Acelerando acciones para el desarrollo sostenible
Nos une el mismo propósito para la transición a una economía baja en carbono y con resultados positivos en la sociedad.
Alejandra Díaz, directora de sostenibilidad de Davivienda y Seguros Bolívar
En momentos en donde las tensiones geopolíticas globales, la desigualdad, la desconfianza, la pérdida de biodiversidad y los efectos del cambio climático, por nombrar algunos desafíos, no dan tregua, es necesario trabajar juntos para encontrar soluciones que permitan a todos gozar de condiciones seguras, prósperas, incluyentes y que conserven la naturaleza.
En materia social, la pandemia del covid-19 provocó retrocesos en indicadores, como la lucha contra la pobreza y la desigualdad, las tasas de vacunación infantil, el cierre de brechas de género y el aprendizaje en niños y jóvenes, los cuales permanecen y se acentúan producto de los conflictos y los desastres asociados al clima, que hacen que se sumen y agudicen otros indicadores, como los desplazamientos y el hambre.
Al mismo tiempo, en lo ambiental, es noticia reiterada que cada nuevo año es el más cálido nunca registrado, como también lo es una nueva especie de flora o fauna amenazada, sumándose al millón de especies que se estima ya están en peligro de extinción, degradando con ello servicios ecosistémicos, o la creciente contaminación atmosférica y de las aguas que, para este último caso, deja cerca de 17 millones de toneladas de plásticos vertidos en los océanos.
Cumplir los ODS es una cuestión de voluntad y, con ella, de financiación, pues más de cuatro trillones de dólares anuales deben ser invertidos si queremos cumplir con la Agenda de Desarrollo a 2030.
Esta radiografía pone en evidencia que a 2023, de acuerdo con las Naciones Unidas, solo el 15 % de las metas de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que abogan por la prosperidad, las personas y el planeta, se estaban cumpliendo, mientras que el 48 % presentan retrasos moderados a graves y el 37 % se encuentran estancadas o en retroceso.
Cumplir los ODS es una cuestión de voluntad y, con ella, de financiación, pues más de cuatro trillones de dólares anuales deben ser invertidos si queremos cumplir con la Agenda de Desarrollo a 2030.
Solo en materia climática en Colombia, según el DNP, las inversiones en reducción de emisiones y adaptación al clima pueden estar entre $14,6 y $24,7 billones, cerca del 1,2 y 2,0 % del PIB, de las cuales alrededor del 80 % podría provenir del sector privado, según el “Informe sobre clima y desarrollo de Colombia”, del Banco Mundial.
El reto es enorme, y de allí el llamado a una nueva arquitectura financiera internacional por parte del secretario general de la ONU, que permita un mayor flujo de recursos públicos hacia los países que aún están en busca de su desarrollo y a la vez enfrentan los mayores desafíos ambientales y sociales, y que aborda temas como la deuda, el papel de los bancos públicos de desarrollo y la banca multilateral.
En ese mismo sentido es clave la movilización de capital privado, la cual podría ser cada vez mayor con esquemas de incentivos y financiamiento mixto (blended finance), en donde se aprovechen, por ejemplo, las asociaciones público-privadas, en las que Colombia tiene gran experiencia; una mejor valoración del riesgo y el desarrollo de nuevos esquemas de garantías que den confianza en la asignación de un capital creciente y paciente; la cooperación con las bancas de desarrollo; el fortalecimiento de nuevos vehículos de financiamiento como los bonos verdes, sociales o los atados a metas de sostenibilidad, o los fondos de inversión de impacto.
Tan importante como el papel de los gobiernos, de los organismos internacionales y del sector financiero, como habilitador, este último, de parte de los flujos de dinero necesarios para la transformación ordenada y justa de nuestras economías hacia unas más sostenibles, es el papel de los empresarios de todos los tamaños del sector real de la economía y de los consumidores.
Nos une el mismo propósito de acelerar acciones para la transición a una economía baja en carbono, resiliente y con resultados positivos en la naturaleza y en la sociedad.
Es así como una mayor inversión por parte de las empresas en innovación y tecnología para una producción y distribución sostenible de bienes y servicios, a la par que una demanda creciente de los consumidores porque aquello que adquieren sea el resultado de prácticas de producción que velan por la inclusión social, la eficiencia energética, la circularidad, la conservación de la naturaleza o la reducción de la contaminación, son los mayores catalizadores del cambio y del financiamiento sostenible.
Como vemos, nos une el mismo propósito de acelerar acciones para la transición a una economía baja en carbono, resiliente y con resultados positivos en la naturaleza y en la sociedad. Por ello debemos seguir propiciando el diálogo entre todos los actores del ecosistema para el financiamiento innovador sostenible. Desde Banco Davivienda y Seguros Bolívar trabajamos con otros colegas de la industria bancaria y aseguradora, con agremiaciones, gobiernos, la banca de desarrollo y, muy especialmente, con nuestros clientes, para convertir retos sociales y ambientales en oportunidades de crecimiento para todos.
Conviene a todos avanzar en el progreso y competitividad de nuestros países, no dejar a nadie atrás de los beneficios del crecimiento sostenible y reconocer y gestionar nuestra dependencia de la naturaleza, por eso hagamos juntos del mundo nuestra casa, un lugar más próspero, incluyente y verde.
* Alejandra Díaz, directora de sostenibilidad de Davivienda y Seguros Bolívar.
En momentos en donde las tensiones geopolíticas globales, la desigualdad, la desconfianza, la pérdida de biodiversidad y los efectos del cambio climático, por nombrar algunos desafíos, no dan tregua, es necesario trabajar juntos para encontrar soluciones que permitan a todos gozar de condiciones seguras, prósperas, incluyentes y que conserven la naturaleza.
En materia social, la pandemia del covid-19 provocó retrocesos en indicadores, como la lucha contra la pobreza y la desigualdad, las tasas de vacunación infantil, el cierre de brechas de género y el aprendizaje en niños y jóvenes, los cuales permanecen y se acentúan producto de los conflictos y los desastres asociados al clima, que hacen que se sumen y agudicen otros indicadores, como los desplazamientos y el hambre.
Al mismo tiempo, en lo ambiental, es noticia reiterada que cada nuevo año es el más cálido nunca registrado, como también lo es una nueva especie de flora o fauna amenazada, sumándose al millón de especies que se estima ya están en peligro de extinción, degradando con ello servicios ecosistémicos, o la creciente contaminación atmosférica y de las aguas que, para este último caso, deja cerca de 17 millones de toneladas de plásticos vertidos en los océanos.
Cumplir los ODS es una cuestión de voluntad y, con ella, de financiación, pues más de cuatro trillones de dólares anuales deben ser invertidos si queremos cumplir con la Agenda de Desarrollo a 2030.
Esta radiografía pone en evidencia que a 2023, de acuerdo con las Naciones Unidas, solo el 15 % de las metas de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que abogan por la prosperidad, las personas y el planeta, se estaban cumpliendo, mientras que el 48 % presentan retrasos moderados a graves y el 37 % se encuentran estancadas o en retroceso.
Cumplir los ODS es una cuestión de voluntad y, con ella, de financiación, pues más de cuatro trillones de dólares anuales deben ser invertidos si queremos cumplir con la Agenda de Desarrollo a 2030.
Solo en materia climática en Colombia, según el DNP, las inversiones en reducción de emisiones y adaptación al clima pueden estar entre $14,6 y $24,7 billones, cerca del 1,2 y 2,0 % del PIB, de las cuales alrededor del 80 % podría provenir del sector privado, según el “Informe sobre clima y desarrollo de Colombia”, del Banco Mundial.
El reto es enorme, y de allí el llamado a una nueva arquitectura financiera internacional por parte del secretario general de la ONU, que permita un mayor flujo de recursos públicos hacia los países que aún están en busca de su desarrollo y a la vez enfrentan los mayores desafíos ambientales y sociales, y que aborda temas como la deuda, el papel de los bancos públicos de desarrollo y la banca multilateral.
En ese mismo sentido es clave la movilización de capital privado, la cual podría ser cada vez mayor con esquemas de incentivos y financiamiento mixto (blended finance), en donde se aprovechen, por ejemplo, las asociaciones público-privadas, en las que Colombia tiene gran experiencia; una mejor valoración del riesgo y el desarrollo de nuevos esquemas de garantías que den confianza en la asignación de un capital creciente y paciente; la cooperación con las bancas de desarrollo; el fortalecimiento de nuevos vehículos de financiamiento como los bonos verdes, sociales o los atados a metas de sostenibilidad, o los fondos de inversión de impacto.
Tan importante como el papel de los gobiernos, de los organismos internacionales y del sector financiero, como habilitador, este último, de parte de los flujos de dinero necesarios para la transformación ordenada y justa de nuestras economías hacia unas más sostenibles, es el papel de los empresarios de todos los tamaños del sector real de la economía y de los consumidores.
Nos une el mismo propósito de acelerar acciones para la transición a una economía baja en carbono, resiliente y con resultados positivos en la naturaleza y en la sociedad.
Es así como una mayor inversión por parte de las empresas en innovación y tecnología para una producción y distribución sostenible de bienes y servicios, a la par que una demanda creciente de los consumidores porque aquello que adquieren sea el resultado de prácticas de producción que velan por la inclusión social, la eficiencia energética, la circularidad, la conservación de la naturaleza o la reducción de la contaminación, son los mayores catalizadores del cambio y del financiamiento sostenible.
Como vemos, nos une el mismo propósito de acelerar acciones para la transición a una economía baja en carbono, resiliente y con resultados positivos en la naturaleza y en la sociedad. Por ello debemos seguir propiciando el diálogo entre todos los actores del ecosistema para el financiamiento innovador sostenible. Desde Banco Davivienda y Seguros Bolívar trabajamos con otros colegas de la industria bancaria y aseguradora, con agremiaciones, gobiernos, la banca de desarrollo y, muy especialmente, con nuestros clientes, para convertir retos sociales y ambientales en oportunidades de crecimiento para todos.
Conviene a todos avanzar en el progreso y competitividad de nuestros países, no dejar a nadie atrás de los beneficios del crecimiento sostenible y reconocer y gestionar nuestra dependencia de la naturaleza, por eso hagamos juntos del mundo nuestra casa, un lugar más próspero, incluyente y verde.
* Alejandra Díaz, directora de sostenibilidad de Davivienda y Seguros Bolívar.