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Javier Gutiérrez tiene 63 años y lleva más de cinco impulsando un emprendimiento de productos naturales en Bogotá. Aunque buena parte de su vida trabajó en empresas, dice que lo suyo es la gastronomía. Hoy vende mermeladas, salsas, frutas en almíbar y mantequilla de maní que prepara sin conservantes y vende bajo la marca Delicias Doña Carmen, dedicada a su madre.
Al igual que otros pequeños empresarios, Javier obtiene una parte importante de sus ingresos por medio de su proyecto culinario, que ha dado a conocer a través del voz a voz. Sin embargo, afirma que lo más difícil de emprender a su edad es contar con recursos para desarrollar los productos. “Los créditos de las personas mayores no son para irse a viajar, sino que se quedan en el emprendimiento”, asegura. “Nos hace falta un espacio para que crean en nosotros. Ahora solamente creen en los jóvenes y las grandes empresas”.
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De acuerdo con las cifras más recientes del DANE, se estima que en Colombia hay 6’808.641 adultos mayores; es decir, personas que tienen sesenta años o más. De este grupo, 55 % corresponde a mujeres y 45 % a hombres.
Se trata de una población que, pese a que está en edad de pensionarse, casi no tiene acceso a esta prestación económica. Según el DANE, para el trimestre agosto-octubre de 2020 solo el 16,1 % de la población adulta mayor cotizó a pensión. En ese período de tiempo, el 97,2 % cotizó a salud.
Dado que tres de cada cuatro adultos mayores en Colombia no tienen este pago, muchos de ellos han decidido emprender para tener un ingreso extra. Ese es el caso de Gloria Arias, una paisa de 64 años que trabajó en empresas de turismo, confección y decoración durante toda su vida y se dio cuenta, muy tarde, de que algunos de sus jefes no hicieron los aportes correspondientes a su pensión. “El día en que fui a consultar, convencida de que me faltaba un año, me dijo el abogado que me faltaban siete. Me quedé a llorar en el escritorio. Estaba cansada, quería disfrutar de mi pensión. Fue un golpe duro”, recuerda.
Si bien su esposo ya está pensionado y Gloria ha trabajado como auxiliar de producción en una chocolatería, en sus ratos libres impulsa dos emprendimientos para ocuparse y tener ciertos ingresos. Uno consiste en la confección de bolsos y accesorios con materiales recuperados. El otro es un proyecto de repostería que creó con su hijo a raíz de la pandemia: preparan tortas, galletas, brownies y otros postres que luego envían a domicilio por todo Medellín.
“Como buena mamá de cierta edad, soy un poquito lenta para la tecnología y le tengo un poco de pereza. He tenido únicamente Facebook. A través de Facebook, el voz a voz y mi círculo social y familiar, me fui dando a conocer y empecé a participar en ferias y bazares”, relata. Sin embargo, debido a las medidas de aislamiento, Gloria, al igual que miles de emprendedores y artesanos de todo el país, ha tenido que exhibir sus productos de manera intermitente, pues varios eventos fueron cancelados entre 2020 y 2021. La mujer cuenta que durante la pandemia ha prosperado más su negocio de repostería que la venta de carteras.
Lo mismo le ocurrió a Aura Dulcey, profesora de arte de 67 años que reside en Cali con su esposo, su sobrina y el hijo de la joven. Antes de la pandemia, Aura solía trabajar con autoridades locales desarrollando unidades productivas con mujeres de su ciudad. Sin embargo, los talleres se suspendieron por la pandemia y se vio obligada a emprender su propio proyecto.
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Hoy en día vende prendas bordadas, como blusas, ropa para bebé, sábanas y chaquetas, además de la ropa que algunos clientes le encargan intervenir. Los precios de sus productos oscilan entre $50.000 y $70.000, y a Aura le toma entre uno y tres días completarlos.
“Las prendas duran si las cuidas: los hilos y los materiales son de mejor calidad que las del exterior. Allá el producto colombiano tiene mucha fama, pero aquí la gente no compra igual”, señala la artista. Durante la pandemia ha tenido que vender algunos productos de comida, pues sus bordados no siempre son suficientes.
“En estos momentos estamos quietos porque la gente prefiere comprar comida que productos de arte. Todos aportamos un poquito (en la casa), pero está dura la cosa”, dice.
Según el DANE, para el trimestre agosto-octubre del año pasado, el 62,5 % de los adultos mayores ocupados en Colombia eran trabajadores por cuenta propia; es decir, que tienen sus propios negocios o no tienen una vinculación laboral, por ejemplo. Tan solo el 14,2 % eran empleados particulares.
Desde hace algunos meses, Javier, Gloria y Aura hacen parte de una plataforma gratuita que visibiliza emprendimientos de personas de la tercera edad en Colombia. El proyecto se llama Emprende Mayor y fue ideado por Mayor Vida, una comunidad online enfocada en personas mayores, y la Asociación Colombiana de Gerontología y Geriatría (ACGG).
La página, que hace parte del sitio web de Mayor Vida, es gratuita y expone cerca de treinta emprendimientos de todo el país. Entre los productos que se pueden encontrar hay tejidos, manualidades, postres y esencias, entre otros. Los visitantes pueden leer sobre los creadores, la historia de sus productos y cómo contactarlos para realizar un pedido. Además, la sección comparte sus proyectos en redes sociales para que lleguen a una audiencia más amplia.
“Sabemos que son personas con experiencia y habilidades que han desarrollado a lo largo de toda una vida para crear estos emprendimientos. Estos productos son de alta calidad y pueden aportar a la reactivación económica”, cuenta Andrés Maldonado, gerente de Mayor Vida.
La alianza entre la comunidad online y la ACGG ha posibilitado que los interesados puedan darse a conocer en sus plataformas sin costo alguno. Para participar en Emprende Mayor, las personas deben ser mayores de sesenta años, tener un emprendimiento de productos disponibles que sean elaborados por ellos o sus empresas y llenar un formulario de la página de Mayor Vida explicando de qué se trata su proyecto. A quienes se les dificulta acceder a internet los apoyan a través del número celular 317 515 7103.
“A veces son historias difíciles, a veces son muy bonitas, pero siempre nos motivan a mirar hacia delante. Nunca es tarde para hacer las cosas”, agrega Maldonado. “Uno quisiera ayudarlos de todas las formas posibles, pero ahí vamos; todo es cuestión de paciencia y tiempo”.
Emprende Mayor también hace parte de la red de proyectos CEmprende, de Innpulsa Colombia, la entidad del Ministerio de Comercio que se enfoca en apoyar el ecosistema emprendedor en el país. A través de esta red, los creadores de la plataforma han conseguido difundir el proyecto y pronto harán parte de una feria virtual. Además, se aliaron con la Universidad Javeriana para dictar un curso de emprendimiento a algunos de los adultos mayores.
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“Vamos a financiar estos cursos para que conozcan mucho más sobre qué es hacer un emprendimiento, que no es solo tener un producto y venderlo, sino que involucra muchas cosas”, agrega el gerente de Mayor Vida.
Como la plataforma es relativamente nueva, Javier, Gloria y Aura aún dependen mucho del apoyo de vecinos, clientes y conocidos. “Yo siempre estoy esperando, viendo el WhatsApp a ver si ya comenzaron a escribirme. Cambia la vida, y es chévere cuando lo comienzan a llamar a uno”, dice Javier.
Gloria, por su parte, dice que los años le han enseñado a ser paciente y espera que el segundo semestre sea más fructífero que el que ya pasó, pues, en últimas, es una labor que hace por pasión. “El temor es la peor pandemia de la humanidad y nos frena mucho. Si tienes una idea en la cabeza y quieres estar activo, mover tus neuronas, hay que dejar el temor a un lado. La vida da unas vueltas que uno nunca se imagina”, concluye.