“El auténtico liderazgo es donde la principal preocupación es el otro”: Manuel Méndez del Río Povich
El presidente de Leadership Consultants SL dirigió siete bancos en América Latina bajo un concepto que él insertó, llamado “finanzas productivas responsables”. Lucha contra la pobreza y la exclusión social fue su apuesta. ¿Qué le dejó?
Edwin Bohórquez Aya
¿Cómo hay que liderar para combatir la pobreza en América Latina?
Vivimos en un mundo pobre si consideramos que 1.900 millones de personas son pobres, de 7.000 millones que somos. Dos de cada tres personas son pobres. Pero lo peor es la desigualdad. Las 300 personas más ricas del planeta tienen lo mismo que los 3.000 millones de personas más pobres. En América Latina hay 167 millones de pobres y si sigue la tendencia se espera que en seis años el 1 % de la población más rica acumule más riqueza que el 99 % de la población pobre.
Vamos a ampliar la desigualdad...
Así es. Estamos construyendo un mundo incapaz de emplear a sus jóvenes, hay 75 millones de ellos desempleados. En Europa, la mitad de los universitarios es incapaz de conseguir un empleo. Tenemos sistemas económicos que no son capaces de generar desarrollo porque si no es de la mayoría de los ciudadanos, entonces no es desarrollo. Y todo esto tiene que ver con el liderazgo, porque cada grupo social se comporta a espejo de sus guías. Decía el papa Francisco que no se sigue a las ideas sino a las personas y eso es así. Cuando entras a un hotel o a un restaurante, si todo funciona bien y el ambiente es agradable, y tú te sientes cómodo, ten la seguridad de que detrás hay un líder. Si al contrario te sientes mal atendido y la comida sabe mal, no hay un líder detrás. Después de 30 años de experiencia sé que si algo no funciona, busca a los líderes. Si tenemos un mundo que por primera vez les está dejando a nuestros nietos un mundo peor del que nos encontramos, es porque tenemos una crisis de liderazgo que hace siglos no vivíamos.
Usted usa una expresión: “finanzas productivas responsables”. ¿Somos tan irresponsables en nuestras finanzas que se puede relacionar con un problema de liderazgo?
Eso tiene que ver mucho con el liderazgo. El auténtico liderazgo, el primordial, el fundamental o humanista, es el liderazgo en el que la principal preocupación es el otro. Cuando uno es un líder humanista, realmente su principal preocupación es que su cliente esté mejor usando tu producto o servicio en términos objetivos.
¿Y eso cómo se debería leer en el sistema financiero, que es tan criticado?
Es un sector extractivo, donde hemos trabajado con las personas, hemos financiado sus proyectos, hemos hecho posible parte de sus sueños; pero al mismo tiempo estamos extrayendo rentas y beneficios de esa actividad, para nosotros, nuestros accionistas. Pero si eso se hace irresponsablemente, estamos empobreciendo a nuestros clientes.
Por ejemplo...
Si a una persona pobre le financias un televisor, le has financiado 1.000 dólares para comprar un TV. Cuando hiciste eso, lo hiciste más pobre, porque no debía nada y ahora sí, porque su activo ya se depreció, vale menos cuando sale del almacén, unos 500 o 400 dólares, entonces si necesitara vender ese TV por una necesidad, pues es más pobre porque vale menos y tiene un crédito que vale más.. Y para sumar, ese TV no le produce nada, sólo gastos, electricidad y pérdida de tiempo. Esas son las finanzas irresponsables.
¿Qué hicieron ustedes en Latinoamérica para cambiar esa realidad?
Con la Fundación BBVA creamos bancos para financiar proyectos que sean productivos y rentables para el productor. Que una vez pagados todos los costos, incluso el financiero, es responsable porque la fuente de repago no es el papá o la esposa, es el negocio que creó. No les hacemos más pobres sino que les ayudamos a crecer.
En el sector empresarial hay una crisis de valores, falta la ética en algunos de ellos. ¿Cuál es la importancia de los valores en el mundo actual?
Por qué entramos en una época en la qué hay una crisis mundial de liderazgo, pregunto yo. Cameron, Trump, Putin... por qué hay crisis. En tu pregunta está la respuesta: estamos entrando en la era del homo instrumentalis, los conocimientos que estamos dando a los jóvenes que ya son empresarios son los que tienen que ver con capacidades y habilidades instrumentales, nada tienen que ver con el saber humanístico que se aprendía antes. Cuando yo estudié vi filosofía, a Heráclito, a Kant, a Hegel, a Parménides, a San Agustín, a Santo Tomás, y también historia. Cuando yo estudiaba todo esto, y eso que yo soy profesional pero de las ciencias exactas, además de entender mitología griega y a Santo Tomás, recibía ética, valores. En las nuevas jornadas educativas eso es opcional, es electiva. En otras, no existe. La más prestigiosa en EE.UU. en este momento es Singularity University y estas personas dicen que cómo enseñar algo que no tiene utilidad inmediata, que para qué. Entonces, a estos jóvenes que van aprendiendo instrumentalmente les estamos hurtando algo que era fundamental antes: los principios y los valores.
¿Y eso es lo que ha pasado en la era tecnológica?
Nos parece normal que Steve Jobs cree una empresa que vale 400.000 millones de dólares y que solo emplea a 20.000 personas. Eso nos parece normal y nos parece que es un héroe. En las escuelas de negocios se les enseña a hacer planes, a que entiendan que es importante ganar dinero, pero mejor si lo haces en un garaje y solo. No. No les enseñamos que está bien ganarse 1.000 millones de dólares pero contratando a 10.000 personas y no solo a 10, pues eso se llama valor compartido y éticamente es más reconfortante. Esta nueva era tiene esos efectos colaterales: estamos perdiendo nuestros principios, estamos perdiendo los valores.
¿Desde el trabajo social cómo se debe perfilar un buen líder?
Debe entender que al estar al mando de otros, tiene un privilegio de servicio. Cuando alguien tiene a alguien a su cargo tiene que entender que tiene un privilegio porque está al servicio real de todos ellos. Tiene que entender que su labor fundamental es que sus colaboradores se desarrollen, que su trabajo y su cliente tenga un mundo mejor. Es el que es capaz de responder esta pregunta: ¿por qué está mejor mi cliente usando mis servicios o productos? Y es capaz de medirlo. Por qué le hago bien. Si no es capaz de responder y solo dice: pero estoy ganando dinero, ese no es un buen líder. Que responda si la gente que trabaja con él ha crecido, y por qué son mejores. Si no es capaz de convencer a los accionistas de porqué seguir de esta manera, que la empresa va a ir mejor y será más productiva, no es un buen líder.
¿Entonces qué tipo de líder es?
De los otros. Un líder colaboracionista. Que está contribuyendo a que el mundo sea menos pobre, desigual y colaborando a una sociedad cada vez más desamparada.
¿Cuál es su modelo de liderazgo?
Podemos hablar del liderazgo atractivo, atribucional, contingente, hay decenas de escuelas de liderazgo. Prácticamente la totalidad son utilitaristas, enseñan al líder cómo funcionar en determinada situación. En conflictos, el qué tienes que hacer. ¿Cómo lo haces? Más democrático? Más persuasivo? Inteligencia emocional? Autorregulación? El cómo te mueves. Si fueran gladiadores en vez de líderes, lo que les enseñas son técnicas de combate. El problema es que no les enseñas cuál es la pelea que tienes que dar. Por qué tienen que luchar. No les enseñas a ser Espartaco, les enseñas a ganar batallas individuales para ellos mismos o para sus accionistas. En ese sentido, Los líderes que realmente han cambiado el mundo, como Buda, Jesús, Martin Luther King, Gandhi, Mandela, son personas que han buscando que el mundo sea mucho mejor. Su interés fundamental siempre fue el otro. Si un empresario no logra eso, no es un buen líder.
¿Qué debería aprender el líder político del empresario y el líder empresarial del político?
El político debería aprender del empresario la obsesión por la métrica, por los resultados. Medir todo lo que hace. Si una cosa no la puedes medir, no la puedes mejorar, y si no la puedes mejorar, se deteriora. Y el mundo empresarial debería aprender del mundo político la preocupación genuina por los demás. Cuando eres un político de verdad, realmente estás trabajando por el bien común, para la mayoría y no para tus amigos o para los que te votaron, estás trabajando para todos. Al servicio del otro.
¿Cómo hay que liderar para combatir la pobreza en América Latina?
Vivimos en un mundo pobre si consideramos que 1.900 millones de personas son pobres, de 7.000 millones que somos. Dos de cada tres personas son pobres. Pero lo peor es la desigualdad. Las 300 personas más ricas del planeta tienen lo mismo que los 3.000 millones de personas más pobres. En América Latina hay 167 millones de pobres y si sigue la tendencia se espera que en seis años el 1 % de la población más rica acumule más riqueza que el 99 % de la población pobre.
Vamos a ampliar la desigualdad...
Así es. Estamos construyendo un mundo incapaz de emplear a sus jóvenes, hay 75 millones de ellos desempleados. En Europa, la mitad de los universitarios es incapaz de conseguir un empleo. Tenemos sistemas económicos que no son capaces de generar desarrollo porque si no es de la mayoría de los ciudadanos, entonces no es desarrollo. Y todo esto tiene que ver con el liderazgo, porque cada grupo social se comporta a espejo de sus guías. Decía el papa Francisco que no se sigue a las ideas sino a las personas y eso es así. Cuando entras a un hotel o a un restaurante, si todo funciona bien y el ambiente es agradable, y tú te sientes cómodo, ten la seguridad de que detrás hay un líder. Si al contrario te sientes mal atendido y la comida sabe mal, no hay un líder detrás. Después de 30 años de experiencia sé que si algo no funciona, busca a los líderes. Si tenemos un mundo que por primera vez les está dejando a nuestros nietos un mundo peor del que nos encontramos, es porque tenemos una crisis de liderazgo que hace siglos no vivíamos.
Usted usa una expresión: “finanzas productivas responsables”. ¿Somos tan irresponsables en nuestras finanzas que se puede relacionar con un problema de liderazgo?
Eso tiene que ver mucho con el liderazgo. El auténtico liderazgo, el primordial, el fundamental o humanista, es el liderazgo en el que la principal preocupación es el otro. Cuando uno es un líder humanista, realmente su principal preocupación es que su cliente esté mejor usando tu producto o servicio en términos objetivos.
¿Y eso cómo se debería leer en el sistema financiero, que es tan criticado?
Es un sector extractivo, donde hemos trabajado con las personas, hemos financiado sus proyectos, hemos hecho posible parte de sus sueños; pero al mismo tiempo estamos extrayendo rentas y beneficios de esa actividad, para nosotros, nuestros accionistas. Pero si eso se hace irresponsablemente, estamos empobreciendo a nuestros clientes.
Por ejemplo...
Si a una persona pobre le financias un televisor, le has financiado 1.000 dólares para comprar un TV. Cuando hiciste eso, lo hiciste más pobre, porque no debía nada y ahora sí, porque su activo ya se depreció, vale menos cuando sale del almacén, unos 500 o 400 dólares, entonces si necesitara vender ese TV por una necesidad, pues es más pobre porque vale menos y tiene un crédito que vale más.. Y para sumar, ese TV no le produce nada, sólo gastos, electricidad y pérdida de tiempo. Esas son las finanzas irresponsables.
¿Qué hicieron ustedes en Latinoamérica para cambiar esa realidad?
Con la Fundación BBVA creamos bancos para financiar proyectos que sean productivos y rentables para el productor. Que una vez pagados todos los costos, incluso el financiero, es responsable porque la fuente de repago no es el papá o la esposa, es el negocio que creó. No les hacemos más pobres sino que les ayudamos a crecer.
En el sector empresarial hay una crisis de valores, falta la ética en algunos de ellos. ¿Cuál es la importancia de los valores en el mundo actual?
Por qué entramos en una época en la qué hay una crisis mundial de liderazgo, pregunto yo. Cameron, Trump, Putin... por qué hay crisis. En tu pregunta está la respuesta: estamos entrando en la era del homo instrumentalis, los conocimientos que estamos dando a los jóvenes que ya son empresarios son los que tienen que ver con capacidades y habilidades instrumentales, nada tienen que ver con el saber humanístico que se aprendía antes. Cuando yo estudié vi filosofía, a Heráclito, a Kant, a Hegel, a Parménides, a San Agustín, a Santo Tomás, y también historia. Cuando yo estudiaba todo esto, y eso que yo soy profesional pero de las ciencias exactas, además de entender mitología griega y a Santo Tomás, recibía ética, valores. En las nuevas jornadas educativas eso es opcional, es electiva. En otras, no existe. La más prestigiosa en EE.UU. en este momento es Singularity University y estas personas dicen que cómo enseñar algo que no tiene utilidad inmediata, que para qué. Entonces, a estos jóvenes que van aprendiendo instrumentalmente les estamos hurtando algo que era fundamental antes: los principios y los valores.
¿Y eso es lo que ha pasado en la era tecnológica?
Nos parece normal que Steve Jobs cree una empresa que vale 400.000 millones de dólares y que solo emplea a 20.000 personas. Eso nos parece normal y nos parece que es un héroe. En las escuelas de negocios se les enseña a hacer planes, a que entiendan que es importante ganar dinero, pero mejor si lo haces en un garaje y solo. No. No les enseñamos que está bien ganarse 1.000 millones de dólares pero contratando a 10.000 personas y no solo a 10, pues eso se llama valor compartido y éticamente es más reconfortante. Esta nueva era tiene esos efectos colaterales: estamos perdiendo nuestros principios, estamos perdiendo los valores.
¿Desde el trabajo social cómo se debe perfilar un buen líder?
Debe entender que al estar al mando de otros, tiene un privilegio de servicio. Cuando alguien tiene a alguien a su cargo tiene que entender que tiene un privilegio porque está al servicio real de todos ellos. Tiene que entender que su labor fundamental es que sus colaboradores se desarrollen, que su trabajo y su cliente tenga un mundo mejor. Es el que es capaz de responder esta pregunta: ¿por qué está mejor mi cliente usando mis servicios o productos? Y es capaz de medirlo. Por qué le hago bien. Si no es capaz de responder y solo dice: pero estoy ganando dinero, ese no es un buen líder. Que responda si la gente que trabaja con él ha crecido, y por qué son mejores. Si no es capaz de convencer a los accionistas de porqué seguir de esta manera, que la empresa va a ir mejor y será más productiva, no es un buen líder.
¿Entonces qué tipo de líder es?
De los otros. Un líder colaboracionista. Que está contribuyendo a que el mundo sea menos pobre, desigual y colaborando a una sociedad cada vez más desamparada.
¿Cuál es su modelo de liderazgo?
Podemos hablar del liderazgo atractivo, atribucional, contingente, hay decenas de escuelas de liderazgo. Prácticamente la totalidad son utilitaristas, enseñan al líder cómo funcionar en determinada situación. En conflictos, el qué tienes que hacer. ¿Cómo lo haces? Más democrático? Más persuasivo? Inteligencia emocional? Autorregulación? El cómo te mueves. Si fueran gladiadores en vez de líderes, lo que les enseñas son técnicas de combate. El problema es que no les enseñas cuál es la pelea que tienes que dar. Por qué tienen que luchar. No les enseñas a ser Espartaco, les enseñas a ganar batallas individuales para ellos mismos o para sus accionistas. En ese sentido, Los líderes que realmente han cambiado el mundo, como Buda, Jesús, Martin Luther King, Gandhi, Mandela, son personas que han buscando que el mundo sea mucho mejor. Su interés fundamental siempre fue el otro. Si un empresario no logra eso, no es un buen líder.
¿Qué debería aprender el líder político del empresario y el líder empresarial del político?
El político debería aprender del empresario la obsesión por la métrica, por los resultados. Medir todo lo que hace. Si una cosa no la puedes medir, no la puedes mejorar, y si no la puedes mejorar, se deteriora. Y el mundo empresarial debería aprender del mundo político la preocupación genuina por los demás. Cuando eres un político de verdad, realmente estás trabajando por el bien común, para la mayoría y no para tus amigos o para los que te votaron, estás trabajando para todos. Al servicio del otro.