El impacto que podría tener el fenómeno de El Niño en la economía
Históricamente, El Niño se ha traducido en aumentos para el costo de vida de los colombianos. Esto por las afectaciones que implica para sectores como la producción de alimentos y energía. ¿Qué se puede hacer?
Diego Ojeda
En Colombia, el fenómeno de El Niño se caracteriza, en general, por una reducción en las lluvias, con incrementos en las temperaturas, que suelen afectar todo el sector agro y energía. Esto termina teniendo, entre otras cosas, impactos y complicaciones económicas.
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En Colombia, el fenómeno de El Niño se caracteriza, en general, por una reducción en las lluvias, con incrementos en las temperaturas, que suelen afectar todo el sector agro y energía. Esto termina teniendo, entre otras cosas, impactos y complicaciones económicas.
Según lo informado por el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM), El Niño ya está en Colombia y se espera que su afectación se sienta con más fuerza hacia el mes de septiembre, especialmente en las regiones Pacífica, Andina y Caribe.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que, en temas climáticos, son tantas las variables que pueden influir en fenómenos como El Niño, que resulta muy complejo decir qué tan fuerte pueda pegar, o por cuánto tiempo permanezca exactamente. Es decir, no se sabe si será un “Súper El Niño”, como algunos ya se han atrevido a vaticinar.
Si bien el tema podría decirse que aún no es alarmante, sí ha despertado preocupación en los renglones de la economía que pudieran verse más afectados.
El coletazo económico de El Niño
Colombia tiene una historia amarga con este fenómeno. En 1998, por ejemplo, su llegada trajo serios problemas al sector energético. Un informe publicado por Corficolombiana muestra que, por lo menos en los últimos tres fenómenos con intensidad moderada - fuerte, la escasez de lluvias coincidió con una alta tasa de inflación, un escenario por el que ya atravesamos, con el indicador aún en dos dígitos.
La presión de El Niño sobre la inflación podría implicar, en países como Colombia, una adición de 1,5 puntos porcentuales (p.p) en el IPC, según cálculos hechos por el Banco Interamericano de Desarrollo.
Si bien algunas proyecciones apuntan a que la inflación llegue a 9 % hacia diciembre, el impacto de este fenómeno climático podría empujarla para que se mantenga en los dos dígitos (en mayo la variación anual del IPC fue de 12,36 %).
En su informe, Corficolombiana también precisa que, sólo en alimentos, El Niño podría implicar un aumento de 15,1 %, lo que se traduciría en un retroceso a la estabilización de los precios que ya venía registrando este rubro en los últimos meses.
El incremento en los precios de alimentos está relacionado, a su vez, con los problemas que se podrían tener en el lado de los productores por cuenta de alteraciones serias en los ciclos de lluvia y verano. En la agricultura, este fenómeno puede implicar una reducción en su crecimiento de 0,9 p.p, cuando en un escenario climático normal el promedio que registra este renglón de la economía es de 2,8 % (según las cifras manejadas por Corficolombiana).
En la ganadería la pérdida puede ser de unos 0,4 p.p; en la silvicultura, de 1,9 p.p y en la pesca de 4,3 p.p. Los productos agropecuarios que más se ven castigados en sus rendimientos por El Niño son el fique (-12,6 %), la yuca (-7,6 %), la palma (-7,3 %), la cebada (-6,8 %), la leche (-4,9 %), el arroz (-4,8 %), la papa (-4,6 %) y el maíz (-4,5 %).
De acuerdo con Jorge Enrique Bedoya, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), las repercusiones de un Niño que pegue con mayor fuerza para el mes de septiembre se comenzarían a experimentar durante el primer semestre de 2024, con alza en los precios y calidad de los productos.
Bedoya es renuente a hacer pronósticos catastróficos, pues en fenómenos como estos el impacto casi que se mide una semana a la vez. Sin embargo, estima que el mayor golpe se podría ver en los cultivos que son permanentes (como el café, el cacao y la caña), así como en el sector pecuario, que depende de los reservorios de agua.
En el sector de la acuicultura, las altas temperaturas ya están generando afectaciones. Según César Pinzón, director ejecutivo de la Federación Colombiana de Acuicultores (Fedeacua), en el Atlántico se está registrando una mortandad de peces que se aproxima a 80 %, pues en las noches se alcanzan a registrar hasta 34 grados de temperatura ambiente, lo que favorece la proliferación de bacterias que enferman a los peces.
“No hay mucho que hacer. Como el fenómeno implica la falta de lluvias seguramente habrá afectaciones en la producción, pues el agua es nuestro medio de cultivo. Esperamos que el impacto no afecte a muchas empresas que hoy ya están pasando dificultades por el tema sanitario (las bacterias), pero también por lo comercial (la inflación ha llevado a que los hogares en el país consuman menos pescado)”.
Sus previsiones apuntan a que si este fenómeno pega con fuerza, el precio del pescado subirá, la oferta disminuirá y los costos para los productores se incrementarán (lo que implicaría una amenaza para la estabilidad financiera de los negocios que dependen de esta actividad).
Un escenario similar es el que plantea el presidente ejecutivo de la Asociación Hortofrutícola de Colombia (Asohofrucol), Álvaro Palacio, quien prevé un incremento en ciertas frutas y hortalizas (especialmente las que se cultivan en zonas más secas, donde no hay agua suficiente ni sistemas de riego). En este grupo están, por ejemplo, la papaya, algunos tubérculos y los plátanos.
“El corredor andino tiene más posibilidades de agua y puede minimizar un poco ese impacto. El tema inflacionario se vería abocado a la baja oferta de las frutas que se producen en esos corredores”, precisa.
Finalmente, la energía eléctrica sería otro de los elementos que pesaría en los hogares colombianos por cuenta de El Niño, teniendo en cuenta que el grueso de la producción de electricidad en Colombia proviene de hidroeléctricas.
Según el informe de Corficolombiana, este sector podría disminuir su crecimiento en 0,6 p.p, mientras que el nivel agregado de los embalses promediaba el 65 %, pudiendo alcanzar un mínimo del 44 %. Sin embargo, “con estos supuestos, los precios en bolsa se mantendrían por debajo del precio de escasez”, detalla el informe, haciendo referencia al valor máximo que puede pagar la demanda del país por la energía que consume.
Aunque es muy probable que la llegada de El Niño, según el Ministerio de Minas, presione el precio de la energía al alza, su intensidad y duración determinará cuánto pagará el país por mantenerse encendido a punta de combustibles como el gas y el carbón, que impulsan las plantas térmicas que, a su vez, cubren los faltantes del sistema cuando los embalses bajan.
¿Qué hacer?
Almacenar la mayor cantidad de agua, así como autorregular el consumo del líquido en los hogares e industrias pareciera ser la alternativa más inmediata. Hay acciones adicionales para mitigar aún más los coletazos económicos de El Niño.
El presidente de la SAC considera oportuno que el Gobierno aumente el financiamiento de seguros para las cosechas, pues para este año se destinaron $95.000 millones, que es un monto similar al que se asignó en 2022. Si este fenómeno golpea con fuerza, explica Bedoya, este seguro le permitirá a los productores que resulten afectados volver al circuito de producción en 2024. A esto se suma la asignación de un subsidio a la tasa de interés para créditos relacionados con el agro.
“El Gobierno debe prepararse para el caso más extremo, toda vez que los pronósticos nos dicen que esto puede llegar a ser bastante gravoso y ese es el mensaje que le transmití a la ministra de Agricultura”, concluye Bedoya.
Para el directivo de Fedeacua “no hay dinero en el mundo que evite las grandes temperaturas”, pero el Gobierno sí podría mitigar la afectación retirando los impuestos asociados a las actividades relacionadas a los alimentos. Solo eso, asegura, daría esperanza a los productores y mayores garantías de continuar con sus negocios cuando pase lo más duro de la sequía. A esto se suman otras ideas, como mejores tarifas energéticas y el mejoramiento de las vías terciarias.
Finalmente, para Asohofrucol, eventos como estos son escenarios propicios que deberían incentivar al Gobierno y productores a apostarle a la prevención, invirtiendo, por ejemplo, en mecanismos que hagan más eficientes labores como el riego.
En suma, aunque no se conoce el verdadero impacto que pueda tener El Niño en la economía, el panorama indica que desde ya se tiene que pensar en planes que mitiguen sus coletazos, teniendo en cuenta que este ha sido un año complejo para la economía, especialmente por el aumento de la inflación, la reducción en el gasto y el tímido crecimiento que se proyecta para el PIB (que, sin embargo, pareciera haber mejorado recientemente).
El Niño nos recuerda que los asuntos climáticos son un asunto vital y sus afectaciones, vía el bolsillo, le pegan a todos, incluso a quienes cree que la crisis climática en el planeta es un problema reservado para ambientalistas.
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