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Muchos piensan que la economía es una ciencia exacta y por esa razón las matemáticas son su principal herramienta. Pero si bien es cierto que los números son valiosos instrumentos para formular y validar teorías, la verdad es que la economía no es una ciencia exacta, sino una ciencia social. Por lo tanto usa también conceptos de disciplinas tradicionales de las humanidades, como la antropología, la filosofía, la sociología y la sicología, para analizar fenómenos y formular hipótesis. (Lea "El premio Nobel de economía: de lo hiperracional al ser humano")
El premio nobel de Economía de este año, el profesor Richard Thaler, de la Universidad de Chicago, es precisamente uno de los ejemplos de la gran influencia de la sicología en la ciencia económica en los últimos tiempos. Tal como lo describen las noticias sobre su reconocimiento, Thaler “analiza las consecuencias de la racionalidad limitada, las preferencias sociales y la falta de auto-control” en la conducta humana.
El académico estadounidense, de 72 años, parte de una noción de la Ciencia del Comportamiento y de la Teoría Política que recomienda usar refuerzos positivos y sugerencias indirectas para lograr que la gente haga –o deje de hacer– determinadas cosas. La idea es influir sobre sus motivaciones para incidir en su toma de decisiones en favor de ciertos objetivos.
Este enfoque se fundamenta en la creencia de que con este tipo de refuerzos y sugerencias se logran mejores resultados que con instrucciones precisas, legislación estricta o controles autoritarios. La evidencia empírica de sus seguidores –principalmente en Estados Unidos, Japón, el Reino Unido y Alemania– confirma la solidez de sus formulaciones. Es por ello que en estas y otras naciones hay entidades públicas dedicadas a diseñar políticas basadas en sus tesis.
El ejemplo más conocido y fácil de entender de esta escuela de pensamiento se encuentra en el aeropuerto Schipol de Ámsterdam. En sus baños públicos, a los orinales les pintaron una mosca en el lugar más apropiado para mejorar la limpieza. Esa mosca es una creativa invitación a que los usuarios afinen la puntería. Y los resultados confirman de manera contundente la eficacia de la idea.
En el 2008 el profesor Thaler y Cass Sunstein publicaron el libro que recoge la esencia de su pensamiento. Su título en inglés es Nudge: improving decisions about health, wealth and happiness. “Nudge” puede traducirse como leve empujón –para impulsar a la gente a mejorar sus decisiones sobre su salud, su situación económica y su felicidad–. Ese empujoncito pretende alterar la conducta hacia la meta deseada y lo ideal es que no sea costoso, sea de fácil comprensión y aplicación, y que no sea obligatorio.
Otro ejemplo que se cita con frecuencia para explicar la Teoría del “Nudge” (suave empujón) es el de una universidad en cuya cafetería se pusieron las frutas en un lugar de fácil contacto visual y al alcance de los estudiantes, con lo cual su consumo aumentó de manera notoria.
En el 2014 tuve la oportunidad de participar en un foro organizado por la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes y Bavaria, en el que participó un destacado académico de la Universidad de Harvard, el profesor Sendhil Mullainathan, Ph.D., quien es uno de los más destacados promotores del “Nudge”, en el que conversamos acerca del novedoso enfoque. Y en un artículo que escribí en agosto de hace cuatro años a raíz de esa visita, mencioné otros ejemplos de su aplicación práctica: líneas pintadas en las curvas peligrosas que por su diseño estimulan a los conductores a pisar el freno; la eliminación de la opción cero para escoger la alternativa de porcentaje de ahorro en el sistema de pensiones: la inclusión de la foto del vehículo del individuo en el mensaje con el que se le advierte que si no paga oportunamente el impuesto a su auto, puede perderlo.
En fin, son ilimitados los pequeños empujones que se les pueden aplicar a las personas para estimular determinado comportamiento. Y hay ya múltiple evidencia que confirma que el pequeño empujón puede resultar muy grande en materia de resultados. (Lea "Las enseñanzas del nuevo nobel de Economía")
Ojalá que los economistas colombianos estudien a fondo las teorías del nuevo nobel Thaler para diseñar estrategias imaginativas que contribuyan a solucionar serios problemas nacionales, tales como la corrupción, la violencia intrafamiliar, la evasión de impuestos, la discriminación racial y social, la impunidad y la escasa productividad laboral. Porque lo cierto es que los métodos tradicionales han resultado poco o nada fructíferos en muchos de estos frentes. Y un enfoque distinto, fresco y original como el propuesto por Thaler puede no ser la panacea pero sí un aporte significativo a incrementar el bienestar de los colombianos.
*Profesor de la Universidad Externado de Colombia.