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David Vélez, creador del Nubank: el antibanquero sin miedo al éxito

Perfil del joven magnate colombiano David Vélez desde las entrañas de su criatura, Nubank, el banco digital que empezó en una modesta casa de Sao Paulo, Brasil, y que hoy tiene 85 millones de clientes en el continente. Reportaje de “Los Informantes” del Canal Caracol, que cumplió diez año al aire.

Jose Monsalve * / Especial para El Espectador
30 de octubre de 2023 - 09:00 p. m.
David Vélez, CEO y cofunador de NuBank.
David Vélez, CEO y cofunador de NuBank.
Foto: Cortesía
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En la formidable película Relatos Salvajes aparece la historia de un hombre acorralado por la burocracia. Se trata de un ingeniero quien sufre la inoperancia del sistema y reiterados atropellos al intentar recuperar su carro luego de que una grúa se lo lleva a patios. Las situaciones por las que pasa son tan absurdas, progresivas y a la vez cotidianas que cualquier latinoamericano se identifica, y uno hasta sonríe cuando el personaje vuela en mil pedazos el sistema. De ahí que este héroe sea conocido como el “ingeniero bombita”. David Vélez Osorno también es ingeniero, fue tratado con desdén y sí que hizo explotar un sistema inoperante y opresivo. Nada menos que el sistema bancario. (Recomendamos: Lea otro reportaje de “Los Informantes” por sus diez años de emisiones: la historia del astronauta Frank Rubio).

La historia “salvaje” de Vélez –de lejos el colombiano más rico del mundo– empezó hace poco más de diez años en Sao Paulo, Brasil, la capital financiera de América Latina, a donde vinimos para entrevistarlo. Sobre la avenida Faria Lima, en imponentes edificios, están los principales bancos y demás oficinas bursátiles, es una zona opulenta y moderna. Allí llegó Vélez con poco más de 30 años para intentar abrir una cuenta de bancaria. Entonces era empleado de un fondo de inversión de California y lo habían enviado a Brasil con la misión de encontrar empresas y nuevas oportunidades de negocios.

Como cualquier migrante que quiere instalarse en una nueva ciudad necesitaba una cuenta bancaria. Fue cuando intentó ingresar a uno de esos bancos y se encontró con hombres armados, alarmas, puertas de seguridad, casilleros para dejar celular, llaves y demás elementos metálicos y después, al fin adentro, un continuo mal trato como si no fuera un cliente sino un asaltante de bancos. “Me hicieron esperar y luego llenar una cantidad de información, tuve que conseguir documentos, después llamar y regresar. Vaya pa’ allá y pa’ acá. Y le falta esto. Empecé un proceso que duró meses, tuve que ir unas cinco veces a esa sucursal, todo para simplemente abrir una cuenta”, recuerda.

Pero Vélez, con el ojo fino de emprendedor, vio en el lío una oportunidad. Llevaba años buscando un gran problema al que pudiera impactar con una solución no convencional. Lo vio y se lanzó. Decidió renunciar a la compañía gringa e instalarse de lleno en Sao Paulo, y durante tres meses estudió día y noche el problema y una receta disruptiva para, casi nada, competirle al poderoso modelo bancario tradicional.

Nadie lo explica mejor que él: “El modelo brasilero, se parecía al mexicano, colombiano, argentino. Oligopolios donde pocos bancos son dueños del 90 por ciento del sistema sin que haya competencia, y eso es lo que explicaba por qué no estaban sirviendo mejor a su consumidor. Al mismo tiempo lo que venía pasando en ese momento era la penetración del celular creciendo rápidamente. Esos elementos juntos crean la posibilidad de imaginarse competir con esos bancos vía una experiencia increíble para el cliente, siendo 100 por ciento digital”. Sin más, decidió crear un banco desde cero.

Vélez, sin duda, es un visionario. Pero los hay muchos que nunca llegan a nada, los soñadores pululan. En su caso, quizá un talento mayor es que es consciente de sus carencias y las pilotea. Cuando era muy joven envió aplicaciones a una decena de universidades de Estados Unidos incluyendo la prestigiosísima Stanford University. Aunque ésta era su sueño dorado no se hizo ilusiones, se postuló sin esperanzas. Pero resultó que todas lo rechazaron, salvo su preferida. Empacó maletas y se fue feliz. Quería estudiar física o matemáticas, pero le bastaron un par de días “junto a otros estudiantes, auténticos genios” para entender que nunca los alcanzaría. Entonces recalculó: estudió la carrera de ingeniería financiera que le permitía ahondar en su interés por los números, pero con aplicaciones prácticas. Del mismo modo, cuando vislumbró su Fintech, lo primero que hizo fue buscar dos socios estratégicos para cubrir los frentes vulnerables.

Reclutó a Edwar Wible, un programador gringo que tras el llamado aterrizó en Sao Paulo, y a Cristina Junqueira, una consultora de banca oriunda de la ciudad que coincidía con Vélez en el hastío por el sistema bursátil. Les dijo que construirían una compañía rentable cuyo norte sería liberar a millones de personas de la complejidad financiera. Y manos a la obra. Desde el comienzo querían diferenciarse de los bancos tradicionales así que buscaron un espacio lejos de la avenida Faria Lima. Encontraron una modesta casa en arriendo, les llamó la atención porque en la segunda planta podría vivir Edwar, y supieron que era el lugar ideal al advertir que estaba sobre la calle California. “Nos gusta decir que empezamos nuestra startup en California, y sí, pero es la calle California de Sao Paulo”, me dice entre risas Junqueira.

En aquella “casita” de barrio estuvieron alrededor de dos años hasta que fueron 25 personas y un perro callejero al que llamaron Lost. Cuando materialmente ya no cupieron, se mudaron, pero el nuevo lugar también se quedó pequeño. Pronto tuvieron que buscar otro espacio mayor, y luego otro y otro... Así ha sido Nubank desde que emprendió. Aspiraban conseguir un millón de clientes en cinco años, cumplieron la meta en dos.

Ahora el banco digital opera en Brasil, México y Colombia, y no tienen ni una sucursal física, “pero cada persona tiene su sucursal en la palma de la mano a través de su smartphone”. Tienen sí espectaculares instalaciones para 8.000 trabajadores dispersos en Sao Paulo, Argentina, México, Colombia, Berlín y Estados Unidos. Desde 2021 la compañía es abierta y cotiza al alza en la Bolsa de Nueva York, su valor en el mercado ronda los 40.000 millones de dólares.

Por estos días Nubank está cumpliendo diez años y su creador repite hasta el cansancio que están en el primer minuto del primer tiempo. La celebración llega mientras sus clientes siguen creciendo, están por llegar a 90 millones, la mayoría jóvenes. Casi 90 millones de personas que manejan su plata a través de Nubank. “No tenemos clientes, sino fans”, corrige David, dándome a entender que para la empresa desde el día uno ha sido fundamental brindar excelente atención lo que lleva a los usuarios a amarla. Dice que la receta es sencilla y se la enseño su mamá: “Trata a las demás como te gustaría que te trataran a ti, es la regla de oro. Es muy simple, pero a muchas empresas se les olvida eso y terminan tratando a sus clientes de una forma en que ni ellos mismos les gustaría ser clientes de sus propias empresas”.

Al recorrer las instalaciones matrices de Nubank es evidente que se trata de una compañía joven. A David nadie le dice señor, don, ni mucho menos doctor. Es simplemente David. El paisaje general es de jóvenes con computadores MacBook, nadie usa zapatos formales, todos llevan tenis, y su respectivo carné en donde lo que más se destaca es una foto grande. Estamos en la sede Spark, donde décadas atrás funcionaron empresas industriales. La compañía tomó uno de esos inmensos galpones y lo modernizó sin alterar la estructura. Ahora son 10.000 metros cuadrados, cuatro pisos con relucientes oficinas, plantas colgantes, estaciones de trabajo para 200 empleados, un auditorio, biblioteca, salas para reuniones, zona lúdica y café. Se trabaja en modelo híbrido: algunos días presencial y otros remoto. Quienes quieran pueden llevar su mascota ya que incluso hay baño para los animales. En todo este lugar, en todas las sedes de Nubank, impera el color púrpura, el mismo de sus tarjetas. En Brasil dicen “roxinho”, en Colombia se habla de “la moradita”.

Nadie niega el apabullante el éxito de Nubank. Pero ¿cuál es el secreto? David lo tiene claro como nadie: “El truco es que nuestro costo operacional es 20 veces más bajo que los bancos tradicionales”. Eso significa que otros bancos con 80 millones de clientes tienen 110.000 empleados mientras que Nubank tiene 6.000. “Ahí ya hay una gran, gran eficiencia operacional”. Además, bancos de esas dimensiones pueden tener entre 5.000 y 6.000 sucursales físicas con todo lo que ello acarrea: arriendos, servicios, mantenimiento, vigilancia permanente, costos de seguridad para mover el dinero e incluso incidentes por robos.

En síntesis, una compleja y costosa infraestructura que al final son los clientes quienes la pagan. “No tenemos esa infraestructura física y muchos de los procesos que hacen empleados en los modelos tradicionales, nosotros los hacemos con tecnología y software. Y podemos pasar toda esa eficiencia al consumidor de tal forma que no cobramos ningún tipo de comisión. Ahí está la magia, el negocio. Podemos crear un producto que es mejor para el cliente cobrando cero comisiones. Tal parece que el crecimiento constante de sus “fans” sin despliegue de publicidad le dan la razón.

El éxito descomunal de este emprendedor también se constata en su fortuna. Ya desde hace rato es el colombiano más rico, según la revista Forbes. En el ranking aparece David Vélez, de 42 años, con 7.100 millones de dólares en el primer lugar, seguido del industrial Luis Carlos Sarmiento, de 90 años, con 6.900 millones de dólares.

David asegura que tales escalafones lo tienen sin cuidado, “nunca pienso en eso”. Pero explica que el éxito financiero sí le produjo serias reflexiones. A él y a su esposa, la economista limeña Mariel Reyes Milk con quien tiene cuatro hijos pequeños. Dice que por meses le dieron muchas vueltas a la idea de cómo retribuir y que concluyeron que lo mejor sería sumarse a una idea impulsada por Bill Gates y Warren Buffet. La iniciativa se titula La promesa de dar, y es “el compromiso de uno donar al menos la mitad de su riqueza en vida”, explica Reyes. “Recuerdo el día que David, en la casa, se sentó a hablar conmigo. Nos dijimos, qué privilegio estar donde estamos, tener todo esto gracias a Nubank y a la sociedad ¿cómo podemos devolver a la sociedad?”.

Al respecto, David tiene toda una colección de argumentos. Dice que el consumo es finito, y que cierto punto mayor consumo no significa mayor felicidad “uno no puede usar dos pares de zapatos al tiempo”. Y agrega que no quieren hacerles daño a sus hijos facilitándoles todo a manos llenas. “Queremos que crezcan con ese sentido de desesperación que lo impulsa a uno a sentir que falta algo, y hay que trabajar para conseguirlo”. De otra parte, le parece más útil que dinero se emplee ahora en ayudar a las personas a conseguir oportunidades, en cambio de estar guardado por décadas y décadas, pues la época de las dinastías ya pasó.

Por eso crearon su plataforma filantrópica llamada vélezreyes+ desde donde brindan capacitación a miles de jóvenes en formación tecnológica y liderazgo. Para David es absurdo que en Colombia –en plena era digital– se gradúen diez veces más abogados que programadores. Hace tres semanas estuvo en Bogotá, Chía y Medellín reunido con los primeros becados.

El más exitoso emprendedor colombiano es sonriente y siempre lleva algo de color morado en su vestimenta. Es su forma de decir “Nubank presente” a donde quiera que esté. Antes de despedirse nos dice que anhela que los muchachos que se están formando en programación creen en los próximos años “el Nubank del sector salud, del sector agricultor, del sector educativo...”. Avizora que la revolución digital cambiará drásticamente el mundo. y quien no lo comprenda quedará fuera del juego. Cómo no creerle.

* Periodista de “Los Informantes”, programa periodístico de Caracol Televisión.

Por Jose Monsalve * / Especial para El Espectador

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Miguel(63706)31 de octubre de 2023 - 05:15 a. m.
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