglones han aportado más que otros, ¿de cuáles se trata y qué se viene para el futuro del agro?
El renglón de la agricultura y actividades relacionadas ha sido de los que mejor desempeño han tenido este año. El sector, sin duda, ha empujado el crecimiento de toda la economía colombiana. En el segundo trimestre logró la mayor tasa de crecimiento de los últimos dos años: 10,2 %, comparado con el mismo período de 2023, de acuerdo con cifras del DANE. En lo corrido del año el aumento ha sido de 8 %.
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El renglón de la agricultura y actividades relacionadas ha sido de los que mejor desempeño han tenido este año. El sector, sin duda, ha empujado el crecimiento de toda la economía colombiana. En el segundo trimestre logró la mayor tasa de crecimiento de los últimos dos años: 10,2 %, comparado con el mismo período de 2023, de acuerdo con cifras del DANE. En lo corrido del año el aumento ha sido de 8 %.
La noticia positiva más reciente vino por cuenta del Indicador de Seguimiento de la Economía (ISE) del DANE, que ayuda a ver, mes a mes, cómo va la economía en conjunto. Para julio de este año, las actividades primarias (agro y minería, en esencia) tuvieron una mejora de 7,5 % en el ISE frente al mismo mes del año pasado. El agro contrarrestó el bajo desempeño de la minería (atado al declive del carbón). De no ser por el lastre minero, el crecimiento hubiese sido aún más alto, resalta Fabián Suárez, jefe de investigaciones sectoriales de ANIF.
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Con estas cifras, durante los primeros siete meses del año, el sector agropecuario se consolidó como el segundo motor más importante de la economía colombiana, después de los servicios. El renglón “demuestra que es capaz de crecer a tasas que están doblando el promedio de la economía”, puntualiza Jaime Alberto Rendón, director del Centro de Estudios e Investigaciones Rurales de la Universidad de La Salle.
Estas son buenas noticias, más cuando se mira la evolución reciente de este renglón. El año pasado el sector estaba “de capa caída” y aportaba negativamente al crecimiento del producto interno bruto (PIB). “Se estima que el pico más bajo ya pasó y fue producto de los efectos derivados de las cadenas de suministros y mayores costos de los insumos por el contexto internacional”, agrega Suárez.
Las razones de los buenos resultados
El agro se ha visto beneficiado por varios factores. Uno de ellos es que, en general, logró escapar de los efectos climáticos generados por el pasado fenómeno de El Niño, explica Luis Fernando Mejía, director ejecutivo de Fedesarrollo.
En este punto coincide Jorge Bedoya, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), y añade el impacto en la reducción de costos de los insumos en el mercado internacional, que se tradujo en una disminución aproximada de 8,5 % en el país. “Eso contribuye a que los productores hayan tenido un alivio después de la guerra entre Rusia y Ucrania, el invierno y el alza en las tasas de interés y cambio”, destaca.
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Otra de las razones que explican los datos son las exportaciones agropecuarias, que han reaccionado favorablemente en el pasado trimestre y acumulan un aumento de 13,9 % en el último año, subraya Carlos Duarte, miembro del Instituto de Estudios Interculturales de la Universidad Javeriana de Cali, quien también dice que se debe al empujón que le ha dado el Gobierno con el presupuesto asignado al sector en el Plan Nacional de Desarrollo. Además, Bedoya considera que han aportado los comportamientos individuales de producciones que vienen desde hace más de un año y subsectores a los que les ha ido bien.
Los mejores y peores desempeños
Y es que, al ser una actividad tan diversa, los resultados son dispares. Por eso, vale la pena revisar los productos que impulsan el crecimiento y los aún que no despegan.
Los expertos coinciden en que el café y cacao han tenido un peso significativo en los resultados. Esto corresponde a que se han visto beneficiados por la renovación de los cultivos y los buenos precios internacionales, explica Bedoya. Solo el cultivo permanente de café ha crecido un 25,8 % en el segundo trimestre del año frente al mismo período de 2023. Esto es reflejo del aumento en la producción y las exportaciones.
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A ese auge en precios se suma la dinámica positiva de productos no tradicionales, como aguacate Hass, limón tahití, banano y flores. Estos últimos también tienen una estrecha relación con el mercado internacional.
Bedoya realza el desempeño de las proteínas animales, cuyo mercado es más doméstico, como la carne de cerdo, pollo, res y huevo. El aumento del consumo interno y la mayor demanda los han favorecido.
De otro lado están aquellos a los que no les ha ido tan bien. Este es el caso de la papa, pues es el producto al que golpeó con más fuerza el fenómeno de El Niño, que corrió las siembras y esto subió los precios a los consumidores. De hecho, es el que más inflación ha tenido entre agosto de 2023 y 2024, pues subió casi 70 %.
Entre los perjudicados por el clima están los cultivos de ciclo corto, como cebolla, tomate y algunas frutas y hortalizas. Bedoya relata que en esos casos los precios al consumidor suben y, en lugar de pagar caro, la gente los sustituye por otros con mejor oferta.
A los lecheros tampoco les ha ido bien.
De hecho, están en una prolongada crisis desde abril de 2023 por cuenta de la convergencia de varios factores. Hay una alta producción e inventarios que no corresponden con el consumo, que ha caído en los dos últimos años y aún no se recupera. En el primer trimestre de este año mostraba una pequeña recuperación de 1,36 %, pero en el segundo trimestre retrocedió a 0,48 %, según cifras de Asoleche. Además, algunos productos de exportación han enfrentado desafíos como la competencia internacional, las barreras comerciales y las fluctuaciones en los precios internacionales. Categorías como otros azúcares, aceite de palma y aceite de soya han reducido sus exportaciones en el último año, como se evidencia en el gráfico.
Lo que viene: ¿un futuro brillante?
Recientemente, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) publicó un análisis en el que estima que la actividad agropecuaria, la silvicultura y la pesca aportan cerca de 9,2 % al PIB nacional, mientras que el promedio para los países de la OCDE es de 2,8 %. En general, los analistas esperan que el agro continúe con cifras positivas en lo que resta de 2024. Fedesarrollo estima que cerrará el año con un aumento de 8 %.
Pero el desempeño en el PIB no es el único indicador de buena salud en el sector, indica el presidente de la SAC. “Hay que mirar el otro lado de la ecuación, que son los consumidores. Que los precios a los consumidores de alimentos caigan significa que está creciendo más rápido la oferta que la demanda, el consumo de los hogares no está creciendo de manera similar. Esto sumado a las altas tasas de interés puede borrar con el codo lo que han hecho con la mano los productores”, advierte Bedoya. Y es que, al caer los precios a los consumidores, caen también los ingresos de los productores.
ANIF es cauto con respecto al impacto que pueda tener el fenómeno de La Niña, que al parecer llegará al país entre octubre y noviembre. El exceso de lluvias podría reducir la productividad de algunas cosechas.
¿Qué falta para impulsar el agro?
En términos generales, los positivos “indicadores de la macroeconomía agropecuaria siempre son buen síntoma para el conjunto del sector. Habría que seguir trabajando en la comercialización de ciclos cortos (para reducir la intermediación) y el beneficio directo a los campesinos de agricultura familiar”, asegura Duarte.
Hay otros frentes en los que el sector puede mejorar para garantizar que la tendencia reciente “sea un fenómeno permanente y no transitorio”, en palabras de Mejía. Para ello, sostiene que se requiere avanzar en adopción tecnológica, incluyendo adaptación de semillas, para aumentar los rendimientos.
Los expertos plantean que fortalecer la seguridad (reducir las extorsiones y evitar la contaminación de cargas con narcotráfico), que haya mayor disponibilidad de distritos de riego y mejorar las vías terciarias para aumentar la competitividad son asuntos relevantes y necesarios.
Por su parte, Duarte asegura que el país necesita pasar de producir materias primas a la transformación de productos y la industrialización. Para ello, hay que impulsar procesos asociativos de agroindustria para que el beneficio se redistribuya en las poblaciones rurales.
A la vez, se debe promover el mejoramiento de las condiciones de vida de quienes habitan el campo colombiano. Hay que “seguir trabajando en la reforma rural integral, que incluye conectividad, educación, salud y más. Todo es necesario para expandir la capacidad de producción en el país”, afirma el director del Centro de Estudios de La Salle.
En últimas, se trata de garantizar que estén los bienes públicos necesarios para que campesinos y productores puedan dedicarse a lo que mejor saben hacer: producir alimentos.
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