Caída en picada: cómo llegó Viva hasta este punto de su crisis
La suspensión de operaciones por parte de Viva afectó a miles de pasajeros en aeropuertos de todo el país. La crisis se ha convertido en una suerte de novela empresarial y legal, sin solución inmediata en el horizonte. ¿Cómo llegamos hasta acá?
Si una imagen vale más que mil palabras, la postal decisiva de la crisis por la que pasa la aerolínea Viva la puso un usuario en Twitter: una escalera de acceso a un avión, repleta de pasajeros, que no va hacia ninguna parte.
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Si una imagen vale más que mil palabras, la postal decisiva de la crisis por la que pasa la aerolínea Viva la puso un usuario en Twitter: una escalera de acceso a un avión, repleta de pasajeros, que no va hacia ninguna parte.
Más allá del chiste, la foto va un poco al grano del asunto: el futuro de Viva está en una profunda incertidumbre y, con la suspensión de operaciones que anunció el lunes en la noche, la aerolínea se convirtió este martes en una empresa de transporte que pareciera ir de la nada hacia ningún lado.
Y en el camino de esta especie de paradoja quedaron regados miles de pasajeros. Ellos ofrecieron otro tipo de retrato instantáneo de la crisis en aeropuertos de ciudades como Bogotá, Medellín o Barranquilla. Esas imágenes fueron, y son, las del desespero y la ira. Fotos plenas de frustración.
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Estas fueron las escenas que dejó este martes de caos en El Dorado, principal aeropuerto del país y, de cierta forma, ombligo de la crisis: vuelos retrasados, ausencia de trabajadores, reservas canceladas, familias enteras a la espera de una respuesta, extranjeros a la expectativa de cómo y cuándo regresarán a su país, cientos de ciudadanos sentados en el suelo con niños, mascotas y sus pertenencias, y manifestaciones de trabajadores en las inmediaciones del terminal aéreo.
Los afectados, lejos de las controversias regulatorias y los argumentos de los abogados, hablaron de cómo una decisión empresarial les cambió, de un plumazo, el panorama de sus planes más inmediatos.
Gente como Nidia Barrera, quien contó que compró un tiquete para salir de Bogotá desde agosto del año pasado. Sin embargo, tras el cese de operaciones, Viva le confirmó que les devolvía el dinero, pero ella y su familia señalan que los tiquetes están mucho más costosos que cuando los compró, por lo tanto, no tiene cómo salir de la ciudad y llegar a su país.
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“Los vuelos están cinco veces más caros, no pedimos dinero, sino que nos reubiquen en otro avión, incluso la maleta que pagamos hace cuatro días no pudimos embarcarla porque no nos dejó hacer el check in, eso ya se pagó y está embolatado también”, dijo Barrera.
Otro caso similar es el de Ilan, quien es maestro y vive en Buenos Aires, Argentina. Él señaló que no ha podido regresar a su país porque nadie le responde, “los trabajadores desaparecieron, no hay nadie. Quedamos acá varados, estamos esperando si nos reubican, no sé cuántos días tendré que quedarme en Bogotá, pero mientras me den un tiquete de vuelta para mi país yo estoy contento”.
De acuerdo con Viva, el cese de las operaciones que anunció este lunes fue una obligación luego de que la Aeronáutica tomara una decisión que, en su visión, alarga más la autorización para integrarse con Avianca.
En un comunicado de más de 700 palabras, la aerolínea menciona a los viajeros en tres ocasiones. En ninguna les ofrece disculpas por la lluvia de problemas con la que amanecieron los usuarios este martes.
Integrarse o no integrarse…
El corazón que late en el fondo de todo este embrollo es la petición de Viva para integrarse con Avianca. Y, a su vez, la razón para impulsar esta medida es la crisis financiera por la que atraviesa la aerolínea de bajo costo.
En la visión de esta empresa, la única forma de evadir el peor resultado posible de la crisis por la que atraviesa es unir esfuerzos con Avianca, la empresa más grande en el mercado colombiano.
Y es justamente esta posición de privilegio lo que hace que varios expertos vean la unión como un problema para los usuarios. En pocas palabras, cimentaría una posición dominante en un mercado en el que tampoco hay tantos jugadores de este calibre.
La Aeronáutica Civil ciertamente opinó lo mismo cuando resolvió a principios de noviembre del año pasado la solicitud de integración al negarla, argumentando, entre otras cosas, problemas de competencia.
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Para este punto puede resultar confuso un asunto: si la Aerocivil ya resolvió, negando la petición de integración con Avianca, ¿por qué estamos en todo este embrollo? La respuesta es que la misma entidad aseguró en enero que hubo una irregularidad en el trámite y que todo debería volver a comenzar desde cero.
Y, como reza el dicho: por eso estamos como estamos. Para este punto, el Ministerio de Transporte dijo hace una semana que se espera que la Aerocivil emita su segunda decisión para principios de marzo (sin una fecha confirmada). Y la propia autoridad aérea ha dicho que no se pronunciará hasta que publique su concepto sobre la integración.
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Ahora, el asunto de la competencia no es de poca monta y se puede entender al mirar algunas cifras: Viva y Avianca participan en 59 rutas nacionales, que movilizan el 93,7 % del tráfico doméstico del país (en 29 están ambas). Si se hubiera aprobado la integración, el grupo económico tendría el 100 % de la participación en 16 rutas nacionales.
En su momento, Pablo Felipe Robledo, quien fue exsuperintendente de Industria y Comercio, lo puso de esta forma: en donde Avianca es dominante hubiera ganado más dominio y en donde había competencia ésta se hubiera reducido si se autorizaba la integración.
Para su primera decisión, la Aerocivil señaló que en términos de libre competencia el país habría retrocedido siete años, entre otras cosas, porque Viva ha dinamizado el sector.
El tema de la competencia también lo han sacado a relucir aerolíneas como JetSMART (chilena de bajo costo) y Latam (el segundo jugador del mercado colombiano). Ambas empresas han manifestado públicamente que están interesadas en adquirir Viva y, en ambos casos, han señalado que los problemas de reforzar posiciones dominantes se esfuman, a la vez que ofrecen una alternativa económica para la subsistencia de Viva.
En otras palabras, el argumento de la única opción posible (integrarse con Avianca) pareciera esfumarse, según algunos analistas.
En una entrevista con este diario, Santiago Álvarez, director ejecutivo de Latam Airlines Colombia, dijo que “lo que nos preocupa es que Avianca, por su historia de operación en Colombia, tiene más o menos el 50 % de los ‘slots’ (turnos de despegue y aterrizaje) de Bogotá, que son limitados por cuenta de la infraestructura tanto de tierra como de aire. Viva tiene más o menos el 10 %. El mayor reparo es que ante una eventual integración, en manos de un solo operador quedaría el 60 % de los ‘slots’ de El Dorado”. Y esto es grave si se tiene en cuenta que, en las horas de mayor demanda, este aeropuerto (corazón de la operación aérea en Colombia) ya está saturado.
Por el lado de Viva, tanto la empresa, como sus accionistas controlantes, han dicho que el tiempo acá es crítico y que arrancar procesos de negociación con otras aerolíneas interesadas no funciona para sacar del atolladero financiero a la aerolínea.
La aerolínea aseguró que “en un período de siete meses, el Gobierno recibió más de cinco actualizaciones financieras para demostrar que Viva calificaba para tratar su pedido bajo la figura de ‘excepción de empresa en crisis’ que daba cuenta de la urgencia apremiante de una definición”.
De ahí que, bajo su perspectiva, la decisión de suspender operaciones era casi una necesidad operativa.
Bajo la perspectiva de algunos usuarios, sin embargo, lo que hizo Viva tiene una palabra harto conocida en Colombia: chantaje. “O hacen lo que yo quiero o no hago nada”, resumió un usuario en Twitter.
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