¿El cambio en la canasta familiar afectará la inflación?
La inflación de alimentos dentro del hogar pesará tres veces más entre los pobres frente a los ricos, “va a ser una foto menos borrosa de la realidad socioeconómica y la relación con la inflación”, explicó Juan Daniel Oviedo.
Jorge Sáenz V /@jorges_v.
El patrón de consumo de los colombianos quedó al descubierto con la conformación de la nueva canasta familiar que permitirá medir la inflación en forma más precisa. Por lo menos 82.700 hogares en 38 municipios del país permitieron determinar cómo estaban asignando los colombianos el presupuesto mensual de gastos en función de más de 1.100 productos y bienes, y su ponderación (peso o relevancia) dentro de la nueva cesta básica. Este comportamiento permitirá ver lo que sucede con la inflación, pasando de nueve grupos de gastos a doce.
La primera aproximación se conocerá el 5 de febrero de este año, cuando se revele la inflación del primer mes de 2019. El país ha experimentado cambios estructurales en la composición de los hogares, aumento de la clase media y una reducción en la incidencia de la pobreza, explicó el director del DANE, Juan Daniel Oviedo. Estos aspectos deben ser considerados en el nuevo cálculo del Índice de Precios al Consumidor (IPC) que mide la inflación. (De contexto: Con 'corrientazo' y mascotas, así es la nueva canasta familiar en Colombia).
La “modernización” de la canasta familiar, que considera 441 artículos, permitirá la inclusión de los hogares unipersonales. La Encuesta Nacional de Presupuesto de los Hogares (ENPH) muestra que al menos el 14 % de los hogares son unipersonales. En el nuevo comportamiento de los gastos de los colombianos se destaca el tema de la vivienda, después de los alimentos. El tema de vivienda es importante, porque dentro de las clasificaciones de los bienes y servicios que conforman parte de la canasta familiar Colombia es un país atípico en el gasto de vivienda, señaló Oviedo. “El arriendo es una variable muy influyente dentro del presupuesto de los colombianos”, explicó el director del DANE. En el grupo de vivienda se incluye alojamiento, agua, electricidad, gas y otros combustibles.
La gente piensa que cuando el DANE saca una nueva canasta familiar y una nueva medición del IPC les va a afectar el presupuesto o el bolsillo, dice el director del DANE. Eso no es cierto, lo que significa es una medida mucho más precisa de la inflación que implica la salida de 71 bienes y servicios, y la entrada de 84. Actualizar la canasta familiar es “una obligación estadística que se realiza cada vez que se hace una encuesta de ingresos y gastos de los hogares”, sostiene el funcionario.
Para el director del DANE es claro que “la nueva canasta va a afectar la medición de la inflación”. Una primera afectación será a través de la pertinencia, que es un seguimiento a la evolución de precios que ya no se estaban utilizando, como la impresión de fotos y el arreglo de electrodomésticos, que son servicios que afectaban la inflación sin ser protagonistas dentro de la actividad de los colombianos.
Grandes cambios
Todo ha evolucionado en la canasta familiar, hasta los grupos de población para los cuales se produce el IPC. Entre 1954 y 1978 el IPC definía el gasto para los obreros y los empleados. A partir de 1979 y hasta 1998, la cesta básica se estableció para medir la inflación de los hogares de ingresos bajos y medios. A partir de 1998 y hasta 2018 se incluyó a los estratos altos. Desde este año, 2019, se incluyen pobres, vulnerables y clases media y alta.
Con la nueva canasta aparece la inflación para los pobres, para la población vulnerable, para las clases media y alta. Los organismos multilaterales definieron esa clasificación poblacional con base en los dólares per cápita en paridad de poder adquisitivo que tenga una persona al día. Alguien que devengue hasta US$4 diarios está clasificada como pobre, si gana entre US$4 y US$10 es una persona vulnerable, si obtiene un ingreso entre US$10 y US$50 en paridad de poder adquisitivo es de clase media y si gana más de US$50 es de clase alta.
“Esta nueva medición de la inflación nos va a permitir tener una medida más fina de la pobreza”, destacó Juan Daniel Oviedo.
Peso de alimentos y tarifas eléctricas en la canasta
Los alimentos dentro del hogar estaban pesando en la canasta familiar un 20,1 % y en adelante será de 15,1 %, que teniendo en cuenta las clases sociales va a tener una foto más precisa en cuanto a gastos. Para los pobres, los alimentos pesarán en la canasta familiar 23,9 %; para los vulnerables, 22,1%; en la clase media será de 15,8%, y en alta de 8,2%. La inflación de alimentos en el hogar pesará tres veces más entre los pobres frente a los ricos, “va a ser una foto menos borrosa de la realidad socioeconómica y la relación con la inflación”, indicó Oviedo.
Sobre la ponderación de las tarifas eléctricas en la canasta, la nueva medición indica que en el IPC de 2018 va a quedar pesando 2,95 % y en el de 2008 era de 2,86 %.
En consideración a la nueva estructura poblacional, la ponderación de esas tarifas es de 3,58 % para las familias pobres, 3,51 % para los vulnerables, 3,12 % para la clase media y de 2,12 % para los ricos. Esto muestra que el esquema de subsidios para servicios públicos requiere mecanismos de redistribución muchos más fuertes.
Oviedo recordó que a los clientes residenciales en estratos 1, 2 y 3 se aplica un porcentaje de subsidio sobre el consumo de subsistencia, que es de 173 kwh (kilovatios/hora) para alturas inferiores a 1.000 metros sobre el nivel del mar, y de 130 kwh para alturas superiores como Bogotá, y después de esta cantidad los kwh se facturan con tarifa plena.
Los porcentajes de subsidios son: estrato 1, 50 %; estrato 2, 40 %, y estrato 3, 15 %. El estrato 4 no tiene subsidio y a los 5 y 6 se les factura una contribución del 20 % sobre el consumo facturado. Esa ponderación era de 3,27 % para la clase baja, de 2,87 % para la media y de 1,92 % para los ricos. “La foto que nos dan esos ponderadores van a ser más importantes para orientar una política pública, porque pobres y vulnerables están teniendo una incidencia más alta de la tarifa de energía eléctrica de lo que se está pensando en el IPC de 2008”, destacó el director del DANE.
En el IPC de 2008, los combustibles para vehículos tenían un peso o ponderación de 2,91 % y a partir de este año será igual. Sin embargo, cuando se pondera en ingresos bajos, era de 1,63 %, en medios de 3,22% y entre los ricos de 4,59 %.
Con la nueva medición de la canasta familiar, a los pobres les pesa 1,23 %, a los vulnerables 2,18 %, a la clase media 2,97 % y a los ricos 3,39 %. “Si bien la participación sigue siendo la misma (2,91 %), la distribución es mucho más fina con un menor impacto”, explicó Oviedo al considerar que la clase alta está teniendo una participación más pequeña de lo que se creía sobre el gasto de combustible dentro de su presupuesto.
El tema del consumo de gaseosas es particular. En el IPC de 2008 se medía como gaseosa sin importar su consumo fuera o dentro del hogar y estaban pesando 0,82 %. Ahora, con la nueva medición de consumo de gaseosas dentro y fuera del hogar, se tiene que este alimento, dentro del hogar, pesa 0,44 % y por fuera, 0,32 %. Ahora pasa de 0,71 % para los pobres a 0,15 % para los ricos, mientras que para los vulnerables les pesa 0,76 %, y a la clase media la ponderación es de 0,47 %.
El consumo de bebidas dulces dentro del hogar tiene una incidencia en la canasta familiar de los pobres de 0,46 %, para los vulnerables de 0,49 %, la clase media de 0,35 % y para los ricos de 0,15 %. “Gracias a esta desagregación nosotros vamos a empezar a ver cuál es el comportamiento de las bebidas azucaradas y cuál es el rol de esa discusión de mediano plazo del impuesto a este tipo de bebidas”, resaltó Juan Daniel Oviedo.
La canasta y el salario mínimo
Sobre la eterna discusión de los sindicalistas y analistas económicos sobre si el salario mínimo alcanza para adquirir los productos de la canasta familiar, el director del DANE explicó que cuando se tiene en cuenta a los hogares unipersonales que ganan hasta un salario mínimo de 2017, que era de $737.717, gastaban en promedio $711.578. Cuando se tienen en cuenta los hogares de más de una persona estaban gastando $1’438.000 y el punto recurrente es tener dos generadores de ingresos, con lo cual se garantiza que estaban cubiertos para definir el promedio de gastos de esos hogares.
En Colombia ya no es válido decir que la canasta básica vale X. “Nosotros lo que tenemos es un menú de 443 bienes representativos dentro del gasto de los colombianos, y no estamos diciendo que esos bienes son el mercado básico de los colombianos, porque hay bienes indivisibles y otros que son divisibles”, explicó Oviedo. Recordó que en el pasado el mismo DANE decía que la canasta básica valía X, porque solo se tenían 100 bienes y la mayoría no estaban asociados con los bienes asociados con bienes no transables.
El patrón de consumo de los colombianos quedó al descubierto con la conformación de la nueva canasta familiar que permitirá medir la inflación en forma más precisa. Por lo menos 82.700 hogares en 38 municipios del país permitieron determinar cómo estaban asignando los colombianos el presupuesto mensual de gastos en función de más de 1.100 productos y bienes, y su ponderación (peso o relevancia) dentro de la nueva cesta básica. Este comportamiento permitirá ver lo que sucede con la inflación, pasando de nueve grupos de gastos a doce.
La primera aproximación se conocerá el 5 de febrero de este año, cuando se revele la inflación del primer mes de 2019. El país ha experimentado cambios estructurales en la composición de los hogares, aumento de la clase media y una reducción en la incidencia de la pobreza, explicó el director del DANE, Juan Daniel Oviedo. Estos aspectos deben ser considerados en el nuevo cálculo del Índice de Precios al Consumidor (IPC) que mide la inflación. (De contexto: Con 'corrientazo' y mascotas, así es la nueva canasta familiar en Colombia).
La “modernización” de la canasta familiar, que considera 441 artículos, permitirá la inclusión de los hogares unipersonales. La Encuesta Nacional de Presupuesto de los Hogares (ENPH) muestra que al menos el 14 % de los hogares son unipersonales. En el nuevo comportamiento de los gastos de los colombianos se destaca el tema de la vivienda, después de los alimentos. El tema de vivienda es importante, porque dentro de las clasificaciones de los bienes y servicios que conforman parte de la canasta familiar Colombia es un país atípico en el gasto de vivienda, señaló Oviedo. “El arriendo es una variable muy influyente dentro del presupuesto de los colombianos”, explicó el director del DANE. En el grupo de vivienda se incluye alojamiento, agua, electricidad, gas y otros combustibles.
La gente piensa que cuando el DANE saca una nueva canasta familiar y una nueva medición del IPC les va a afectar el presupuesto o el bolsillo, dice el director del DANE. Eso no es cierto, lo que significa es una medida mucho más precisa de la inflación que implica la salida de 71 bienes y servicios, y la entrada de 84. Actualizar la canasta familiar es “una obligación estadística que se realiza cada vez que se hace una encuesta de ingresos y gastos de los hogares”, sostiene el funcionario.
Para el director del DANE es claro que “la nueva canasta va a afectar la medición de la inflación”. Una primera afectación será a través de la pertinencia, que es un seguimiento a la evolución de precios que ya no se estaban utilizando, como la impresión de fotos y el arreglo de electrodomésticos, que son servicios que afectaban la inflación sin ser protagonistas dentro de la actividad de los colombianos.
Grandes cambios
Todo ha evolucionado en la canasta familiar, hasta los grupos de población para los cuales se produce el IPC. Entre 1954 y 1978 el IPC definía el gasto para los obreros y los empleados. A partir de 1979 y hasta 1998, la cesta básica se estableció para medir la inflación de los hogares de ingresos bajos y medios. A partir de 1998 y hasta 2018 se incluyó a los estratos altos. Desde este año, 2019, se incluyen pobres, vulnerables y clases media y alta.
Con la nueva canasta aparece la inflación para los pobres, para la población vulnerable, para las clases media y alta. Los organismos multilaterales definieron esa clasificación poblacional con base en los dólares per cápita en paridad de poder adquisitivo que tenga una persona al día. Alguien que devengue hasta US$4 diarios está clasificada como pobre, si gana entre US$4 y US$10 es una persona vulnerable, si obtiene un ingreso entre US$10 y US$50 en paridad de poder adquisitivo es de clase media y si gana más de US$50 es de clase alta.
“Esta nueva medición de la inflación nos va a permitir tener una medida más fina de la pobreza”, destacó Juan Daniel Oviedo.
Peso de alimentos y tarifas eléctricas en la canasta
Los alimentos dentro del hogar estaban pesando en la canasta familiar un 20,1 % y en adelante será de 15,1 %, que teniendo en cuenta las clases sociales va a tener una foto más precisa en cuanto a gastos. Para los pobres, los alimentos pesarán en la canasta familiar 23,9 %; para los vulnerables, 22,1%; en la clase media será de 15,8%, y en alta de 8,2%. La inflación de alimentos en el hogar pesará tres veces más entre los pobres frente a los ricos, “va a ser una foto menos borrosa de la realidad socioeconómica y la relación con la inflación”, indicó Oviedo.
Sobre la ponderación de las tarifas eléctricas en la canasta, la nueva medición indica que en el IPC de 2018 va a quedar pesando 2,95 % y en el de 2008 era de 2,86 %.
En consideración a la nueva estructura poblacional, la ponderación de esas tarifas es de 3,58 % para las familias pobres, 3,51 % para los vulnerables, 3,12 % para la clase media y de 2,12 % para los ricos. Esto muestra que el esquema de subsidios para servicios públicos requiere mecanismos de redistribución muchos más fuertes.
Oviedo recordó que a los clientes residenciales en estratos 1, 2 y 3 se aplica un porcentaje de subsidio sobre el consumo de subsistencia, que es de 173 kwh (kilovatios/hora) para alturas inferiores a 1.000 metros sobre el nivel del mar, y de 130 kwh para alturas superiores como Bogotá, y después de esta cantidad los kwh se facturan con tarifa plena.
Los porcentajes de subsidios son: estrato 1, 50 %; estrato 2, 40 %, y estrato 3, 15 %. El estrato 4 no tiene subsidio y a los 5 y 6 se les factura una contribución del 20 % sobre el consumo facturado. Esa ponderación era de 3,27 % para la clase baja, de 2,87 % para la media y de 1,92 % para los ricos. “La foto que nos dan esos ponderadores van a ser más importantes para orientar una política pública, porque pobres y vulnerables están teniendo una incidencia más alta de la tarifa de energía eléctrica de lo que se está pensando en el IPC de 2008”, destacó el director del DANE.
En el IPC de 2008, los combustibles para vehículos tenían un peso o ponderación de 2,91 % y a partir de este año será igual. Sin embargo, cuando se pondera en ingresos bajos, era de 1,63 %, en medios de 3,22% y entre los ricos de 4,59 %.
Con la nueva medición de la canasta familiar, a los pobres les pesa 1,23 %, a los vulnerables 2,18 %, a la clase media 2,97 % y a los ricos 3,39 %. “Si bien la participación sigue siendo la misma (2,91 %), la distribución es mucho más fina con un menor impacto”, explicó Oviedo al considerar que la clase alta está teniendo una participación más pequeña de lo que se creía sobre el gasto de combustible dentro de su presupuesto.
El tema del consumo de gaseosas es particular. En el IPC de 2008 se medía como gaseosa sin importar su consumo fuera o dentro del hogar y estaban pesando 0,82 %. Ahora, con la nueva medición de consumo de gaseosas dentro y fuera del hogar, se tiene que este alimento, dentro del hogar, pesa 0,44 % y por fuera, 0,32 %. Ahora pasa de 0,71 % para los pobres a 0,15 % para los ricos, mientras que para los vulnerables les pesa 0,76 %, y a la clase media la ponderación es de 0,47 %.
El consumo de bebidas dulces dentro del hogar tiene una incidencia en la canasta familiar de los pobres de 0,46 %, para los vulnerables de 0,49 %, la clase media de 0,35 % y para los ricos de 0,15 %. “Gracias a esta desagregación nosotros vamos a empezar a ver cuál es el comportamiento de las bebidas azucaradas y cuál es el rol de esa discusión de mediano plazo del impuesto a este tipo de bebidas”, resaltó Juan Daniel Oviedo.
La canasta y el salario mínimo
Sobre la eterna discusión de los sindicalistas y analistas económicos sobre si el salario mínimo alcanza para adquirir los productos de la canasta familiar, el director del DANE explicó que cuando se tiene en cuenta a los hogares unipersonales que ganan hasta un salario mínimo de 2017, que era de $737.717, gastaban en promedio $711.578. Cuando se tienen en cuenta los hogares de más de una persona estaban gastando $1’438.000 y el punto recurrente es tener dos generadores de ingresos, con lo cual se garantiza que estaban cubiertos para definir el promedio de gastos de esos hogares.
En Colombia ya no es válido decir que la canasta básica vale X. “Nosotros lo que tenemos es un menú de 443 bienes representativos dentro del gasto de los colombianos, y no estamos diciendo que esos bienes son el mercado básico de los colombianos, porque hay bienes indivisibles y otros que son divisibles”, explicó Oviedo. Recordó que en el pasado el mismo DANE decía que la canasta básica valía X, porque solo se tenían 100 bienes y la mayoría no estaban asociados con los bienes asociados con bienes no transables.