Las claves que necesita la industria automotriz para su reactivación
Gobierno y empresas parecen estar de acuerdo en que esta industria necesita de una política pública para impulsar su desarrollo. ¿Cómo sería?
Diego Ojeda
En general, la economía colombiana no pasa por su mejor momento. Las altas tasas de interés, que se suman a una elevada inflación han impactado el consumo, especialmente en la demanda de bienes de alto valor, como lo son los vehículos.
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En general, la economía colombiana no pasa por su mejor momento. Las altas tasas de interés, que se suman a una elevada inflación han impactado el consumo, especialmente en la demanda de bienes de alto valor, como lo son los vehículos.
Cifras manejadas por la Asociación Nacional de Movilidad Sostenible (Andemos) muestran que en los cinco primeros meses del año se ha registrado una caída del 7,5 % en las matrículas de vehículos nuevos, pasando de 76.434 unidades en 2023 a 70.710 unidades en 2024. Datos que son aún más negativos si se tiene en cuenta que el año pasado también se registró una caída (del 9,3 %) de cara al periodo inmediatamente anterior.
Muestra del impacto que estaría teniendo el panorama macroeconómico en esta industria es que las elevadas tasas de interés parecieran tener un vínculo directamente proporcional con la demanda de automóviles, pues el más reciente informe de la firma Transunion muestra que durante el primer trimestre del año la tasa de morosidad (de 60 días o más) en créditos de vehículos fue del 7,1 %.
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El complejo panorama ha llevado a que empresas tan icónicas como General Motors, con su planta de producción en Colombia Colmotores, tengan que sacar a Colombia y a Ecuador del mapa de sus plantas de ensamblaje, viendo más rentable importar sus vehículos a estos países que producirlos directamente, pues el consumo interno no le hace justicia a los esfuerzos que se invierten para fabricarlos.
Evidentemente esto tiene un impacto en el Producto Interno Bruto Nacional (PIB), pues el peso de esta industria se estima en cerca de un 7 %; así como en el empleo, pues se estima que cerca de 800 colaboradores fueron despedidos de Colmotores.
A decir verdad la industria automotriz no es la única afectada por la difícil economía, pues otros rubros de la también han venido registrando números rojos desde hace meses, siendo protagónicos sectores como la construcción y el comercio.
De cara a esta realidad el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, comunicó recientemente que prepara una nueva reforma tributaria, la cual espera radicar en el Congreso para la nueva legislatura (que se inicia el 20 de julio). Con esta se busca brindar un alivio de impuestos a las empresas (especialmente en el de renta), para aportar así en su eventual reactivación. A esto se suma un paquete de medidas con el que también se quiere facilitar un mayor dinamismo. En suma, se está cocinando una política pública en favor de las industrias.
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El presidente de Renault Sofasa, Ariel Montenegro, coincide con la idea de que la industria que representa necesita de una serie de políticas públicas para lograr la tan esperada reactivación, así como la garantía para la sostenibilidad del negocio a largo plazo.
El próximo 2 de julio Renault cumple 55 años en Colombia, siendo hoy en el país una marca colombiana de origen francés, pues la mayoría de las partes y el ensamblaje de los vehículos que circulan por las vías del país son de origen nacional. En estas más de cinco décadas han producido 17 distintos modelos de carros, así como más de 1,7 millones de unidades.
Hoy Renault Sofasa representa el 72 % del ensamble nacional, siendo esta una de las industrias más rentables, pues por cada peso que se invierte en la fabricación de un vehículo se generan 2,6 pesos en la producción total de la economía nacional.
Para Montenegro, una de las claves que debe incluir la mencionada política pública es la promoción de incentivos para la exportación de vehículos desde Colombia (pues ante el poco consumo nacional, la respuesta está en buscar en los mercados internacionales una mayor participación de los productos que hoy se fabrican en el país). Esto podría implicar una reducción de impuestos para los vehículos que se ensamblan en el territorio nacional.
“Es decir, si hoy un vehículo deja US$1.500 de impuestos tras su ensamblaje, cuando estamos pensando en traer inversión para producir localmente, para que el 70 % u 80 % de la producción sea exportada, la ecuación es invertir para exportar o directamente no invertir. Necesitamos tener mecanismos que alivien un poco el recaudo tributario, pero sin dejar de aportar recursos a la nación. Eso sería conveniente para atraer la inversión, sobre todo para que ese beneficio compense la logística de exportación, porque llevar un vehículo desde Colombia a México puede costar US$500, o a Brasil US$800. En eso estamos viendo que tenemos una desventaja frente a otros grandes exportadores, como México”, señala Montenegro.
Otra clave para alcanzar la meta de la reactivación incluye una protección especial para la industria, especialmente en los autopartistas (que son las empresas colombianas que proveen las partes para que Renault pueda adelantar su ensamblaje). Esto podría incluir ayudas como créditos blandos e incentivos para la inversión (especialmente en actualización tecnológica).
En esta estrategia también se debería incluir la formación de nuevas capacidades y talentos que demanda la industria, pues hay que tener en cuenta que la movilidad está dirigiéndose a ser eléctrica, y en esto hay una serie de nuevos materiales (como el de las baterías) y elementos que requieren que quienes trabajan en esta industria tengan una actualización. Es decir, invertir en la investigación y desarrollo de estos nuevos componentes, pues una batería eléctrica fácilmente puede representar el 30 % o 35 % del valor de un vehículo.
Finalmente está eventual revisión de los tratados de comercio que tiene Colombia, pues no hay que perder de vista que titanes de esta industria en la región, como México y Brasil, también están interesados en conquistar el mercado colombiano. Una redefinición de los aranceles, que favorezca la competencia de los vehículos que se fabrican en la nación en el mercado interno, pero también en los mercados internacionales sería conveniente para garantizar un mayor dinamismo en este sector.
“Es clave que en una política pública se incentive la exportación, se fomente la industria nacional y el consumo nacional (renovación del parque automotor como política de chatarrización) y el ensamblaje local”, concluyó Montenegro.
Las expectativas para el mediano plazo son positivas, en la medida en que las tasas de interés sigan bajando, juntamente con la inflación. Una recuperación del poder adquisitivo puede reactivar industrias que dependen de esto, como la automotriz. Sin embargo, hay que tener en cuenta que las nuevas demandas de transporte han cambiado (el vehículo ha dejado de ser una prioridad en ciudades tan congestionadas y con restricciones en la movilidad, como es el caso Bogotá, por lo que el transporte público y el uso de la bicicleta han cobrado más protagonismo), lo que deja a empresa como Renault Sofasa en una situación en donde el futuro, sí o sí, depende de la exportación, de llegar con automóviles colombianos a otros mercados de la región.
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