“Los números son la luz”, acostumbra a decir un profesor de maestría en las primeras clases de ese posgrado en una escuela de negocios en Bogotá. A los pocos días, otro de los docentes entrega un documento en donde enseña, palabras más, palabras menos, cómo no perderse en los números. Luego vienen los que ayudan en el cómo establecer el precio de un producto y de un servicio. Le sigue el que enseña cómo, por medio de la contabilidad, se deben registrar los ingresos, los costos y los gastos. Y así, poco a poco, van llevando a empresarios con más de 10 años de experiencia en cargos gerenciales, por la ruta de la dirección de empresas. Y como ellos, todos aquellos que algún día necesitan montar un emprendimiento, también necesitarán en algún momento “formación especializada para el nacimiento de nuevos negocios y el fortalecimiento empresarial”.
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Y esa es la razón del programa Emprendimientos Productivos para la Paz, Empropaz, que trabaja en “reinserción productiva, acompañada de inclusión financiera”, y que acaba de entregar el balance en el trabajo que vienen haciendo con migrantes en Colombia, pues informaron que “más de 4.500 migrantes han recibido formación especializada para el nacimiento de nuevos negocios y el fortalecimiento empresarial” y que “19% de los emprendedores y microempresarios que finalizaron todo el proceso con el Programa, han logrado superar la pobreza monetaria”.
El programa informó a través de un comunicado de prensa que “de acuerdo con ‘Bogotá Cómo Vamos’, el 62% de migrantes venezolanos que tienen vocación de permanencia en la ciudad viven en pobreza monetaria. De estos, el 65% lo hace en estratos 1 y 2. Además, en un estudio publicado por el Dane, se indica que el 81% de esta población que desea iniciar un negocio, afirma encontrar dificultades para hacerlo; entre estos obstáculos, el 79,6% señaló que el principal es obtener acceso a créditos, siendo las mujeres quienes con más frecuencia no han podido acceder a los mismos”. De ahí que el foco de trabajo sea esta población.
Detallan en la información liberada a prensa que el programa “tiene presencia en 21 municipios del país, donde hay una importante concentración de esta población”. Y que estas personas recibieron “asesoría socioemocional, acompañamiento socio empresarial y oportunidades de inclusión financiera”, que de ellos “el 38% solo ha cursado secundaria y el 37% del grupo de emprendedores que llegaron con una idea de negocio ya han logrado materializarla”. Detallan que “el 76% son mujeres” y que, en promedio, “los hogares están compuestos por 4 personas”.
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Dice Miguel Achury Jiménez, gerente de Empropaz, que han logrado “acompañar a la población migrante en su camino para integrarse social y económicamente en Colombia, impulsando sus capacidades humanas y productivas para el crecimiento de sus negocios”. Y que con la gente de Bancamía “se ha facilitado el proceso para que los migrantes inicien su historial financiero mediante el ahorro o el crédito, y, adicional, se les han brindado herramientas que promueven la inserción social y comunitaria para generar una verdadera transformación sostenible de sus condiciones de vida”.
Uno de los casos de los que se habla y que han seguido este proceso es el de Irma Seres, quien con 7 meses de embarazo migró de Venezuela junto con su madre a Bello, Antioquia. Tras cuatro años, creó Mima Repostería - ¡Que Riquicura!’, se inscribió a una convocatoria y arrancó su proceso en 2022. Quería “posicionar su marca, tecnificar y estandarizar la producción para poder reducir costos y despegar económicamente”. Se capacitó, construyó un “plan de negocios efectivo”, comprendió el mercado, aprendió a “segmentar sus clientes” y a “edificar una propuesta única de valor”. Sí, guardando las justas proporciones, recibió una capacitación como la que se ofrece en una escuela de negocios. “Tengo mis metas claras, me voy a comprar la cilindradora para hacer más panes y en unos años voy a ser una marca aún más conocida. Quiero tener tres puntos de venta y hasta volverlo una franquicia”, dice Irma.
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