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Hablar de ética empresarial bien podría ser un desafío en un momento en el que la corrupción política y empresarial, en Colombia y Latinoamérica, pareciera no tener remedio. Es en esos escenarios que Emmanuel Lulin, vicepresidente mundial de ética de L’Oréal, podría tener respuestas: “Tanto a nivel interno como externo, la tolerancia con la corrupción debe ser cero. En los países en que operamos, incluso en los que hay altos niveles de corrupción, hemos preferido perder oportunidades de negocio porque no quisimos entrar en esa área y preferimos comportarnos de la forma correcta”.
La oficina de ética de L’Oréal, desde 2007, ha sido el laboratorio de prueba que hoy le permite a Lulin hablar sobre el tema. Las capacitaciones y programas de la compañía, para crear una cultura de la ética, han puesto en cuestión el poder desmedido de las jerarquías corporativas que no sólo nublan el comportamiento de los empresarios, sino que detienen la sostenibilidad empresarial.
Lulin dice que si alguien quiere medir la cultura de ética de una empresa, debe empezar por una pregunta: “¿Se siente libre de hablar sin temor a posibles represalias? Porque cuando uno puede hablar, la probabilidad de cometer errores es menor. No se trata solamente de denunciar algo, sino de tomar mejores decisiones. Hemos desarrollado programas internos para animar a las personas en cualquier nivel de la organización, en cualquier país del mundo, a expresarse. Pero cuando hablamos de animar a las personas a que se expresen, también aparece el otro lado la moneda: la escucha activa”.
Pues de nada sirve hablar si lo que se dice queda en el aire, o se convierte en un arma de doble filo. “¿Qué es escuchar de forma activa? Significa que cuando alguien tiene un problema, lo tomamos en serio, lo investigamos, de forma que podamos tomar acciones correctivas”. Y eso lleva a otra parte del engranaje ético: la percepción de la justicia. Si los empleados y los ciudadanos sienten que hay un buen sistema de justicia, pierden el miedo a manifestarse. Según el empresario, por eso las compañías deben “responder de forma rápida, consistente y justa cuando existe un problema”.
Aclarar expectativas, compartir información y garantizar el comportamiento ejemplar de los líderes son otros de los factores que contribuyen a la construcción de la confianza empresarial. “La confianza es como la moneda de la ética. Aunque acostumbramos a medir el desempeño según los resultados financieros, esto ya no es tan cierto, porque para que una organización tenga buen rendimiento necesita la confianza de los clientes y de los proveedores. La confianza es una medida adicional del éxito a futuro de una organización”.
Aunque el principio universal de los derechos humanos parece indiscutible, L’Oréal difundió una política de derechos humanos que, según el vicepresidente, “logra traducir ese principio fundamental en el que creemos, de forma que estos sean de fácil lectura a nivel interno en nuestras actividades”. ¿Cómo opera ese texto en la realidad empresarial? “Por ejemplo, estamos convencidos de lo absurdo del trabajo infantil. Auditamos a nuestros proveedores en todo el mundo y hacemos seguimiento de su compromiso contra esto. No podemos cambiar el mundo, pero sí podemos cambiar lo que se encuentra en nuestra área de influencia”.
Lublin sostiene que hoy también entran al debate ético empresarial temas de big data: “Si uno recoge datos sobre la salud de sus pacientes, el tipo de piel de los consumidores, una empresa financiera o una empresa de seguros pueden estar muy interesadas en esa información. Porque puede conectar información de diferentes tipos: telecomunicaciones, ADN, con asuntos financieros. El poder de interconexión de estos tipos de datos es tan impresionante que debemos tener mucho cuidado en hacer cosas que puedan afectar a otros. Esta es una de las áreas más difíciles que las empresas están enfrentando hoy”.
Las compañías de la industria cosmética enfrentan temas éticos en asuntos como derechos de los animales, discriminación, género y cuidado de la salud. Estos dilemas les exigen a empresas como L’Oréal abanderar temas relacionados con ellos: “Por ejemplo, el debate con respecto a las modelos demasiado delgadas, a muchos países no les importa desde el punto de vista legal o no legislaron sobre ello. Entonces cuando uno es una de las empresas de publicidad más grandes del mundo, necesita desarrollar conciencia acerca de este tema y asegurarse de que sus comerciales presenten una imagen de mujeres que no tienen ese riesgo”.
Loreal es, sin duda una compañía que le habla a mujeres. En ese sentido, aparece la pregunta por la equidad de género corporativa. “En cuanto a L’Oréal es justo decir que tenemos un número igual o mayor en posiciones de mujeres en cargos administrativos con un alto nivel de responsabilidad: gerentes de fábricas, en juntas directivas. Estamos orgullosos de ser una empresa que es muy viable y funciona muy bien y que. Y no existe ningún problema en ese sentido entonces. Esa sinceridad es medible”.