¿A quiénes beneficia el salario mínimo? La prudencia es clave en la negociación

En Colombia, el salario mínimo ha sido una de las principales medidas de la política laboral en los últimos años. A pesar de los incrementos sostenidos y las afirmaciones de que estos aumentos mejoran el bienestar de los ciudadanos con menores ingresos, los datos indican una realidad más compleja y preocupante. En este contexto, los observatorios Fiscal y Laboral de la Universidad Javeriana hacen un llamado a la prudencia en la negociación del salario mínimo (proceso que ya arrancó), basándose en un análisis de los efectos que estos incrementos han tenido en la distribución del ingreso y las condiciones laborales de los colombianos.

En Colombia, el salario mínimo ha sido una de las principales medidas de la política laboral en los últimos años. A pesar de los incrementos sostenidos y las afirmaciones de que estos aumentos mejoran el bienestar de los ciudadanos con menores ingresos, los datos indican una realidad más compleja y preocupante. En este contexto, los observatorios Fiscal y Laboral de la Universidad Javeriana hacen un llamado a la prudencia en la negociación del salario mínimo (proceso que ya arrancó), basándose en un análisis de los efectos que estos incrementos han tenido en la distribución del ingreso y las condiciones laborales de los colombianos.

El estancamiento salarial

Según el DANE, el 45,2 % de los trabajadores colombianos gana menos del salario mínimo, mientras que apenas el 14,7 % recibe exactamente esta cifra. Para tener una perspectiva de estas cifras miremos cómo ha cambiado. En 2013, el 44 % de los trabajadores ganaban menos del mínimo, en 2023 la proporción se mantuvo y en 2024 subió. Mientras tanto, el porcentaje de trabajadores que ganan exactamente el salario mínimo se triplicó, pasando del 5 % en 2013 al 11 % en 2023, y alcanzando el 14,7 % este año.

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Además, la distribución salarial muestra que, aunque el mínimo ha aumentado nominalmente, la proporción de trabajadores que ganan más del salario mínimo ha disminuido de forma considerable. En 2013, el 41 % de los trabajadores colombianos ganaba entre uno y tres salarios mínimos, pero en 2023 esta cifra cayó al 34 %.

Así, los datos reflejan una creciente concentración de los ingresos en torno al salario mínimo, lo que sugiere que, aunque los aumentos son evidentes, no están beneficiando las ganancias de los trabajadores y en lugar de tener un mercado laboral donde los salarios estén creciendo, los salarios más frecuentes de los colombianos trabajadores son menos o exactamente el mínimo. Cada vez más, el salario mínimo, en la distribución salarial deja de ser un mínimo y es aspiracional para casi la mitad de los trabajadores del país.

El impacto en la informalidad

Según el análisis de los observatorios Laboral y Fiscal, el salario medio de los trabajadores informales ha caído en relación con el salario mínimo. En 2013, el salario medio de los trabajadores informales representaba el 93 % del salario mínimo, pero en 2023 esta cifra se redujo al 78 %. Este cambio es muy preocupante, ya que los trabajadores informales, que en su mayoría provienen de zonas rurales y son los más vulnerables del país, no solo no se benefician de los aumentos salariales, sino que sus ingresos se están reduciendo.

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El sector informal representa más de la mitad de la fuerza laboral del país, y muchos de sus integrantes están atrapados en una dinámica de salarios bajos y precarios, lo que les impide mejorar su situación económica. Los aumentos al salario mínimo no han logrado cambiar esta realidad, y sin políticas estructurales que promuevan la formalización del empleo y mejoren las condiciones laborales en general, los ingresos de los trabajadores informales seguirán disminuyendo y, desde abajo, estarán cada vez más distantes de los que ganan el salario mínimo.

La desigualdad regional y de género

A pesar de los aumentos al salario mínimo, las disparidades regionales siguen siendo un gran desafío. Según los observatorios, los aumentos salariales han sido pensados principalmente para los trabajadores formales de las principales ciudades del país, mientras que en las zonas rurales y en el sector informal los salarios han disminuido. Esta falta de consideración de las particularidades regionales ha llevado al empobrecimiento de las zonas rurales, que, en muchos casos, se están quedando sin la fuerza laboral necesaria para mantener sus economías locales.

Así, en lugar de estar logrando convergencia nacional, los mercados laborales se han estado separando, generando incentivos para la migración a las grandes ciudades.

Además, las mujeres, a pesar de tener un mayor nivel educativo y esforzarse más por mejorar su situación, siguen ganando menos que sus pares masculinos. En el sector informal, los salarios de las mujeres han caído del 72 % del salario mínimo en 2013 al 64 % en 2023. Las políticas salariales deben considerar estas disparidades de género y regionales, y centrarse en promover la equidad de poder adquisitivo para toda la población.

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Propuestas sobre la fijación del salario mínimo

Solo mediante una concertación prudente y bien fundamentada se podrá asegurar que el salario mínimo no se convierta en una barrera para la movilidad social, sino en una herramienta eficaz para mejorar las condiciones de vida de todos los colombianos, sobre todo los más vulnerables. El salario mínimo debe incrementarse tomando en cuenta la inflación más la productividad total, siempre con datos claros y transparentes.

En cuanto a la productividad, para garantizar mayor claridad y transparencia, es necesario publicar gráficas que desglosen el crecimiento del PIB, especificando su descomposición en productividad total de los factores (PTF), servicios laborales y capital. Además, es esencial explicar cómo se convierte la productividad total de los factores en productividad laboral por horas y por trabajador, y proporcionar un cálculo detallado de los factores de producción por actividad económica. Sería útil tener una explicación más profunda de cómo se calcula el crecimiento porcentual del capital y el costo de usuario, así como la manera en que se resuelven las dudas relacionadas con la tasa de retorno utilizada.

Finalmente, es crucial que la metodología incluya referencias claras a los insumos y fuentes de datos empleados, lo que mejoraría la transparencia y la capacidad de replicar los resultados. Estos ajustes metodológicos son fundamentales para establecer un salario mínimo más preciso y alineado con las realidades económicas del país.

No debemos descartar la posibilidad de una negociación regional en este proceso. Este es un debate que debemos abrir para garantizar que las políticas salariales respondan a las necesidades y características específicas de las distintas regiones.

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El aumento del salario mínimo no debería ser automático ni arbitrario. El salario mínimo tampoco es simplemente una petición, sino una herramienta clave que se debe diseñar de forma estratégica para generar mejoras reales en las condiciones de vida de los trabajadores. Es fundamental que cualquier aumento esté basado en datos claros y una evaluación rigurosa de las necesidades económicas a lo largo y ancho del país, garantizando que beneficie a quienes realmente lo necesitan, promoviendo la movilidad social y no solo consolidando la concentración de ingresos en torno al mínimo.

*Observatorio Fiscal de la Javeriana.

**Observatorio Laboral de la Javeriana.

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