El visionario de la modernidad
Las ideas, en la era de tecnología y de nuevos mercados, pueden ser utilizadas por muchos al mismo tiempo.
Luis Fernando Gutiérrez/ Camilo Herrera Mora
Es considerado en el mundo como el profeta moderno. El Espectador habló con Alvin Toffler, antes de su visita a Colombia la próxima semana. Se trata de un escritor y futurista estadounidense doctorado en Letras, Leyes y Ciencia, conocido por sus discusiones acerca de la revolución digital y de las comunicaciones y la singularidad tecnológica.
En numerosas charlas Toffler habló de las subastas electrónicas tipo e-Bay en los años 80. Anticipó la conmoción que enfrentaría la familia nuclear desde los años 60, cuando todos los expertos decían que ello nunca cambiaría. Escribió y dictó conferencias acerca de internet y sus predecesores a finales de los 70. A principios de los años 60, Toffler pronosticó el explosivo auge del computador. Escribió y dio charlas acerca del PC, los agentes electrónicos, la realidad virtual y las redes electrónicas antes de que aparecieran en el mercado.
También predijo el fenómeno en que se convertiría China y su impacto en la modernidad. Su libro La tercera ola se convirtió en referencia para el desarrollo chino.
En el libro ‘La revolución de la riqueza’ usted propone que el dinero va a ser diferente a lo que hoy conocemos, ¿cómo es esa idea?
En las economías desarrolladas los impulsos de mercado ya no son tan monetarios. En la economía tradicional se produce un bien, se vende y se obtienen unas utilidades. Pero tenemos paralelamente un sistema donde la gente produce para su consumo privado o por gusto, entonces la motivación ya no es económica. En las economías avanzadas se crean cada vez más riquezas intangibles por medio del mercado monetario, diferente a la economía tradicional. En la industria agraria, por ejemplo, una persona tiene un sembrado y nadie puede tener otro sembrado en el mismo terreno. Pero hoy con los productos de conocimiento no sucede lo mismo, los pueden utilizar varias personas al mismo tiempo, con diferentes experiencias. Por eso, las ideas y el conocimiento no son necesariamente industrias rentables. Las ideas, en una era de tecnología y nuevas formas de mercado, pueden ser utilizadas por muchos al mismo tiempo, por las economías de escala derivadas de la tecnología. Esto es algo que los economistas nunca habían tenido en cuenta. Ésa es una de las diferencias entre la economía industrial que conocemos y la nueva economía basada en conocimiento.
¿Esta nueva economía, basada en conocimiento, también incluye a la economía del entretenimiento?
Mucho del entretenimiento es básicamente intangible. Por ejemplo, usted ve y oye un chiste en televisión y al otro día todo el mundo lo cuenta en la calle, sin pagar derechos de autor. Lo que ocurrió fue que tomamos un bien de la economía monetaria y lo llevamos a la economía del consumidor, que no utiliza dinero. Lo que está sucediendo es que ahora todos tenemos acceso a tecnología y oportunidades que vienen de la economía del dinero y la utilizamos en la economía del no dinero. Es el caso de un computador, lo compro con dinero, fue producido en la industria del dinero y cuando llego a mi casa puedo producir bellas piezas artísticas solamente para mí. Yo decido si la imprimo y la vendo o la dejo en mi casa para mi goce. Por ello, el valor de un producto no está en lo que lo motivó para se producido, sino en lo que finalmente se ha dispuesto. Los economistas tradicionales se han dedicado a entender la producción desde la óptica de que debe haber beneficios cuando se produce algo, mientras que la economía del conocimiento no parte de este supuesto.
Ocurre que la economía está creando herramientas para que las personas las utilicen en la economía del no dinero, para crear nuevas satisfacciones. Le pongo un ejemplo, antes yo tenía que ir al médico a pedir una cita para que me tomara la presión arterial. Hoy puedo comprar un tensiómetro, hacerlo en mi casa y controlarme yo mismo, sin tener
que pagar el médico. Así se transmite un servicio de la economía del dinero a uno de la economía del conocimiento, fundamentado en el conocimiento de tomar la presión arterial y entender el resultado, se volvió un bien libre en el mercado.
En su libro ‘El choque del futuro’, usted habla de los enfrentamientos culturales. ¿Es China hoy un choque cultural para Occidente?
El crecimiento de China refleja la aceleración que el mundo está teniendo. De lo que estamos hablando es de la aceleración. Hace muchos años los cambios eran más lentos, en la actualidad la aceleración del cambio es tan rápida que muchas veces no son perceptibles. Lo que hoy se ve en China es una posición estratégica, inteligente, altamente adaptada a los cambios al mismo tiempo.
¿Cómo se han dado esos cambios?
China era una economía agrícola, pero rápidamente movió su gente a las ciudades y así salió de una primera ola. Se implementó una política con mayor industrialización para llegar a la segunda. Pero desde 1983 impulsaron un crecimiento del conocimiento, teniendo en cuenta que no se llega a la tercera ola del conocimiento dejando atrás la industria, sino llevándola a niveles de alta tecnología para acelerar el desarrollo. De esta manera se logra dar dinámica a la las dos olas, la de la industria y la del conocimiento. Digo esto porque en 1983 fui a China a dar una conferencia y dejé una copia de mi libro La tercera ola. Lo que no sabía era que después muchos sociólogos de universidades chinas lo utilizaron para fundamentar parte de los lineamientos del desarrollo del país. Posteriormente me enteré de que se convirtió en el libro más vendido de China.
¿Por qué cree que el libro se convirtió en el más vendido?
Porque está basado en darle importancia al conocimiento, lo cual permitió que la academia en China estableciera líneas de desarrollo para el país en un escalamiento de las dos olas (industria y conocimiento), al punto que el libro llegó a estar en muchas escuelas del país. Los líderes entendieron que la manera de pasar de la economía tradicional industrial a la del conocimiento era llevando los dos procesos al mismo tiempo.
Usted plantea que la sociedad tiende a ser cada día más rápida, que cada vez hay más personas a las que se les llama “rushoholics” (que viven a toda velocidad), ¿cómo afectará esto a la familia del futuro?
Hay más presión hoy en los trabajos porque la entrada de más competencia a nivel mundial ha hecho que los niveles de productividad de las empresas tiendan a aumentar y la velocidad de producción en la actualidad es impresionante. Esto lleva a que otros niveles de la sociedad tengan esa misma aceleración, causando lo que llamo “desincronización en la sociedad”, lo cual se refleja en la vida familiar, donde todo se quiere que ocurra ya.
¿Cómo ve a Colombia en este momento?
Siento que tiene más oportunidades hoy que hace algunos años. Creo que está haciendo la tarea económica razonablemente bien, al igual que América Latina. Pero hay que hacerse una pregunta: ¿por qué la preocupación en América Latina sobre un mayor gasto militar?
¿Cree que frente a ese proceso de armamentismo se puede estar creando en la región algún conflicto por la polarización política?
No lo sé, cada país tiene intereses propios y situaciones internas específicas. No sé para a dónde va América Latina con esta política armamentista. Lo que es evidente es que hay un patrón.
Es considerado en el mundo como el profeta moderno. El Espectador habló con Alvin Toffler, antes de su visita a Colombia la próxima semana. Se trata de un escritor y futurista estadounidense doctorado en Letras, Leyes y Ciencia, conocido por sus discusiones acerca de la revolución digital y de las comunicaciones y la singularidad tecnológica.
En numerosas charlas Toffler habló de las subastas electrónicas tipo e-Bay en los años 80. Anticipó la conmoción que enfrentaría la familia nuclear desde los años 60, cuando todos los expertos decían que ello nunca cambiaría. Escribió y dictó conferencias acerca de internet y sus predecesores a finales de los 70. A principios de los años 60, Toffler pronosticó el explosivo auge del computador. Escribió y dio charlas acerca del PC, los agentes electrónicos, la realidad virtual y las redes electrónicas antes de que aparecieran en el mercado.
También predijo el fenómeno en que se convertiría China y su impacto en la modernidad. Su libro La tercera ola se convirtió en referencia para el desarrollo chino.
En el libro ‘La revolución de la riqueza’ usted propone que el dinero va a ser diferente a lo que hoy conocemos, ¿cómo es esa idea?
En las economías desarrolladas los impulsos de mercado ya no son tan monetarios. En la economía tradicional se produce un bien, se vende y se obtienen unas utilidades. Pero tenemos paralelamente un sistema donde la gente produce para su consumo privado o por gusto, entonces la motivación ya no es económica. En las economías avanzadas se crean cada vez más riquezas intangibles por medio del mercado monetario, diferente a la economía tradicional. En la industria agraria, por ejemplo, una persona tiene un sembrado y nadie puede tener otro sembrado en el mismo terreno. Pero hoy con los productos de conocimiento no sucede lo mismo, los pueden utilizar varias personas al mismo tiempo, con diferentes experiencias. Por eso, las ideas y el conocimiento no son necesariamente industrias rentables. Las ideas, en una era de tecnología y nuevas formas de mercado, pueden ser utilizadas por muchos al mismo tiempo, por las economías de escala derivadas de la tecnología. Esto es algo que los economistas nunca habían tenido en cuenta. Ésa es una de las diferencias entre la economía industrial que conocemos y la nueva economía basada en conocimiento.
¿Esta nueva economía, basada en conocimiento, también incluye a la economía del entretenimiento?
Mucho del entretenimiento es básicamente intangible. Por ejemplo, usted ve y oye un chiste en televisión y al otro día todo el mundo lo cuenta en la calle, sin pagar derechos de autor. Lo que ocurrió fue que tomamos un bien de la economía monetaria y lo llevamos a la economía del consumidor, que no utiliza dinero. Lo que está sucediendo es que ahora todos tenemos acceso a tecnología y oportunidades que vienen de la economía del dinero y la utilizamos en la economía del no dinero. Es el caso de un computador, lo compro con dinero, fue producido en la industria del dinero y cuando llego a mi casa puedo producir bellas piezas artísticas solamente para mí. Yo decido si la imprimo y la vendo o la dejo en mi casa para mi goce. Por ello, el valor de un producto no está en lo que lo motivó para se producido, sino en lo que finalmente se ha dispuesto. Los economistas tradicionales se han dedicado a entender la producción desde la óptica de que debe haber beneficios cuando se produce algo, mientras que la economía del conocimiento no parte de este supuesto.
Ocurre que la economía está creando herramientas para que las personas las utilicen en la economía del no dinero, para crear nuevas satisfacciones. Le pongo un ejemplo, antes yo tenía que ir al médico a pedir una cita para que me tomara la presión arterial. Hoy puedo comprar un tensiómetro, hacerlo en mi casa y controlarme yo mismo, sin tener
que pagar el médico. Así se transmite un servicio de la economía del dinero a uno de la economía del conocimiento, fundamentado en el conocimiento de tomar la presión arterial y entender el resultado, se volvió un bien libre en el mercado.
En su libro ‘El choque del futuro’, usted habla de los enfrentamientos culturales. ¿Es China hoy un choque cultural para Occidente?
El crecimiento de China refleja la aceleración que el mundo está teniendo. De lo que estamos hablando es de la aceleración. Hace muchos años los cambios eran más lentos, en la actualidad la aceleración del cambio es tan rápida que muchas veces no son perceptibles. Lo que hoy se ve en China es una posición estratégica, inteligente, altamente adaptada a los cambios al mismo tiempo.
¿Cómo se han dado esos cambios?
China era una economía agrícola, pero rápidamente movió su gente a las ciudades y así salió de una primera ola. Se implementó una política con mayor industrialización para llegar a la segunda. Pero desde 1983 impulsaron un crecimiento del conocimiento, teniendo en cuenta que no se llega a la tercera ola del conocimiento dejando atrás la industria, sino llevándola a niveles de alta tecnología para acelerar el desarrollo. De esta manera se logra dar dinámica a la las dos olas, la de la industria y la del conocimiento. Digo esto porque en 1983 fui a China a dar una conferencia y dejé una copia de mi libro La tercera ola. Lo que no sabía era que después muchos sociólogos de universidades chinas lo utilizaron para fundamentar parte de los lineamientos del desarrollo del país. Posteriormente me enteré de que se convirtió en el libro más vendido de China.
¿Por qué cree que el libro se convirtió en el más vendido?
Porque está basado en darle importancia al conocimiento, lo cual permitió que la academia en China estableciera líneas de desarrollo para el país en un escalamiento de las dos olas (industria y conocimiento), al punto que el libro llegó a estar en muchas escuelas del país. Los líderes entendieron que la manera de pasar de la economía tradicional industrial a la del conocimiento era llevando los dos procesos al mismo tiempo.
Usted plantea que la sociedad tiende a ser cada día más rápida, que cada vez hay más personas a las que se les llama “rushoholics” (que viven a toda velocidad), ¿cómo afectará esto a la familia del futuro?
Hay más presión hoy en los trabajos porque la entrada de más competencia a nivel mundial ha hecho que los niveles de productividad de las empresas tiendan a aumentar y la velocidad de producción en la actualidad es impresionante. Esto lleva a que otros niveles de la sociedad tengan esa misma aceleración, causando lo que llamo “desincronización en la sociedad”, lo cual se refleja en la vida familiar, donde todo se quiere que ocurra ya.
¿Cómo ve a Colombia en este momento?
Siento que tiene más oportunidades hoy que hace algunos años. Creo que está haciendo la tarea económica razonablemente bien, al igual que América Latina. Pero hay que hacerse una pregunta: ¿por qué la preocupación en América Latina sobre un mayor gasto militar?
¿Cree que frente a ese proceso de armamentismo se puede estar creando en la región algún conflicto por la polarización política?
No lo sé, cada país tiene intereses propios y situaciones internas específicas. No sé para a dónde va América Latina con esta política armamentista. Lo que es evidente es que hay un patrón.