Fidel Arévalo, productor de mango de Ciénaga.
Foto: Cortesía
A orillas del mar Caribe, Fidel Arévalo jugaba fútbol en su juventud. Entre el lugar de las prácticas y su casa había una cuadra que conducía una producción de mango “y ese transcurrir de ir todas las tardes a hacer ejercicio me enamoré y fui dedicándome a esa fruta”, recuerda.
A él no le cabe duda de lo llamativa que es esta fruta, que tiene un peso de 80 a 250 gramos, una fragancia que se traslada hasta 15 metros de donde se encuentre y su sabor dulce es tan atractivo que cualquier niño podría comerlo en reemplazo de un caramelo procesado.
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