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Tal y como refleja la Convención de derechos de Personas con discapacidad de Naciones Unidas y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la inclusión en la sociedad de las personas con discapacidad es fundamental.
La discapacidad puede ser transitoria, permanente, total, parcial, originada desde el nacimiento, por un accidente o simplemente fruto del envejecimiento. Algunos tipos de discapacidad serían visual, auditiva, motora, cognitiva… y cada uno con distintos grados y particularidades.
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La accesibilidad universal, según la Real Academia de la Lengua Española (RAE), es la condición que deben cumplir los entornos, procesos, bienes, productos y servicios, así como los objetos, instrumentos, herramientas y dispositivos, para ser comprensibles, utilizables y practicables por todas las personas en condiciones de seguridad y comodidad y de la forma más autónoma y natural posible.
El origen de la accesibilidad son los siete principios de diseño universal. El diseño universal es aplicable a productos (en el sentido más amplio, desde edificios hasta dispositivos móviles), y servicios (desde una plataforma de venta digital pasando por la atención al cliente). Estos principios son:
- Uso equitativo
- Flexibilidad
- Uso sencillo e intuitivo
- Información perceptible
- Tolerancia al error
- Bajo esfuerzo físico
- Tamaño y espacio apropiados
Cumplir estos principios implica considerar la accesibilidad desde el principio. Y es que un diseño universal es un diseño mejor, sobre todo ahora que el digital está siendo el canal prioritario para muchas personas. Si se tiene en cuenta el diseño universal y la accesibilidad desde el diseño, las soluciones no requerirán adaptaciones específicas. Además, las soluciones diseñadas bajo los principios de diseño universal y la accesibilidad, son más fáciles de utilizar por todas las personas. La accesibilidad, la usabilidad y el ‘user design’ son aspectos muy relacionados. No puede haber accesibilidad sin usabilidad, ni sería ético hablar de un diseño centrado en un usuario, que no sea accesible a todos los usuarios.
Se estima que esta cifra alcanza 1.300 millones de personas (el 16% de la población mundial), llegando a un 35% en personas de más de 60 años.
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La accesibilidad no es hacer soluciones específicas para personas con discapacidad, sino que todas las personas puedan acceder a la misma solución. Por ejemplo, en canales presenciales tener puertas automáticas nos puede ayudar si vamos a entrar a un establecimiento con bolsas, o las rampas pueden ayudar si vamos con un carrito de un niño. En canales digitales, la accesibilidad ayuda con las conexiones de red lentas, facilita la inclusión digital de colectivos de edad avanzada o inexpertos, y ayuda a cualquier colectivo cuando tenemos excesivo sol en la pantalla, o exceso de ruido.
La accesibilidad no es hacer soluciones específicas para personas con discapacidad sino que todas las personas puedan acceder a la misma solución.
La accesibilidad se ayuda de los productos de apoyo, que son herramientas que permiten a una persona con discapacidad realizar tareas y actividades cotidianas. Una silla de ruedas, un bastón o unas gafas son productos de apoyo. También lo son los lectores de pantalla, los magnificadores de pantalla o las funciones de subtitulado automático que tienen muchas webs.
Pero en ocasiones la principal barrera que encuentran las personas con discapacidad es un trato no adecuado. Debemos evitar términos, connotaciones negativas como ‘las personas que sufren una discapacidad’. Lo correcto es referirnos a ‘personas con discapacidad’ en lugar de ‘discapacitados’, porque es importante poner a la persona antes de la discapacidad. Algunas pautas generales a tener en cuenta para un trato adecuado serían:
- Identificarnos antes de empezar a hablar y hacerlo con la persona, no con su acompañante.
- Respetar su autonomía y ofrecer nuestra ayuda si nos la piden, por ejemplo, para entrar a un lugar.
- Mantener la atención en lo que nos cuentan o preguntan.
- Reducir la velocidad al hablar, hablar de frente, mirando siempre a la persona, utilizar lenguaje claro y repetir la información si es necesario o proveer de alternativas a lo audible y a lo visual.
- Verificar que estamos transmitiendo correctamente los mensajes.
- Antes de finalizar la conversación o irnos, asegurarnos de que lo transmitimos previamente.
Por último, resaltar que la accesibilidad beneficia a todas las personas, y es crucial para las personas con discapacidad porque fomenta su inclusión, respetando su autonomía, su dignidad, y su libertad de elección.
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*Este texto fue publicado originalmente en la plataforma de Innovación del BBVA.
La republicamos con autorización de BBVA Colombia en nuestra plataforma digital dedicada al Emprendimiento y Liderazgo.