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Entregas tardías, productos que ya no encuentran compradores, creciente incertidumbre respecto a la marcha de la economía: para las empresas estadounidenses, pequeñas o grandes, gestionar sus inventarios después de dos años de alteraciones del consumo debido a la pandemia se ha convertido en un ejercicio delicado.
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“Tenemos demasiado inventario en este momento”, dice Ginny Pasqualone, de Sparkledots, una pequeña empresa que fabrica ropa para niños.
“Es importante contar con una amplia selección de productos para satisfacer las necesidades” de los comerciantes, explica. Pero a estos últimos les preocupa ver que sus clientes “ya no acuden a sus tiendas porque tienen que gastar más dinero en comida o gasolina”. Algunos “temen no poder sobrevivir a otra recesión”, destaca Pasqualone.
Sparkledots tiene suficiente espacio para almacenar productos, pero hasta que estos no se vendan “no se puede contratar ni ir a una nueva feria”, comenta el empresario, que emplea a 18 personas.
Grandes cadenas de tiendas como Walmart, Target o Macy’s admitieron recientemente que calcularon mal los cambios de hábitos de sus clientes y acabaron con excedentes de electrodomésticos, ropa informal o bicicletas.
Sin precedentes
Algunos distribuidores de bicicletas “compraron todo lo que pudieron, como si la demanda de bicicletas se mantuviera en su punto más alto”, observa Wayne Sosin, de Worksman Cycles, una empresa basada en Nueva York que se ha hecho un nombre con sus triciclos
A pesar de todo, añade, la demanda de modelos como las bicicletas eléctricas “se mantiene fuerte”, pero con una cadena de suministro aún frágil “continúa siendo difícil encontrar ciertas piezas”.
Los consumidores estadounidenses, confinados en sus casas por la pandemia y ayudados financieramente por el gobierno, comenzaron a comprar muchos más productos a partir de 2020.
La cadena de suministro se interrumpió y las empresas han tenido que lidiar durante meses con la escasez de ciertos artículos o la congestión en los puertos.
“Por un lado, han tenido que adaptarse a la idea de que ya no podían contar con un suministro inmediato que les permitiera tener stocks limitados”, comenta Phil Levy, economista de la empresa de transporte Flexport. Debían paralelamente preguntarse “en qué medida el fuerte aumento de la demanda de bienes era permanente”.
Las empresas generalmente hacen sus proyecciones basándose en tendencias pasadas, recuerda. Pero “no tenemos datos sobre el comportamiento del consumidor durante las últimas cinco pandemias”.
Más promociones
La cadena de supermercados Target, por ejemplo, pronosticó que la demanda de artículos para el hogar y ropa se desaceleraría a favor del gasto en servicios. “No habíamos anticipado la magnitud del cambio”, admitió su jefe, Brian Cornell, durante una conferencia telefónica a fines de mayo.
Resultado: el grupo terminó con muchos más electrodomésticos, televisores y muebles de jardín que lo esperado.
Los grandes almacenes Macy’s no evaluaron adecuadamente la caída del 20% en las ventas de ropa casual, deportiva o de hogar entre finales de 2020 y principios de 2021, admitió su director Jeffrey Gennette al publicar los últimos resultados.
“Al mismo tiempo, se aliviaron las restricciones en la cadena de suministro y recibimos más productos de los esperados”, señaló.
Para gestionar estos excedentes, las estrategias divergen. En lugar de abarrotar las tiendas de artículos, Target buscó espacios de almacenamiento temporales y abandonó la oferta de productos demasiado sensibles a las tendencias.
Otros apuestan por los descuentos, como la cadena de tiendas de ropa Urban Outfitters, cuyo patrón, Richard Hayne, anticipó a finales de mayo “un aumento de las operaciones promocionales no solo en el segundo trimestre, sino a lo largo del año”.
La evolución del consumo “sigue siendo impredecible”, estima Brian Yarbrough, especialista en distribución de la empresa Edward Jones.
Con el retorno de los viajes y las salidas y con el alza de la inflación, los hábitos han cambiado. Pero por ahora los estadounidenses continúan consumiendo, señala.
Las empresas que quieren asegurarse desde ya disponer de artículos para cuando llegue el otoño boreal, se interrogan acerca de si los tiempos de envío entre Asia y Estados Unidos mejorarán o empeorarán, por una posible huelga de los trabajadores del puerto de Los Ángeles. “Simplemente no lo sabemos”, admite Phil Levy.