El pacto de los bancos con Petro para espantar las polémicas inversiones forzosas

Tras la reunión con Jonathan Malagón, presidente de Asobancaria, y ejecutivos de la banca privada y pública, el presidente Gustavo Petro desistió de las polémicas inversiones forzosas e informó que hubo un acuerdo para destinar mayor crédito para las actividades productivas: vivienda e infraestructura, manufactura y transición energética, agricultura, economía popular y turismo.

Tras la reunión con Jonathan Malagón, presidente de Asobancaria, y ejecutivos de la banca privada y pública, el presidente Gustavo Petro desistió de las polémicas inversiones forzosas e informó que hubo un acuerdo para destinar mayor crédito para las actividades productivas: vivienda e infraestructura, manufactura y transición energética, agricultura, economía popular y turismo.

De esta manera parece saldado un debate que arrancó desde mayo. En varias oportunidades, incluyendo la instalación del Congreso, el presidente dijo que aunque a los banqueros no les sonara, iba a insistir en las inversiones forzosas para reactivar la economía. Este mecanismo consiste, básicamente, en que los bancos deban usar sus depósitos (es decir, los ahorros de los clientes) para destinar créditos a un sector en particular, pero por obligación y sin considerar los criterios de rentabilidad y riesgo. Aunque este instrumento ya se ha usado en el país, actualmente solo sobrevive en la agricultura, con los llamados Títulos de Desarrollo Agropecuario (TDA).

Para que Petro dejara de lado esa idea fue necesario que la banca subiera su apuesta. En julio, Ricardo Bonilla, ministro de Hacienda, informó que el sector financiero había propuesto un paquete de $35 billones, pero finalmente el incremento en crédito que se anunció este martes es de $55 billones en los próximos 18 meses, pasando de los $194 billones para este rubro en el último año y medio a $249 billones en el siguiente.

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El representante del gremio afirmó que este incremento no tiene precedente y destacó que no habrá inversiones forzosas, que los ahorros de los colombianos “nunca estuvieron en riesgo” y que aunque se usarán instrumentos financieros públicos y privados, los recursos se otorgarán con lógicas de mercado. “Desde el punto de vista de los inversionistas y de los ahorradores, es un mensaje positivo, un mensaje de confianza, que debe despejar las dudas que algunos han tejido alrededor de esta conversación”.

Petro lo describió como un “pacto, una concertación, un acuerdo” entre los sectores público y privado después de varias reuniones, la primera de ellas en Manizales, en el foro de la reactivación económica. Malagón, quien meses atrás aseguró que las inversiones forzosas eran una “mala idea”, celebró el llamado pacto nacional por el crédito y dijo que no nació de la nada, sino que es producto de 19 sesiones previas que permitieron afinar “los instrumentos, los números y la metodología”, y que gracias a “este camino de diálogo” se podrá construir una sociedad más prospera.

Según informó el Gobierno, la reunión de este martes no será la última con los bancos, sino que se mantendrá la mesa para verificar que los objetivos planteados se cumplan y que los créditos lleguen. “Una señora que fabrique camisas, un señor productor de piña, una asociación de albañiles o de madres cabeza de familia de un barrio popular o un pequeño constructor en Colombia podrán recibir mucho más crédito del que antes se venía asignando”, explicó el presidente.

Los sectores incluidos en el acuerdo logrado con la banca, claramente, no fueron escogidos al azar, pues todos representan partes claves en el engranaje de la economía y, en casos puntuales, son parte de la visión de país que propuso el gobierno Petro.

Por ejemplo, la construcción (con la vivienda a bordo) y la industria (incluyendo la manufactura) son dos de los principales motores en la creación de empleo en el país. De acuerdo con cálculos de Fedesarrollo, estos dos grandes sectores, en conjunto con el comercio, responden por cerca del 50 % de la demanda de trabajo en Colombia. Y al mismo tiempo, estos tres renglones pesan casi el 33 % del PIB total en el país.

Sin embargo, tanto la vivienda como la industria (especialmente esta última) no están pasando por los mejores momentos. El año pasado la industria tuvo algunos de sus peores resultados en tiempos recientes y, a pesar de que pareciera haber tocado fondo, aún sigue registrando números rojos: para el primer semestre registró una contracción del 3,9 %, de acuerdo con los datos del Producto Interno Bruto que publica el DANE.

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El impulso en estos sectores responde, justamente, a la intención de alimentar el crecimiento del PIB, pero también de evitar problemas mayores en el mercado laboral nacional. “Si estos sectores no se recuperan, sus malos resultados van a pegarle al empleo”, dijo en su momento César Pabón, director de Investigaciones Económicas de Corficolombiana.

Por otra parte, el agro y el turismo son dos de las principales apuestas de la administración Petro para lograr una diversificación productiva de Colombia, que nos lleve a depender menos de las industrias extractivas (y sus pasivos ambientales) y hacia industrias más sostenibles.

En este punto, el acuerdo permite que el Gobierno se sume un triunfo y que el sector financiero respire con tranquilidad. Laura Sarabia, directora del Dapre y jefa de gabinete, afirmó que este es el primer resultado de la reunión de reactivación de Manizales. De todas formas, desde ya el presidente Petro anunció que habrá otro paquete de medidas, esta vez legislativas, para reactivar la economía colombiana y ponerle el acelerador a su plan de gobierno.

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