El reto de medir los grupos étnicos en el censo de 2016
El censo de población de este año es, para los líderes de comunidades afros e indígenas, clave para la política pública del posconflicto.
María Alejandra Medina C.
El censo de población y de vivienda que se inicia este año no es cosa menor para las comunidades indígenas y afros. Como varios de sus líderes dicen sin vacilar, es el censo del posconflicto. Las cifras y los datos que arroje la medición estadística, once años después de la anterior, serán claves para la formulación de políticas públicas que atiendan a una población históricamente violentada.
El Tercer Censo Nacional Agropecuario dio cuenta de que 24,5% de los habitantes del área rural dispersa (que no es ni urbana ni centro poblado) se autorreconoce como perteneciente a un grupo étnico, eso significa 1,2 millones de personas. Pero la medición nacional dará cuenta también del peso que tiene esta población en los centros urbanos.
De acuerdo con Luis Fernando Arias, consejero mayor de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), “esto va más allá de saber cuántos sobrevivimos a la guerra”. Saber en cifras cómo está la población indígena que, según cifras de Acnur, sufrió el desplazamiento de 106.562 personas entre 1997 y 2011, y la negra, afrocolombiana, raizal y palenquera, con 43.630 desplazamientos sólo en 2007, según números del PNUD, será vital para asuntos como la planeación nacional y territorial.
Mauricio Perfetti, director del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), dijo a este diario que en 2016 se llevarán a cabo las pruebas piloto del censo virtual e in situ, para hacer la medición probablemente desde finales de este año. Pero entretanto habrá que, entre otras cosas, desenredar nudos técnicos y operativos para censar los que para la medición se denominan grupos étnicos.
“Se tiene que garantizar que no se presente omisión censal, que se da porque los pueblos étnicos están en áreas de difícil acceso, por la presencia de bacrim o de grupos insurgentes, o por dificultades como que se han ubicado en zonas que escaparon al control estatal. Los riesgos de omisión son muy altos. Se necesita una interrelación muy fuerte en la logística de la operación entre el DANE y las organizaciones”, afirma Claudia Mosquera, directora del grupo de investigación sobre igualdad racial, diferencia cultural, conflictos ambientales, y racismos en las Américas negras, Idcarán, de la Universidad Nacional.
Arias asegura que “ya se acordó una ruta de consulta del censo” con los representantes indígenas en la mesa de concertación, pero el caso de las comunidades afros es diferente. Está pendiente saber la suerte de la consulta previa, donde se discutirían asuntos como el cuestionario y el operativo.
Perfetti reconoció que el censo será posible si se formula conjuntamente y expresó: “como lo estamos haciendo con los pueblos y organizaciones indígenas, haremos un proceso de consulta y concertación con las comunidades negras, afrodescendientes, raizales y palenqueras”. Pero para eso hace falta que se defina la instancia de diálogo entre esas comunidades y el Gobierno.
De acuerdo con la Dirección de Asuntos para Comunidades Negras, Afrocolombianas, Raizales y Palenqueras del Ministerio del Interior, en octubre pasado comenzó el proceso para definir y consolidar la integración del espacio nacional de consulta de las comunidades negras, lo cual estaría listo en marzo próximo.
No obstante, según Dora Vivanco, de la Conferencia Nacional de Organizaciones Afrocolombianas (CNOA), no pueden esperar hasta ese momento para empezar a definir los lineamientos de la medición estadística de los pueblos. Por esa razón, entre ayer y hoy se lleva a cabo la Convención de la Mesa Interétnica Censal en Bogotá, donde participan organizaciones y academia, para “poder dialogar con las organizaciones nacionales y de base en los territorios sobre la importancia de definir los mecanismos que se van a utilizar para el proceso censal”, dice Vivanco. Insiste también en que quienes deben participar en la medición son quienes conocen el territorio.
Han sido puntos de discusión la sensibilización y el autorreconocimiento de cara al censo, y, por lo tanto, la forma como se formularán las preguntas. “No se puede comparar la profundidad de las desigualdades sociorraciales si toda la población no se autorreconoce. Técnicamente hablamos de pueblos étnicos y no étnicos. Todo el mundo tiene una etnicidad, los de Bogotá o los de Cali. Hay que poner a toda la población para que podamos comparar entre los grupos y decir, por ejemplo, que (según el censo) los indígenas tienen menos educación que quienes se reconocieron como mestizos”.
Poner en discusión cosas tan sencillas como eliminar del cuestionario la respuesta “ninguna de las anteriores” cuando le pregunten si se autorreconoce como blanco, mestizo, indígena, entre otros, puede ayudar a no desinformar. De acuerdo con Claudia Mosquera, del Idcarán, esas preguntas poco usuales pueden llevar a la gente a responder “ninguna de las anteriores” sólo por salir del paso. Por eso, tanto el DANE como las organizaciones hacen hincapié en la sensabilización: que la gente se sienta segura al responder y que el censista pregunte sin dar por sentado que alguien se autorreconoce como negro o indígena sólo por su color de piel o forma de vestir.
El censo de población y de vivienda que se inicia este año no es cosa menor para las comunidades indígenas y afros. Como varios de sus líderes dicen sin vacilar, es el censo del posconflicto. Las cifras y los datos que arroje la medición estadística, once años después de la anterior, serán claves para la formulación de políticas públicas que atiendan a una población históricamente violentada.
El Tercer Censo Nacional Agropecuario dio cuenta de que 24,5% de los habitantes del área rural dispersa (que no es ni urbana ni centro poblado) se autorreconoce como perteneciente a un grupo étnico, eso significa 1,2 millones de personas. Pero la medición nacional dará cuenta también del peso que tiene esta población en los centros urbanos.
De acuerdo con Luis Fernando Arias, consejero mayor de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), “esto va más allá de saber cuántos sobrevivimos a la guerra”. Saber en cifras cómo está la población indígena que, según cifras de Acnur, sufrió el desplazamiento de 106.562 personas entre 1997 y 2011, y la negra, afrocolombiana, raizal y palenquera, con 43.630 desplazamientos sólo en 2007, según números del PNUD, será vital para asuntos como la planeación nacional y territorial.
Mauricio Perfetti, director del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), dijo a este diario que en 2016 se llevarán a cabo las pruebas piloto del censo virtual e in situ, para hacer la medición probablemente desde finales de este año. Pero entretanto habrá que, entre otras cosas, desenredar nudos técnicos y operativos para censar los que para la medición se denominan grupos étnicos.
“Se tiene que garantizar que no se presente omisión censal, que se da porque los pueblos étnicos están en áreas de difícil acceso, por la presencia de bacrim o de grupos insurgentes, o por dificultades como que se han ubicado en zonas que escaparon al control estatal. Los riesgos de omisión son muy altos. Se necesita una interrelación muy fuerte en la logística de la operación entre el DANE y las organizaciones”, afirma Claudia Mosquera, directora del grupo de investigación sobre igualdad racial, diferencia cultural, conflictos ambientales, y racismos en las Américas negras, Idcarán, de la Universidad Nacional.
Arias asegura que “ya se acordó una ruta de consulta del censo” con los representantes indígenas en la mesa de concertación, pero el caso de las comunidades afros es diferente. Está pendiente saber la suerte de la consulta previa, donde se discutirían asuntos como el cuestionario y el operativo.
Perfetti reconoció que el censo será posible si se formula conjuntamente y expresó: “como lo estamos haciendo con los pueblos y organizaciones indígenas, haremos un proceso de consulta y concertación con las comunidades negras, afrodescendientes, raizales y palenqueras”. Pero para eso hace falta que se defina la instancia de diálogo entre esas comunidades y el Gobierno.
De acuerdo con la Dirección de Asuntos para Comunidades Negras, Afrocolombianas, Raizales y Palenqueras del Ministerio del Interior, en octubre pasado comenzó el proceso para definir y consolidar la integración del espacio nacional de consulta de las comunidades negras, lo cual estaría listo en marzo próximo.
No obstante, según Dora Vivanco, de la Conferencia Nacional de Organizaciones Afrocolombianas (CNOA), no pueden esperar hasta ese momento para empezar a definir los lineamientos de la medición estadística de los pueblos. Por esa razón, entre ayer y hoy se lleva a cabo la Convención de la Mesa Interétnica Censal en Bogotá, donde participan organizaciones y academia, para “poder dialogar con las organizaciones nacionales y de base en los territorios sobre la importancia de definir los mecanismos que se van a utilizar para el proceso censal”, dice Vivanco. Insiste también en que quienes deben participar en la medición son quienes conocen el territorio.
Han sido puntos de discusión la sensibilización y el autorreconocimiento de cara al censo, y, por lo tanto, la forma como se formularán las preguntas. “No se puede comparar la profundidad de las desigualdades sociorraciales si toda la población no se autorreconoce. Técnicamente hablamos de pueblos étnicos y no étnicos. Todo el mundo tiene una etnicidad, los de Bogotá o los de Cali. Hay que poner a toda la población para que podamos comparar entre los grupos y decir, por ejemplo, que (según el censo) los indígenas tienen menos educación que quienes se reconocieron como mestizos”.
Poner en discusión cosas tan sencillas como eliminar del cuestionario la respuesta “ninguna de las anteriores” cuando le pregunten si se autorreconoce como blanco, mestizo, indígena, entre otros, puede ayudar a no desinformar. De acuerdo con Claudia Mosquera, del Idcarán, esas preguntas poco usuales pueden llevar a la gente a responder “ninguna de las anteriores” sólo por salir del paso. Por eso, tanto el DANE como las organizaciones hacen hincapié en la sensabilización: que la gente se sienta segura al responder y que el censista pregunte sin dar por sentado que alguien se autorreconoce como negro o indígena sólo por su color de piel o forma de vestir.