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El sector industrial colombiano cerró 2024 en un estado de estancamiento, reflejando la complejidad de las condiciones económicas globales y locales. Diciembre, que había mostrado un repunte en noviembre, terminó con una caída del Índice Davivienda de Gestión de Compras (PMI) a 49,9 puntos, por debajo de la línea de expansión de 50.
Aunque el cierre del trimestre fue el mejor del año, los retos estructurales del sector revelan un panorama menos alentador. Andrés Langebaek Rueda, economista jefe del Grupo Bolívar en Davivienda, señaló que “lo más preocupante de esta situación es que la demanda en Colombia – medida por las ventas del comercio al por menor- ha venido recuperándose gracias a la disminución de las tasas de interés”.
“Esto significa entonces que la demanda por bienes manufactureros de origen doméstico – tal como lo muestran el indicador de pedidos o el de los pedidos por atender del PMI – no es grande y que probablemente la producción colombiana esté perdiendo competitividad frente a los productos extranjeros, en particular aquellos provenientes de China”, mencionó Langebaek.
Los datos, recopilados por S&P Global para Davivienda, evidencian que los nuevos pedidos y la producción sufrieron caídas marginales, mientras que los costos de los insumos incrementaron debido a la depreciación del peso colombiano frente al dólar. Sin embargo, las empresas enfrentaron dificultades para trasladar estos aumentos a los precios finales debido a la intensa competencia en el mercado.
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¿Qué ocurrió en diciembre?
Primero, pongámosle lupa al retrovisor del sector. PMI manufacturero, un indicador clave de la salud del sector industrial, mostró una desaceleración significativa respecto a noviembre, cuando alcanzó los 53,4 puntos, el nivel más alto en diez meses. La cifra de diciembre (49,9) indica estabilidad, pero también refleja la presión de varios factores:
- Reducción de nuevos pedidos: por primera vez en tres meses, las empresas reportaron caídas en las órdenes entrantes, atribuidas a limitaciones presupuestarias y una menor demanda de los clientes.
- Inflación de costos: la depreciación del peso elevó los precios de los insumos, pero las empresas evitaron trasladar estos aumentos al consumidor final, limitando los ajustes de precios.
- Producción en retroceso: aunque la reducción de la producción fue mínima, se destacó el impacto del absentismo laboral y la competencia en un mercado saturado.
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A pesar de las caídas en algunos indicadores, el empleo se mantuvo estable, reflejando una falta de presión operativa en las plantas.
Los inventarios de materias primas crecieron debido a compras previas estratégicas, mientras que los inventarios de productos finales disminuyeron por primera vez en nueve meses, impulsados por una entrega acelerada de productos pendientes.
Los retrasos en la entrega de insumos, un problema recurrente, también mostraron una leve mejora gracias al fin de los paros y la descongestión parcial en los puertos de Cartagena y Buenaventura.
Sin embargo, la confianza empresarial cayó a su nivel más bajo en tres meses, lastrada por la incertidumbre política, la llegada de productos chinos y la falta de ingresos disponibles en los hogares colombianos.
El impacto de factores externos e internos
El economista Langebaek destacó que, a pesar de la recuperación de la demanda medida en las ventas al por menor, los bienes manufactureros locales parecen estar perdiendo competitividad frente a productos importados, particularmente de China.
Además, los anuncios del presidente electo de Estados Unidos sobre posibles aranceles podrían generar una mayor afluencia de productos chinos en Colombia y otros mercados emergentes, profundizando las dificultades de la industria local.
El sector industrial enfrenta un llamado urgente a aumentar su competitividad y adaptarse a un entorno global cambiante. Con políticas públicas claras y estrategias orientadas a la innovación, el 2025 podría convertirse en un año de reinvención para una industria que busca no solo estabilidad, sino un crecimiento sostenible.
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