Reindustrializar a Colombia, un sueño que arranca con el sector textil
En el Centro Juan Bosco, en Bogotá, se encuentra el primer espacio de reindustrialización que apoya a 82 unidades productivas dedicadas a confeccionar prendas de vestir. El acompañamiento ha permitido crear nuevas empresas.
Lucety Carreño Rojas
Zasca es una palabra muisca relacionada con la diosa de la laboriosidad y significa agradecer por la jornada de trabajo. Es un sentimiento de satisfacción por lo que se hizo durante el día. La palabra ahora da nombre a los Centros de Reindustrialización Zasca.
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Zasca es una palabra muisca relacionada con la diosa de la laboriosidad y significa agradecer por la jornada de trabajo. Es un sentimiento de satisfacción por lo que se hizo durante el día. La palabra ahora da nombre a los Centros de Reindustrialización Zasca.
Con estos centros, que hacen parte de la política de reindustrialización del Gobierno, se busca incrementar la productividad de sectores que son el soporte económico de muchos colombianos mediante la alianza entre Estado, comunidad, empresas y academia.
La primera de estas instalaciones se inauguró en marzo y se encuentra ubicada en el centro Juan Bosco Obrero, en el barrio La Estrella de Ciudad Bolívar, en Bogotá. En el espacio se atienden a 82 unidades productivas y emprendedores de esa localidad.
La idea base de los Zasca es ofrecer asistencia técnica, capacitación y acceso a maquinaria especializada para micro y pequeñas empresas o emprendedores, que estén en zonas en las que hay una aglomeración de producción en sectores como manufactura, confección, cuero, marroquinería y agroindustria.
En el caso de Ciudad Bolívar, la especialidad del centro es la industria textil y las confecciones, debido a la densidad de talleres satélites que nutren de productos a almacenes y marcas en la ciudad y el país.
Héctor Miguel Luengas, uno de los 82 beneficiarios del proyecto, comentó que su mamá trabajaba como taller satélite, “les trabajábamos a personas que nos traían cortes. Soy empírico y desde hace 10 años tengo un emprendimiento de jeans para dama. Con Zasca he podido sacar mis propios diseños, aprender de patronaje y costos. Estoy aprendiendo a hacer mejor mi trabajo para poder ser un empresario más adelante”.
Estos espacios no son nuevos. Durante el paso de Gustavo Petro por la Alcaldía de Bogotá se intervinieron cinco zonas de la ciudad: Restrepo, Policarpa, Ricaurte, 12 de octubre y Ciudad Bolívar. “El balance de estos centros fue positivo porque se logró impactar aglomeraciones de la ciudad con alto tejido empresarial formal e informal. También se aportó al desarrollo de sus portafolios de producto al contar con el apoyo de la academia y mentorías en las que participaron Arturo Tejada, Ricardo Pava, Hernán Zajar, Bettina Spitz, entre otros”, dijo Hernán Ceballos, gerente de Innpulsa y quien también participó en ese proyecto.
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Según Ceballos, se beneficiaron 1.291 unidades productivas y algunas participaron en escenarios comerciales, “como Colombiamoda, que permitieron la generación de conexiones de valor y de nuevos ingresos que se vieron reflejados en el aumento de la calidad de vida de esas familias”, agregó el funcionario.
Una vez finalizada la administración de Petro, la estrategia tuvo cambios en su enfoque y alcance, lo que causó el cese de su funcionamiento.
Ciudad Bolívar fue el lugar elegido para retomar el proyecto por las personas y familias que impacta, especialmente población vulnerable y mujeres cabeza de hogar que se dedican a trabajar en talleres satélite. Ahora, el proyecto funcionará a escala nacional.
De fondo, la política de reindustrialización es parte de la apuesta para diversificar la producción en Colombia: alejarla de los bienes energéticos, como el carbón y el petróleo, que hoy representan el grueso de las exportaciones del país.
“En 1990 la participación de la industria en el producto interno bruto (PIB) era del 22 % y actualmente está en un 10 %. Consideramos que nos dedicamos a la explotación de hidrocarburos y descuidamos la industria. Estamos reactivando estos sectores y también la industria de alta tecnología, como la aeronáutica”, explicó Ceballos.
Aquí hay que decir dos cosas. En general, la reindustrialización y la diversificación en la producción del país no son una estrategia que se surta en cuatro años, primero. Y, segundo, este impulso ha tratado de ser materializado antes, con resultados escasos.
¿Por qué la industria textil?
La industria textil y de la confección es uno de los motores del sector industrial y, a su vez, de la economía.
En Bogotá, por ejemplo, este sector representa 1,3 % del PIB y genera 200.000 empleos directos. De acuerdo con cifras de la Cámara de Comercio de la capital, el macrosector de moda, compuesto por 30 actividades económicas, cerró la temporada de renovación de 2023 con 22.689 empresas activas, una cifra similar a la de 2022 (22.693 empresas) y un 4,5 % más que las empresas activas de 2021 (21.704). El sector está compuesto en un 94,7 % por micro y pequeños empresarios (4,2 %), medianos (0,9 %) y grandes (0,2 %).
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Sin embargo, se trata de una industria con un porcentaje alto de informalidad, que aún enfrenta los rezagos de la pandemia y con deudas históricas, como carencia de mano de obra calificada y acceso a mejores medios de producción (maquinaria y acceso a crédito, entre otros). Además de un vínculo con la llamada economía popular, el gobierno del presidente Gustavo Petro también eligió este sector para capacitarlo, apoyar su gestión empresarial, que incluye la formalización, y, a la larga, reindustrializarlo.
Para Carolina Agudelo, diseñadora textil, “los Zasca son importantes para generar unidades productivas, herramientas para las personas que quieren coser y entrenarlos en situaciones básicas. Es un problema serio y grave la falta de preparación técnica, rigurosa y juiciosa sobre calidad que tiene la industria. Es importante que Colombia dé este salto”.
¿Reindustrializar?
Pero por qué se habla de reindustrializar el sector textil nacional. En este punto hay varias miradas, pues para algunos expertos se trata de un sector que nunca ha estado industrializado, en primer lugar. “La mayoría de los telares que llegaron al país fueron los rezagos tecnológicos que dejó la industria textil británica. Empezamos con atraso”, explicó Agudelo.
También se mencionan factores que afectaron el proceso de industrialización del sector, como el colapso de la producción algodonera en el país y los efectos negativos de largo plazo de la apertura económica. Entre 1920 y 1930, los primeros cultivos estuvieron alineados con el auge de la industria textil nacional, lo que generó un encadenamiento entre esa industria y la agrícola. Sin embargo, las sucesivas crisis del sector algodonero fueron un tropiezo para el sector de la moda.
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En 1930 se lanzaron estrategias para mejorar la calidad y proteger la producción de algodón. En la década de 1970, la producción de la industria estaba enfocada en un consumo pequeño y local. “Las familias colombianas no compraban ropa tan rápido, pues las prendas se legaban y las telas duraban. La crisis empezó cuando se despertó el interés por lo foráneo”, apuntó Agudelo.
La apertura económica que hubo en el gobierno de César Gaviria les dio un golpe a los cultivos de algodón al hacerlos menos competitivos frente a la oferta internacional (altamente subsidiada en países como Estados Unidos, por ejemplo) y afectó a la industria textil local, pues el país no estaba preparado para ese influjo de bienes extranjeros.
¿Cómo se está reindustrializando el sector?
La política de reindustrialización quiere cerrar las brechas de productividad, fortalecer los encadenamientos productivos y la inversión, “y, sin duda alguna, innovar y sofisticar tanto la oferta interna como la exportable garantiza que las relaciones con América Latina y el Caribe sean más amplias. Desde una perspectiva académica, esa política corresponde a las necesidades actuales del sector productivo y de la sociedad. Hacernos preguntas y transformar políticas públicas alrededor de la transición energética, de la agroindustria, de la reindustrialización y de la importancia de los territorios y su tejido empresarial, pues tiene muchísimo sentido”, aseguró Rafael Méndez, decano de la Escuela de Ingeniería, Ciencia y Tecnología de la Universidad del Rosario.
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Se trata de un apoyo integral en el que, de acuerdo con las necesidades de cada unidad productiva, aprenden sobre mejoramiento de sus productos, diseños, tendencias, comercialización y venta. La Embajada de Francia en Colombia también es una aliada del proyecto y los 82 participantes aprenderán de diseñadores franceses, líderes en la industria de la moda a escala mundial. Además de transmitir conocimientos de moda, también esperan que se logre algún tipo de inversión o compra de productos colombianos por parte de Francia.
“Desde hace 20 años me dedico a la confección. Aprendí empíricamente y trabajaba como satélite. Tenía mi producto, pero no le ponía mucho interés. Con las capacitaciones y el mejoramiento del producto lancé mi unidad productiva que se llama Mar y en la que ofrezco suéteres para dama, preferiblemente de la tercera edad”, contó María Inés Acosta, quien vive en el barrio Paraíso, de Ciudad Bolívar, y vende sus productos en el 20 de Julio los domingos.
Vale la pena mencionar que los talleres satélites están conformados por un grupo de personas que se encargan del diseño, corte y confección de prendas de vestir. La mayoría son informales y funcionan en las casas de las confeccionistas.
“El papá de mi amigo era sastre y, para que no estuviéramos en la calle, nos involucró en el mundo de la confección. Empecé planchando y abriendo costuras. Eso fue hace 30 años y hasta este año creé mi marca Alfredo Fagua Sastrería, porque me enseñaron que mi producto es bueno, de calidad y que puedo comercializarlo”, dijo José Alfredo Fagua, otro de los participantes.
La maquinaria para el proyecto se acomoda a las condiciones tecnológicas con las que cuentan los participantes. Se espera contar más adelante con maquinarias modernas acordes a la idea de reindustrializar el sector. De acuerdo con los expertos, el ejercicio de resignificación de la industria es un llamado a la transformación digital.
“La cadena de la industria textil ha estado caracterizada por la falta de acceso para los pequeños y medianos a las tecnologías de punta. Ahí hace falta un estudio tecnológico de lo que se necesita, por qué y para qué, dar herramientas para tecnificarse, aumentar su productividad y hacer posibles sus sueños. Todo va ligado”, agregó Agudelo.
¿Qué viene?
El Gobierno tiene el compromiso de apoyar la reactivación de toda la cadena del sector textil: la industria del algodón, la hilatura, la confección y las telas ecológicas. “Estamos mirando qué variedad de algodón se puede cultivar en Colombia y reactivar su demanda. Eso no se haría desde los Zasca, sino desde un proceso agroindustrial en un centro de acopio para poder vender el algodón a un buen precio”, dijo Ceballos.
Para Agudelo y Méndez, la reindustrialización necesita tener en cuenta otros factores. “Hay que activar oficios, labores y talentos en torno a unos sectores que necesitan reactivarse, crearse, repensarse. La reindustrialización también debe pensarse desde las ideas de lo regenerativo y sostenible”, dijo Agudelo.
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Un país como Colombia tiene todo para pensarse distinto. Agudelo apunta que se debe mirar al campo y no solo la agroindustria. A los oficios que todo el desarrollo agrícola podría generar desde sembrar. En textiles la generación de fibra e hilatura en pequeña escala, por ejemplo.
“En textil sí que hay necesidad en toda la cadena de la moda de activar conocimientos, vincular personas en los haceres y poner a funcionar las manos, trabajar con las manos dignifica y es una fuente de satisfacción”, afirmó Agudelo.
De acuerdo con Méndez, hay una urgencia por la apertura a la transformación. “Más allá de la intención, debemos concentrarnos en la acción para potencializar este tipo de pequeños negocios mediante la transformación digital, la innovación tecnológica y, desde lo pedagógico, las personas que están capacitando deben estar formadas en los saberes. En ese orden de ideas, la sostenibilidad de estos emprendimientos se garantiza generando un ambiente propicio”, aseguró Méndez.
Aunque el proyecto tiene una duración de 10 meses, Ceballos afirmó que los Zasca durarán el cuatrienio de Petro con nuevas convocatorias y participantes, pero que espera que los gobiernos que lleguen le den continuidad. Además, los 82 participantes tendrán apoyo; es decir, no se desvincularán.
La semana pasada se inauguró el Zasca Renacer en el Complejo Carcelario y Penitenciario de Alta y Media Seguridad de Ibagué. En julio abrirán otro en Bucaramanga para apoyar a la industria del calzado.
Con este proceso de reindustrialización se espera que la industria le aporte del 15 % al 16 % al PIB nacional. Los participantes sueñan con ser reconocidos, exportar, vender en grandes plataformas y apoyar a sus comunidades. Durante los meses del proyecto, se ha evidenciado que las unidades productivas sienten satisfacción por el proceso, sus nuevas dinámicas y jornadas, y, en la medida que mejoran sus salarios e ingresos, también lo hacen su calidad de vida y productividad.
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