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“La innovación tiene que permear al mundo de la educación”: presidente de Innpulsa

Francisco Noguera se refiere, entre otros asuntos, al trabajo que vienen adelantando para promover la innovación desde los colegios.

Edwin Bohórquez Aya
15 de octubre de 2021 - 02:11 a. m.
Francisco Noguera, director INNPULSA
Francisco Noguera, director INNPULSA
Foto: El Espectador - Óscar Pérez
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Recién llegado a Innpulsa, el nuevo presidente de la entidad, Francisco Noguera, en conversación con Emprendimiento y Liderazgo de El Espectador, habla de los cambios que cree que ha habido en el ecosistema de emprendimiento colombiano y, sobre todo, del papel que debe cumplir el matrimonio entre la innovación y la educación de cara a la creación de nuevas empresas y el crecimiento acelerado de las que ya están operando.

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¿Cómo recibió a Innpulsa? ¿Qué le dejaron?

Me dejaron una entidad muy significativa en términos de su relevancia porque en los últimos tres años ha cobrado un lugar dentro del ecosistema de emprendimiento, es una entidad transformada desde su escala con presencia regional, una entidad con vocación de proyectarse al mundo y de posicionar el ecosistema colombiano a nivel global, eso es fruto de que un gobierno como este pusiera el emprendimiento como uno de sus pilares centrales. A raíz de la Ley de Emprendimiento, a Innpulsa lo ponen a articular lo que diferentes sectores y entidades promueven en términos de emprendimiento. Recibo una organización motivada, conectada con visión de futuro, un equipo humano de primera que se comporta como una startup, entonces esta es una oportunidad increíble.

Usted habla de ecosistema, y eso hace 15 años no tenía eco. En un resumen ejecutivo, para usted como presidente de Innpulsa, ¿cómo está el ecosistema de emprendimiento en Colombia?

Innpulsa está próxima a cumplir sus primeros 10 años, y parte de la razón de ser cuando nació era empezar a posicionar y articular un ecosistema de emprendimiento, un lenguaje, organizaciones que fueran parte de ese ecosistema; hace 10 años estaban llegando organizaciones internacionales y fondos de inversión, era todo muy incipiente. Hoy del ecosistema participan no solo entidades dedicadas exclusivamente a eso, como Endeavor o Rockstart, sino que muchas participan, incluyendo universidades, cámaras de comercio y empresas grandes que colaboran con programas de emprendimiento corporativo. El reto ya no es posicionar, porque ya está pasando. Ahora el reto que sigue, y con la nueva etapa de Innpulsa, es pasar a una serie de conversaciones más especializadas. En los últimos años y a raíz del crecimiento de todos los temas digitales, el boom del emprendimiento tecnológico hace que se hable de fintech, un sector financiero transformado por la tecnología, un ecosistema en sí mismo, con un marco regulatorio nuevo; y eso mismo lo vemos en otras verticales como el ecosistema govtech, que es la colaboración de startup con el gobierno o todo lo que está en edtech, que es la educación mediada por la tecnología, lo mismo en proctech, el de bienes raíces. Vemos una oportunidad para que Innpulsa acelere ecosistemas especializados que están recibiendo, entre otras, mucha atención de fondos internacionales que están poniendo, como nunca antes, sus ojos en Latinoamérica y aquí en Colombia. Y una más: antes se relacionaba al emprendimiento como una actividad absolutamente económica, y ahora es cada vez menos visible la línea que separaba el tema económico con las metas sociales, ambientales y de desarrollo sostenible, algo de lo que El Espectador habla mucho. Toda esa mirada, la de las empresas B, las empresas BIC, de fondos de inversión social y ambiental que buscan oportunidades, toda la mirada de objetivos de desarrollo sostenible es una tendencia imparable, y ahí estamos entrando a ser partícipes para que Colombia sea un ecosistema de emprendimiento enfocado en temas de impacto social y ambiental.

Con la aprobación de la Ley de Emprendimiento, ¿cómo cambió el panorama para el ecosistema en Colombia? ¿Eran las palancas que necesitaban los emprendedores?

Esa ley tiene varios aportes centrales: uno, el que tiene que ver con que hay muchos trámites para montar empresas en Colombia, y eso es un obstáculo, la ley se propone alivianar algunos de esos trámites relacionados con, por ejemplo, tarifas de Invima. Dos, esa ley empieza a facilitar la distinción según la vocación y el sector, y señalo con nombre propio los emprendimientos sociales que aportan al desarrollo rural, en ciertos sectores claves para el desarrollo de Colombia, y nos invitan a crear condiciones especiales, como la figura de las emprensas BIC, etc. Tercero, aumenta la disponibilidad de recursos financieros para el emprendimiento, y nos da desde Innpulsa y el sector comercio una serie de facultades para la creación de fondos territoriales para el emprendimiento, en lo que ya estamos trabajando con varias regiones, porque los fondos de capital de riesgo están muy enfocados en las ciudades grandes como Bogotá, Medellín, Cali..., entonces estamos mirando cómo hacemos para que exista más financiación en la región, profundizar herramientas recientes de financiación, como la colaborativa (crowdfunding) a través de plataformas con Ascendo.

Otro aporte es invitarnos a la conexión que existe entre el emprendimiento y la educación, tenemos que construir competencias relacionadas con el emprendimiento en diferentes niveles de la educación, desde la básica y la media, y la ley nos pone esa tarea. Y por eso trabajamos con programas como CeEmprende Junior. Y un último elemento es el que tiene que ver con el llamado a Innpulsa para articular todas las oportunidades que hay en el ecosistema y todo lo que se hace desde los diferentes ministerios porque eso a veces es difícil de navegar para los emprendedores, un ejemplo de lo que hacemos con Mintic para trabajar Apps.co, que nació en Mintic y lo operamos desde acá, ellos nos dan línea y orientación, pero se articula con lo que hacemos aquí.

Usted trabajó en Ecopetrol, lo que uno llamaría una compañía del tamaño de un buque a la que le cuesta tomar decisiones rápidas, lejana al comportamiento de una startup, que se mueve como una lancha en el mar. ¿Cuál es el aprendizaje que le dejó Ecopetrol para aplicar en Innpulsa?

Tengo varias reflexiones: lo que traigo es una comprensión de la diversidad regional que hay en Colombia y de crear mecanismos de promoción de emprendimientos en las regiones con muchos focos y énfasis. Ecopetrol me permitió trabajar en promoción del emprendimiento y la diversificación en zonas como el Meta, Casanare, Magdalena Medio, el Caribe, y esa comprensión de la realidad de las regiones y de la necesidad de fortalecer institucionalmente las regiones es un gran aprendizaje de Ecopetrol.

Lo segundo es la comprensión del aporte que puede hacer el sector privado para fortalecer las instituciones en las regiones. En mi paso por Ecopetrol lideré la puesta en marcha de la estrategia de obras por impuestos, que era un aporte en proyectos de interés público, y en esa experiencia cómo se puede aportar en la institucionalidad relacionada con el emprendimiento, la diversificación productiva.

Y también es que cada vez es más claro que los buques y las lanchas rápidas tienen que colaborar, no son mundos que estén en contravía, pueden llegar a un punto común valiéndose uno del otro, las lanchas rápidas necesitan, a veces, parar un momento y buscar proyectos de largo plazo. Ecopetrol en los últimos años se ha transformado digitalmente, ha transitado abriendo las puertas a colaborar con el ecosistema de emprendimiento, de liderar la conversación de innovación abierta, es ejemplo con objetivos de largo plazo en los que abre la puerta para que empresas pequeñas propongan soluciones. Eso es destacable, y en esta etapa, aspiro a colaborar con empresas como Ecopetrol para hacer más fluida la conversación en colaboración con el ecosistema de manera transparente.

En los modelos internacionales de naciones emprendedores uno ve casos como el de Israel, donde el Estado apoya tanto a los emprendedores que hasta pueden fallar dos veces y aún así los siguen apoyando con, por ejemplo, recursos. Pero aquí lo que vemos es que equivocarse sigue siendo una lápida. ¿Cómo cambiar esa mentalidad, ese cambio cultural?

Hablemos de dos vías: lo que llamamos mentalidad y cultura, y otra que tiene que ver con la disponibilidad de vehículos de apoyo al emprendedor, con financiación y apoyo que tolere ese riesgo.

Tenemos dentro de Innpulsa un equipo que así se llama: mentalidad y cultura, y lo que hacen a diario es promover espacios de diálogo, poner ejemplos, entender y valorar esfuerzos como el que usted está mencionando. Estamos haciendo charlas donde emprendedores comparten lo que ha salido bien y lo que no en su camino, tenemos los FuckUp Night, un movimiento internacional que celebra el fracaso, que invita a que emprendedores, servidores públicos compartan lo que no ha salido bien para que se genere una conversación sana y comprensiva sobre lo que significa el fracaso, y eso ha tenido mucha acogida dentro de la agenda de mentalidad y cultura.

Pero todo esto lo debemos acompañar de instrumentos completos de capital que comprendan esa realidad. El mundo de los fondos de capital de riesgo le llaman así porque existen la posibilidad de que pase eso en el proyecto, fracase. Nosotros como Estado deberíamos fomentar que se creen vehículos de capital de riesgo aportando recursos para que se formen más fondos de estas características como los de afuera que ya están invirtiendo en Colombia. Ya hay un avance con Bancóldex, operamos la figura de fondo de fondos, que invierte en fondos de estas características, estamos buscando cómo hacer de Colombia un destino atractivo para la creación de fondos de capital de riesgo, crear redes de ángeles inversionistas, que personas naturales con excedentes de liquidez inviertan no solo en finca raíz o en un CDT, sino que vean una oportunidad de invertir parte de sus ahorros en una startup y creemos una cultura orientada, para eso existen figuras como Ascendo. No basta solo el discurso.

Yo me acuerdo de Aldea cuando nació. Incluso tengo presente esos primeros casos de gente que estaba luchando por su negocio y en ese espacio encontró un camino con luz. ¿Qué ha pasado con Aldea, sobre todo después de un año donde, seamos sinceros, los emprendimientos que nacieron en casa durante la pandemia salvaron la vida de muchas personas?

Hay quienes llaman a Aldea el hijo mayor de Innpulsa, un programa exitoso en el acompañamiento a los emprendedores con vocación de crecer sino también en la creación de una comunidad de emprendedores que se siguen apoyando entre sí. Alcanza cifras récord de empresas a las que está acompañando, en estos últimos tres años hemos acelerado más de 2400 empresas. Y ha evolucionado a un programa de ruta desde las etapas más tempranas fortaleciendo en las regiones de Colombia, que se llama ‘Aldea Explora’ y trabajan también con incubadoras en las regiones; hasta la última etapa que se llama ‘Aldea Escala’ y apoya a los emprendimientos con mayor recorrido y proyección internacional o de clientes corporativos. Más que un programa se volvió en una ruta de atención con presencia en todo el territorio nacional y es un programa bandera que queremos que siga siendo así.

¿Usted cree que vamos a lograr, algún día, que por ejemplo finanzas personales y emprendimiento sean clases como español o matemáticas, en el mejor de los sentidos, en los colegios de Colombia?

No solo creo que va a pasar, sino que es fundamental que pase, es un tema que me motiva mucho de conectar la educación con el emprendimiento. En una junta reciente estuvimos con el presidente Duque y los miembros de la junta de Innpulsa, y nos pusieron una tarea de diseñar un programa en esa dirección. Tenemos uno que se llama CeEmprende Junior, y en lo que resta de este año vamos a lanzar un programa que se llama CeEmprende Kids, que busca empezar a generar retos de innovación que permitan que niños y niñas de colegios públicos y privados colaboren en la generación de propuestas y solución a retos de sus entornos a través de propuestas de emprendimiento.

¿Eso cuándo tiene que salir?

Antes de que termine este año. Innpulsa es parte de una coalición que lidera el área de educación del BID, que se llama Coalición de habilidades para el siglo XXI, y de esta forman parte empresas y entidades como Innpulsa de América Latina, y nos parece que esa conversación entre estos dos mundos se tiene que dar. Si queremos posicionar a Colombia como una nación emprendedora tenemos que preguntarnos cuál es el modelo de educación para la innovación y cómo la innovación tiene que premiar al mundo de la educación.

¿Y eso ya lo han hablado con la ministra de Educación?

Por supuesto, lo hemos hablado con ella, todo este programa que le cuento, el ministerio está siendo partícipe y el mensaje clave acá es que en un momento como el de la pandemia, también hay un crecimiento importante que desde la tecnología está generando nuevas herramientas desde la educación y cómo a través de la tecnología se está logrando llevar diferentes contenidos y cerrar un poco la brecha en contenidos en el ámbito de la educación. Hay un crecimiento enorme no solo en Colombia y queremos estar muy activos en esta conversación desde Innpulsa.

¿Cómo está la relación de nacimiento de nuevas empresas vs la muerte de empresas en Colombia? Hablemos de eso en detalle.

Es un tema que ha surgido en nuestras últimas juntas en las que participa Confecámaras, el Consejo Privado de Competitividad, el ministerio de Comercio, Planeación Nacional y en una junta reciente surgió la pregunta de cuál debería ser el papel de Innpulsa en el tema de la mortalidad empresarial y cómo podemos hacer un aporte en el resurgimiento de muchas de esas empresas. Es un tema en el que estamos revisando para ver cuál podría ser nuestro rol. Pero nos pusieron esa tarea no solo en la creación de nuevas empresas sino en entender la mortalidad y el qué se puede hacer uniendo eso con la reflexión de la mentalidad y la manera como concebimos el fracaso. Muchos de los casos donde un proyecto no prospera son aquellos donde se vuelve a intentar, se hace una segunda interación entendiendo que muchos emprendimientos exitosos son la cuarta versión de una idea que en sus tres primeros intentos no prosperó y que debemos estar ahí acompañando hasta que la idea termine de despegar.

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