El Dorado tendrá el mismo sistema del aeropuerto de Dubái
La Aeronáutica Civil pondrá en funcionamiento el 15 de enero el nuevo centro de control, cuyos equipos evitarán cualquier tipo de incidente, según la entidad.
Juan Miguel Hernández Bonilla
La semana que acaba de pasar fue crítica para la aviación colombiana. El sábado 17 de diciembre, en las horas de la mañana, los radares del centro de control del aeropuerto El Dorado se apagaron misteriosamente durante media hora. Al mismo tiempo, y por más de diez minutos, el sistema de radiofrecuencia encargado de la comunicación directa entre los controladores aéreos y los pilotos también se desconectó.
Dos días después, en la madrugada del lunes, los sistemas de radar volvieron a fallar. En esta ocasión, el problema se extendió por más de una hora y obligó a reducir los aterrizajes y los despegues del principal aeropuerto del país en más de 60 %. El sindicato de controladores, en cabeza de Daniel Rangel, decidió hacer pública la situación, por considerar que las reiteradas fallas en el sistema ponían en riesgo la seguridad de tripulantes y pasajeros, y lanzó una hipótesis escalofriante: “Es probable que los daños respondan a sabotajes. Creemos que hay intenciones oscuras de producir algún impacto negativo dentro de la Aeronáutica Civil. Es imposible que unos equipos fallen tan seguido, ¿por qué no se dañan en Barranquilla, en Medellín o en Cali? Algo raro está pasando”, denunció Rangel.
El hecho generó la reacción inmediata de la Aerocivil. Alfredo Bocanegra, director de la entidad, reiteró que los incidentes no comprometían la seguridad de los vuelos y aseguró que la Fiscalía ya había tomado las riendas de la investigación.
Sin embargo, cuando parecía que todo volvía a la normalidad, ocurrió una tragedia que, aunque nada tenía que ver con El Dorado, volvió a poner la lupa sobre la seguridad aérea del país. En la tarde del martes, un avión de carga de Aerosucre se accidentó a diez millas del aeropuerto de Puerto Carreño, Vichada. Hubo cinco muertos, un herido y un aire de indignación, desconfianza e incertidumbre entre los colombianos.
A raíz de esta serie de infortunios, la Aerocivil decidió abrir las puertas del nuevo centro de control que, según Bocanegra, entrará en funcionamiento el 15 de enero de 2017 y evitará que este tipo de incidentes se repitan. El Espectador visitó sus instalaciones.
“El nuevo centro va a tener 17 posiciones dobles, siete más que el anterior, opera con el mismo sistema del megaaeropuerto de Dubái y tiene los respaldos y garantías para que nunca se pierda la comunicación entre pilotos y controladores”, aseguró Germán Palacios, gerente aeroportuario y encargado de manejar todos los sistemas de control de la Aerocivil.
A primera vista, parece que Palacios tiene razón. A diferencia del actual centro de control, el nuevo tiene dos sistemas de redundancia y uno de emergencia. “Todas las frecuencias están diseñadas para que el controlador pueda hablar con el piloto, con la torre de control y con los otros aeropuertos. Cuando los dos sistemas de redundancia que tenemos fallen, los controladores podrán usar uno especial, con baterías y antenas propias. Esto nos garantiza que nunca más vamos a perder la comunicación con los aviones”, añadió Palacios.
Por su parte, Manuel Álvarez, jefe de controladores del regional de Cundinamarca, sostuvo que los nuevos equipos van a favorecer y a facilitar el trabajo de los 240 controladores que operan en la torre y en el centro de control. “Desde que el avión prende los motores hasta que aterriza, siempre está vigilado por nosotros. Por eso, esta inversión en tecnología de punta es tan importante”.
Además del nuevo centro de control, el recorrido incluyó la visita a la torre Muisca, a la unidad de gestión y afluencia de tráfico y al centro nacional de pronóstico meteorológico, encargado de medir la velocidad del viento, la temperatura, enviar los reportes climáticos a los controladores y así evitar cualquier emergencia.
Ahora solo queda esperar a que arranque el traslado hacía el nuevo centro de control y confiar en que los más de cinco millones de pasajeros que se espera viajarán en esta temporada lleguen a sus destinos sin ningún contratiempo.
La semana que acaba de pasar fue crítica para la aviación colombiana. El sábado 17 de diciembre, en las horas de la mañana, los radares del centro de control del aeropuerto El Dorado se apagaron misteriosamente durante media hora. Al mismo tiempo, y por más de diez minutos, el sistema de radiofrecuencia encargado de la comunicación directa entre los controladores aéreos y los pilotos también se desconectó.
Dos días después, en la madrugada del lunes, los sistemas de radar volvieron a fallar. En esta ocasión, el problema se extendió por más de una hora y obligó a reducir los aterrizajes y los despegues del principal aeropuerto del país en más de 60 %. El sindicato de controladores, en cabeza de Daniel Rangel, decidió hacer pública la situación, por considerar que las reiteradas fallas en el sistema ponían en riesgo la seguridad de tripulantes y pasajeros, y lanzó una hipótesis escalofriante: “Es probable que los daños respondan a sabotajes. Creemos que hay intenciones oscuras de producir algún impacto negativo dentro de la Aeronáutica Civil. Es imposible que unos equipos fallen tan seguido, ¿por qué no se dañan en Barranquilla, en Medellín o en Cali? Algo raro está pasando”, denunció Rangel.
El hecho generó la reacción inmediata de la Aerocivil. Alfredo Bocanegra, director de la entidad, reiteró que los incidentes no comprometían la seguridad de los vuelos y aseguró que la Fiscalía ya había tomado las riendas de la investigación.
Sin embargo, cuando parecía que todo volvía a la normalidad, ocurrió una tragedia que, aunque nada tenía que ver con El Dorado, volvió a poner la lupa sobre la seguridad aérea del país. En la tarde del martes, un avión de carga de Aerosucre se accidentó a diez millas del aeropuerto de Puerto Carreño, Vichada. Hubo cinco muertos, un herido y un aire de indignación, desconfianza e incertidumbre entre los colombianos.
A raíz de esta serie de infortunios, la Aerocivil decidió abrir las puertas del nuevo centro de control que, según Bocanegra, entrará en funcionamiento el 15 de enero de 2017 y evitará que este tipo de incidentes se repitan. El Espectador visitó sus instalaciones.
“El nuevo centro va a tener 17 posiciones dobles, siete más que el anterior, opera con el mismo sistema del megaaeropuerto de Dubái y tiene los respaldos y garantías para que nunca se pierda la comunicación entre pilotos y controladores”, aseguró Germán Palacios, gerente aeroportuario y encargado de manejar todos los sistemas de control de la Aerocivil.
A primera vista, parece que Palacios tiene razón. A diferencia del actual centro de control, el nuevo tiene dos sistemas de redundancia y uno de emergencia. “Todas las frecuencias están diseñadas para que el controlador pueda hablar con el piloto, con la torre de control y con los otros aeropuertos. Cuando los dos sistemas de redundancia que tenemos fallen, los controladores podrán usar uno especial, con baterías y antenas propias. Esto nos garantiza que nunca más vamos a perder la comunicación con los aviones”, añadió Palacios.
Por su parte, Manuel Álvarez, jefe de controladores del regional de Cundinamarca, sostuvo que los nuevos equipos van a favorecer y a facilitar el trabajo de los 240 controladores que operan en la torre y en el centro de control. “Desde que el avión prende los motores hasta que aterriza, siempre está vigilado por nosotros. Por eso, esta inversión en tecnología de punta es tan importante”.
Además del nuevo centro de control, el recorrido incluyó la visita a la torre Muisca, a la unidad de gestión y afluencia de tráfico y al centro nacional de pronóstico meteorológico, encargado de medir la velocidad del viento, la temperatura, enviar los reportes climáticos a los controladores y así evitar cualquier emergencia.
Ahora solo queda esperar a que arranque el traslado hacía el nuevo centro de control y confiar en que los más de cinco millones de pasajeros que se espera viajarán en esta temporada lleguen a sus destinos sin ningún contratiempo.