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¿Por qué en todas las teorías de crecimiento se habla de la educación como la base del desarrollo social? ¿Qué sucede cuando en una economía no se exigen cartones de grado, sino habilidades probadas para poderse desarrollar en un negocio? ¿Y si todo esto impacta en zonas rurales y no solo en las grandes capitales de países como Colombia? Pues un ejemplo de cuando esas variables se atacan, de que existen casos que prueban que es posible salir de la pobreza por esa vía, es lo que están haciendo en el programa dedicado a promover “las finanzas productivas mediante el otorgamiento de microcréditos, productos de ahorros e inversión, seguros y educación financiera a microempresarios rurales y urbanos” en Colombia, conocido como Empropaz.
“En los territorios donde está Empropaz hemos podido medir el impacto en la vida y negocios de los beneficiarios, logrando evidencia que al terminar su ruta de acompañamiento un 46% de los emprendedores y microempresarios del programa logró salir de la línea monetaria de pobreza: esa es la mayor muestra del aporte al desarrollo, basados en educación, inclusión, acompañamiento y un modelo integral de intervención en los territorios que empieza desde antes de entregar un producto financiero para conseguir un impacto real y sostenible en el tiempo”, dijo Miguel Achury, gerente de Empropaz, en un comunicado de prensa.
Francisco Guevara, precisamente uno de los beneficiarios de dicho programa, cuenta que “llevar la contabilidad de una manera correcta me permitió aún en los momentos difíciles sacar a flote el negocio y también aprovechar más los momentos buenos”. Su historia es como la de miles en Colombia: venía de estar por debajo de la línea de pobreza, emprendió, se capacitó y “hoy es dueño de una unidad productiva que ofrece más de 20 productos de panadería en la vereda La Joya del municipio de Puerto Caicedo (Putumayo). Allí pudo construir su casa propia y adecuar la panadería ‘El Yarumo’ para darle un futuro estable a su familia.
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“Así como en el Putumayo, donde se presentan contextos de pobreza y falta de acceso a servicios básicos como la educación, en los otros 16 departamentos atendidos por el programa, más de 10.400 personas (83% viven en entornos rurales y 41% manifiestan haber sido víctimas del conflicto) generaron habilidades, muchas de ellas digitales, en temas claves para la sostenibilidad de los negocios como: finanzas, marketing, creación de nuevos productos, planificación de proyectos, entre otros”, informó Empropaz.
De acuerdo con las cifras, “de este grupo de 10.400 personas, más de 1.500 (de las cuales un 54% son mujeres jefes de hogar) fueron beneficiadas con oportunidades para el crecimiento de sus negocios a través de la modalidad virtual del programa, la cual apoya a emprendedores ubicados en zonas lejanas de 12 municipios del país”.
De acuerdo con Francisco, por medio de las capacitaciones empresariales recibidas adquirió los conocimientos para “identificar muchos factores que pueden afectar los negocios y otros que pueden, por el contrario, ayudar a mejorarlos”.
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Desde que dicha iniciativa nació, “el programa ha logrado acompañar a más de 216.000 emprendedores y microempresarios: un 59% de ellos son mujeres; un 34% cuenta, a lo sumo, con educación primaria; y un 87% vive en condiciones de vulnerabilidad económica. La intervención de estas poblaciones muestra resultados en las condiciones de vida de los participantes en Empropaz quienes han reportado que las ventas de sus negocios crecieron un 13% y los excedentes derivados de su actividad económica se incrementaron en un 31%. Otro resultado clave es que los activos de los beneficiarios han repuntado un 17% desde el comienzo de esta iniciativa”.
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