El salario mínimo quedó en $1.160.000, ¿por qué fue tan complicada la negociación?
Esta mañana los gremios, sindicatos y el Gobierno llegaron al acuerdo de aumentar el salario mínimo a 16 % y a un 20 % el subsidio de transporte. ¿Cómo afectó la inflación la negociación? En este video le contamos.
¿Por qué este año fue tan particular la negociación?
Desde antes que comenzara, se sabía que la concertación del incremento del salario mínimo estaría complicada, pues 2022 ha sido marcado por una creciente inflación, lo que plantea la necesidad de subir significativamente este ingreso, pero también el reto de los empresarios para asumir esta alza en sus costos de operación el próximo año.
Faltando un día para que se les terminara el plazo, la mesa de concertación no había llegado a un acuerdo. Según lo comunicó el presidente de la Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco), Jaime Alberto Cabal.
Cabe recordar que este año, por primera vez en la historia de la concertación, los empresarios optaron por no presentar una cifra en la mesa. El argumento que en su momento empleó el presidente de la ANDI, Bruce Mac Master, es que el panorama macroeconómico es tan complejo que preferían no poner un piso en la negociación, sino usar el techo del 20 % de incremento que propusieron las centrales y sobre ese concertar una cifra unificada.
Los argumentos que han empleado los representantes de los trabajadores, son que es indispensable, y hasta conveniente, que quienes dependen del salario mínimo reciban un aumento considerable; no solo porque la inflación de este año castigó en sobremanera a su poder adquisitivo, sino porque la economía podría entrar en un enfriamiento y desaceleración mayor, pues al no haber dinero para comprar cosas, las empresas tampoco venderían, lo que a largo plazo empeoraría aún más el panorama macroeconómico del país.
El fuerte impacto de la inflación hizo que esta concertación fuera atípica. El más reciente dato del DANE muestra que este indicador registró una variación anual del 12,53 % en noviembre, lo que consumió el aumento del salario mínimo que se le dio el año pasado a los trabajadores, que fue del 10,07 %.
Ante el complejo panorama macroeconómico que persiste, no solamente en Colombia sino en parte de las principales economías del mundo, el reto que tuvo la mesa de concertación este año fue el de mitigar los riesgos para que la inflación no le vuelva a quitar el poder adquisitivo a los trabajadores que dependen del mínimo.
Por eso, la cifra de incremento pasó a un segundo plano, los empresarios ni siquiera presentaron una en el tiempo estipulado, y las conversaciones se centraron más en diseñar estrategias para mitigar el coletazo de la inflación en 2023.
La desindexación de más de 200 productos del salario mínimo fue la iniciativa más ambiciosa, pues planteó la importancia de que no todo subiera al mismo ritmo del incremento salarial. Ejemplo de esto son las multas de tránsito, que desde el primero de enero se incrementarán con base en las Unidad de Valor Tributario (UVT, la cual varía anualmente con base en la inflación); también están las cuotas moderadoras que se cobran en el servicio de salud y otros cobros relacionados a rubros como vivienda, agricultura y justicia.
Otra propuesta robusta, a la que se adhirieron empresarios y centrales obreras, fue la de pedir a la Superintendencia Financiera que reduzca la tasa de usura, pues esta ya casi triplica a la inflación. Con esto se busca que el pago de los créditos en los colombianos pese menos en sus bolsillos, aunque hay que recordar que el argumento que emplea el Banco de la República para elevar las tasas es que con esa medida se desestimula el consumo y se mitiga la inflación.
También se ha pedido revisar la fórmula con la que se calculan los precios de la energía en el país, pues las centrales obreras aseguran que la actual es contraproducente para los colombianos, ya que, según ellos, les pasa factura de las pérdidas que tienen las empresas generadoras y transmisoras.
Tanto el Ministerio del Trabajo como las centrales obreras han destacado la importancia de implementar acciones adicionales al aumento del salario mínimo si se quiere enfrentar la inflación y conservar el poder adquisitivo. Pues de nada vale tener un gran aumento si al cabo de unos meses este se les vuelve a escurrir entre las manos.
Por ejemplo, Gloria Inés Ramírez, ministra de Trabajo, considera positivas las propuestas gubernamentales de subsidiar en un 20 % los insumos que requieren los productores rurales en el país o la de desindexar ciertos productos y servicios del aumento del salario mínimo.
Por su parte, el presidente de la CUT plantea que se revise la fórmula con la que se calcula el costo de la energía eléctrica en el país, pues argumenta que es el segundo rubro que más está jalonando la inflación y que una reducción en la factura aliviaría los gastos en los hogares colombianos.
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¿Por qué este año fue tan particular la negociación?
Desde antes que comenzara, se sabía que la concertación del incremento del salario mínimo estaría complicada, pues 2022 ha sido marcado por una creciente inflación, lo que plantea la necesidad de subir significativamente este ingreso, pero también el reto de los empresarios para asumir esta alza en sus costos de operación el próximo año.
Faltando un día para que se les terminara el plazo, la mesa de concertación no había llegado a un acuerdo. Según lo comunicó el presidente de la Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco), Jaime Alberto Cabal.
Cabe recordar que este año, por primera vez en la historia de la concertación, los empresarios optaron por no presentar una cifra en la mesa. El argumento que en su momento empleó el presidente de la ANDI, Bruce Mac Master, es que el panorama macroeconómico es tan complejo que preferían no poner un piso en la negociación, sino usar el techo del 20 % de incremento que propusieron las centrales y sobre ese concertar una cifra unificada.
Los argumentos que han empleado los representantes de los trabajadores, son que es indispensable, y hasta conveniente, que quienes dependen del salario mínimo reciban un aumento considerable; no solo porque la inflación de este año castigó en sobremanera a su poder adquisitivo, sino porque la economía podría entrar en un enfriamiento y desaceleración mayor, pues al no haber dinero para comprar cosas, las empresas tampoco venderían, lo que a largo plazo empeoraría aún más el panorama macroeconómico del país.
El fuerte impacto de la inflación hizo que esta concertación fuera atípica. El más reciente dato del DANE muestra que este indicador registró una variación anual del 12,53 % en noviembre, lo que consumió el aumento del salario mínimo que se le dio el año pasado a los trabajadores, que fue del 10,07 %.
Ante el complejo panorama macroeconómico que persiste, no solamente en Colombia sino en parte de las principales economías del mundo, el reto que tuvo la mesa de concertación este año fue el de mitigar los riesgos para que la inflación no le vuelva a quitar el poder adquisitivo a los trabajadores que dependen del mínimo.
Por eso, la cifra de incremento pasó a un segundo plano, los empresarios ni siquiera presentaron una en el tiempo estipulado, y las conversaciones se centraron más en diseñar estrategias para mitigar el coletazo de la inflación en 2023.
La desindexación de más de 200 productos del salario mínimo fue la iniciativa más ambiciosa, pues planteó la importancia de que no todo subiera al mismo ritmo del incremento salarial. Ejemplo de esto son las multas de tránsito, que desde el primero de enero se incrementarán con base en las Unidad de Valor Tributario (UVT, la cual varía anualmente con base en la inflación); también están las cuotas moderadoras que se cobran en el servicio de salud y otros cobros relacionados a rubros como vivienda, agricultura y justicia.
Otra propuesta robusta, a la que se adhirieron empresarios y centrales obreras, fue la de pedir a la Superintendencia Financiera que reduzca la tasa de usura, pues esta ya casi triplica a la inflación. Con esto se busca que el pago de los créditos en los colombianos pese menos en sus bolsillos, aunque hay que recordar que el argumento que emplea el Banco de la República para elevar las tasas es que con esa medida se desestimula el consumo y se mitiga la inflación.
También se ha pedido revisar la fórmula con la que se calculan los precios de la energía en el país, pues las centrales obreras aseguran que la actual es contraproducente para los colombianos, ya que, según ellos, les pasa factura de las pérdidas que tienen las empresas generadoras y transmisoras.
Tanto el Ministerio del Trabajo como las centrales obreras han destacado la importancia de implementar acciones adicionales al aumento del salario mínimo si se quiere enfrentar la inflación y conservar el poder adquisitivo. Pues de nada vale tener un gran aumento si al cabo de unos meses este se les vuelve a escurrir entre las manos.
Por ejemplo, Gloria Inés Ramírez, ministra de Trabajo, considera positivas las propuestas gubernamentales de subsidiar en un 20 % los insumos que requieren los productores rurales en el país o la de desindexar ciertos productos y servicios del aumento del salario mínimo.
Por su parte, el presidente de la CUT plantea que se revise la fórmula con la que se calcula el costo de la energía eléctrica en el país, pues argumenta que es el segundo rubro que más está jalonando la inflación y que una reducción en la factura aliviaría los gastos en los hogares colombianos.
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