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Twitter, a un paso de quedar en manos de Musk: ¿por qué resulta preocupante?

Al final de todo, Elon Musk parece que sí terminará por comprar Twitter. Después de meses de idas y venidas, la operación sigue siendo problemática por sus implicaciones para la plataforma y, en general, para el futuro de internet.

27 de octubre de 2022 - 10:52 p. m.
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No, no es por dinero, es “por el futuro de la civilización”.

Elon Musk dijo el jueves en Twitter que está comprando la red social porque es “importante para el futuro de la civilización tener una plaza pública en línea donde una gran variedad de opiniones puedan debatirse de manera saludable, sin recurrir a la violencia”.

Cuando los guionistas de esa eterna telenovela en la que se convirtió la compra de Twitter por parte del dueño de Tesla pensaban ya en una segunda “temporada”, el hombre más rico del mundo confirmó la compra de la red social. Esto, a poco más de 24 horas de que expirara el viernes el plazo que le dio una jueza para formalizar la operación so pena de comenzar un juicio.

Lea también: La historia de Twitter: el paso a paso de startup a plataforma global

Y aunque la adquisición de la firma del pajarito azul es por la nada despreciable cifra de US$44.000 millones, Musk asegura que su motivación es “ayudar a la humanidad” que ama, y “no para hacer dinero”.

Musk aseguró, sin embargo, que “Twitter obviamente no puede ser un lugar infernal abierto a todos, donde pueda decirse todo sin consecuencias”, señaló también el magnate en un mensaje enviado a los anunciantes un día antes de la fecha límite para la operación de compra, determinada por la justicia.

Musk aún no concluye oficialmente la compra de Twitter pero varias señales muestran que la operación está finalmente en curso.

El fundador de Tesla y SpaceX concurrió a la sede de la empresa el miércoles y en su perfil de Twitter, una red de la que es asiduo usuario, se presenta ahora como “Chief Twit”, una ironía ya que “twit” quiere decir “cretino” en inglés.

Según The Wall Street Journal, los bancos que financian la operación comenzaron a liberar el dinero.

Además, el New York Stock Exchange, la bolsa donde cotiza Twitter, indicó que la acción de la plataforma sería suspendida de las transacciones el viernes antes de la apertura de la sesión.

¿Por qué resulta preocupante que el comprador sea Musk?

Varias cosas parecen no cuadrar de a mucho con el proyecto de Musk al frente de Twitter.

La primera es que Musk, más allá de ser enigmático y genial, como es descrito por muchos, no es particularmente adepto a seguir códigos de conducta corporativa. Más que rebelde, varios de sus encontrones con las autoridades regulatorias parecen más como pataletas, sólo que en su caso cuestan dinero y conllevan riesgos más grandes por el enorme poder que el empresario detenta en un sistema social que descansa en buena parte sobre la santidad del dinero.

Aunque el billonario ha trazado una serie de ambiciosas metas para la compañía, su visión sobre la libertad de expresión o la moderación de contenido presenta problemas para una plataforma que, a pesar de no ser el negocio más exitoso, sí se convirtió en una suerte de sinónimo de internet, en una presencia sin la cual la red se sentiría, acaso, vacía.

“Los titulares sobre Musk y Twitter son todos variantes de ‘¿qué hará Elon?’. Es una señal de lo perdidos que estamos. Nos obsesionamos con un hombre y sus caprichos”.

Las palabras son de Shoshana Zuboff, profesora emérita de la Escuela de Negocios de Harvard e investigadora en temas de privacidad e información digital, y van al grano de uno de los aspectos que más preocupa.

Parte de lo que Musk dice que hará con Twitter es algo así como liberar el potencial de la plataforma como una herramienta de la libertad de expresión. Esta línea de argumentación es curiosa, cuando menos, porque, en el fondo, señala hacia una cierta represión y censura que, en boca del hombre más adinerado del mundo, no termina de cuadrar para algunos.

Poco después de que Twitter vetara al expresidente Donald Trump después del asalto al Capitolio de EE.UU. (bajo el fundamento de incitar a la violencia), Musk tuiteó: “Muchas personas van a estar muy molestas con que la alta tecnología de la costa Oeste sea el árbitro de facto de la libertad de expresión”.

Privatizar la empresa no pareciera resolver, bajo prácticamente ninguna medida, el problema de moderación de contenido con el que lidian hoy en día las redes sociales. Retener control sólo pareciera garantizar eso: la posibilidad de hacer lo que sea. Y, al menos hasta el momento, poco se sabe de qué haría Musk con ese nuevo poder.

“De la misma forma como el señor Zuckerberg (fundador de Facebook) se recuesta en la ‘libertad de expresión’ para justificar los flujos de información corrupta e impulsar la extracción de datos, el señor Musk se presenta en el escenario con la misma retórica”, escribió Zuboff.

Ahora bien, el punto de fondo acá es que una plataforma con el valor y uso de Twitter no debería estar en manos de multimillonarios, como ha sucedido hasta ahora con gente como Jack Dorsey (cofundador y ex CEO de Twitter): no debería ser tecnología que descanse sobre los hombros de una o un par de personas con inmenso poder económico (y político, de paso).

Lo más problemático acá es el paso de un tipo como Dorsey a uno como Musk; reportes no oficiales aseguran que Dorsey venía trabajando desde hace un tiempo con el actual CEO, Parag Agrawal, para descentralizar la plataforma, no para privatizarla aún más.

La novela Twitter-Musk

Twitter y Musk firmaron un contrato a fines de abril para que el millonario se hiciera de la red del pájaro azul. Pero luego, Musk unilateralmente quiso abandonar el acuerdo en julio.

Musk bombardeó a Twitter con críticas antes y luego de la firma del convenio, acusándola en particular de censurar a los usuarios y no luchar lo suficiente contra los spams y cuentas falsas.

Lea también: Elon Musk y Twitter o la crónica de un millonario melodrama

El multimillonario fundador de Tesla justificó su marcha atrás sobre el pacto de compra, afirmando que la proporción de cuentas automatizadas en la red social era ampliamente superior al 5% que la empresa declaraba.

La empresa lanzó una querella judicial para forzarlo a honrar su compromiso, y parecía que tenía chances de ganar en una corte.

Luego, cuando se acercaba la fecha del juicio, Musk decidió seguir adelante con la compra al precio pactado en abril, de 44.000 millones de dólares.

El acuerdo de abril fue recibido con recelo por sectores más a la izquierda y alegría por sectores a la derecha del espectro político estadounidense, por la idea de que Musk podría flexibilizar las reglas y la moderación de contenidos.

“La parte más fácil para Musk era comprar Twitter”, consideró Dan Ives, analista de Wedbush, el jueves en una nota. Para el hombre más rico del mundo, el desafío será “reparar este activo en dificultad”, estimó.

La operación quedará en los registros como “una de las adquisiciones tecnológicas más sobrepagadas” de la historia, concluyó.

Al cierre este jueves, las acciones de Twitter quedaron en 53,70 dólares, cerca del valor establecido en el convenio de compra.

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