La construcción choca con el acero
Camacol le pidió al Gobierno desmontar el arancel del 10 % a dos subpartidas de aceros para concreto, argumentando alza de precios y desabastecimiento por caída en importaciones. La ANDI advierte que hay una distorsión de las cifras y asegura que la industria nacional es capaz satisfacer la demanda del sector.
Camilo Vega Barbosa
Dos de los principales gremios empresariales del país están en disputa: la Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol) y la ANDI, a través de su Comité Colombiano de Productores de Acero (CCPA). El origen de la tensión es una solicitud que presentó Camacol ante el Ministerio de Comercio de desmontar el arancel del 10 % a dos subpartidas de acero largo para concreto (HS7214.20 y HS7213.10), pedido que está deliberando el Comité de Asuntos Aduaneros y Arancelarios (Triple A). Su decisión, sea cual sea, tendrá impacto para alguna de estas dos importantes actividades de la economía colombiana. ¿Cuál es el problema de fondo?
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Camacol justifica la solicitud de desmontar aranceles en dos factores: dice que hay un desabastecimiento de hierros y aceros que limita el inicio, la ejecución y el normal desarrollo de las obras. Además, alerta que en el último año los constructores han sufrido por un encarecimiento de doble dígito de estos insumos, que pone en riesgo la viabilidad de los proyectos de edificaciones.
Por su parte, el Comité Colombiano de Productores de Acero advierte que desmontar los aranceles inundará el mercado interno y golpeará fuertemente la industria nacional, pues le abriría la puerta a jugadores como China y Turquía, que han sido denunciados internacionalmente por prácticas de competencia desleal. Además, acusa a Camacol de distorsionar las cifras con las que argumenta que hay desabastecimiento de acero para concreto, y asegura que la capacidad instalada interna es suficiente para satisfacer toda la demanda del sector.
¿Desabastecimiento?
El primer punto de tensión entre los gremios es el debate de si hay desabastecimiento en Colombia. A Camacol le preocupa que la oferta de acero disponible no sea capaz de cumplir con la demanda presente y futura, sobre todo por las metas de construcción de Vivienda de Interés Social.
“El consumo aparente de aceros largos en Colombia en los años recientes (2018-2021) es de 2,3 millones de toneladas anuales. Se estima que este consumo aumente en cerca de 800.000 toneladas”, indicó Edwin Chirivi, vicepresidente técnico de Camacol.
El problema es que, según estimaciones de Camacol, en promedio el 39 % del acero para construcción es importado. Y según el gremio, al tomar el acumulado móvil mensual de las importaciones de aceros largos, se encuentra que las compras externas de estos insumos han caído 37 % en el período enero-mayo 2021 respecto al mismo lapso de 2019.
Aunque Camacol reconoce que, según su metodología, la producción interna de acero entre enero y junio de 2021 creció 7 % frente a 2019, estas cifras no son suficientes para reemplazar la caída de las importaciones. De hecho, para Chirivi, la participación del 39 % de las importaciones de acero indica que “históricamente el país nunca ha sido autosuficiente con la producción de aceros frente a la demanda existente”.
La situación para los constructores es preocupante, pues “desde marzo de 2020 el inicio de nuevas obras ha aumentado en 11 %, mientras el acero disponible en el mercado, por reducción de la producción local y de las importaciones, se ha contraído en un 14 %”, indicó Chirivi.
Disenso por las cifras
Hay tensión sobre las cifras con las que se habla de desabastecimiento en la solicitud presentada ante el Ministerio de Comercio. María Juliana Ospina, directora del Comité Colombiano de Productores de Acero de la ANDI (CCPA), asegura que “Camacol está distorsionando los datos. Incluso están manejando mal la información que dicen citar de nosotros. Las estadísticas oficiales de la DIAN demuestran que las importaciones de acero para construcción han crecido un 68 % en el período enero-julio de 2021 frente a 2020, llegando a más de 430.000 toneladas. Se destacan casos como el de las barras de acero para concreto originarias de Turquía, cuyas importaciones registran un incremento del 1.145 %”.
Ospina agrega que “si bien las importaciones no crecen al ritmo de 2019, en ese año la construcción tenía variaciones negativas en su Producto Interno Bruto, por lo que no tiene sentido usar este período para alertar sobre desabastecimiento respecto a proyecciones de crecimiento (de la construcción). Incluso en 2021 todavía vemos que el sector (construcción) cae en bienal (respecto a hace dos años). En cambio la producción interna de acero (para la construcción) creció el 48 % entre enero y agosto de 2021 frente el mismo período de 2020, y aumentó en 14 % respecto a 2019 (enero-agosto). Entonces no entendemos por qué dicen que la industria nacional no podrá seguirle el ritmo a la demanda de la construcción”.
Ospina también indica que “las importaciones no deberían ser el centro del debate de un supuesto desabastecimiento, sino la producción interna. La capacidad instalada de la industria nacional es de 2,6 millones de toneladas al año, la cual está disponible de manera inmediata cuando sea requerida. Además, tan solo la nueva planta en Palmar de Varela tiene capacidad de producir 500.000 toneladas anuales. Lo que es suficiente para suplir el 100 % de la caída de las importaciones que alerta Camacol”.
¿Y entonces?
En efecto, hay un gran disenso sobre las cifras de importaciones de acero largo. La raíz de la tensión serían las diferencias en cuanto a la metodología para analizar el sector: por un lado Camacol indica que no hay forma de acceder a información de producción interna de las subpartidas del debate (HS7214.20 y HS7213.10), por lo que aplicó una serie de técnicas para desagregar la información y concluir que el 39 % del acero para concreto que se demanda en el país corresponde a importaciones. Además, analiza la tendencia de los datos usando el acumulado móvil de doce meses para reducir el efecto de los inventarios. Por su parte, la ANDI agrega en sus cuentas las cifras de alambrón, no solo acero para concreto, argumentando que también es vital para la construcción.
Para tener una nueva perspectiva se pueden analizar los datos brutos de importación de las subpartidas sobre las cuales Camacol pidió el desmonte del arancel del 10 %.
Según registros del Sistema Estadístico de Comercio Exterior (que usa información de importaciones de la DIAN), en el primer semestre de 2019 se importaron de las subpartidas HS7214.20 y HS7213.10 más de US$145 millones CIF, equivalentes a 252.336 toneladas; para el mismo periodo de 2020 entraron US$63 millones CIF o 118.575 toneladas; y en este lapso en 2021 llegaron US$134 millones CIF o 186.421 toneladas.
Esto quiere decir que las importaciones cayeron el 26 % en valor CIF y 8 % en toneladas en el primer semestre de 2021 (el período más reciente comparable) respecto al primer semestre de 2019 en las dos subpartidas del debate. Además, si se comparan los primeros seis meses de este año frente a enero-junio de 2020, se encuentra que las compras externas crecieron el 57 % en toneladas y 113 % en valor CIF.
Las cifras también indican que la diferencia en peso de las importaciones entre el primer semestre de 2021 y el de 2019 es de 65.915 toneladas: cifra equivalente al 5 % de la capacidad instalada semestral de la industria colombiana del acero que reporta la ANDI. Esto sugiere que para estas subpartidas no debería ser problema suplir la caída de las importaciones (HS7214.20 y HS7213.10). Además la brecha bienal de las importaciones estaría ya cubierta, pues entre el primer semestre de 2020 y el primer semestre 2021 hubo un aumento de 67.846 toneladas.
¿Y los precios?
El otro argumento con el que Camacol pidió el desmonte de los aranceles de las subpartidas de acero largo para concreto fue el encarecimiento de los precios. Según el gremio, en el último año los precios del hierro y el acero se han incrementado en más del 50 % en ciudades como Neiva, Armenia, Santa Marta, Pasto, Medellín, Pereira y Bucaramanga.
Frente a este fenómeno, Ospina indica que “los precios del acero para concreto han crecido en todas las economías desde junio de 2020: los precios internacionales de la chatarra y del mineral de hierro, insumos claves para la producción de acero, crecieron 92 % y 108 % durante los últimos 12 meses, respectivamente. El país no ha sido ajeno a estas dinámicas mundiales, pues el precio de la chatarra ha crecido un 111 % (desde junio de 2020). Esto ha llevado a que el precio del producto terminado haya aumentado un 48 % desde mediados del año pasado, que es un menor incremento que los registrados en los mercados internacionales, como México (77 %) y Turquía (69 %)”.
Ospina agrega que “los productores han manifestado que los precios internos de acero para concreto ya muestran señales de estar bajando, en especial desde agosto de 2021. Se debe precisamente porque ya hay más producto (acero) en Colombia. Además, vemos que grandes naciones productoras como Turquía ya han reportado una caída en las cotizaciones. Y el precio del acero en Colombia sigue el precio internacional, y se presta especial atención a las tarifas turcas”.
Más tensiones
Otra de las críticas de la ANDI a la propuesta de desmontar aranceles es que el 72 % de las importaciones de acero para concreto ya viene de países con los que Colombia tiene TLC, como México y Estados Unidos. Entonces, los productores cuestionan la necesidad de más destinos en los que se pueda importar sin arancel.
Ante esta inquietud, el vicepresidente técnico de Camacol, Edwin Chirivi, explica que “la solicitud de reducción arancelaria presentada atiende a la necesidad del sector y los proyectos de construcción de aumentar la oferta y disponibilidad de aceros largos en el mercado local, dado el desabastecimiento evidenciado en el último año. Los países de origen de los cuales se importe, o el aumento de la producción local que permitan satisfacer la demanda interna, será resultado de la lógica de operación del mercado en condiciones de competencia en términos de precios y cantidades”.
No obstante, la preocupación de la industria nacional es que desmontar aranceles lleve a que el mercado interno se inunde con acero chino o turco, pues dan precios más bajos que el promedio internacional.
“Las tarifas del acero provenientes de China y Turquía no pueden considerarse como competitivas, ya que esta subvaloración corresponde a prácticas desleales de comercio como el dumping o las subvenciones en las que, por supuesto, la industria nacional no incurre”, indicó Ospina. Por esto, los productores de acero alertan sobre la sostenibilidad de un sector que genera más de 45.000 empleos.
Sobre el impacto para el sector siderúrgico, Chirivi indicó: “Como gremio, tenemos la firme convicción y propósito de tener un sector productivo nacional competitivo y generador de empleo; con pluralidad de actores y competencia. También es importante destacar que el sector de la construcción y su cadena de valor genera 1,5 millones de empleos directos y 2,7 millones indirectos en los 36 sectores productivos, comerciales y de servicios, y en 174 ramas de actividad económica, y con la coyuntura actual de desabastecimiento y aumentos de precios del acero, eso es lo que se pone en riesgo”.
Por el momento, la Triple A, del Ministerio de Comercio, todavía no se pronuncia de fondo sobre la petición de Camacol; pero es claro que, sea cual sea la decisión, una de las partes no quedará contenta, dado el potencial impacto sobre actividades claves de la economía colombiana.
Dos de los principales gremios empresariales del país están en disputa: la Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol) y la ANDI, a través de su Comité Colombiano de Productores de Acero (CCPA). El origen de la tensión es una solicitud que presentó Camacol ante el Ministerio de Comercio de desmontar el arancel del 10 % a dos subpartidas de acero largo para concreto (HS7214.20 y HS7213.10), pedido que está deliberando el Comité de Asuntos Aduaneros y Arancelarios (Triple A). Su decisión, sea cual sea, tendrá impacto para alguna de estas dos importantes actividades de la economía colombiana. ¿Cuál es el problema de fondo?
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Camacol justifica la solicitud de desmontar aranceles en dos factores: dice que hay un desabastecimiento de hierros y aceros que limita el inicio, la ejecución y el normal desarrollo de las obras. Además, alerta que en el último año los constructores han sufrido por un encarecimiento de doble dígito de estos insumos, que pone en riesgo la viabilidad de los proyectos de edificaciones.
Por su parte, el Comité Colombiano de Productores de Acero advierte que desmontar los aranceles inundará el mercado interno y golpeará fuertemente la industria nacional, pues le abriría la puerta a jugadores como China y Turquía, que han sido denunciados internacionalmente por prácticas de competencia desleal. Además, acusa a Camacol de distorsionar las cifras con las que argumenta que hay desabastecimiento de acero para concreto, y asegura que la capacidad instalada interna es suficiente para satisfacer toda la demanda del sector.
¿Desabastecimiento?
El primer punto de tensión entre los gremios es el debate de si hay desabastecimiento en Colombia. A Camacol le preocupa que la oferta de acero disponible no sea capaz de cumplir con la demanda presente y futura, sobre todo por las metas de construcción de Vivienda de Interés Social.
“El consumo aparente de aceros largos en Colombia en los años recientes (2018-2021) es de 2,3 millones de toneladas anuales. Se estima que este consumo aumente en cerca de 800.000 toneladas”, indicó Edwin Chirivi, vicepresidente técnico de Camacol.
El problema es que, según estimaciones de Camacol, en promedio el 39 % del acero para construcción es importado. Y según el gremio, al tomar el acumulado móvil mensual de las importaciones de aceros largos, se encuentra que las compras externas de estos insumos han caído 37 % en el período enero-mayo 2021 respecto al mismo lapso de 2019.
Aunque Camacol reconoce que, según su metodología, la producción interna de acero entre enero y junio de 2021 creció 7 % frente a 2019, estas cifras no son suficientes para reemplazar la caída de las importaciones. De hecho, para Chirivi, la participación del 39 % de las importaciones de acero indica que “históricamente el país nunca ha sido autosuficiente con la producción de aceros frente a la demanda existente”.
La situación para los constructores es preocupante, pues “desde marzo de 2020 el inicio de nuevas obras ha aumentado en 11 %, mientras el acero disponible en el mercado, por reducción de la producción local y de las importaciones, se ha contraído en un 14 %”, indicó Chirivi.
Disenso por las cifras
Hay tensión sobre las cifras con las que se habla de desabastecimiento en la solicitud presentada ante el Ministerio de Comercio. María Juliana Ospina, directora del Comité Colombiano de Productores de Acero de la ANDI (CCPA), asegura que “Camacol está distorsionando los datos. Incluso están manejando mal la información que dicen citar de nosotros. Las estadísticas oficiales de la DIAN demuestran que las importaciones de acero para construcción han crecido un 68 % en el período enero-julio de 2021 frente a 2020, llegando a más de 430.000 toneladas. Se destacan casos como el de las barras de acero para concreto originarias de Turquía, cuyas importaciones registran un incremento del 1.145 %”.
Ospina agrega que “si bien las importaciones no crecen al ritmo de 2019, en ese año la construcción tenía variaciones negativas en su Producto Interno Bruto, por lo que no tiene sentido usar este período para alertar sobre desabastecimiento respecto a proyecciones de crecimiento (de la construcción). Incluso en 2021 todavía vemos que el sector (construcción) cae en bienal (respecto a hace dos años). En cambio la producción interna de acero (para la construcción) creció el 48 % entre enero y agosto de 2021 frente el mismo período de 2020, y aumentó en 14 % respecto a 2019 (enero-agosto). Entonces no entendemos por qué dicen que la industria nacional no podrá seguirle el ritmo a la demanda de la construcción”.
Ospina también indica que “las importaciones no deberían ser el centro del debate de un supuesto desabastecimiento, sino la producción interna. La capacidad instalada de la industria nacional es de 2,6 millones de toneladas al año, la cual está disponible de manera inmediata cuando sea requerida. Además, tan solo la nueva planta en Palmar de Varela tiene capacidad de producir 500.000 toneladas anuales. Lo que es suficiente para suplir el 100 % de la caída de las importaciones que alerta Camacol”.
¿Y entonces?
En efecto, hay un gran disenso sobre las cifras de importaciones de acero largo. La raíz de la tensión serían las diferencias en cuanto a la metodología para analizar el sector: por un lado Camacol indica que no hay forma de acceder a información de producción interna de las subpartidas del debate (HS7214.20 y HS7213.10), por lo que aplicó una serie de técnicas para desagregar la información y concluir que el 39 % del acero para concreto que se demanda en el país corresponde a importaciones. Además, analiza la tendencia de los datos usando el acumulado móvil de doce meses para reducir el efecto de los inventarios. Por su parte, la ANDI agrega en sus cuentas las cifras de alambrón, no solo acero para concreto, argumentando que también es vital para la construcción.
Para tener una nueva perspectiva se pueden analizar los datos brutos de importación de las subpartidas sobre las cuales Camacol pidió el desmonte del arancel del 10 %.
Según registros del Sistema Estadístico de Comercio Exterior (que usa información de importaciones de la DIAN), en el primer semestre de 2019 se importaron de las subpartidas HS7214.20 y HS7213.10 más de US$145 millones CIF, equivalentes a 252.336 toneladas; para el mismo periodo de 2020 entraron US$63 millones CIF o 118.575 toneladas; y en este lapso en 2021 llegaron US$134 millones CIF o 186.421 toneladas.
Esto quiere decir que las importaciones cayeron el 26 % en valor CIF y 8 % en toneladas en el primer semestre de 2021 (el período más reciente comparable) respecto al primer semestre de 2019 en las dos subpartidas del debate. Además, si se comparan los primeros seis meses de este año frente a enero-junio de 2020, se encuentra que las compras externas crecieron el 57 % en toneladas y 113 % en valor CIF.
Las cifras también indican que la diferencia en peso de las importaciones entre el primer semestre de 2021 y el de 2019 es de 65.915 toneladas: cifra equivalente al 5 % de la capacidad instalada semestral de la industria colombiana del acero que reporta la ANDI. Esto sugiere que para estas subpartidas no debería ser problema suplir la caída de las importaciones (HS7214.20 y HS7213.10). Además la brecha bienal de las importaciones estaría ya cubierta, pues entre el primer semestre de 2020 y el primer semestre 2021 hubo un aumento de 67.846 toneladas.
¿Y los precios?
El otro argumento con el que Camacol pidió el desmonte de los aranceles de las subpartidas de acero largo para concreto fue el encarecimiento de los precios. Según el gremio, en el último año los precios del hierro y el acero se han incrementado en más del 50 % en ciudades como Neiva, Armenia, Santa Marta, Pasto, Medellín, Pereira y Bucaramanga.
Frente a este fenómeno, Ospina indica que “los precios del acero para concreto han crecido en todas las economías desde junio de 2020: los precios internacionales de la chatarra y del mineral de hierro, insumos claves para la producción de acero, crecieron 92 % y 108 % durante los últimos 12 meses, respectivamente. El país no ha sido ajeno a estas dinámicas mundiales, pues el precio de la chatarra ha crecido un 111 % (desde junio de 2020). Esto ha llevado a que el precio del producto terminado haya aumentado un 48 % desde mediados del año pasado, que es un menor incremento que los registrados en los mercados internacionales, como México (77 %) y Turquía (69 %)”.
Ospina agrega que “los productores han manifestado que los precios internos de acero para concreto ya muestran señales de estar bajando, en especial desde agosto de 2021. Se debe precisamente porque ya hay más producto (acero) en Colombia. Además, vemos que grandes naciones productoras como Turquía ya han reportado una caída en las cotizaciones. Y el precio del acero en Colombia sigue el precio internacional, y se presta especial atención a las tarifas turcas”.
Más tensiones
Otra de las críticas de la ANDI a la propuesta de desmontar aranceles es que el 72 % de las importaciones de acero para concreto ya viene de países con los que Colombia tiene TLC, como México y Estados Unidos. Entonces, los productores cuestionan la necesidad de más destinos en los que se pueda importar sin arancel.
Ante esta inquietud, el vicepresidente técnico de Camacol, Edwin Chirivi, explica que “la solicitud de reducción arancelaria presentada atiende a la necesidad del sector y los proyectos de construcción de aumentar la oferta y disponibilidad de aceros largos en el mercado local, dado el desabastecimiento evidenciado en el último año. Los países de origen de los cuales se importe, o el aumento de la producción local que permitan satisfacer la demanda interna, será resultado de la lógica de operación del mercado en condiciones de competencia en términos de precios y cantidades”.
No obstante, la preocupación de la industria nacional es que desmontar aranceles lleve a que el mercado interno se inunde con acero chino o turco, pues dan precios más bajos que el promedio internacional.
“Las tarifas del acero provenientes de China y Turquía no pueden considerarse como competitivas, ya que esta subvaloración corresponde a prácticas desleales de comercio como el dumping o las subvenciones en las que, por supuesto, la industria nacional no incurre”, indicó Ospina. Por esto, los productores de acero alertan sobre la sostenibilidad de un sector que genera más de 45.000 empleos.
Sobre el impacto para el sector siderúrgico, Chirivi indicó: “Como gremio, tenemos la firme convicción y propósito de tener un sector productivo nacional competitivo y generador de empleo; con pluralidad de actores y competencia. También es importante destacar que el sector de la construcción y su cadena de valor genera 1,5 millones de empleos directos y 2,7 millones indirectos en los 36 sectores productivos, comerciales y de servicios, y en 174 ramas de actividad económica, y con la coyuntura actual de desabastecimiento y aumentos de precios del acero, eso es lo que se pone en riesgo”.
Por el momento, la Triple A, del Ministerio de Comercio, todavía no se pronuncia de fondo sobre la petición de Camacol; pero es claro que, sea cual sea la decisión, una de las partes no quedará contenta, dado el potencial impacto sobre actividades claves de la economía colombiana.