El futuro es ahora: agricultura orgánica y sostenible hecha en Colombia
Le contamos sobre la apuesta por la agricultura tropical. Es novedosa y beneficiosa porque ahorra los costos de insumos, aprovecha residuos y no es contaminante para los suelos.
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A orillas del mar Caribe, Fidel Arévalo jugaba fútbol en su juventud. Entre el lugar de las prácticas y su casa había una cuadra que conducía una producción de mango “y ese transcurrir de ir todas las tardes a hacer ejercicio me enamoré y fui dedicándome a esa fruta”, recuerda.
A él no le cabe duda de lo llamativa que es esta fruta, que tiene un peso de 80 a 250 gramos, una fragancia que se traslada hasta 15 metros de donde se encuentre y su sabor dulce es tan atractivo que cualquier niño podría comerlo en reemplazo de un caramelo procesado.
Todo esto fue lo que despertó en Arévalo las ganas de dedicarse al mango de azúcar y hacer de este su proyecto de vida. De sus 52 años lleva 32 pendientes de estos cultivos en el municipio de Ciénaga, Magdalena, a pocos kilómetros de Santa Marta.
La apuesta por un camino retador
Primero trabajó como empleado, así aprendió a recolectar y sembrar, luego fue comercializador del producto. Con el dinero de su trabajo y los créditos del banco iba comprando, poco a poco, hectáreas de tierra. Al mismo tiempo se capacitaba sobre el cultivo, hasta que se lanzó a ser productor. Sus mangos se consumen fuera del país, inició con una oportunidad en Francia y ahora llega a lugares como Canadá, medio Oriente y Europa, tiene 100 hectáreas y 17 años de experiencia.
Aunque en este proceso ha cometido muchos errores, ha consolidado su experticia con el cultivo. “Hemos logrado que el Magdalena no solo sea banano, palma y café sino también manguicultor con una amplia proyección. Es el cultivo que más genera empleos de cosecha, con unos 7.000″, puntualiza Arévalo. Y es que solo en el sector en el que él se encuentra hay, como mínimo, 470 hectáreas de mango de azúcar.
Inició con la agricultura convencional, en lo que respecta al manejo del cultivo y de los químicos que requiere. Desde hace seis años decidió cambiar ese modelo a la agricultura tropical, pese al miedo y la incertidumbre que esto generaba. “Esa fue nuestra más grande enseñanza, cuando vimos los resultados. Cambiamos totalmente esa tradición que teníamos y que daba producción entre abril y parte de julio, por una más extensa que nos permite trabajar desde marzo hasta julio y si hay un verano largo, producimos todo el año”, narra Arévalo.
Él explica que esto es posible gracias a que el cultivo está muy bien reforzado nutricionalmente y que tienen todo lo necesario para que así sea, libre de químicos y orgánico. “Confiamos en esta transformación, la podemos enseñar y mostrar que vale la pena cambiarse a una agricultura tropical. No solamente pensamos en la parte económica, sino también por el bien de un mundo que está totalmente contaminado”, asegura.
¿En qué consiste la agricultura tropical?
Dejar de usar productor como fertilizantes e insecticidas tradicionales por unos productos hechos con materiales orgánicos que se obtienen en el campo mismo es la esencia de la agricultura tropical. De este modo se logra una “agricultura sana, limpia, sin traza y, a la vez, se ahorra hasta un 70 % en los costos de los insumos y se mantiene la calidad”, dice Arévalo. Para él, este sistema consiste en brindar vida y economizar gastos.
Y es que entre febrero de 2023 y de 2022 se ha incrementado el índice de precios al productor (IPP) en un 20,49 % en el sector de agricultura, ganadería y pesca, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). Incluso, el año pasado, esos costos llegaron a duplicarse, haciendo aún más costosa la producción de alimentos.
Parte de la apuesta por este sistema tiene que ver con la forma en que se generan los insumos de manera autónoma. Para esto, Arévalo destinó dos espacios pequeños en su finca. En ellos instaló biofábricas, “realizamos una serie fertilizantes con estiércol de ganado, ceniza, repelente y demás elementos para reunir los nutrientes requeridos por las plantas mes a mes”.
Aunque todo ese proceso no lo realiza solo, se reúnen de 10 a 25 personas en sus biofábricas. Por lo que generan lo que necesitan, pero también lo obsequian a pequeños productores que están en ese proceso. Es la forma que tienen de apoyarlos y motivarlos para que hagan esa transformación.
Pero el cambio no solo ha llegado a manos de los cultivadores de mango, sino que este tipo de agricultura se ha ido expandiendo a otras frutas y regiones, por medio de la Asociación Hortifrutícola de Colombia (Asohofrucol). Los campesinos se han ido capacitando, recibiendo el apoyo necesario para realizar esa transformación y compartido el conocimiento entre las regiones y generaciones.
“Nos estamos quedando sin jóvenes y queremos que, mediante la agricultura tropical, ellos tengan la oportunidad de ver que en el campo sí hay futuro y que podamos cambiar el mundo, cuidar la naturaleza”, afirma Arévalo.
Los y las jóvenes que le apuestan al campo
Tres jóvenes que se dedican a la agricultura cuentan sobre sus sueños en el campo y por qué decidieron apostarle a esta labor desde sus distintos cultivos.
Cultivos y sostenibilidad
Una empresa agrosostenible, construida en asociación, que abarque varios mercados y muestre su historia es la meta de Jassmin Restrepo Ceballos, estudiante de Agronomía. Además, ella quiere cautivar a más jóvenes y “tener la satisfacción de aprender con otros al alrededor”. Restrepo tiene 18 años y ya administra la finca de sus padres en Belén de Umbría, Risaralda. Esta tiene cuatro hectáreas en las que producen aguacate hass de exportación, papelillo, plátano y café mediante la agricultura tropical, con su propia biofábrica.
Arándanos con futuro
Comer muchos arándanos es un sueño de Ana María Rojas González, quien se enamoró de la fruta al conocer sus beneficios y éxito en la región. Se animó a cultivarlos en 2020, con 20 años. Lo hizo con otras 29 mujeres, todas de la Asociación de Mujeres Campesinas de la Vereda Resguardo del Municipio de Chiquinquirá, Boyacá. Ellas buscan “abrir un mercado de arándanos y venderlos en el exterior”, dice. El otro sueño de Rojas es ayudar, con la psicopedagogía, a que más jóvenes se queden en el campo.
El joven con herencia caficultora
Desde que tiene 25 años, Valerio Vélez Gálvez está a cargo de la finca cafetera familiar, en Belén de Umbría, Risaralda. Él es administrador de empresas de la Universidad de Antioquia y esto ha hecho con el café durante seis años, en las tierras que le dejó su padre, asesinado cuando él era un niño. Vélez se ha abierto espacio en un gremio con promedio de edad de 54 años, pero ha asumido su liderazgo. “El mayor sueño que tengo es que le sigamos apostando al desarrollo económico, social y ambiental”, asegura.
¿En qué creer para el futuro?
Los cuatro cultivadores, en conjunto, aportaron seis ideas innovadoras a las que debería apostarle la agroindustria del país en el presente y futuro.
💡 Unir saberes
Invertir en las TIC es una necesidad del campo, pues solo el 28 % de los hogares rurales tienen acceso a internet, según el DANE (2021). Esto mejoraría su calidad de vida y beneficiaría los cultivos, porque atenderían pronto las necesidades de las plantas, gracias a que los productores se asesorarían con los agrónomos sin que ellos tuvieran que desplazarse hasta allí.
🏞️ Agroturismo
Una alternativa económica adicional para los campesinos es que conviertan sus fincas productivas en atracciones turísticas. De este modo podrían dar a conocer su trabajo, cultivos y frutos para compartir su conocimiento y recibir un ingreso extra por esta labor; además de aprovechar los paisajes rurales, la naturaleza y cultura de sus municipios.
🤝 Asociatividad
El trabajo conjunto entre cultivadores del mismo producto o en coordinación con otros actores de la cadena productiva permite que los campesinos logren metas comunes como tener mayor alcance y fuerza al acercarse a los mercados o negociar precios tanto de sus productos como de los insumos, además de reducir la intermediación.
🍃 Lo orgánico
La apuesta por la sostenibilidad es un plus en la agricultura, no solo porque cuida y preserva los ecosistemas y suelos, sino porque este tipo de productos son más apetecidos en los mercados extranjeros. Para ello es necesario que el proceso del cultivo sea orgánico y libre de químicos, pero que mantenga los estándares de calidad y productividad.
☀️ Energía limpia
Parte de la sostenibilidad que buscan desde el campo tiene que ver con el acceso a las energías limpias, que se derivan de fuentes naturales, se reponen rápidamente y pueden ser más económicas y benéficas para el medio ambiente. La agroindustria debe invertir en estas tecnologías, como los paneles solares y dispositivos eólicos.
♻️ Bioinsumos
Producir los insumos en las fincas es una alternativa para los productores. Ellos procesan residuos orgánicos de sus cultivos (pulpa de café, estiércol de ganado o restos de frutas) y los transforman en el alimento necesario para las plantas. Así logran reducir costos y obtienen una producción limpia a cambio de un poco más de trabajo en la mano de obra.
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