Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Si definiéramos el año económico en palabras, términos como incertidumbre y desaceleración estarían en esa lista. Pero aparecerían por debajo de asuntos como inflación y tasas de interés, sin duda.
Este ha sido un año retador en materia económica: comenzó con amenazas de recesiones globales (con la especulación de un capítulo colombiano de este fenómeno) y se fue decantando por una desaceleración que, al menos hasta el tercer trimestre, parecía más organizada de lo que se había anticipado originalmente.
Los datos del PIB del tercer trimestre, sin embargo, echaron por la borda varias proyecciones y análisis, y trajeron de vuelta al espectro (más el político que el económico) la palabra recesión.
Y en medio de estos movimientos, o más bien a través de ellos, la presencia constante ha sido la inflación, que continúa siendo una de las fuerzas primordiales en el horizonte de la economía nacional.
Le puede interesar: Los retos que tendrá el Gobierno para cumplir la regla fiscal en 2024
El Índice de Precios del Consumidor (IPC) tocó un techo histórico para marzo de este año, cuando cerró el mes en 13,34 %, con un preocupante aumento en rubros fundamentales, como los alimentos.
A la par con la inflación, la otra fuerza que ha sido determinante en el comportamiento económico en Colombia han sido las tasas de interés, el principal elemento para contrarrestar la trepada del IPC.
Detrás de las tasas de interés se encuentra el Banco de la República y su junta directiva, órgano que decide en ocho ocasiones al año qué hace con este indicador, que, en palabras simples, gobierna el costo del dinero.
La junta, a su vez, ha estado en la mira de las declaraciones de un Gobierno que, como tantos otros, resiente la subida (también histórica) de las tasas. En medio de presiones públicas (vía fuertes palabras desde el poder Ejecutivo y declaraciones de gremios empresariales), la junta ha mantenido, en cinco ocasiones, la cumbre a la que llegaron las tasas (13,25 %, en abril de este año).
Estas no son decisiones fáciles, no están exentas de debate o críticas. Una subida de tasas de interés tiene la intención teórica de hacer un poco más escaso el dinero y de encarecer los créditos. Y estos dos elementos tienen, a su vez, la posibilidad de influir en las decisiones de consumo de las personas: si el crédito se encarece, mejor no endeudarse para comprar esa moto, carro o casa.
También: Tensiones entre el Gobierno y el Banco de la República: ¿cómo leerlas?
El punto acá es que los incrementos en las tasas pueden terminar por desacelerar demasiado una economía: sí, se trata de quitarle oxígeno a la demanda, pero no tanto como para impactar duramente al consumo y, con ello, a todo el andamiaje.
Es un fino balance que no deja de ser imperfecto, claro. Y esas imperfecciones generan opiniones encontradas.
Pero el rol del banco (el mandato constitucional que tiene la junta, de cierta forma) es tomar determinaciones más allá del clima político. “Mientras que el banco quiere desincentivar el consumo a través del incremento de las tasas de interés, y con esto contrarrestar la inflación, el Gobierno está preocupado porque la ciudadanía percibe un incremento en su costo de vida, lo cual recibe como algo negativo atribuible al Gobierno. Por eso se genera esa fricción. Lo bueno es que Colombia tiene un sistema de pesos y contrapesos, político y económico, robusto, con fallas, pero existente. Y los pedidos del Gobierno dan cuenta de la independencia del banco: no es una institución que se ajuste a la política económica del Gobierno”, opina Brandon Espinel, profesor de la U. del Rosario y miembro de la Red de Trabajo Fiscal.
Por su parte, Marc Hofstetter, profesor de la U. de los Andes y columnista de este diario, explica: “En la fase de aumentos muchos criticaron al banco con el argumento de que no la habían subido (la tasa de interés) suficientemente rápido y que por eso teníamos más inflación que en otros lados. Ahora lo critican por no haberla bajado y le echan la culpa del enfriamiento”.
Y añade: “Sobre lo primero, Colombia no lo hizo muy diferente a Chile y Brasil, si se tiene en cuenta que los tiempos del acelerón inflacionario fueron diferentes -más tardíos en Colombia-. Y sobre lo segundo, las reducciones en tasas de Brasil y Chile, que muchos usan como ejemplo para decir que Colombia debía haber hecho eso ya, ocurrieron con tasas de inflación en niveles de un dígito y ya cercanas a la meta. Colombia no está ahí. En diciembre, si los datos de inflación ayudan, podría haber la primera bajada de tasas, pero cabe anotar que en todo caso sería con niveles de inflación mucho mayores a los que tenían Brasil y Chile, cuando empezaron a bajar”.
En una entrevista reciente con este diario, el gerente del Banco de la República, Leonardo Villar, concluyó diciendo lo siguiente: “El Gobierno ha expresado, a través del ministro de Hacienda, una preocupación absolutamente legítima. Me atrevo a decir que en la junta directiva del Banco de la República hay plena conciencia sobre los beneficios que tendría contar con unas tasas de interés más bajas en la economía colombiana, cara a cara, que las que hoy estamos observando”.
💰📈💱 ¿Ya te enteraste de las últimas noticias económicas? Te invitamos a verlas en El Espectador.