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Del viejo dicho aquel que reza: “El que entre la miel anda, algo se la ha de pegar”, al profesor Germán Perilla se le ha pegado todo. Dedicado al estudio de las abejas por más de 40 años, es una autoridad en la materia y desde su cátedra en la Universidad George Mason, de Virginia, Estados Unidos, así lo proyecta no solo entre sus alumnos de los cuales ha traído a Colombia a más de 40 a conocer un proyecto apícola que él ha puesto en marcha junto con el BBVA y la Universidad Industrial de Santander (UIS) en Socorro, Santander, sino también entre las comunidades campesinas de este municipio.
Historia dulce
Nació en Bogotá, hijo de boyacenses, pero desde su adolescencia vivió en Washington, en donde estudió biología y se hizo docente en la Universidad de Maryland, en cuyas aulas conoció el mundo de las abejas, en el que quedó inmerso de inmediato.
Tras ires y venires entre Estados Unidos y Colombia, luego de contraer matrimonio con una contadora de Socorro (Santander), una breve permanencia en Bogotá en donde trabajó en la Red Nacional de Solidaridad y ante la amenaza constante de las bombas del narcotráfico decidieron volver de nuevo a la capital norteamericana en donde asumió la docencia en la Universidad George Mason.
“Al llegar a la Universidad George Mason intenté presentar un proyecto relacionado con abejas, pero en ese momento la universidad no estaba interesada en temas agrícolas, ya que según ellos significaba un riesgo para la seguridad de los estudiantes. Sin embargo, empecé a trabajar unas colmenas que el rector de la universidad no tuvo reparo en que las instalara en su casa, con eso fue suficiente para que la universidad cambiara su forma de ver el tema y comenzara a tener apiarios dentro de su campus”, dice Perilla.
El biólogo colombiano fundó Honey Bee Initiative, un proyecto que se dedica a la investigación, cuidado y preservación de las abejas, que nació de una alianza entre la Escuela de Negocios y la Facultad de Ciencias del centro educativo ante la crisis de los polinizadores no solo en este estado, sino también en gran parte de Estados Unidos.
Sostenibilidad apícola
“Las abejas son las encargadas de la polinización del 70 % de las plantas que aportan alimentos a la humanidad, por eso es necesario cuidarlas, estimular su cultivo y propiciar espacios entre apicultores y otros agricultores para definir tiempos de fumigación, entre otros”, dice Perilla, en relación con la importancia de estos insectos en la seguridad alimentaria y la sostenibilidad medioambiental.
Siempre tuvo la idea de traer este proyecto a Colombia, especialmente a Socorro, municipio que él conoce y con el que tiene familiaridad desde hace muchos años. Tras tener la iniciativa consolidada en el interior de la universidad, decidió que era el momento de ponerla en nuestro país.
“Un día fui adonde el rector de la universidad y le comenté mi interés en llevar la experiencia de Honey Bee a Colombia, él me dio su aprobación y me recomendó hablar con el BBVA. Les pedí cita y ellos me abrieron la agenda con su presidente Óscar Cabrera por 20 minutos. La cita era de 4:40 de la tarde a 5:00, pero la cita se convirtió en una charla de dos horas y media, en donde el presidente de BBVA mostró todo su interés y disposición a colaborar con este proyecto”, comenta Germán Perilla.
El BBVA en Colombia se vinculó al proyecto desde sus iniciativas de responsabilidad corporativa, con las que aporta al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, fijados a 2030, en este caso a los que luchan contra la pobreza, que buscan hambre cero y contribuyen a la lucha contra el cambio climático.
Proyecto comunero
Así fue como, en agosto de 2017, Germán Perilla arrancó con su proyecto apícola en tres municipios de la provincia Comunera de Santander: Socorro, Palmas de Socorro y Confines. 70 apicultores, la mayoría mujeres que se enfocaron en el cultivo de meliponas, que son las abejas sin aguijón conocidas como “angelitas” y que se pueden tener en cualquier sitio, incluso dentro de las viviendas. Otro componente con el que inició el proyecto fue el de las abejas africanizadas o apis, que son animales con aguijón y cuyos apiarios deben ser tenidos a cierta distancia de las zonas habitadas.
“Emprendimiento, sostenibilidad y berraquera son los ingredientes que componen la receta de este proyecto, especialmente la sostenibilidad, pues es ahí en donde está el centro de todas las decisiones que se tomen en torno a esta iniciativa que ya toma forma de empresa, punto que nos permite garantizar el apoyo de una entidad como el BBVA, que ha sido el aportante que nos ha permitido tener hoy ya 12 municipios y a más de 170 apicultoras”, cuenta Perilla, quien ha creado una fundación en Socorro que se encarga del desarrollo de todo el proyecto.
Con la llegada a su tercer año de implementación y el crecimiento constante en el número de beneficiarios, el proyecto se encamina a ser autosostenible, así lo explica el profesor: “Como todo, ha sido un proceso de dificultades y éxitos. Por ejemplo, la parte de los productores de cera y madera, porque no han cumplido con algunas de las entregas. Por eso hemos tomado la decisión de empezar a ser autosuficientes, es decir, fabricar nuestras propias maderas y hemos comprado las máquinas para producir nuestra propia cera, así es como ya tenemos la máquina laminadora y la estampadora, las que estarán al servicio de los apicultores no solo del proyecto, sino para quienes necesiten el servicio”.
Aliados regionales
A este proyecto se ha vinculado la Universidad Industrial de Santander (UIS) sede Socorro, que a través de sus diferentes áreas académicas y científicas trabaja de la mano de las comunidades con el fin de mejorar los aspectos técnicos y acompañar el proceso de implementación y formación de los apicultores.
“Lo más importante fue cómo de una problemática como es el tema de las abejas en todo el mundo, logramos hacer una oportunidad de trabajo encaminado a la sostenibilidad y en cuyo proceso estamos enfocados científicamente a través de trazabilidades de calidad de la miel, características ambientales y comportamiento de las abejas”, detalló Giovani Monsalve, ingeniero y coordinador técnico del proyecto en la UIS.